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miércoles, noviembre 13, 2013

MISIONES Y DESARROLLO COMUNITARIO

MISIONES Y DESARROLLO COMUNITARIO
Por el Ministerio de Misiones de la Comunidad cristiana Hay paz con Dios


BASE BÍBLICA-TEOLÓGICA
En el contexto de la celebración de nuestra Conferencia misionera MISIÓN 2013, cuyo lema este año es "Misiones y Desarrollo comunitario", queremos dar una breve esbozo de la base bíblica para una práctica misionera integral, que tome en cuenta, y muy en serio, el desarrollo integral y holístico del ser humano y sus comunidades o grupos humanos.

Además de la Gran Comisión y el Gran Mandamiento, Jesús hizo una sorprendente declaración en Mateo 25:34-40. El aseguró que cuando damos comida y bebida a aquellos en necesidad, hospedamos al extranjero, vestimos al desnudo, visitamos a los enfermos y aquellos en prisión, estamos haciéndolo a Él mismo.

Jesús nos llama a ser Sus discípulos, compartiendo el Evangelio y sirviendo a otros en amor, satisfaciendo sus necesidades. No solamente Jesús nos llama a ser Sus discípulos, sino también a hacer discípulos. Él quiere que nuestro ministerio se multiplique, y Su amor y verdad lleguen hasta lo último de la tierra, tocando individuos, hogares, comunidades y a grupos humanos, ahora y para la eternidad. 

El Desarrollo cristiano comunitario halla sus raíces en la obediencia a los mandamientos de Cristo.  Está guiado por el deseo de ver individuos y a grupos humanos llegando a una relación de fe en Cristo y ver vidas, hogares y comunidades transformadas por la obediencia a los principios de la Palabra de Dios. Se nos dice en 2 Timoteo 2:2 que tenemos que capacitar a otros que sean fieles, quienes, a su vez, enseñarán a otros. Aquí está la multiplicación, cuando cada uno enseña a otros que a su vez continuarán enseñando a otros, tanto en lo espiritual como en lo físico. Cuando Jesús caminó en la tierra, Él ministró a la persona entera. Como cristianos, nosotros también somos responsables de satisfacer las necesidades físicas y espirituales, y de enseñar a otros a hacerlo también.

Misiones y Desarrollo comunitario abarcará áreas tales como:
  1. Evangelismo y Discipulado
  2. Enseñanza y Capacitación
  3. El Diseño de Dios para la familia
  4. Relaciones personales y comunitarias
  5. Economía y Finanzas
  6. Salud y Alimentación
  7. Trabajo y Emprendimiento
  8. Política y Participación ciudadana
En la Comunidad cristiana Hay paz con Dios creemos que el Evangelio de Cristo cubre todas las necesidades, tanto espirituales como físicas, de las personas; y buscamos asociarnos con otras iglesias y ministerios cristianos que comparten nuestras creencias evangélicas, y que también procuren compartir el amor de Dios, tanto de palabra como en obras, y también satisfagan las necesidades de cada persona o comunidad de una manera integral.
Las asociaciones y las alianzas son modelos actualmente válidos y presentes en la esfera del desarrollo comunitario, y que desde una perspectiva cristiana están basadas en el principio teológico de que "Dios también ha escogido asociarse con Su pueblo, la Iglesia, para reconciliar y bendecir al mundo".   Si Dios mismo desea asociarse con nosotros en Su Plan de salvación para el mundo, es natural que nosotros, Su pueblo, también nos asociemos para unir esfuerzos y cooperar los unos con los otros para el mismo fin.

La Comunidad cristiana Hay paz con Dios también cree que el desarrollo es un proceso para alcanzar el máximo potencial de la vida humana conforme los propósitos de Dios para cada persona, pueblo o nación. Esto se hace a través del aumento de la confianza de los individuos y de su habilidad para iniciar cambios en sus propias vidas y comunidades, y mediante el aumento de su libertad para tomar sus propias decisiones. 

También creemos que el desarrollo comunitario holístico o integral debe afectar al individuo, física, espiritual, emocional, intelectual y socialmente (Lucas 4:18-19). El fruto de estos cambios debe evidenciarse en términos de cambios de actitudes, aspiraciones y comportamiento en la vida del individuo y de la comunidad, para que los que han sido bendecidos puedan a su vez bendecir también a otros. 

Y creemos que el cambio espiritual provocado a través de una relación renovada con Jesucristo es esencial para sostener estilos de vida cambiados y se pueda dar una real y profunda transformación social.

BASE MISIONOLÓGICA
Consideramos que mucho de la deficiencia que se observa en la gran mayoría de las iglesias actualmente, tanto en nuestro accionar evangelístico como discipulador, se debe a una limitada concepción del Evangelio, tanto en su definición como en su alcance.  En nuestra definición, hemos sobre-enfatizado sólo un área del Evangelio, específicamente la espiritual, en detrimento de las otras áreas que definen al Evangelio y al ser humano (mental, emocional, física y social); y en nuestra evangelización, hemos sobre-enfatizado sólo un área de alcance, específicamente la individual, en detrimento del alcance colectivo y global de la evangelización (Mt. 9:35-36).

El Evangelio de Jesucristo es poder de Dios para salvación (Ro. 1:16-17); pero el Evangelio del reino de Dios es poder de Dios para transformación (1Cor. 4:19-20).  La salvación y la transformación son dos aspectos necesarios presentes en el Evangelio, que nos permiten alcanzar la Gran Comisión, tanto en su dimensión individual como colectiva; pues uno nos permite discipular a personas y el otro a naciones (Mt. 28:18-20).

Es cierto que Dios tiene un Plan maravilloso para cada persona, pero ese Plan debe verse desde la perspectiva del reino de Dios para las naciones y para todas las familias de la tierra (Gén. 12:1-3; Sal. 67:1-5; Is. 49:5-7).  De lo contrario, caeremos en un individualismo peligroso que producirá una seria deficiencia en el discipulado, que por lo mínimo inhibirá al nuevo discípulo de participar en la tarea de evangelización mundial, que nos plantea la necesidad de discipular tanto a individuos como a naciones.

Esta miopía en la concepción y alcance del Evangelio, nos ha llevado a situaciones extremas e innecesarias, donde salvamos a individuos pero destruimos a sus familias; donde “rescatamos el alma” de individuos, pero no transformamos sus relaciones sociales; donde hacemos todo lo posible por “salvar” a una nación, pero se nos olvida “discipularla”; donde hacemos lo mínimo para evangelizar a nuestras comunidades, y nada en lo absoluto para evangelizar a todas las naciones.

El Pacto de Lausana 1974
Esta distorsión comenzó a corregirse en el Pacto de Lausana, documento representativo de la reflexión bíblica-teológica evangélica, publicado en el Primer Congreso Internacional sobre Evangelización Mundial que emergió como resultado de la información, reflexión y la promoción de la evangelización mundial, en 1974, declara en su artículo sobre lo que es la Evangelización:
"Evangelizar es difundir la buena nueva de que Jesucristo murió por nuestros pecados y resucitó de los muertos según las Escrituras, y que ahora como el Señor que reina ofrece el perdón de los pecados y el don liberador del Espíritu Santo a todos los que se arrepienten y creen. Nuestra presencia cristiana en el mundo es indispensable para la evangelización; también los es un diálogo cuyo propósito sea escuchar con sensibilidad a fin de comprender. Pero la evangelización es la proclamación misma del Cristo histórico y bíblico como Salvador y Señor, con el fin de persuadir a las gentes a venir a El personalmente y reconciliarse con Dios. Al hacer la invitación del Evangelio, no tenemos la libertad para ocultar o rebajar el costo del discipulado. Jesús todavía llama, a todos los que quieran seguirlo, a negarse a sí mismos, tomar su cruz e identificarse con su nueva comunidad. Los resultados de la evangelización incluyen la obediencia a Cristo, la incorporación en Su iglesia y el servicio responsable en el mundo. (1 Cor. 15:3,4; Hech. 2:32-39; Juan 20:21; 1 Cor. 1:23; 2 Cor. 4:5; 5:11-20; Luc. 14:25-33; Mar. 8:34; Hech. 2:40,47; Mar. 10:43-45)".

Y en esta definición de lo que los líderes evangélicos a nivel mundial entendían lo que era "evangelizar" incluían que los resultados de la evangelización eran por lo menos tres:
1. La obediencia a Cristo
2. La incorporación de los discípulos en Su iglesia
3. Y el servicio responsable en el mundo, tanto de estos discípulos como de la iglesia.

Y en el punto sobre la Evangelización y la Responsabilidad social, el Pacto de Lausana declara:
Afirmamos que Dios es tanto el Creador como el Juez de todos los hombres. Por lo tanto, debemos compartir Su preocupación por la justicia y la reconciliación en toda la sociedad humana, y por la liberación de todos los hombres de toda clase de opresión. La humanidad fue hecha a la imagen de Dios; consecuentemente, toda persona, sea cual sea su raza, religión, color, cultura, clase, sexo, o edad tiene una dignidad intrínseca, en razón de la cual debe ser respetada y servida, no explotada. Expresamos además nuestro arrepentimiento, tanto por nuestra negligencia, como por haber concebido, a veces, la evangelización y la preocupación social como cosas que se excluyen mutuamente. Aunque la reconciliación con el hombre no es lo mismo que la reconciliación con Dios, ni el compromiso social es lo mismo que la evangelización, ni la liberación política es lo mismo que la salvación, no obstante afirmamos que la evangelización y la acción social y política son parte de nuestro deber cristiano. Ambas son expresiones necesarias de nuestra doctrina de Dios y del hombre, de nuestro amor al prójimo y de nuestra obediencia a Jesucristo. El mensaje de la salvación implica también un mensaje de juicio a toda forma de alienación, opresión y discriminación, y no debemos temer el denunciar el mal y la injusticia dondequiera que existan. Cuando la gente recibe a Cristo, nace de nuevo en Su Reino y debe manifestar a la vez que difundir Su justicia en medio de un mundo injusto. La salvación que decimos tener, debe transformarnos en la totalidad de nuestras responsabilidades, personales y sociales. La fe sin obras es muerta. (Hech. 17:26,31; Gén. 18:25; Isa. 1:17; Sal. 45:7; Gén. 1:26,27; Sant. 3:9; Lev. 19:18; Luc. 6:27,35; Sant. 2:26-26; Juan 3:3,5; Mat. 5:20; 6:33; 2 Cor. 3:18.)".

Ésta es una declaración rica, profunda y sólidamente fundamentada en las Sagradas Escrituras, que amplía el punto de nuestro servicio a la humanidad, en nuestro proceso de evangelización. Y concluye de manera acertada y contundente que la salvación que vivimos y ofrecemos a través del Evangelio "debe transformarnos en la totalidad de nuestras responsabilidades, personales y sociales". Es decir, tanto nuestro mensaje como nuestro accionar deben ser integrales y deben abarcar la totalidad de la vida y la experiencia del ser humano y de todos los pueblos de la tierra. Aquí entra entonces nuestro esfuerzo por el desarrollo integral de las familias y pueblos, de todas las naciones, para que experimenten a plenitud las buenas nuevas del Evangelio del reino de Dios.

El documento del Pacto de Lausana cubre muchos temas fundamentales sobre la tarea de la evangelización mundial y ofrece una reflexión bíblica teológica rica y profunda que todo pastor, líder y misionero debería leer y meditar con detenimiento a la luz de las citas bíblicas que la sustenta. Pero por motivos de tiempo y espacio, no podemos discutir ampliamente aquí y más bien motivamos a nuestros lectores que lo lean y mediten en él (el enlace para el documento completo del Pacto de Lausana está abajo).

"Creemos que el cambio espiritual provocado a través de una relación renovada con Jesucristo es esencial para sostener estilos de vida cambiados y se pueda dar una real y profunda transformación social."

La Confesión de Ciudad del Cabo 2010
Esta reflexión bíblica-teológica desde la evangelización mundial de parte del liderazgo evangélico mundial ha continuado y en el último Congreso realizado por el Movimiento de Lausana, en el año 2010, elaboraron lo que ahora es conocido como la Confesión de la Ciudad del Cabo 2010.  En este documento podemos observar que la práctica de la obra misionera mundial se ha enriquecido con la reflexión bíblica y teológica iniciada desde el primer Congreso en el año 1974.  Este último documento es mucho más elaborado y amplio en su reflexión; así que, animamos a nuestros lectores a leerlo, estudiarlo y a meditar en él.

Vamos a citar algunas porciones de la Confesión, para que tengamos una idea de la riqueza de la reflexión expresada en este documento:

7. Amamos el mundo de Dios
 B. Amamos el mundo de las naciones y las culturas.
"Este amor también exige que tratemos de dar a conocer el evangelio en todos los pueblos y todas las culturas de todas partes. Ninguna nación, judía o gentil, queda fuera del alcance de la Gran Comisión. La evangelización es algo que fluye de los corazones que están llenos del amor de Dios para quienes aún no lo conocen. Confesamos con vergüenza que hay, todavía, muchísimos pueblos en el mundo que no han escuchado el mensaje del amor de Dios en Jesucristo. Renovamos el compromiso que ha inspirado al Movimiento de Lausana desde su inicio, de usar todos los medios posibles para alcanzar a todos los pueblos con el evangelio."

8. Amamos el Evangelio de Dios
D. Amamos la transformación que el Evangelio produce.
"El evangelio es el poder de Dios que transforma las vidas, que está obrando en el mundo. "Es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree".[38] La fe sola es el medio a través del cual se reciben las bendiciones y la seguridad del evangelio. Sin embargo, la fe salvadora nunca permanece sola, sino que se demuestra necesariamente en la obediencia. La obediencia cristiana es "la fe que obra por el amor". [39] No somos salvados por buenas obras sino, habiendo sido salvados sólo por gracia, somos "creados en Cristo Jesús para buenas obras".[40] "La fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma".[41] Pablo veía la transformación ética que produce el evangelio como obra de la gracia de Dios, la gracia que logró nuestra salvación en la primera venida de Cristo, y la gracia que nos enseña a vivir éticamente a la luz de su segunda venida.[42] Para Pablo, "obedecer al evangelio" significaba tanto confiar en la gracia como, luego, ser enseñado por la gracia.[43]La meta misional de Pablo era lograr la "obediencia a la fe" entre todas las naciones.[44] Este lenguaje, muy asociado al pacto, evoca a Abraham. Abraham creyó la promesa de Dios, lo cual le fue acreditado como justicia, y luego obedeció el mandamiento de Dios en demostración de su fe. "Por la fe Abraham […] obedeció".[45] El arrepentimiento y la fe en Jesucristo son los primeros actos de obediencia que exige el evangelio; la obediencia continua a los mandamientos de Dios es la forma de vida hecha posible por la fe del evangelio, a través del Espíritu Santo que nos santifica.[46] La obediencia, por lo tanto, es la evidencia viva de la fe salvadora y el fruto vivo de ella. La obediencia es, también, la prueba de nuestro amor por Jesús. "El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama".[47] "En esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos".[48] ¡Cómo amamos el poder del evangelio!"
[Nota del Editor: Los números en corcheas representan citas bíblicas.  Las dejamos para que el lector sepa que cada declaración tiene sustento bíblico]

10. Amamos la Misión de Dios
A. Nuestra participación en la misión de Dios. 

"Dios llama a su pueblo a compartir su misión. La Iglesia de todas las naciones es la continuidad, a través del Mesías Jesús, del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento. Con ellos, hemos sido llamados a través de Abraham y comisionados para ser una bendición y una luz a las naciones. Con ellos, debemos ser moldeados y enseñados por medio de la ley y los profetas para ser una comunidad de santidad, compasión y justicia en un mundo de pecado y sufrimiento. Hemos sido redimidos por medio de la cruz y la resurrección de Jesucristo, y hemos sido dotados de poder por el Espíritu Santo para dar testimonio de lo que Dios ha hecho en Cristo. La Iglesia existe para adorar y glorificar a Dios por toda la eternidad, y para participar en la misión transformadora de Dios dentro de la historia. Nuestra misión se deriva plenamente de la misión de Dios, está dirigida a toda la creación de Dios y tiene como centro y fundamento la victoria redentora de la cruz. Este es el pueblo al cual pertenecemos, cuya fe confesamos y cuya misión compartimos."

C. "La evangelización es la proclamación misma del Cristo histórico y bíblico como Salvador y Señor, con el fin de persuadir a las gentes a venir a él personalmente y reconciliarse con Dios. [...] Los resultados de la evangelización incluyen la obediencia a Cristo, la incorporación en su iglesia y el servicio responsable en el mundo. […] Afirmamos que la evangelización y la acción social y política son parte de nuestro deber cristiano. Ambas son expresiones necesarias de nuestra doctrina de Dios y del hombre, de nuestro amor al prójimo y de nuestra obediencia a Jesucristo. […]. La salvación que decimos tener, debe transformarnos en la totalidad de nuestras responsabilidades, personales y sociales. La fe sin obras es muerta".[54]

"La misión integral o transformación holística es la proclamación y la demostración del evangelio. No es simplemente que la evangelización y el compromiso social tengan que llevarse a cabo juntos. Más bien, en la misión integral nuestra proclamación tiene consecuencias sociales cuando llamamos a la gente al arrepentimiento y al amor por los demás en todas las áreas de la vida. Y nuestro compromiso social tiene consecuencias para la evangelización cuando damos testimonio de la gracia transformadora de Jesucristo. Si hacemos caso omiso del mundo, traicionamos la palabra de Dios, la cual nos demanda que sirvamos al mundo. Si hacemos caso omiso de la palabra de Dios, no tenemos nada que ofrecerle al mundo."[55]

[Nota del Editor: Los números en corcheas representan citas bíblicas.  Las dejamos para que el lector sepa que cada declaración tiene sustento bíblico]


CONCLUSIÓN
Y culminamos este artículo declarando y afirmando lo dicho en la Confesión de la Ciudad del Cabo, a la cual nos adherimos, tal como lo hacemos con el Pacto de Lausana:
"Nos comprometemos con el ejercicio integral y dinámico de todas las dimensiones de la misión a la cual Dios llama a su Iglesia.
  • Dios nos ordena hacer conocer a todas las naciones la verdad de la revelación de Dios y el evangelio de la gracia salvadora de Dios por medio de Jesucristo, llamando a todas las personas al arrepentimiento, a la fe, al bautismo y al discipulado obediente.
  • Dios nos ordena reflejar su propio carácter por medio del cuidado compasivo de los necesitados, y demostrar los valores y el poder del reino de Dios en la lucha por la justicia y la paz, y en el cuidado de la creación de Dios.
En respuesta al amor infinito de Dios por nosotros en Cristo, y como resultado de nuestro amor desbordante por él, volvemos a dedicarnos, con la ayuda del Espíritu Santo, a obedecer plenamente todo lo que Dios ordena, con humildad abnegada, gozo y valentía. Renovamos este pacto con el Señor, el Señor que amamos porque él nos amó primero."

Que el día de Su Segunda venida, el Señor nos encuentre así, proclamando este Evangelio del reino de Dios a todas las naciones.  Amén

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