LA JUSTICIA EN TIEMPOS DEL FIN
Reflexión bíblica en Lucas 18:1-8
Por apóstol Dr. Daniel Guerrero
Luego procede a compartir una parábola que relata la historia de una viuda (por lo regular, una persona sola, completamente desasistida y abandonada, insignificante en lo social, político y económico) ante un juez injusto (18:1-7). Y en esta parábola, al final, el Maestro inserta esa pregunta escatológica: "cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra?". Y en esta parábola se nos presenta un caso de injusticia social. De un ente que debe impartir justicia, pero no lo hace, porque no teme a Dios ni a los hombres. Mas sin embargo, por la acción continua y persistente de la viuda exigiendo justicia, este juez injusto e insensible cede y juzga su caso.
La mayoría de los predicadores se van por lo obvio de la parábola de la viuda y el juez injusto, porque el evangelista Lucas hace la acotación que el Maestro compartió esa parábola "sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar" (18:1). Pero lo que la mayoría obvia es que Lucas inserta esta parábola, como dije antes, en el contexto de la enseñanza del Maestro sobre los tiempos finales, sobre la venida del reino de Dios, como parte de la respuesta que Él les da a los fariseos a su pregunta: "cuándo había de venir el reino de Dios" (17:20). Fíjense cómo Lucas conecta la conversación de Jesús con los fariseos y Sus discípulos con la parábola de la viuda, pues coloca una frase conectora "También les refirió" VRV 1995 (Gr. elegen dé kai), con los muy comunes conectores de adición en el Nuevo Testamento en griego: "dé y kai" (Hanna 1997, págs. 70-71). Si quisiéramos ser literales, podríamos traducirlo "Y también les refirió". Que luego también usará para incorporar la otra parábola del fariseo y el publicano (18:9), lo cual nos indica que esa otra parábola también es parte del discurso que el Maestro tuvo con los fariseos preocupados por la venida del reino de Dios.
Usted a estas alturas se preguntará ¿y por qué es importante el contexto? Podría fácilmente decir que, como suele pasar, "un texto fuera de contexto, se convierte en un pretexto"; pero lo que primero deseo resaltar, como suele pasar en la mayoría de las veces es que por lo regular, el contexto explica y amplia el significado o interpretación de un texto o pasaje en estudio. Y nos evita imponerle a las SAGRADAS Escrituras nuestra visión, perspectiva y teología a un texto bíblico. Es decir, nos obliga a RESPETAR la Palabra de Dios y dejarle decir lo que Él y sus autores humanos nos quisieron decir. Este error de obviar el contexto de un pasaje bíblico es sumamente común en muchos predicadores, como común es escuchar las barbaridades bíblicas y teológicas que se exponen en muchos púlpitos de iglesias evangélicas, que dicen ser "fieles a la Palabra de Dios", precisamente, porque en la mayoría de los casos se ignora el contexto de una frase o texto bíblico.
PARÁBOLA DE LA VIUDA Y EL JUEZ INJUSTO
Prosigamos con nuestra reflexión sobre la justicia en tiempos del fin. Dicho lo anterior, entonces la parábola no solo desea enseñar "sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar" (18:1), así a secas; sino la necesidad de orar siempre y no desmayar durante los tiempos del fin, cuando se aproxima la venida del Señor. Hemos visto que el tema de la conversación es sobre la venida del reino de Dios y el Maestro nos informa varias cosas:
1. Que la venida del reino, Su venida, "no vendrá con advertencia" (17:20). Y esto no parece significar que no vendrá sin señales, pues en su primera venida hubo señales tanto en el cielo como en la tierra; y tanto Él como los apóstoles nos dicen que habrán señales previas a Su segunda venida. Así que, podemos concluir que "no vendrá con advertencia" para los que andan en tinieblas, fuera de la luz de la Palabra profética de Dios, a quienes la venida del Señor los tomará "como ladrón en la noche"; pero no así a los hijos de la luz, para nosotros habrá señales y contaremos con la guía de la Palabra y del Espíritu de Dios (Mt. 24:42-44; 1Tes. 5:2-4; 2Pe. 3:10; Ap. 3:3, 16:5).
2. Que el reino está presente donde está el Señor Jesucristo. En el relato Él les dijo "ni dirán: “Helo aquí”, o “Helo allí”, porque el reino de Dios está entre vosotros." (17:21). En nuestros días, el reino de Dios está presente entre nosotros, porque el Señor envió a Su Espíritu Santo para que esté con nosotros todos los días hasta el fin; así que, si Él está en nosotros, también está entre nosotros, lo que significa que Su reino está presente aquí y ahora y no tenemos que solamente esperar por Su venida, pues ya podemos disfrutar de Su presencia, gloria y bendición aquí y ahora. Claro, eso no quita nuestra fe en la esperanza gloriosa, cuando el Señor venga a establecer definitivamente Su reino de justicia y paz para todas las naciones y toda la creación.
3. Que la venida del Hijo del hombre será rápida y repentina. Él la describió bien claro: "porque como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, así también será el Hijo del hombre en su día" (17:24). Pablo diría "como un abrir y cerrar de ojos" (1Cor. 15:51-52).
4. Que previo a Su venida habrá persecución y tiempos difíciles para el Cuerpo de Cristo, la Iglesia (17:25-30). Y digo el Cuerpo de Cristo, porque Él fue el primero que padeció y sufrió el rechazo de su generación, luego nosotros, Sus seguidores, miembros de Su Cuerpo, nos toca una suerte similar: seremos perseguidos, rechazados y aún ejecutados por mantener firme nuestra fe, la verdad y la justicia del reino de Dios (Jn. 13:15-17; 15:19-20; 16:1-3; Mt. 5:8-12; Lc. 21:11-13).
5. Que previo a Su venida también habrá cierto proceso de "selección" para ser llevados a "donde estuviere el cuerpo" (17:31-37). Este pasaje no es muy claro, y no voy a detenerme mucho en él ahora. Pero el Maestro describe un tiempo de tanta angustia y tribulación, que requerirá de nosotros decisiones y acciones rápidas: "Todo el que procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la salvará" (17:33). Baste decir, que a mi parecer (y lamentablemente no puedeo extenderme para explicar el por qué), estos versículos describen los momentos previos al Rapto o al Día de la venida del Señor, que en mi opinión acontecerán el mismo día. Ese día cuando Cristo venga en gloria nosotros seremos transformados, nos reuniremos con Él y luego descenderemos junto con Él para juzgar a los reyes y naciones de la tierra y para establecer Su reino eterno de justicia y paz (Ap. 19:11-21).
En este contexto apocalíptico y escatológico es que el Maestro (y Lucas así lo recoge) comparte la parábola de la viuda ante el juez injusto, para ilustrar y enseñar la necesidad de orar siempre y no desmayar durante los tiempos del fin, cuando se aproxima la venida del Señor. Porque, como el Maestro viene enseñando e ilustrando en los versículos previos,que los días del tiempo del fin serán días de mucha tribulación, de inmoralidad, libertinaje e injusticia, pero Él espera que Sus seguidores, al igual que esa viuda, se mantengan orando constantemente y luchando sin desmayar para que haya justicia en la tierra hasta el final. Porque nosotros, como el Señor nos enseñó, somos la luz y la sal de la tierra (Mt. 5:13-16). Y esta verdad quedó claramente comprobada e ilustrada con el episodio de Lot y su familia saliendo de Sodoma y Gomorra; pues, cuando iban saliendo la esposa volteó su rostro para ver la destrucción de la ciudad y se convirtió ¡en una estatua de SAL! (Gén. 19:24-26). El Dios de Abraham tuvo que remover a esta familia, que estaba bajo el pacto y la bendición, para poder juzgar y destruir la iniquidad y maldad de estas dos ciudades. Así también, nosotros seremos trasladados a la presencia del Señor antes que Él desate Sus juicios sobre toda la tierra.
También me llama poderosamente la atención cómo el Maestro ilustra "la necesidad de orar siempre y no desmayar" con una viuda que persistentemente iba y se presentaba ante un juez injusto, para exigir y reclamar que se le hiciera justicia; porque la conducta de fe y oración activa de esta viuda dista mucho de la conducta escapista, conformista y espiritualista de muchos evangélicos de hoy, que pretenden enfrentar las situaciones de injusticia y maldad de nuestros días "solamente orando", sin hacer nada, quedándose encerrados en las cuatro paredes de sus habitaciones, casas o templos, indiferentes y negligentes ante las terribles circunstancias que les rodean. Jesús ilustra "la necesidad de orar siempre y no desmayar" con el ejemplo de una viuda que con fe, constancia y perseverancia enfrentaba su situación de injusticia CON ACCIONES y no meramente con oraciones huecas y vacias, carentes de ninguna decisión y acción pro-activa. Esta valiente y persistente viuda "venía al juez injusto", es decir actuaba, se movía, como dicen algunos "le puso manos y pies a sus oraciones".
Si conectamos la enseñanza que Lucas dice que el Maestro quiere darnos sobre "la necesidad de orar siempre y no desmayar" en los tiempos del fin, entonces pudiéramos decir que el Señor espera que Sus discípulos desplieguen una fe en acción, que oren pero de manera activa y pro-activa ante la inmoralidad, la corrupción y la injusticia que cada vez serán peores, en la medida que nos acerquemos a Su venida. Que aunque tengamos que enfrentarnos a magistrados y gobernadores injustos, debemos orar y actuar con persistencia y constancia para que prevalezca la justicia, y esto deberemos hacerlo hasta el final, cuando seamos removidos de la tierra y entonces venga el juicio final sobre los reyes y naciones de la tierra.
Según el ejemplo que el Maestro nos da sobre "la necesidad de orar siempre y no desmayar" en la parábola de esta viuda, podemos aprender que:
1. Ella (evidentemente podemos inferir), oraba primero a Dios. O sea, exponía primero su causa al Juez del universo. Así que, lo primero que SIEMPRE hay que hacer es orar ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo.
2. Ella venía ante el juez, o sea se movilizaba, iba ante la situación para enfrentarla y resolverla. No se quedaba metida en su cuarto, en su casa ni en el templo "orando"... O sea, a la oración hay que ponerle acción (v. 3).
3. Ella denunciaba la injusticia, expresaba y declaraba pública y abiertamente, la situación injusta que estaba padeciendo. O sea, a nuestra oración contra la justicia le puede acompañar la denuncia pública de esa injusticia (v. 3). ¡Y con ello no nos estamos rebelando ante las autoridades y magistrados! Pues nuestra causa es justa.
4. Ella con su conducta persistente, su constante oración, movilización y denuncia ante el juez injusto y ante la injusticia, logró que este juez le hiciera justicia (v. 5). Y el Maestro nos exhorta a prestarle atención a la declaración del juez injusto. Y a meditar en el corazón de nuestro Padre celestial: "¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia." (v. 7-8a). Dios no es como ese juez o gobernante injusto, Él ama a Sus hijos y les responderá pronto, en su tiempo y de acuerdo a Su voluntad.
Por eso, el Maestro lanza esa pregunta escatológica que resuena por las edades: "Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra?" (18:8). ¡Y yo creo que sí la hallará! Yo creo que el Maestro nos está diciendo que cuando Él venga por segunda vez encontrará a un grupo de Sus discípulos orando siempre y no desmayando, aún en medio de una sociedad injusta, en medio de una generación maligna y perversa, porque Él nos ha dado de Su gracia y Espíritu para perseverar y vencer, y así poder obtener el galardón (Ap. 2:2, 3, 19; Mt. 10:22; 24:13; 25:1-13; Mr. 13:13). Y Él es fiel para completar la buena obra que comenzó en nosotros hasta el día de Jesucristo (Fil. 1:6).
PARÁBOLA DEL FARISEO Y EL PUBLICANO
Pero para vencer, para perseverar hasta el fin, debemos poner nuestra confianza y fe solo en nuestro Redentor y Salvador, en nuestro Señor Jesucristo. Y creo que eso es lo que el Maestro quiso ilustrar con la segunda parábola en esta conversación sobre la venida del reino de Dios (Lc. 18:9-14). En esta parábola Él compara la conducta religiosa de un fariseo y la de un publicano (o recolector de impuestos), en nuestro contexto actual pudiera ser un empleado público del SENIAT.
El Maestro nos enseña a través de esta otra parábola que, para poder vencer la injusticia de los tiempos del fin, previos a Su segunda venida, necesitamos abandonar el inútil intento de alcanzar nuestra propia justicia religiosa, y más bien debemos abrazar la justicia y la misericordia que Dios nos da o nos ofrece a través de Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Él nos enseña que quienes alcanzarán la justicia del reino serán aquellos que reconozcan rápidamente su pobreza y necesidad espiritual en un genuino acto de arrepentimiento y conversión al Dios vivo; mientras que aquellos "piadosos", que creen que por sus conductas y prácticas religiosas ya tienen el reino y el cielo ganado, sufrirán una gran decepción y pérdida el día de la venida del Señor, quien viene a juzgar a todos los hombres, a los reyes y a las naciones.
Así que, la justicia en tiempos del fin será aquella que estará fundamentada en una fe Cristo-céntrica, dependiente de Cristo y solo de la gracia de Cristo manifestada por nuestra fe en Su obra en la cruz y en la victoria de Su resurrección; estará basada en una oración constante, persistente, activa y desafiante ante toda especie de mal e injusticia que haya en nuestra sociedad o en las naciones; y manifestará una actitud humilde ante Dios y ante los poderosos de la tierra, sean estos magistrados o gobernantes. "Porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido." (Lc. 18:14)
¡Que el Señor nos encuentre así el día de Su venida, con fe, esfuerzo, constancia y valor hasta el final!
COPYRIGHT. Permisos: Se le permite y anima a reproducir y distribuir este material en cualquier formato con tal que no alteren el contenido en forma alguna y que no cobren más allá del costo de reproducción. Para publicación web, se prefiere un enlace a este documento en nuestro sitio web. Cualquier excepción a lo anterior debe ser aprobada por nuestro ministerio.
Por favor, incluya la siguiente declaración en las copias distribuidas: Por [Nombre del autor] © [Fecha] Comunidad cristiana Hay paz con Dios. Sitio web: http://haypazcondios.blogspot.com/
Reflexión bíblica en Lucas 18:1-8
Por apóstol Dr. Daniel Guerrero
EL CONTEXTO
El contexto en el que se haya la expresión: "Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra?", en Lucas 18:8, es bien interesante y aleccionadora. Pues Jesús acababa de enseñarle a los fariseos y a sus discípulos sobre la venida del reino de Dios (17:20-37), comparando ese evento con los días de Noé previos al diluvio y a los de Lot previos al juicio sobre Sodoma y Gomorra. Tiempos caracterizados por gran inmoralidad, libertinaje e injusticia por doquier. Y allí, el Maestro les expresa que el reino de Dios estaba entre ellos, pero a su vez estaba por venir (vv.20-21), tal como sucede en nuestros días.Luego procede a compartir una parábola que relata la historia de una viuda (por lo regular, una persona sola, completamente desasistida y abandonada, insignificante en lo social, político y económico) ante un juez injusto (18:1-7). Y en esta parábola, al final, el Maestro inserta esa pregunta escatológica: "cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra?". Y en esta parábola se nos presenta un caso de injusticia social. De un ente que debe impartir justicia, pero no lo hace, porque no teme a Dios ni a los hombres. Mas sin embargo, por la acción continua y persistente de la viuda exigiendo justicia, este juez injusto e insensible cede y juzga su caso.
La mayoría de los predicadores se van por lo obvio de la parábola de la viuda y el juez injusto, porque el evangelista Lucas hace la acotación que el Maestro compartió esa parábola "sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar" (18:1). Pero lo que la mayoría obvia es que Lucas inserta esta parábola, como dije antes, en el contexto de la enseñanza del Maestro sobre los tiempos finales, sobre la venida del reino de Dios, como parte de la respuesta que Él les da a los fariseos a su pregunta: "cuándo había de venir el reino de Dios" (17:20). Fíjense cómo Lucas conecta la conversación de Jesús con los fariseos y Sus discípulos con la parábola de la viuda, pues coloca una frase conectora "También les refirió" VRV 1995 (Gr. elegen dé kai), con los muy comunes conectores de adición en el Nuevo Testamento en griego: "dé y kai" (Hanna 1997, págs. 70-71). Si quisiéramos ser literales, podríamos traducirlo "Y también les refirió". Que luego también usará para incorporar la otra parábola del fariseo y el publicano (18:9), lo cual nos indica que esa otra parábola también es parte del discurso que el Maestro tuvo con los fariseos preocupados por la venida del reino de Dios.
Usted a estas alturas se preguntará ¿y por qué es importante el contexto? Podría fácilmente decir que, como suele pasar, "un texto fuera de contexto, se convierte en un pretexto"; pero lo que primero deseo resaltar, como suele pasar en la mayoría de las veces es que por lo regular, el contexto explica y amplia el significado o interpretación de un texto o pasaje en estudio. Y nos evita imponerle a las SAGRADAS Escrituras nuestra visión, perspectiva y teología a un texto bíblico. Es decir, nos obliga a RESPETAR la Palabra de Dios y dejarle decir lo que Él y sus autores humanos nos quisieron decir. Este error de obviar el contexto de un pasaje bíblico es sumamente común en muchos predicadores, como común es escuchar las barbaridades bíblicas y teológicas que se exponen en muchos púlpitos de iglesias evangélicas, que dicen ser "fieles a la Palabra de Dios", precisamente, porque en la mayoría de los casos se ignora el contexto de una frase o texto bíblico.
PARÁBOLA DE LA VIUDA Y EL JUEZ INJUSTO
Prosigamos con nuestra reflexión sobre la justicia en tiempos del fin. Dicho lo anterior, entonces la parábola no solo desea enseñar "sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar" (18:1), así a secas; sino la necesidad de orar siempre y no desmayar durante los tiempos del fin, cuando se aproxima la venida del Señor. Hemos visto que el tema de la conversación es sobre la venida del reino de Dios y el Maestro nos informa varias cosas:
1. Que la venida del reino, Su venida, "no vendrá con advertencia" (17:20). Y esto no parece significar que no vendrá sin señales, pues en su primera venida hubo señales tanto en el cielo como en la tierra; y tanto Él como los apóstoles nos dicen que habrán señales previas a Su segunda venida. Así que, podemos concluir que "no vendrá con advertencia" para los que andan en tinieblas, fuera de la luz de la Palabra profética de Dios, a quienes la venida del Señor los tomará "como ladrón en la noche"; pero no así a los hijos de la luz, para nosotros habrá señales y contaremos con la guía de la Palabra y del Espíritu de Dios (Mt. 24:42-44; 1Tes. 5:2-4; 2Pe. 3:10; Ap. 3:3, 16:5).
2. Que el reino está presente donde está el Señor Jesucristo. En el relato Él les dijo "ni dirán: “Helo aquí”, o “Helo allí”, porque el reino de Dios está entre vosotros." (17:21). En nuestros días, el reino de Dios está presente entre nosotros, porque el Señor envió a Su Espíritu Santo para que esté con nosotros todos los días hasta el fin; así que, si Él está en nosotros, también está entre nosotros, lo que significa que Su reino está presente aquí y ahora y no tenemos que solamente esperar por Su venida, pues ya podemos disfrutar de Su presencia, gloria y bendición aquí y ahora. Claro, eso no quita nuestra fe en la esperanza gloriosa, cuando el Señor venga a establecer definitivamente Su reino de justicia y paz para todas las naciones y toda la creación.
3. Que la venida del Hijo del hombre será rápida y repentina. Él la describió bien claro: "porque como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, así también será el Hijo del hombre en su día" (17:24). Pablo diría "como un abrir y cerrar de ojos" (1Cor. 15:51-52).
4. Que previo a Su venida habrá persecución y tiempos difíciles para el Cuerpo de Cristo, la Iglesia (17:25-30). Y digo el Cuerpo de Cristo, porque Él fue el primero que padeció y sufrió el rechazo de su generación, luego nosotros, Sus seguidores, miembros de Su Cuerpo, nos toca una suerte similar: seremos perseguidos, rechazados y aún ejecutados por mantener firme nuestra fe, la verdad y la justicia del reino de Dios (Jn. 13:15-17; 15:19-20; 16:1-3; Mt. 5:8-12; Lc. 21:11-13).
5. Que previo a Su venida también habrá cierto proceso de "selección" para ser llevados a "donde estuviere el cuerpo" (17:31-37). Este pasaje no es muy claro, y no voy a detenerme mucho en él ahora. Pero el Maestro describe un tiempo de tanta angustia y tribulación, que requerirá de nosotros decisiones y acciones rápidas: "Todo el que procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la salvará" (17:33). Baste decir, que a mi parecer (y lamentablemente no puedeo extenderme para explicar el por qué), estos versículos describen los momentos previos al Rapto o al Día de la venida del Señor, que en mi opinión acontecerán el mismo día. Ese día cuando Cristo venga en gloria nosotros seremos transformados, nos reuniremos con Él y luego descenderemos junto con Él para juzgar a los reyes y naciones de la tierra y para establecer Su reino eterno de justicia y paz (Ap. 19:11-21).
En este contexto apocalíptico y escatológico es que el Maestro (y Lucas así lo recoge) comparte la parábola de la viuda ante el juez injusto, para ilustrar y enseñar la necesidad de orar siempre y no desmayar durante los tiempos del fin, cuando se aproxima la venida del Señor. Porque, como el Maestro viene enseñando e ilustrando en los versículos previos,que los días del tiempo del fin serán días de mucha tribulación, de inmoralidad, libertinaje e injusticia, pero Él espera que Sus seguidores, al igual que esa viuda, se mantengan orando constantemente y luchando sin desmayar para que haya justicia en la tierra hasta el final. Porque nosotros, como el Señor nos enseñó, somos la luz y la sal de la tierra (Mt. 5:13-16). Y esta verdad quedó claramente comprobada e ilustrada con el episodio de Lot y su familia saliendo de Sodoma y Gomorra; pues, cuando iban saliendo la esposa volteó su rostro para ver la destrucción de la ciudad y se convirtió ¡en una estatua de SAL! (Gén. 19:24-26). El Dios de Abraham tuvo que remover a esta familia, que estaba bajo el pacto y la bendición, para poder juzgar y destruir la iniquidad y maldad de estas dos ciudades. Así también, nosotros seremos trasladados a la presencia del Señor antes que Él desate Sus juicios sobre toda la tierra.
También me llama poderosamente la atención cómo el Maestro ilustra "la necesidad de orar siempre y no desmayar" con una viuda que persistentemente iba y se presentaba ante un juez injusto, para exigir y reclamar que se le hiciera justicia; porque la conducta de fe y oración activa de esta viuda dista mucho de la conducta escapista, conformista y espiritualista de muchos evangélicos de hoy, que pretenden enfrentar las situaciones de injusticia y maldad de nuestros días "solamente orando", sin hacer nada, quedándose encerrados en las cuatro paredes de sus habitaciones, casas o templos, indiferentes y negligentes ante las terribles circunstancias que les rodean. Jesús ilustra "la necesidad de orar siempre y no desmayar" con el ejemplo de una viuda que con fe, constancia y perseverancia enfrentaba su situación de injusticia CON ACCIONES y no meramente con oraciones huecas y vacias, carentes de ninguna decisión y acción pro-activa. Esta valiente y persistente viuda "venía al juez injusto", es decir actuaba, se movía, como dicen algunos "le puso manos y pies a sus oraciones".
Si conectamos la enseñanza que Lucas dice que el Maestro quiere darnos sobre "la necesidad de orar siempre y no desmayar" en los tiempos del fin, entonces pudiéramos decir que el Señor espera que Sus discípulos desplieguen una fe en acción, que oren pero de manera activa y pro-activa ante la inmoralidad, la corrupción y la injusticia que cada vez serán peores, en la medida que nos acerquemos a Su venida. Que aunque tengamos que enfrentarnos a magistrados y gobernadores injustos, debemos orar y actuar con persistencia y constancia para que prevalezca la justicia, y esto deberemos hacerlo hasta el final, cuando seamos removidos de la tierra y entonces venga el juicio final sobre los reyes y naciones de la tierra.
Según el ejemplo que el Maestro nos da sobre "la necesidad de orar siempre y no desmayar" en la parábola de esta viuda, podemos aprender que:
1. Ella (evidentemente podemos inferir), oraba primero a Dios. O sea, exponía primero su causa al Juez del universo. Así que, lo primero que SIEMPRE hay que hacer es orar ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo.
2. Ella venía ante el juez, o sea se movilizaba, iba ante la situación para enfrentarla y resolverla. No se quedaba metida en su cuarto, en su casa ni en el templo "orando"... O sea, a la oración hay que ponerle acción (v. 3).
3. Ella denunciaba la injusticia, expresaba y declaraba pública y abiertamente, la situación injusta que estaba padeciendo. O sea, a nuestra oración contra la justicia le puede acompañar la denuncia pública de esa injusticia (v. 3). ¡Y con ello no nos estamos rebelando ante las autoridades y magistrados! Pues nuestra causa es justa.
4. Ella con su conducta persistente, su constante oración, movilización y denuncia ante el juez injusto y ante la injusticia, logró que este juez le hiciera justicia (v. 5). Y el Maestro nos exhorta a prestarle atención a la declaración del juez injusto. Y a meditar en el corazón de nuestro Padre celestial: "¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia." (v. 7-8a). Dios no es como ese juez o gobernante injusto, Él ama a Sus hijos y les responderá pronto, en su tiempo y de acuerdo a Su voluntad.
Por eso, el Maestro lanza esa pregunta escatológica que resuena por las edades: "Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra?" (18:8). ¡Y yo creo que sí la hallará! Yo creo que el Maestro nos está diciendo que cuando Él venga por segunda vez encontrará a un grupo de Sus discípulos orando siempre y no desmayando, aún en medio de una sociedad injusta, en medio de una generación maligna y perversa, porque Él nos ha dado de Su gracia y Espíritu para perseverar y vencer, y así poder obtener el galardón (Ap. 2:2, 3, 19; Mt. 10:22; 24:13; 25:1-13; Mr. 13:13). Y Él es fiel para completar la buena obra que comenzó en nosotros hasta el día de Jesucristo (Fil. 1:6).
PARÁBOLA DEL FARISEO Y EL PUBLICANO
Pero para vencer, para perseverar hasta el fin, debemos poner nuestra confianza y fe solo en nuestro Redentor y Salvador, en nuestro Señor Jesucristo. Y creo que eso es lo que el Maestro quiso ilustrar con la segunda parábola en esta conversación sobre la venida del reino de Dios (Lc. 18:9-14). En esta parábola Él compara la conducta religiosa de un fariseo y la de un publicano (o recolector de impuestos), en nuestro contexto actual pudiera ser un empleado público del SENIAT.
El Maestro nos enseña a través de esta otra parábola que, para poder vencer la injusticia de los tiempos del fin, previos a Su segunda venida, necesitamos abandonar el inútil intento de alcanzar nuestra propia justicia religiosa, y más bien debemos abrazar la justicia y la misericordia que Dios nos da o nos ofrece a través de Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Él nos enseña que quienes alcanzarán la justicia del reino serán aquellos que reconozcan rápidamente su pobreza y necesidad espiritual en un genuino acto de arrepentimiento y conversión al Dios vivo; mientras que aquellos "piadosos", que creen que por sus conductas y prácticas religiosas ya tienen el reino y el cielo ganado, sufrirán una gran decepción y pérdida el día de la venida del Señor, quien viene a juzgar a todos los hombres, a los reyes y a las naciones.
Así que, la justicia en tiempos del fin será aquella que estará fundamentada en una fe Cristo-céntrica, dependiente de Cristo y solo de la gracia de Cristo manifestada por nuestra fe en Su obra en la cruz y en la victoria de Su resurrección; estará basada en una oración constante, persistente, activa y desafiante ante toda especie de mal e injusticia que haya en nuestra sociedad o en las naciones; y manifestará una actitud humilde ante Dios y ante los poderosos de la tierra, sean estos magistrados o gobernantes. "Porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido." (Lc. 18:14)
¡Que el Señor nos encuentre así el día de Su venida, con fe, esfuerzo, constancia y valor hasta el final!
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