IGLESIA, MISIÓN Y DESARROLLO
Razones y Desafíos
Por Ap. Daniel Guerrero
Dentro de pocas horas realizaremos el Primer Congreso Misionero Nacional de Misión y Desarrollo, con el lema "Buenas nuevas para los pobres de la tierra", bajo el patrocinio de la Comunidad cristiana Hay paz con Dios, la Agencia misionera Embajadores Médicos de Venezuela, la Agencia misionera Bendiciendo a las naciones y los Ministerios Unidos Vida Visión, todos ellos ubicados en la ciudad de Maracay y cada uno dando su aporte, según los dones y recursos que el Señor nos ha dado.
Y en esta entrega quisiera compartir las razones que nos han guiado a celebrar y a hacer esta convocatoria nacional de reflexión, información, promoción y motivación misionera en este Primer Congreso Nacional de este tipo.
RAZONES ORGANIZATIVAS
La primera razón, quizás la más lógica, es que los organizadores del Primer Congreso Misionero Nacional de Misión y Desarrollo tenemos una firme convicción que, está ampliamente registrado en Las Sagradas Escrituras, en ambos Testamentos, la relación intrinsica que hay entre la ejecución de la Misión de la Iglesia y el desarrollo espiritual y socio-económico de los pueblos, que son objeto de la evangelización y el discipulado conforme al Evangelio del reino de Dios.
La segunda razón, también muy natural, es que todos los organizadores, de alguna u otra manera, estamos involucrados en el accionar misionero desde una perspectiva integral (holística); es decir, que creemos y practicamos lo que consideramos una visión bíblica de la Misión de la Iglesia que procura impactar y desarrollar todas las áreas de la sociedad en la que el Señor nos permite llevar las buenas noticias de Jesucristo y de Su reino. Nosotros creemos firmemente, basados en las Escrituras, que el Evangelio del reino de Dios toca todas las áreas y relaciones de una persona y sociedad determinada, y no meramente una sola área, comúnmente señalada como la espiritual. Y creemos que nosotros, como parte de la Iglesia del Señor,
RAZONES BÍBLICA TEOLÓGICAS:
En el Pacto de Lausana, documento representativo de la reflexión bíblica-teológica evangélica, publicado en el Primer Congreso Internacional sobre Evangelización Mundial que emergió como resultado de la información, reflexión y la promoción de la evangelización mundial, en 1974, declara en su artículo sobre lo que es la Evangelización:
"Evangelizar es difundir la buena nueva de que Jesucristo murió por nuestros pecados y resucitó de los muertos según las Escrituras, y que ahora como el Señor que reina ofrece el perdón de los pecados y el don liberador del Espíritu Santo a todos los que se arrepienten y creen. Nuestra presencia cristiana en el mundo es indispensable para la evangelización; también los es un diálogo cuyo propósito sea escuchar con sensibilidad a fin de comprender. Pero la evangelización es la proclamación misma del Cristo histórico y bíblico como Salvador y Señor, con el fin de persuadir a las gentes a venir a El personalmente y reconciliarse con Dios. Al hacer la invitación del Evangelio, no tenemos la libertad para ocultar o rebajar el costo del discipulado. Jesús todavía llama, a todos los que quieran seguirlo, a negarse a sí mismos, tomar su cruz e identificarse con su nueva comunidad. Los resultados de la evangelización incluyen la obediencia a Cristo, la incorporación en Su iglesia y el servicio responsable en el mundo. (1 Cor. 15:3,4; Hech. 2:32-39; Juan 20:21; 1 Cor. 1:23; 2 Cor. 4:5; 5:11-20; Luc. 14:25-33; Mar. 8:34; Hech. 2:40,47; Mar. 10:43-45)".
Y en esta definición de lo que los líderes evangélicos a nivel mundial entendían lo que era "evangelizar" incluían que los resultados de la evangelización eran por lo menos tres:
1. La obediencia a Cristo
2. La incorporación de los discípulos en Su iglesia
3. Y el servicio responsable en el mundo, tanto de estos discípulos como de la iglesia.
En el punto sobre la Evangelización y la Responsabilidad social, el Pacto de Lausana declara:
Afirmamos que Dios es tanto el Creador como el Juez de todos los hombres. Por lo tanto, debemos compartir Su preocupación por la justicia y la reconciliación en toda la sociedad humana, y por la liberación de todos los hombres de toda clase de opresión. La humanidad fue hecha a la imagen de Dios; consecuentemente, toda persona, sea cual sea su raza, religión, color, cultura, clase, sexo, o edad tiene una dignidad intrínseca, en razón de la cual debe ser respetada y servida, no explotada. Expresamos además nuestro arrepentimiento, tanto por nuestra negligencia, como por haber concebido, a veces, la evangelización y la preocupación social como cosas que se excluyen mutuamente. Aunque la reconciliación con el hombre no es lo mismo que la reconciliación con Dios, ni el compromiso social es lo mismo que la evangelización, ni la liberación política es lo mismo que la salvación, no obstante afirmamos que la evangelización y la acción social y política son parte de nuestro deber cristiano. Ambas son expresiones necesarias de nuestra doctrina de Dios y del hombre, de nuestro amor al prójimo y de nuestra obediencia a Jesucristo. El mensaje de la salvación implica también un mensaje de juicio a toda forma de alienación, opresión y discriminación, y no debemos temer el denunciar el mal y la injusticia dondequiera que existan. Cuando la gente recibe a Cristo, nace de nuevo en Su Reino y debe manifestar a la vez que difundir Su justicia en medio de un mundo injusto. La salvación que decimos tener, debe transformarnos en la totalidad de nuestras responsabilidades, personales y sociales. La fe sin obras es muerta. (Hech. 17:26,31; Gén. 18:25; Isa. 1:17; Sal. 45:7; Gén. 1:26,27; Sant. 3:9; Lev. 19:18; Luc. 6:27,35; Sant. 2:26-26; Juan 3:3,5; Mat. 5:20; 6:33; 2 Cor. 3:18.)".
Ésta es una declaración rica, profunda y sólidamente fundamentada en las Sagradas Escrituras, que amplía el punto de nuestro servicio a la humanidad, en nuestro proceso de evangelización. Y concluye de manera acertada y contundente que la salvación que vivimos y ofrecemos a través del Evangelio "debe transformarnos en la totalidad de nuestras responsabilidades, personales y sociales". Es decir, tanto nuestro mensaje como nuestro accionar deben ser integrales y deben abarcar la totalidad de la vida y la experiencia del ser humano y de todos los pueblos de la tierra. Aquí entra entonces nuestro esfuerzo por el desarrollo integral de las familias y pueblos, de todas las naciones, para que experimenten a plenitud las buenas nuevas del Evangelio del reino de Dios.
El documento del Pacto de Lausana cubre muchos temas fundamentales sobre la tarea de la evangelización mundial y ofrece una reflexión bíblica teológica rica y profunda que todo pastor, líder y misionero debería leer y meditar con detenimiento a la luz de las citas bíblicas que la sustenta. Pero por motivos de tiempo y espacio, debo limitar su discusión aquí y más bien motivar al lector que lo lea y medite en él.
RAZONES PERSONALES
El Señor en su gracia y misericordia me ha permitido nacer y crecer en un hogar cristiano, me ha dado la oportunidad de recibir educación bíblica-teológica y ministerial y la oportunidad de servirle en escenarios locales, nacionales, continentales e internacionales. Y todo esta experiencia, de alguna u otra manera ha enriquecido mi reflexión y práctica ministerial, durante más 27 años de ministerio.
En un primer momento, el Señor me permitió servirle como pastor-maestro, cuando laboraba como pastor a medio tiempo en la Comunidad cristiana Hay paz con Dios, mientras cumplía funciones docentes como profesor a tiempo completo en el Seminario Evangélico Asociado, en el Limón, Maracay. Luego, sin dejar de ser pastor-maestro, me permitió laborar como evangelista o misionero en varias naciones y en diferentes contextos socio-culturales y religiosos. Y en los últimos años, por su gracia, me ha puesto en el aprieto de servirle como apóstol y profeta, sin dejar de cumplir las otras funciones ministeriales. Toda esta experiencia de vida y servicio al Señor y a la humanidad ha enriquecido mi visión, reflexión y accionar misionero, como agente del reino de Dios a todas las naciones.
Pero comparto brevemente todo lo anterior para mencionar que desde el mismo comienzo de mi ministerio a tiempo completo, el tema de la evangelización y la responsabilidad social, o la misión y el desarrollo, nunca han dejado de estar en mi vida, en mi enseñanza y en mi ministerio. Ya sea como docente, pastor o misionero, el Señor, por Su gracia, me ha permitido desarrollar una visión y práctica integral de la misión. Y yo se, que ha sido la misma experiencia de los organizadores de este Primer Congreso Misionero Nacional de Misión y Desarrollo.
Y para concluir este punto, quisiera compartir lo que ha sido mi experiencia ministerial, tanto como pastor y misionero.
Como pastor-misionero, el Señor me permitió colaborar en la fundación de la iglesia Hay paz con Dios, juntamente con el excelente trabajo de los esposos Lowell y Ruth Olson y Steve Danielson, quienes establecieron las bases y los comienzos de esta amada iglesia. Y juntos inculcamos en esa pequeña comunidad de discípulos la responsabilidad de predicar el Evangelio, tanto en palabras como en obras. Y sus primeros pasos de servicio fueron ayudando a barrer las calles de su comunidad; luego a limpiar los alrededores de un kinder de la comunidad; más tarde a organizar y desarrollar jornadas y campeonatos deportivos; y hoy por hoy, la iglesia cuenta con un dispensario medico-asistencial, con un centro para la familia (que cubre diferentes servicios), y con miembros y líderes participando activamente en asociaciones de vecinos o Juntas comunales; pequeños pasos de obediencia que nos han llevado a dar grandes pasos en el reino de Dios. Y nos ha permitido como iglesia tener un rol de influencia y referencia dentro de la comunidad donde servimos.
Luego como misionero, el Señor nos guió como iglesia a diseñar un proyecto misionero para que el equipo que dirigía estableciera iglesias entre grupos humanos no alcanzados en India. La estrategia contaba con tres columnas (estilo trípode) que apuntaban a un único y solo objetivo: establecer un movimiento de fundación de iglesias (Chuch planting movement, en inglés). Las tres columnas eran:
1. Establecer una empresa en el país de misión, que nos diera la plataforma legal y social para operar en y desde ese país sin el desgaste y zozobra que representa la continua renovación de visas de turista.
2. Establecer una fundación u organización no gubernamental (ONG), como plataforma para implementar proyectos o programas de desarrollo que ayudaran a los miembros de las recién fundadas iglesias a lograr sus propios recursos y evitar la dependencia.
3. Establecer un equipo multicultural, con obreros nacionales desde el principio, que se enfocara en el propósito del Proyecto misionero: establecer un movimiento de fundación de iglesias.
De esta experiencia misionera, que nos tomó diez años implementarla, he sacado muchísimas y valiosas lecciones, ¡unas más caras y dolorosas que otras! Pero, muy a pesar de los errores cometidos, de los cambios, de la inexperiencia en muchas áreas claves (negocios y desarrollo), hoy puedo concluir sin duda alguna, que sí logramos la mayoría de lo objetivos ministeriales y dejamos sentadas las bases para que pudiera darse un movimiento de plantación de iglesias dentro de un grupo humano no alcanzado en ese país.
Será para otro momento, y quizás otro lugar, donde podamos analizar con cuidado esta experiencia, y donde podamos extraer con mayores detalles las buenas y las malas lecciones vividas y aprendidas.
Pero ambas experiencias, tanto como pastor y como misionero, me hacen concluir que la ejecución de la Misión de la Iglesia de Jesucristo, ya sea en su propia ciudad como en otra nación sí puede ir de la mano con la implementación de proyectos de desarrollo socio-económicos, que persigan claramente el propósito de hacer discípulos y la fundación de iglesias.
UNA ÚLTIMA RAZÓN
Y concluyo con una reflexión que a los líderes de la Agencia misionera Bendiciendo a las naciones nos ha ocupado desde nuestra creación en el año 2007, y son las siguientes preguntas:
¿Cómo ejecutaremos la obra misionera para el siglo XXI?
¿Cuáles serán los escenarios religiosos, políticos y socio-económicos en muchas de las naciones de Europa, África y Asia (donde se encuentran muchos de los grupos no alcanzados)?
¿Qué desafíos espirituales, logísticos, legales y financieros nos presentarán las naciones para el siglo XXI, para la ejecución de la obra misionera?
¿Estamos preparados para esos desafíos? ¿Nos estamos preparando para esos desafíos?
Lamentablemente, como iglesia y no pocas veces los agentes de misión, no sacamos tiempo para reflexionar y analizar nuestro entorno, nuestra sociedad y ni nos percatamos que pudiéramos estar viviendo en un mundo totalmente diferente al que creemos que vivimos dentro de nuestros entornos evangélicos o misioneros cerrados. Y por esa razón, podemos llegar a ser ineficaces, irrelevantes y no pertinentes a la sociedad y generaciones que nos rodean. Como alguien dijera, estamos dando respuesta a preguntas que nadie nos está haciendo. O en el peor de los casos, ni siquiera pudiéramos saber qué la gente se está preguntando o cuáles son sus necesidades reales hoy.
Y para compartir brevemente nuestra visión futura del mundo, podemos decir que:
1. Nosotros debemos prepararnos para vivir en un mundo cada vez más sumido en tinieblas y en confusión, donde filosofías seculares y post-cristianas serán las que dominarán nuestros países de origen.
2. Cada vez veremos implementarse políticas más fuertes en el campo de inmigración en muchos países, en especial en aquellos de Europa, África y Asia, por razones tales como el terrorismo, la inmigración ilegal y la protección de sus economías.
3. Veremos a las naciones volviéndose más anti-cristianas, incluso en regiones que antes eran consideradas "cristianas".
4. Veremos a grandes religiones como el Islamismo y el Hinduismo ser más militantes y más agresivas contra la predicación del Evangelio y la presencia de la Iglesia en medio de sus poblaciones.
5. Veremos a un mundo cada más tecnologizado, individualizado y privado en el uso de los medios y tecnologías de comunicación, pero a su vez más protegido y cerrado por sus gobiernos; es decir, donde los individuos tendrán la ilusión de vivir en su libertad privada, sin percatarse que viven realmente en una gran cárcel nacional, que los protege de cualquier "daño o influencia extranjera no deseada", lo cual incluirá la obra misionera foránea y la acción misionera de las iglesias en sus fronteras.
Es muy probable que estos escenarios arriba mencionados se darán en menor o mayor grado en diferentes naciones o regiones de la tierra, pero definitivamente se darán cada vez con mayor intensidad, en la medida que nos acerquemos a la Segunda venida de nuestro Señor Jesucristo.
Toda iglesia local, agencia misionera o agente de misión que desea ser fiel al llamado de la Gran Comisión debería seriamente reflexionar sobre los desafíos que el mundo del siglo XXI nos presenta y nos presentará para la ejecución efectiva de la obra misionera.
Así que, oremos pues, para que en este Primer Congreso Misionero Nacional de Misión y Desarrollo, podamos encontrar respuestas a éstas y muchas otras preguntas; que podamos encontrar herramientas, ideas y opciones que nos ayudarán a estar mejor preparados para muchos de los desafíos arriba mencionados. Esa es nuestra oración y mayor deseo, servir a la iglesia evangélica venezolana para que sea más efectiva y eficiente en el uso de sus recursos humanos, técnicos y financieros en el desarrollo de su misión como agente del reino de Dios a todas las naciones.
FUENTES CITADAS O CONSULTADAS:
El Pacto de Lausana
Encuentro entre COMIBAM y la FTL, 1995
Reflections on Christian Micro-enterprise Development (CMED), ("Reflexiones en Desarrollo cristiano por Micro-empresas"), por David Bussau
Wealth Generation and Kingdom building through CMED: A biblical reflection, ("Generación de riqueza y edificación del Reino a través del Desarrollo cristiano por Micro-empresas"), por David Bussau y Makonen Getu
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Razones y Desafíos
Por Ap. Daniel Guerrero
Dentro de pocas horas realizaremos el Primer Congreso Misionero Nacional de Misión y Desarrollo, con el lema "Buenas nuevas para los pobres de la tierra", bajo el patrocinio de la Comunidad cristiana Hay paz con Dios, la Agencia misionera Embajadores Médicos de Venezuela, la Agencia misionera Bendiciendo a las naciones y los Ministerios Unidos Vida Visión, todos ellos ubicados en la ciudad de Maracay y cada uno dando su aporte, según los dones y recursos que el Señor nos ha dado.
Y en esta entrega quisiera compartir las razones que nos han guiado a celebrar y a hacer esta convocatoria nacional de reflexión, información, promoción y motivación misionera en este Primer Congreso Nacional de este tipo.
RAZONES ORGANIZATIVAS
La primera razón, quizás la más lógica, es que los organizadores del Primer Congreso Misionero Nacional de Misión y Desarrollo tenemos una firme convicción que, está ampliamente registrado en Las Sagradas Escrituras, en ambos Testamentos, la relación intrinsica que hay entre la ejecución de la Misión de la Iglesia y el desarrollo espiritual y socio-económico de los pueblos, que son objeto de la evangelización y el discipulado conforme al Evangelio del reino de Dios.
La segunda razón, también muy natural, es que todos los organizadores, de alguna u otra manera, estamos involucrados en el accionar misionero desde una perspectiva integral (holística); es decir, que creemos y practicamos lo que consideramos una visión bíblica de la Misión de la Iglesia que procura impactar y desarrollar todas las áreas de la sociedad en la que el Señor nos permite llevar las buenas noticias de Jesucristo y de Su reino. Nosotros creemos firmemente, basados en las Escrituras, que el Evangelio del reino de Dios toca todas las áreas y relaciones de una persona y sociedad determinada, y no meramente una sola área, comúnmente señalada como la espiritual. Y creemos que nosotros, como parte de la Iglesia del Señor,
- Debemos ser promotores del desarrollo de los pueblos
- Debemos acompañar a los pueblos en su desarrollo
- Y debemos facilitar y generar modelos y diseños de desarrollo con valores y principios del reino que beneficien a toda la población de todos los pueblos.
RAZONES BÍBLICA TEOLÓGICAS:
En el Pacto de Lausana, documento representativo de la reflexión bíblica-teológica evangélica, publicado en el Primer Congreso Internacional sobre Evangelización Mundial que emergió como resultado de la información, reflexión y la promoción de la evangelización mundial, en 1974, declara en su artículo sobre lo que es la Evangelización:
"Evangelizar es difundir la buena nueva de que Jesucristo murió por nuestros pecados y resucitó de los muertos según las Escrituras, y que ahora como el Señor que reina ofrece el perdón de los pecados y el don liberador del Espíritu Santo a todos los que se arrepienten y creen. Nuestra presencia cristiana en el mundo es indispensable para la evangelización; también los es un diálogo cuyo propósito sea escuchar con sensibilidad a fin de comprender. Pero la evangelización es la proclamación misma del Cristo histórico y bíblico como Salvador y Señor, con el fin de persuadir a las gentes a venir a El personalmente y reconciliarse con Dios. Al hacer la invitación del Evangelio, no tenemos la libertad para ocultar o rebajar el costo del discipulado. Jesús todavía llama, a todos los que quieran seguirlo, a negarse a sí mismos, tomar su cruz e identificarse con su nueva comunidad. Los resultados de la evangelización incluyen la obediencia a Cristo, la incorporación en Su iglesia y el servicio responsable en el mundo. (1 Cor. 15:3,4; Hech. 2:32-39; Juan 20:21; 1 Cor. 1:23; 2 Cor. 4:5; 5:11-20; Luc. 14:25-33; Mar. 8:34; Hech. 2:40,47; Mar. 10:43-45)".
Y en esta definición de lo que los líderes evangélicos a nivel mundial entendían lo que era "evangelizar" incluían que los resultados de la evangelización eran por lo menos tres:
1. La obediencia a Cristo
2. La incorporación de los discípulos en Su iglesia
3. Y el servicio responsable en el mundo, tanto de estos discípulos como de la iglesia.
En el punto sobre la Evangelización y la Responsabilidad social, el Pacto de Lausana declara:
Afirmamos que Dios es tanto el Creador como el Juez de todos los hombres. Por lo tanto, debemos compartir Su preocupación por la justicia y la reconciliación en toda la sociedad humana, y por la liberación de todos los hombres de toda clase de opresión. La humanidad fue hecha a la imagen de Dios; consecuentemente, toda persona, sea cual sea su raza, religión, color, cultura, clase, sexo, o edad tiene una dignidad intrínseca, en razón de la cual debe ser respetada y servida, no explotada. Expresamos además nuestro arrepentimiento, tanto por nuestra negligencia, como por haber concebido, a veces, la evangelización y la preocupación social como cosas que se excluyen mutuamente. Aunque la reconciliación con el hombre no es lo mismo que la reconciliación con Dios, ni el compromiso social es lo mismo que la evangelización, ni la liberación política es lo mismo que la salvación, no obstante afirmamos que la evangelización y la acción social y política son parte de nuestro deber cristiano. Ambas son expresiones necesarias de nuestra doctrina de Dios y del hombre, de nuestro amor al prójimo y de nuestra obediencia a Jesucristo. El mensaje de la salvación implica también un mensaje de juicio a toda forma de alienación, opresión y discriminación, y no debemos temer el denunciar el mal y la injusticia dondequiera que existan. Cuando la gente recibe a Cristo, nace de nuevo en Su Reino y debe manifestar a la vez que difundir Su justicia en medio de un mundo injusto. La salvación que decimos tener, debe transformarnos en la totalidad de nuestras responsabilidades, personales y sociales. La fe sin obras es muerta. (Hech. 17:26,31; Gén. 18:25; Isa. 1:17; Sal. 45:7; Gén. 1:26,27; Sant. 3:9; Lev. 19:18; Luc. 6:27,35; Sant. 2:26-26; Juan 3:3,5; Mat. 5:20; 6:33; 2 Cor. 3:18.)".
Ésta es una declaración rica, profunda y sólidamente fundamentada en las Sagradas Escrituras, que amplía el punto de nuestro servicio a la humanidad, en nuestro proceso de evangelización. Y concluye de manera acertada y contundente que la salvación que vivimos y ofrecemos a través del Evangelio "debe transformarnos en la totalidad de nuestras responsabilidades, personales y sociales". Es decir, tanto nuestro mensaje como nuestro accionar deben ser integrales y deben abarcar la totalidad de la vida y la experiencia del ser humano y de todos los pueblos de la tierra. Aquí entra entonces nuestro esfuerzo por el desarrollo integral de las familias y pueblos, de todas las naciones, para que experimenten a plenitud las buenas nuevas del Evangelio del reino de Dios.
El documento del Pacto de Lausana cubre muchos temas fundamentales sobre la tarea de la evangelización mundial y ofrece una reflexión bíblica teológica rica y profunda que todo pastor, líder y misionero debería leer y meditar con detenimiento a la luz de las citas bíblicas que la sustenta. Pero por motivos de tiempo y espacio, debo limitar su discusión aquí y más bien motivar al lector que lo lea y medite en él.
RAZONES PERSONALES
El Señor en su gracia y misericordia me ha permitido nacer y crecer en un hogar cristiano, me ha dado la oportunidad de recibir educación bíblica-teológica y ministerial y la oportunidad de servirle en escenarios locales, nacionales, continentales e internacionales. Y todo esta experiencia, de alguna u otra manera ha enriquecido mi reflexión y práctica ministerial, durante más 27 años de ministerio.
En un primer momento, el Señor me permitió servirle como pastor-maestro, cuando laboraba como pastor a medio tiempo en la Comunidad cristiana Hay paz con Dios, mientras cumplía funciones docentes como profesor a tiempo completo en el Seminario Evangélico Asociado, en el Limón, Maracay. Luego, sin dejar de ser pastor-maestro, me permitió laborar como evangelista o misionero en varias naciones y en diferentes contextos socio-culturales y religiosos. Y en los últimos años, por su gracia, me ha puesto en el aprieto de servirle como apóstol y profeta, sin dejar de cumplir las otras funciones ministeriales. Toda esta experiencia de vida y servicio al Señor y a la humanidad ha enriquecido mi visión, reflexión y accionar misionero, como agente del reino de Dios a todas las naciones.
Pero comparto brevemente todo lo anterior para mencionar que desde el mismo comienzo de mi ministerio a tiempo completo, el tema de la evangelización y la responsabilidad social, o la misión y el desarrollo, nunca han dejado de estar en mi vida, en mi enseñanza y en mi ministerio. Ya sea como docente, pastor o misionero, el Señor, por Su gracia, me ha permitido desarrollar una visión y práctica integral de la misión. Y yo se, que ha sido la misma experiencia de los organizadores de este Primer Congreso Misionero Nacional de Misión y Desarrollo.
Y para concluir este punto, quisiera compartir lo que ha sido mi experiencia ministerial, tanto como pastor y misionero.
Como pastor-misionero, el Señor me permitió colaborar en la fundación de la iglesia Hay paz con Dios, juntamente con el excelente trabajo de los esposos Lowell y Ruth Olson y Steve Danielson, quienes establecieron las bases y los comienzos de esta amada iglesia. Y juntos inculcamos en esa pequeña comunidad de discípulos la responsabilidad de predicar el Evangelio, tanto en palabras como en obras. Y sus primeros pasos de servicio fueron ayudando a barrer las calles de su comunidad; luego a limpiar los alrededores de un kinder de la comunidad; más tarde a organizar y desarrollar jornadas y campeonatos deportivos; y hoy por hoy, la iglesia cuenta con un dispensario medico-asistencial, con un centro para la familia (que cubre diferentes servicios), y con miembros y líderes participando activamente en asociaciones de vecinos o Juntas comunales; pequeños pasos de obediencia que nos han llevado a dar grandes pasos en el reino de Dios. Y nos ha permitido como iglesia tener un rol de influencia y referencia dentro de la comunidad donde servimos.
Luego como misionero, el Señor nos guió como iglesia a diseñar un proyecto misionero para que el equipo que dirigía estableciera iglesias entre grupos humanos no alcanzados en India. La estrategia contaba con tres columnas (estilo trípode) que apuntaban a un único y solo objetivo: establecer un movimiento de fundación de iglesias (Chuch planting movement, en inglés). Las tres columnas eran:
1. Establecer una empresa en el país de misión, que nos diera la plataforma legal y social para operar en y desde ese país sin el desgaste y zozobra que representa la continua renovación de visas de turista.
2. Establecer una fundación u organización no gubernamental (ONG), como plataforma para implementar proyectos o programas de desarrollo que ayudaran a los miembros de las recién fundadas iglesias a lograr sus propios recursos y evitar la dependencia.
3. Establecer un equipo multicultural, con obreros nacionales desde el principio, que se enfocara en el propósito del Proyecto misionero: establecer un movimiento de fundación de iglesias.
De esta experiencia misionera, que nos tomó diez años implementarla, he sacado muchísimas y valiosas lecciones, ¡unas más caras y dolorosas que otras! Pero, muy a pesar de los errores cometidos, de los cambios, de la inexperiencia en muchas áreas claves (negocios y desarrollo), hoy puedo concluir sin duda alguna, que sí logramos la mayoría de lo objetivos ministeriales y dejamos sentadas las bases para que pudiera darse un movimiento de plantación de iglesias dentro de un grupo humano no alcanzado en ese país.
Será para otro momento, y quizás otro lugar, donde podamos analizar con cuidado esta experiencia, y donde podamos extraer con mayores detalles las buenas y las malas lecciones vividas y aprendidas.
Pero ambas experiencias, tanto como pastor y como misionero, me hacen concluir que la ejecución de la Misión de la Iglesia de Jesucristo, ya sea en su propia ciudad como en otra nación sí puede ir de la mano con la implementación de proyectos de desarrollo socio-económicos, que persigan claramente el propósito de hacer discípulos y la fundación de iglesias.
UNA ÚLTIMA RAZÓN
Y concluyo con una reflexión que a los líderes de la Agencia misionera Bendiciendo a las naciones nos ha ocupado desde nuestra creación en el año 2007, y son las siguientes preguntas:
¿Cómo ejecutaremos la obra misionera para el siglo XXI?
¿Cuáles serán los escenarios religiosos, políticos y socio-económicos en muchas de las naciones de Europa, África y Asia (donde se encuentran muchos de los grupos no alcanzados)?
¿Qué desafíos espirituales, logísticos, legales y financieros nos presentarán las naciones para el siglo XXI, para la ejecución de la obra misionera?
¿Estamos preparados para esos desafíos? ¿Nos estamos preparando para esos desafíos?
Lamentablemente, como iglesia y no pocas veces los agentes de misión, no sacamos tiempo para reflexionar y analizar nuestro entorno, nuestra sociedad y ni nos percatamos que pudiéramos estar viviendo en un mundo totalmente diferente al que creemos que vivimos dentro de nuestros entornos evangélicos o misioneros cerrados. Y por esa razón, podemos llegar a ser ineficaces, irrelevantes y no pertinentes a la sociedad y generaciones que nos rodean. Como alguien dijera, estamos dando respuesta a preguntas que nadie nos está haciendo. O en el peor de los casos, ni siquiera pudiéramos saber qué la gente se está preguntando o cuáles son sus necesidades reales hoy.
Y para compartir brevemente nuestra visión futura del mundo, podemos decir que:
1. Nosotros debemos prepararnos para vivir en un mundo cada vez más sumido en tinieblas y en confusión, donde filosofías seculares y post-cristianas serán las que dominarán nuestros países de origen.
2. Cada vez veremos implementarse políticas más fuertes en el campo de inmigración en muchos países, en especial en aquellos de Europa, África y Asia, por razones tales como el terrorismo, la inmigración ilegal y la protección de sus economías.
3. Veremos a las naciones volviéndose más anti-cristianas, incluso en regiones que antes eran consideradas "cristianas".
4. Veremos a grandes religiones como el Islamismo y el Hinduismo ser más militantes y más agresivas contra la predicación del Evangelio y la presencia de la Iglesia en medio de sus poblaciones.
5. Veremos a un mundo cada más tecnologizado, individualizado y privado en el uso de los medios y tecnologías de comunicación, pero a su vez más protegido y cerrado por sus gobiernos; es decir, donde los individuos tendrán la ilusión de vivir en su libertad privada, sin percatarse que viven realmente en una gran cárcel nacional, que los protege de cualquier "daño o influencia extranjera no deseada", lo cual incluirá la obra misionera foránea y la acción misionera de las iglesias en sus fronteras.
Es muy probable que estos escenarios arriba mencionados se darán en menor o mayor grado en diferentes naciones o regiones de la tierra, pero definitivamente se darán cada vez con mayor intensidad, en la medida que nos acerquemos a la Segunda venida de nuestro Señor Jesucristo.
Toda iglesia local, agencia misionera o agente de misión que desea ser fiel al llamado de la Gran Comisión debería seriamente reflexionar sobre los desafíos que el mundo del siglo XXI nos presenta y nos presentará para la ejecución efectiva de la obra misionera.
Así que, oremos pues, para que en este Primer Congreso Misionero Nacional de Misión y Desarrollo, podamos encontrar respuestas a éstas y muchas otras preguntas; que podamos encontrar herramientas, ideas y opciones que nos ayudarán a estar mejor preparados para muchos de los desafíos arriba mencionados. Esa es nuestra oración y mayor deseo, servir a la iglesia evangélica venezolana para que sea más efectiva y eficiente en el uso de sus recursos humanos, técnicos y financieros en el desarrollo de su misión como agente del reino de Dios a todas las naciones.
FUENTES CITADAS O CONSULTADAS:
El Pacto de Lausana
Encuentro entre COMIBAM y la FTL, 1995
Reflections on Christian Micro-enterprise Development (CMED), ("Reflexiones en Desarrollo cristiano por Micro-empresas"), por David Bussau
Wealth Generation and Kingdom building through CMED: A biblical reflection, ("Generación de riqueza y edificación del Reino a través del Desarrollo cristiano por Micro-empresas"), por David Bussau y Makonen Getu
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