Anoche, durante la cena de celebración por nuestros 27 años de vida matrimonial, mi esposa y yo reflexionábamos juntos, románticamente, sobre el valor y
para Dios, y cómo, lamentablemente, la iglesia de Jesucristo, en especial su liderazgo, ha sido lenta para entender la mente y el corazón de Dios, Su diseño y plan para la mujer.
Debo acotar que soy muy privilegiado al tener tan hermosa, inteligente y sabia y dulce mujer como lo es mi esposa Cory... Además que es una extraordinaria sierva de Dios, que no para de crecer y avanzar en su rol y participación dentro del reino de Dios. ¡Siempre ha sido un ejemplo y modelo a seguir en mi vida y ministerio!
Como se darán cuenta, sigo conectado con la celebración de nuestro 27 aniversario...
Pero como les decía al principio, estuvimos reflexionando, románticamente, sobre la relación entre Cristo y la mujer, el cómo Dios obra, y cómo lamentablemente somos tardos en entender la mente y el corazón de Dios.
Si nosotros tratáramos a Cristo, como tratamos a la mujer, en especial a nuestras HERMANAS en Cristo, MIEMBROS del Cuerpo de Cristo, estaríamos en serios problemas; pero nuestra confusión, ignorancia y ceguera no nos permite percatarnos de ello. Tratamos a la mujer de la misma manera que los incrédulos tratan a Cristo.
La mayoría dominante de los líderes, que en su mayoría son hombres, se quedan con parte de la historia del Génesis y hasta la fecha, igualmente a la mayoría no les ha amanecido el significado, implicación y alcance de la obra de RESTAURACIÓN que nuestro Señor Jesucristo logró en la Cruz del Calvario.
Ellos concluyen de manera certera, porque es evidente, que la mujer está bajo maldición (al igual que la serpiente, el hombre y toda la creación) y su deseo está bajo el señorío de su hombre, es decir, su marido, NO DE TODOS los hombres... Me gusta como lo pone la Nueva Traducción Vivente "...Y desearás controlar a tu marido, pero él te gobernará a ti". En la Traducción en Lenguaje actual dice: "Cuando tengas tus hijos, ¡haré que los tengas con muchos dolores! A pesar de todo, desearás tener hijos con tu esposo, y él será quien te domine". Y en la Versión Reina-Valera dice: "Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti" (Gén. 3:16).
Aquí se establecen varias cosas:
1. Que la mujer está bajo maldición
2. Esta maldición se evidencia en los dolores extremos durante el parto
3. Que aunque ella se resista habrá un deseo de tener hijos con su marido
4. Que estará bajo el señorío de su marido (en sujeción a él)
Eso está claro, en ello todos concordamos, porque así dice la Palabra de Dios; pero esa es solo parte de la historia, porque en Cristo, AHORA hay otra historia, UNA NUEVA historia.
Y al ignorar una gran parte de la NUEVA historia de la mujer, y por lo tanto del hombre en Cristo, revelamos nuestro desconocimiento de cómo Dios piensa y cómo Dios actúa en la historia de la Creación.
Dios le ha dado al hombre, al marido de la mujer, dos opciones:
1. Ama a tu mujer, valórala, dignifícala y restaura su imagen y rol dentro del señorío de la creación (Gén. 1:26-31)
2. Vive con tu mujer, úsala, explótala y humíllala ponla en servidumbre y a parir hijos, porque está bajo maldición.
Como todos nosotros sabemos, la mayoría de los hombres, incluyendo los HIJOS redimidos y restaurados de Dios, siempre han tomado la segunda opción, algunos con menor o mayor intensidad, pero su corazón y conducta CONTRA la mujer siempre ha sido la misma. ¡Y desde el púlpito esa postura se justifica y se refuerza vez tras vez!
Pero el HIJO DE DIOS, nuestro Señor Jesucristo, conociendo la mente y el corazón del Padre, tomó la primera opción y por eso vemos vez tras vez su postura y conducta a favor de la mujer, para amarla, valorarla, dignificarla, restaurarla, redimirla y glorificarla JUNTAMENTE con Él, sentándola en los lugares celestiales JUNTAMENTE con Él (Ef. 1:16-23).
¿Por qué el Hijo del Hombre se condujo y se conduce completamente diferente al resto de los hijos del Hombre? Porque Él sí sabe cómo Dios actúa y se lo mostró a su siervo, el apóstol Pablo en Filipenses 2:5-11 y en 2Corintios 12:7-10: ¡el poder de Dios se perfecciona en la debilidad!
Y aquí deseo contrastar el rol de Cristo y el de la mujer en el reino de Dios, para que podamos entender los hombres, la torpeza que hemos cometido durante siglos, por no entender la mente, el corazón y el plan de Dios para toda la creación.
Cristo siendo igual a Dios, se humilló y se hizo hombre, y estándo en la baja condición de hombre se hizo siervo, y estando en la condición más baja de siervo se hizo, LEE BIEN, se hizo aún más bajo, se hizo maldición muriéndo en una cruz. Y desde esa condición de total inferioridad, sin defensa ni fuerza, nos rescató, redimió y salvó a todos, A TODOS. ¿Lo captaste? Todavía no, déjame explicartelo...
En la mente, el corazón y en los planes de Dios, el que se humilla será exaltado; en las manos de Dios, lo que no es SIEMPRE vence a "lo que es"; en el Espíritu de Dios, lo débil vence y destruye al "fuerte"; pocos hacen que muchos huyan y sean derrotados. ¿Todavía no lo captas? Déjame ilustrártelo en cómo los hombres, aún HIJOS de Dios, han tratado a las mujeres...
La mujer fue hecha, al igual que el hombre, a imagen y semejanza de Dios, y se le dio señorío sobre TODA la creación al igual que al hombre, su marido (Gn 1:26-31). Sí, Dios en Su sabiduría y en Su plan, permitió que la mujer estuviera en sujeción y bajo el señorío de su marido, porque Él quería y quiere mostrar Su gracia y Su poder en su representante más frágil y débil; pero que en Sus manos, al igual que el Cristo, se convierte en un arma poderosa para destruir y deshacer las obras de Satanás y sus ejércitos infernales. ¿Por qué? Porque la mujer ha sido, es y será representación, figura, símbolo, de los más preciado de Dios: Su Iglesia, el Cuerpo de Cristo, que al igual que Su Señor, ha sido puesta en sujeción, en maldición y en una posición humillante y servicial (Ef. 5:25-27,32).
Los hombres, aquellos que han querido seguir los mandamientos de Dios y los que no, han menospreciado, han humillado y han degradado el valor y rol de las mujeres en el Plan de Dios para Su creación, a sabiendas, que ellas al igual que ellos fueron creadas al mismo nivel de dignidad y responsabilidad ante Dios, como Sus representantes. Y ellas al igual que ellos participan de todas las promesas, de la herencia y posición en el reino de Dios, porque al ser parte del Cuerpo de Cristo, están sentadas con Él a la diestra del Padre, sobre todo principado, poder y autoridad (Ef. 1:19-23; 2:4-7), esto es lo que Satanás más odia, y lo que muchos HIJOS de Dios, todavía no entienden.
Pero para que sigamos con la línea de pensamiento sobre la mente, el corazón y el plan de Dios para con la mujer, en su relación con Cristo, veamos esta relación en el pasaje que Pablo hace sobre Cristo y el pensamiento del mundo, en 1Corintios 1:22-31. Para el mundo, Cristo y Su obra en la cruz es: 1. tontería, 2. debilidad, 3. algo despreciable, 4. algo sin valor. Pero para Dios, Cristo y Su obra es: 1. Sabiduría, 2. Poder, 3. Dignidad, 4. Gloria. El punto es que nosotros, los HIJOS de Dios no tratamos a Cristo de la misma manera que los incrédulos lo hacen, porque nosotros hemos entendido el valor y el poder de la obra de Cristo en la Cruz, porque hemos recibido revelación sobre quién es Él y lo que ha hecho. Pero lamentablemente sí hacemos lo mismo con la mujer, todavía tenemos los ojos enceguecidos a esta revelación: que la mujer junto con el hombre son dignificados, restaurados y redimidos a su identidad, valor y rol originales en Cristo. ¿Por qué? Porque ahora somos UNO en Cristo.
No podemos honrar debidamente a la Cabeza si deshonramos vilmente a una parte de Su Cuerpo. En Cristo TODOS SOMOS IGUALES, no hay miembros de primera y otros de segunda; no hay miembros señoreando a otros miembros; no hay miembros por encima de otros miembros. ¡TODOS SOMOS IGUALES! Y esta verdad y realidad trascendental y eterna debe permear, afectar e influir en todas las áreas de nuestras relaciones: matrimoniales, familiares, laborales y ministeriales.
Ha habido y hay HIJOS de Dios que tratan a la mujer como: 1. una tonta (incapaz de pensar por sí misma), 2. una debilucha (incapaz de hacer nada por sí misma), 3. algo despreciable que solo sirve para servirnos, atender a la casa y cuidar a los niños, 4. algo sin valor y por eso se le puede humillar, golpear y degradar en su dinigidad y rol. Tratan a la mujer, de la misma manera que los incrédulos trataron y tratan a Cristo.
Hasta que no cambiemos nuestra forma de pensar sobre las mujeres, como co-herederas de las promesas, herencia y responsabilidades del reino de Dios, seguiremos siendo cómplices y coparticipes, junto con Satanás y sus demonios, del deterioro y ataque contra la mujer y todo lo que ella es, representa y hace en nuestra sociedad y en la creación.
Desde la perspectiva del reino de Dios, los hombres, en especial los HIJOS de Dios, debemos entender y aceptar que somos y estamos incompletos sin nuestras hermanas, sin nuestras co-siervas y coherederas del reino. Los esposos cuando menospreciamos, herimos (espiritual, mental, emocional y físicamente) y humillamos a nuestras esposas, no solo estamos hiriendo a nuestros propios cuerpos, sino también AL CUERPO DE CRISTO. Al deshonrarlas a ellas, deshonramos a Cristo, por quienes Él se entregó, se humilló y murió (Ef. 5:25-33).
Satanás ha jugado por muchos siglos el juego de "divide y vencerás", porque él sabe que cuando la humanidad logra entender el valor y el poder de su unidad en identidad, rol y propósito en la creación, entonces satanás y sus ejércitos son destronados y derrotados en sus engañosas y mentirosas artimañas mentales y espirituales. Su principal ataque ha sido dentro del matrimonio y dentro de la iglesia, porque él sabe que hay poder en la unidad espiritual en el reino de Dios (Jn. 17:14-23).
Pero en los últimos tiempos, en el proceso final de restauración de las cosas, veremos cada vez con mayor fuerza, empuje y determinación a las HIJAS de Dios avanzando en su rol, propósito y destino dentro del reino de Dios. Ellas esperan que nosotros, los hombres, en especial sus esposos, les apoyemos y las acompañemos en su llamado y ministerio, en vez de criticarlas, detenerlas y obstaculizarlas.
Así que, cuando la Iglesia de Jesucristo logre mayor unidad matrimonial y ministerial seremos más poderosos y veremos mayores avances en el reino de Dios sobre la creación, porque para eso fuimos creados, ese fue el diseño original de Dios y el proyecto final de Dios en los cielos nuevos y en la tierra nueva, que Él ha preparado para Sus HIJOS E HIJAS.
Este artículo va dedicado a todas las mujeres, siervas y coherederas en el reino de Dios; pero en especial a mi amada esposa Cory, quien ha tenido que luchar mucho en el campo académico y ministerial para avanzar en su rol y llamado como sierva de Dios, a fin de lograr el premio del supremo llamamiento que Dios puso ante ella y que yo he tenido el privilegio de acompañarla.
Bendiciones para TODOS y a TODAS en Cristo Jesús, nuestro Salvador y Señor.
ARTÍCULOS RELACIONADOS: