Antes de avanzar en la lectura, le recomiendo al lector que lea la primera parte de este mensaje (
), que trata sobre el primer capítulo del Evangelio del apóstol Juan, para que pueda entender el acercamiento que estoy haciendo y el contexto de la historia que vamos a analizar a continuación.
), en el que analizamos la frase "Al tercer día" y su relación con las Fiestas de los Tabernáculos y de las Primicias. De esa manera, podrá entender el hilo de pensamiento que venimos tramando a través de este estudio.
Pero Juan parece indicar que ella no sabía las implicaciones del momento ni su significado (Jn. 2:4); porque él narra que Jesús toma la intervención de su madre de otra manera, con otro significado; pues el Maestro luce sorprendido y le responde: "¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora". Una traducción más actual diría algo así como: '¿Mujer, qué tiene que ver esto con nosotros? Mi hora no ha llegado todavía'.
¿Por qué la noticia que "no tienen vino" generó tal conducta en María y tal respuesta en Jesús?
Quizás analizar la conducta de María pudiera ser "más fácil"... Así que comencemos con ella. Primero, recordemos que hemos afirmado anteriormente, que además de la celebración de la boda, esta celebración se pudo dar entre muchas otras bodas, al tercer día de la Fiesta de los Tabernáculos, como era y sigue siendo costumbre entre poblaciones judías.
Diera la impresión que María ya se encontraba en la boda antes que llegaran Jesús y sus discípulos (Jn. 2:1-2). Era muy probable que alguno de los novios fuera pariente de ella o de su familia. El ambiente es altamente festivo. ¡Hay gozo y celebración por doquier! Pero en esta boda "no tienen vino", se les acabó el vino antes de tiempo. Si entendemos un poco la cultura oriental mediterránea, esto es un serio problema, tanto en lo cultural como en lo religioso.
En lo cultural, porque para estas culturas es un hecho de mucha vergüenza no atender bien y con lo mejor de la casa a los invitados; ¡y más aún, si son invitados de una boda! ¡Es una boda! Es el inicio de una nueva vida para una pareja, en la que se espera que todo les salga bien y sean muy felices. ¿Cómo va a faltar vino en ese nuevo comienzo? (vea el Contexto, la primera parte). El otro aspecto es lo que dirían los demás. En las demás bodas todo marcha bien, la celebración está óptima, pero en esta boda ¡no hay vino! ¿Cómo van a celebrar bien sin vino? Así que las familias de los novios están en serio peligro de quedar en vergüenza ante sus invitados y sus vecinos. En la cultura de oriente medio, el tema de la vergüenza es serio, muy serio.
En lo religioso, porque el contexto de estas bodas es la Fiesta de los Tabernáculos. Es la Fiesta del gozo, de la gran celebración, de hecho de la plena celebración (es la séptima fiesta). La vida y el gozo de la fiesta está en peligro y eso indica "mal augurio" para los novios y para la familia. Y los expone ante el resto de las familias, vecinos y comunidad de creyentes como malas personas que no saben celebrar tan importante Fiesta religiosa. Así que, María, como buena mujer judía piadosa, está preocupada que su familia quede mal ante la comunidad religiosa de sus vecinos y parientes. Ella no quiere que su familia, ni los novios pasen por vergüenza cultural ni religiosa. Y es muy probable que, por las implicaciones religiosas del hecho, fue que se le acercó a su hijo primogénito, para que como líder espiritual de la casa resolviera el asunto. Y quizás, María, había recibido revelación sobre quién era su hijo...
La respuesta de Jesús la analizaremos más adelante, porque en este caso hay mucho más que decir.
EL SÍMBOLO DEL VINO Analicemos el símbolo del vino. Lo más elemental que podemos decir es que el vino representa el gozo, el gozo de la vida, de vivir (Gén. 9:20-21; Can. 5:1; Ecl. 2:3; 9:7; 10:19; Is. 62:8). En muchas culturas, en especial las mediterráneas, el vino se relaciona con el gozo que viene posterior al tiempo de labor. No todo es trabajo, sufrimiento y penuria, también hay que celebrar el fruto de nuestra labor, y el vino es el elemento principal para celebrar. El vino es considerado en estas naciones y culturas como alimento de primera necesidad, es producto de su cesta o dieta básica; y Dios mismo así se lo hizo saber a Su pueblo a través de Sus profetas (Is. 55:1; 62:8; Jer. 31:11-12; Os. 2:8-9, 21-22; 2:23-27; Am. 9:11-15).
El vino también, por su consumo en exceso, tiene una connotación negativa en las Escrituras. Al que lo consume mucho se le relaciona con el impío (Pro. 4:14-17), con la prostituta (Pro. 9:2-5), con el necio (Pro. 20:1), con el necesitado (Pro. 21:17; 23:20, 29-31; 31:6-7), con el insensato (Pro. 31:3-5). Los pasajes y referencias abundan en las Escrituras.
Pero en el Nuevo Testamento, el vino o el fruto de la vid se relaciona también con dos temas teológicos muy importantes: con la sangre del Señor y con el gozo del Espíritu; el que principalmente usó este simbolismo fue el mismo Jesús (Jn. 6:54-58; Lc. 22:17-20 ;Jn. 4:7-14; 7:37-39).
El primer uso lo hace el apóstol Juan cuando narra esta primera señal que el Maestro dio en Caná de Galilea, al convertir agua en vino. Pero como hemos dicho antes, lo hace haciendo uso del mensaje y simbolismo de las Fiestas de Jehová (Lev. 23:1-44).
Juan nos dice que "estaban allí seis (6) tinajas de piedra para agua (aunque estaban ya vacías), conforme al rito de la purificación de los judíos", y tenían una capacidad cada una como para cien (100) litros. Antes de proseguir, aquí hay mucho que informar o explicar, ya que estás líneas tienen mucho significado y carga teológica en sí mismas. Recordemos esta "celebración" se quedó sin vino, es decir, sin gozo. Estas líneas parece que están ilustrando la condición de alguien o de algo, además de esta fiesta sin vino... Pudieran apuntar a la condición espiritual y sico-emocional del hombre caído; pues seis es el número de lo incompleto, del hombre (creado en el sexto día), hecho del barro (las tinajas), pero sin agua o vacío (sin el Espíritu de Dios Gén. 1:26, 31; 2:7; 3:7). O al sistema religioso judío o humano, representado por esas gigantes tinajas humanas de piedra, inamovibles y vacías; con leyes pesadas, inútiles, sin vida y sin gozo (Ez. 36:26).
Cualquier opción que escojamos será apropiada, pues las seis tinajas apuntan a la condición humana; pero quizás la explicación que estaban allí fijas e inamovibles, "conforme al rito de la purificación de los judíos", apunte más al sistema religioso existente en ese momento. Ya que este concepto religioso de la purificación es en extremo recurrente en la Ley dada a través de Moisés. De las seis fiestas, cuatro implican actos o ritos de purificación: La Pascua, Los Panes sin levadura, las Trompetas y del Perdón. En este contexto de la boda, las tinajas podían ser usadas para la purificación de las manos y pies, alimentos y utensilios. Sin embargo, ¡estas tinajas estaban vacías!
Pero podemos afirmar aquí que la revelación que nos da Juan es que el sistema religioso humano no tiene el poder para purificar al hombre y traer el verdadero gozo y vida que sólo el que es nacido del agua y del Espíritu puede experimentar (Jn. 1:29-33). El que manda a llenar aquellas tinajas vacías para el rito de la purificación es el mismo que días antes fue anunciado como "el cordero de Dios que quita (purifica) el pecado del mundo" (Jn. 1:29).
UN NUEVO VINO: UN NUEVO COMIENZOPero hay mucho más, si seguimos el contexto previo a esta historia como lo mencionamos antes en la
Introducción, es decir que nos encontramos con otro génesis, un nuevo comienzo, con esta historia Juan nos describe otra situación donde el ambiente estaba "desordenado y vacío" (Gn. 1:2) y entonces hay otro acto creativo muy parecido al primer génesis. Jesús "les dijo" (habló, profetizó): 1. "llenen las tinajas de agua"; 2. "Saquen ahora"; 3. "y llévenlo al maestro de ceremonia". Jesús profetiza sobre las tinajas llenas completamente de agua y crea un vino nuevo; y ésta fue su primera señal, como el primer día de creación (Gn. 1:2-5). Así como en el primer génesis, Dios habló sobre las aguas que estaban sobre la tierra desordenada y vacía y comenzó su primer acto de creación (Gn. 1:2-5, Jn 1:1-5), ahora Jesús inicia su ministerio con esta primera señal convirtiendo el agua en vino, como señal de que algo nuevo, mejor y completo estaba comenzando, en una boda, durante la Fiesta de los Tabernáculos, que representa la séptima Fiesta de Jehová, es decir el tiempo eterno, el reposo de Dios.
Tampoco podemos ignorar la relación que hay aquí con la Fiesta de las trompetas (Yom Teruah) y del perdón (Yom Kippur), previo al milagro. Si creemos (y creo que podemos acertar) que María sabía que su hijo era profeta, la orden que les dejó a los sirvientes podría decirnos mucho. Ella les dijo: "Hagan todo lo que él les diga" (Gn. 41:55). Como hemos visto en los párrafos anteriores y en el contexto creativo del primer capítulo de Génesis y del Evangelio de Juan, la palabra profética de Dios es de suma importancia para todos sus actos creativos (Sal. 33:6-7). Y eso precisamente es lo que se resalta en la
Fiesta de las trompetas. En ella, Dios llama a Su pueblo por medio del shofar, la trompeta, el símbolo de Su voz, de Su palabra, para que estén atentos a Su voluntad y a Sus instrucciones (Éx. 19:5-6; Dt. 6:1-7; Sal. 95:7-11). En este caso la palabra del Señor fue "llenen estas tinajas de agua". Pero éstas eran las tinajas para "purificación", lo cual también apunta al período de nueve (9) más un día (10) de completa purificación previo a la sexta (6) Fiesta, al gran
Día del Perdón (Yom Kippur), que luego le seguiría la séptima (7) Fiesta de la celebración, del gozo y del reposo de Jehová,
la Fiesta de los tabernáculos. La aparición del vino, del vino nuevo, del mejor vino, fue señal del comienzo de un mejor pacto y un mejor tiempo para el pueblo de Dios y para todo el mundo (Lc. 22:20; Heb. 8:1-10:22). ¡Un nuevo y mejor gozo ha llegado a la boda, en medio de la Fiesta de los Tabernáculos! ¡Que siga la fiesta, que siga la celebración en el tiempo de Dios!
Para culminar esta entrega y hacerla más corta, voy a dejar al lector con la tarea de analizar e interpretar la parábola de la Vid (Jn. 15:1-11), a la luz de lo aprendido anteriormente. Observe la importancia que le da el Maestro a la acción de permanecer (morar, habitar) en él con respecto a su deseo que llevemos el fruto de la Vid en nuestra vida.
Por lo pronto podemos concluir que esta primera señal apunta a una nueva creación (Génesis), a un nuevo comienzo; denuncia la decadencia e ineficiencia del sistema religioso humano; y proclama a Jesús como el Cordero de Dios que quita (purifica) el pecado del mundo y, por el poder de Sus palabras y el Espíritu Santo que mora en Él, puede dar verdadera vida y gozo espiritual a todos los que de Él beben (creen).