IGLESIA CASERA IX
Iglesias de Reuniones Participativas
Por Steven Atkerson
La primera canción comienza puntual el domingo a las 10:30 de la mañana. Antes de eso, las personas se abrazan y saludan unas a otras, traen comida o niños a la casa, toman una taza de café de la cocina, o están parados alrededor charlando. Esa primera canción es la clave para que todos se reúnan en la sala, de manera que el tiempo más formal de la reunión pueda empezar. Usualmente hay unas diez familias y dos solteros presentes. Contando los niños hay alrededor de cincuenta personas. Algunos usualmente llegan tarde. Por lo general hay suficientes sillas para los adultos, y los niños se sientan en el piso al lado de sus padres. Durante la reunión los niños más pequeños colorean o juegan en silencio con sus juguetes. La ropa es casual, informal y cómoda.
Los músicos (tambor, violín, dos guitarras y una mandolina) no tratan de ser líderes de alabanza. Su meta es sencillamente facilitar y apoyar el canto del grupo. Se entonan tantas canciones como los presentes pidan. Usualmente se dan oraciones espontáneas entre las canciones, que algunas veces llevan a tiempos más largos de oraciones conversacionales. No hay boletín o un orden del servicio, aunque todo se hace de manera ordenada y ajustada. Solo una persona puede hablar a la vez. La directiva general es que todo lo que se diga o haga, debe estar diseñado para levantar, edificar, animar o fortalecer a toda la iglesia.
Algunas veces varios hermanos enseñan. Otras semanas nadie trae una palabra de instrucción. Aquellos que tienen la carga por enseñar se preparan por anticipado, pero raras veces hay alguien oficialmente designado para enseñar. Entre las canciones y las enseñanzas se comparten testimonios acerca de la provisión de Dios, de lecciones aprendidas, de oraciones contestadas, de eventos motivantes, etc. Algunas veces hay periodos de silencio. Frecuentemente un obrero cristiano que está de visita dará un reporte de su ministerio y de la obra de Dios en otros lugares.
No es un espectáculo o actuación. No hay ni un moderador, ni un maestro de ceremonias. A menos que haya un problema que resolver, un visitante ni siquiera sabría quienes son los líderes. No hay una hora oficial para el final de la reunión. Con frecuencia dura una hora y media o dos. O ya todos los que querían terminaron de cantar o hablar, o los niños están ya al final de su aguante, o el hambre de todos motiva la conclusión. Generalmente la reunión termina con oración. Después, todos se quedan para compartir durante el tiempo que deseen. Usualmente la reunión pasa a la Cena del Señor, una comida completa que todos disfrutan.
La reunión de iglesia descrita arriba no es ficción. Este tipo de reuniones suceden en todo el mundo cada Día del Señor. ¡Incluso ocurre en lugares tan poco comunes como Inglaterra, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda! Su modelo son las reuniones de iglesia descritas en el Nuevo Testamento. Los creyentes modernos están tan acostumbrados a asistir a la iglesia en santuarios especiales de vitrales, campanarios, órganos, bancas, púlpito, coros, boletines y directores de alabanza, que se asume que las Escrituras determinan tales parafernalias. La realidad es que las reuniones de la iglesia neo-testamentaria eran completamente diferentes de lo que típicamente se practica hoy en día.
Argumentos Escriturales para las Reuniones Participativas
Las reuniones participativas son de hecho escriturales. Por ejemplo, Pablo le preguntó a los Corintios, “¿Qué concluimos, hermanos? Que cuando se reúnan, cada uno puede tener un himno, una enseñanza, una revelación, un mensaje en lenguas, o una interpretación. Todo esto debe hacerse para la edificación de la iglesia” (1 Cor. 14:26).
¿Usó la Escritura las palabras “sólo uno” en lugar de “cada uno”, lo cual describiría más la mayoría de servicios de las iglesias modernas? Es claro por el texto que aquellas reuniones originales de iglesia eran en mucho diferentes de que lo frecuentemente sucede hoy. Había interacción, espontaneidad y participación. En un sentido, no había realmente una audiencia, porque todos los hermanos eran miembros potenciales de reparto (dependiendo de los dones y la guiánza del Espíritu).
La naturaleza generalmente espontánea y participativa de las reuniones de la iglesia primitiva también es evidente en las regulaciones concernientes a aquellos que hablaban en lenguas:
“Si se habla en lenguas, que hablen dos —o cuando mucho tres—, cada uno por turno; y que alguien interprete. Si no hay intérprete, que guarden silencio en la iglesia y cada uno hable para sí mismo y para Dios” (1 Cor. 14:7-28).
¿Se programaba por anticipado a los que hablaban en lenguas desconocidas? Para nada, considerando la naturaleza sobrenatural del don. Es evidente que las reuniones eran participativas por el simple hecho de que hasta tres personas podían hablar en lenguas y por la necesidad que había de un intérprete presente.
Más indicaciones sobre la naturaleza participativa de sus reuniones, es vista en los lineamientos dados a los profetas en 1. Corintios 14:29-32. Se nos informa que
“en cuanto a los profetas, que hablen dos o tres, y que los demás examinen con cuidado lo dicho” (14:29). La naturaleza espontánea de su participación también se ve en 14:30-31a,
“si alguien que está sentado recibe una revelación, el que esté hablando ceda la palabra. Así todos pueden profetizar por turno…” Claramente, algunos de los profetas llegaban a la iglesia sin haber planeado decir algo, pero entonces recibieron una revelación mientras estaban sentados escuchando.
Uno de los párrafos más controversiales en el Nuevo Testamento está en 1 Cor. 14:33b-35, con respecto del silencio de las mujeres en la reunión. Sin importar cómo se interprete este pasaje, no habría habido necesidad de que Pablo lo escribiera a menos que las reuniones de la iglesia primitiva fueran participativas. Tendría poco sentido que Pablo hubiera escrito esto a las iglesias modernas, ya que en general a nadie se le permite hablar, excepto al equipo pastoral. Es obvio en el 14:35 que las personas hacían preguntas a los que enseñaban durante las reuniones de iglesia:
“Si quieren saber algo, que se lo pregunten en casa a sus esposos…”. Aún si lo único que Pablo quiso decir fue que las mujeres no debían ser las que hicieran las preguntas, todavía nos queda el hecho de que los hombres eran libres de hacerlo. El punto a resaltar acá, es que no se supone que una reunión de iglesia, sea el show de una sola persona. Tiene que haber contribuciones edificantes y aportes motivantes de parte de los que se reúnen.
Casi todas las cartas neo-testamentarias son un “documento ocasional,” llamado así porque fueron escritas en respuesta a algún problema local. Evidente algunos en Corinto querían conducir sus reuniones de manera diferente a lo que este pasaje requiere. Algunos aspectos de las reuniones de iglesia en Corinto eran probablemente una falla. Esto es muy obvio debido a la naturaleza de las dos preguntas que se les hizo:
“¿Acaso la palabra de Dios procedió de ustedes? ¿O son ustedes los únicos que la han recibido?” (1 Cor. 14:36).
Claramente, la Palabra de Dios, no se había originado con los Corintios, y más seguro aún, no fueron las únicas personas que la recibieron. Así pues estas preguntas estaban diseñadas para convencer a los creyentes Corintios, de que no tenían ni el derecho ni la autorización para conducir sus reuniones de una manera distinta a la establecida por los apóstoles. Siendo así, lo que aplicaba a la iglesia de Corinto, aplica para nosotros también. La corrección inspirada sirvió para regular la participación ordenada en las reuniones de iglesia, no para prohibirlas. Pablo escribió,
“procuren profetizar, y no prohíban que se hable en lenguas. Pero todo debe hacerse de una manera apropiada y con orden” (1Cor. 14:39-40).
Tener reuniones de iglesia de esta forma generalmente espontánea y participativa, es de hecho establecido como imperativo. De acuerdo a 1 Corintios 14:37, “si alguno se cree profeta o espiritual, reconozca que esto que les escribo es mandato del Señor.” Así, 1 Corintios 14 no es meramente descriptivo de las reuniones de la iglesia primitiva. Más bien es prescriptivo de la forma como nuestro Señor espera que sean conducidas las reuniones de toda la iglesia. No todas las reuniones de creyentes tienen que ser participativas – solamente la reunión regular de toda la iglesia en el Día del Señor. Otros tipos de reuniones que pueden no ser participativas también son apropiadas (cruzadas evangelísticas, servicios de adoración, seminarios, etc.). Hay que tener la precaución de que las reuniones más grandes, donde unos pocos ejercitan sus dones ministeriales, no se vuelvan un sustituto de la reunión semanal participativa de la iglesia local en el Día del Señor.
Si entendemos el contexto histórico de la iglesia primitiva, no es sorprendente que las reuniones de la iglesia del primer siglo hayan sido participativas. Los primeros creyentes en casi todo el Imperio Romano eran judíos. Estaban acostumbrados a reunirse según el formato típico de las sinagogas, el cual era, por lo menos hasta cierto grado, abierto a la participación de quienes asistían. Un estudio del libro de los Hechos revelará que los apóstoles nunca hubieran podido evangelizar de la manera que lo hicieron, a menos que las sinagogas permitieran el aporte de los individuos en la congregación (13:14-15, 14:1, 17:1-2, 17:10, 18:4, 19.8). Aparentemente a los apóstoles siempre se les permitió hablar en las reuniones de la sinagoga. Si las reuniones de las sinagogas del primer siglo hubieran sido parecidas a la mayoría de los servicios de adoración de la iglesia del siglo veintiuno, ¡Pablo y sus compañeros hubieran tenido que encontrar otra forma de alcanzar a los judíos con el evangelio!
También hay otros indicadores bíblicos. En Hechos 20:7, descubrimos que Pablo
“continuó hablando” (“predicó,” KJV) a la iglesia de Troas hasta la medianoche. La palabra griega que traduce “hablando” es
dialegomia, que principalmente significa “considerar y discutir, argumentar.” De hecho nuestra palabra en español “diálogo” se deriva de allí. Esa reunión en Troas era seguramente participativa. Como alguien que conoció a Jesús en persona, Pablo seguramente habló la mayoría del tiempo, pero la manera en que enseñó, no necesariamente fue un monólogo sin interrupciones.
Hay todavía más. El autor de Hebreos ruega a sus lectores a que
“no dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros” (Heb.10:25). Los primeros creyentes se animaban unos a otros cuando se reunían. Claramente se reunían para hacer esto. Tal motivación, lógicamente, requiere de interacción. Adicionalmente, se instruye a los creyentes en Hebreos 10:24 a reunirse con el objetivo de estimularse al amor y las buenas obras. Esto también requiere de interacción. ¿Qué tantos
“unos a otros” suceden en un servicio de adoración moderno?
El propósito global para todo lo que se hace en una reunión de iglesia era, de acuerdo a Pablo, para la
“edificación de la iglesia” (1Cor.14:26). La palabra griega usada aquí,
oikodome, significa “levantar” o “edificación” (BdLA). Thayer señaló en su léxico que se trata de la acción de alguien que promueve el crecimiento de otro dentro del cristianismo. Así, cualquier comentario hecho en una reunión de iglesia debe estar orientado a animar, levantar, fortalecer o edificar a los demás creyentes presentes. Si no, no es apropiado y no debería ser dicho. Cualquier enseñanza que se traiga debe ser tanto verdadera como motivante. Incluso las preguntas deben ser diseñadas para que finalmente fortalezcan a toda la asamblea. Todas las canciones deben ser edificantes. Cada testimonio es requerido que levante a la iglesia. Como Pedro dijo,
“El que habla, que hable conforme a las palabras de Dios” (1Ped. 4:11). Manteniendo la misma idea, Pablo alentó a la profecía por encima del hablar público en lenguas. Esto es porque todo aquel que profetizaba en una reunión de iglesia hablaba a los demás para su
“edificación, exhortación y consolación” (1 Cor. 14:3), dando como resultado que la iglesia era
“edificada” (14:5). Los Corintios fueron instruidos para
“procurar abundar en dones para la edificación de la iglesia” (14:12). Todo esto apunta hacia la naturaleza participativa de las reuniones de la iglesia primitiva (participativas en el sentido de que cada hermano potencialmente podía dirigirse a la asamblea).
Una observación final: a las reuniones de iglesia de hoy se les llama servicios de adoración. Este título sugiere que la razón para las reuniones cristianas regulares, es para adorar a Dios. Sin embargo, el Nuevo Testamento nunca se refiere a una iglesia reuniéndose en un servicio de adoración. Como ya hemos visto antes, la Escritura indica que la iglesia primitiva se reunía principalmente con el propósito de la edificación y el fortalecimiento mutuo.
No me malentienda. La adoración corporativa ciertamente puede contribuir al fortalecimiento de la iglesia. La adoración, sin embargo, no es la única actividad que puede edificar. El problema está parcialmente en nombrar la reunión un servicio de adoración. Primero, las reuniones de iglesia tienen que ser abiertas a las contribuciones relevantes de la audiencia, no un servicio en donde todo se hace por ellos. Segundo, tal título sugiere que la adoración es la única actividad apropiada que se puede dar. Otras formas de edificación son vistas como menos importantes. Las personas son guiadas a esperar sensaciones emocionales como las relacionadas con la arquitectura de una catedral, velas, santuarios silenciosos, vitrales, música inspiracional y la presentación de un programa que es, en esencia, un acto. Con tales expectativas no bíblicas, una reunión estilo 1 Corintios 14 verdaderamente bíblica parecería extraña, incómoda e incluso desconcertante.
¿Entonces, dónde cuadra la adoración? Jesús le dijo a la mujer del pozo que
“la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre” (Jn. 4:21-24). Al decir esto, Él aclaró que la adoración del Nuevo Pacto no tendría nada que ver con una locación en particular. Va más allá de un domingo a las 11:00 AM y no debería estar ubicada en ningún santuario eclesial.
Hay principalmente dos palabras griegas en el Nuevo Testamento para adoración. La primera es
proskuneo y se refiere a una actitud de adoración reverente hacia Dios. Es humildad hacia el Padre. Es reverencia, aprecio, temor y asombro.
Esta actitud de devoción interna es trabajada de manera muy práctica en la segunda palabra del Nuevo Testamento para adoración (
latreia), la cual se refiere a un estilo de vida de obediencia y servicio. La adoración, por lo tanto, es ambas, una actitud y una acción. Como Francis Scout Key lo declaró en un himno: “Ya que las palabras nunca podrán medir, que mi vida muestre Tu alabanza.” Es así que, aunque nuestra participación en la reunión semanal de iglesia es indiscutiblemente un acto de adoración, así también lo es la calidad de nuestro trabajo, educar nuestros hijos, el amar a nuestras familias, etc. Nuestras vidas diarias deben ser un continuo acto de adoración.
La reunión de los domingos es para beneficio de las personas presentes. No es Dios quien necesita ser fortalecido porque El no es débil. El Señor no necesita ser animado ya que no está ni cansado ni desanimado. A Jesús no le falta nada, pero a Su pueblo seguramente si. Así, el propósito de una reunión de iglesia es equipar al pueblo de Dios para salir a adorar y servirle a Él una semana más (Heb. 10:24-25). Es para motivar a los elegidos a una adoración y obediencia profunda.
Argumentos lógicos para las Reuniones Participativas
Es un simple hecho histórico que la iglesia primitiva se reunía en las casas de sus miembros. No se construyeron edificaciones especiales durante la era neo-testamentaria, ni durante los siguientes doscientos años. Esto necesariamente significó que sus reuniones eran más pequeñas en lugar de ser más grandes. Estos contextos más pequeños esencialmente habrían eliminado la posibilidad de que aquellas reuniones inmaculadas pudieran consistir en un sermón elocuente entregado a una masiva multitud de oyentes silenciosos.
Después que el cristianismo pasó a ser la religión oficial del Imperio Romano, los templos paganos fueron convertidos, por decreto gubernamental, en edificaciones eclesiales. Los creyentes fueron sacados de sus rebaños en reuniones en casas hacia grandes basílicas. Tales reuniones grandes naturalmente eran más un espectáculo o servicio. La enseñanza interactiva se volvió inexistente, y la instrucción era una elocución monologa. Las preguntas de la audiencia no estaban permitidas. La espontaneidad se había perdido. La participación individual fue succionada. El aspecto del
“uno al otro” de una asamblea se hizo imposible. La informalidad dio paso a la formalidad. Los líderes de las iglesias empezaron a usar ropas especiales. Se introdujeron ayudas para la adoración: incienso, iconos, gestos con las manos, etc. Incluso hoy en día continúa, en un menor o mayor grado. En poco tiempo, la manera neo-testamentaria fue tirada por la borda a cambio de las ideas propias de hombres.
¿Cuál es el tipo de reunión de iglesia que cubre mejor las necesidades del pueblo de Dios? Ciertamente muchas cosas buenas vienen de la proclamación semanal de la Palabra de Dios por aquellos líderes de iglesia que han pasado a ser conocidos como predicadores o pastores-maestros. El canto inspiracional y de adoración de los grandes himnos de la fe también es beneficioso. Sin embargo escrituralmente, se supone que debe haber algo más en una reunión de iglesia que simplemente asistir a un servicio.
Permitir que cualquiera de los hermanos que desee participar oralmente en la reunión lo haga, lleva una mayor obra del Espíritu en la medida en que los diversos dones ministeriales empiezan a funcionar. No dejar que funcionen produce atrofia y aún apatía. De acuerdo a lo que Pablo escribió, Dios puede ponerle la carga a varios hermanos, cada uno por separado, para dar una enseñanza. Y el aprendizaje aumenta en la medida en que se hacen preguntas apropiadas al orador. Aplicaciones e ilustraciones adicionales pueden ser ofrecidas por todo el cuerpo en conjunto ante una palabra de instrucción. Los nuevos creyentes aprenden a pensar bíblicamente, con la mente de Cristo, mientras observan a los creyentes más maduros razonar entre si. La madurez aumenta exponencialmente. Los hermanos empiezan a apropiarse de la reunión, asumen la responsabilidad por lo que sucede, y se vuelven participantes activos, en vez de espectadores pasivos.
Testimonio de los Eruditos acerca de las Reuniones Participativas
Los investigadores concuerdan que las reuniones de la iglesia neo-testamentaria eran completamente abiertas y participativas, sin nadie dirigiendo desde el frente. Por ejemplo, afirma el Dr. Henry R Sefton, en A Lion Handbook – The History of Christianity [Un Manual Lion – La Historia del Cristianismo], que “la adoración en la casa-iglesia era de tipo íntimo en el cual todos los presentes tenían una parte activa… (esto) cambió de ser ‘una acción colectiva de toda la iglesia’ a ‘un servicio dicho por el clero el cual los laicos escuchaban.’”
[1]
Ernest Scott, en The Nature of the Early Church [La Naturaleza de la Iglesia Primitiva] escribe, que “el ejercicio de los dones espirituales fue por ende el elemento característico en la adoración primitiva. Esos dones podían variar en su naturaleza y grado de acuerdo a la capacidad de cada individuo, pero ellos eran conferidos a todos y se daba espacio en el servicio para la participación de todos los que estaban presentes… Se esperaba que cada miembro contribuyera a la adoración común con algo se su autoria.”
[2]
En el Mid America Baptist Theological Journal [Diario Teológico Bautista de America Central] el Dr. J. Milikin afirma que en las congregaciones de los primeros cristianos “había aparentemente una libre expresión del Espíritu. En la asamblea pública una persona podía tener un salmo, otro una enseñanza, otro más una revelación, otro una lengua, otro más una interpretación.”
[3]
El Dr. John Drane, en Introducing the New Testament [Introduciendo el Nuevo Testamento] escribió que, “en los primeros días… su adoración era espontánea. Esto parece haber sido considerado el ideal, ya que cuando Pablo detalla la manera cómo una reunión de iglesia debe proceder, señala una participación de muchos guiada por el Espíritu, si es que no de todos… Estaba el hecho de que todos tenían la libertad de participar en tal adoración. En la situación ideal, cuando cada uno era inspirado por el Espíritu Santo, esto era la expresión perfecta de la libertad cristiana.”
[4]
A. M. Renwick, al escribir en The Story of the Church [La Historia de la Iglesia] dijo que, “la esencia misma de la organización de la iglesia y de la vida y adoración cristiana… era la simplicidad… Su adoración era libre y espontánea bajo la guía del Espíritu Santo, y todavía no se había convertido en inflexible debido al uso de manuales de devoción.”
[5]
Consideraciones prácticas
Un aspecto de las reuniones neo-testamentarias que aún se practica hoy en día es el canto. La iglesia en Éfeso fue instruida,
“anímense unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales. Canten y alaben al Señor con el corazón” (Ef. 5:19). Similarmente, los Colosenses fueron exhortados para que
“la palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (Col. 3:16). Sin embargo, quizás no es tan familiar para los creyentes modernos el énfasis del
“unos a otros” (Ef. 5:19; Col. 3:16) del cantar. Según 1 Corintios 14:26, cada uno de los hermanos tenía la oportunidad de traer un himno. No se hace mención en ninguna parte del Nuevo Testamento de un ministro de música o líder de alabanza controlando el canto. Es ciertamente una bendición tener músicos dotados que pueden asistir a la congregación en la alabanza y el canto. Sin embargo, para ser exactos en cuanto a la prescripción neo-testamentaria, los músicos deben tener cuidado de no actuar como aquellos en un show en el escenario. A los hermanos de la iglesia debe dárseles la libertad y la responsabilidad de pedir las canciones que desean que sean cantadas y cuando.
En una nota relacionada (¡se intenta juego de palabras!), algunos cristianos se oponen categóricamente al uso de instrumentos musicales en las reuniones de iglesia. Sin embargo, La palabra griega para “himno” (1 Cor. 14:26) se traduce "salmos" y fundamentalmente significa, “canciones acompañadas por un instrumento de cuerda.” Siendo que los instrumentos no son prohibidos, y ya que no hay ningún patrón conocido en el cual específicamente no se usen, este es argumentativamente un asunto en el cual cada iglesia tiene la libertad de determinar su propia práctica.
Otra característica de las reuniones de la iglesia primitiva que todavía se practica hoy en día es la enseñanza de la Palabra de Dios. Nuestro Señor instruyó a los apóstoles a que hicieran discípulos de todas las naciones, enseñándoles a obedecer todo lo que les había mandado (Mat. 28:20). De acuerdo con esto, aprendemos de Hechos 2:42 que la iglesia de Jerusalén se mantenía firme en la enseñanza de los apóstoles. Más adelante, la enseñanza es considerada como un don espiritual tanto en Rom. 12:7 como en 1 Cor. 12:28. Además, uno de los requisitos para un anciano es que sea capaz de enseñar (1 Tim. 3:2). Los ancianos que trabajan duro en la enseñanza son dignos de doble honor (apoyo económico, 1 Tim. 5:17-18). Sin embargo, en 1 Corintios 14, la enseñanza es colocada junto con las demás actividades de una manera casi caballerosa. Al maestro no se le da la prominencia que uno ve hoy en día en una típica reunión de iglesia. Cada uno de los hermanos que esté bien en la iglesia debía tener la oportunidad de contribuir con una palabra de instrucción (1Cor. 14:26).
Todo esto junto, demanda de nosotros una apreciación de la importancia de aquellos llamados a los ministerios de enseñanza, y sin embargo debemos permitir también la oportunidad a cada hermano de enseñar en nuestras reuniones regulares tipo 1 Corintios 14. Prácticamente, esto también sugiere que cada enseñanza durante el tiempo de una reunión estilo 1 Corintios 14 debe ser más corta, en lugar de más larga, con el fin de permitir la oportunidad a otros que también deseen enseñar.
Sorprendentemente, los ancianos ni siquiera son mencionados en 1 Corintios 14. Esto puede ser debido a que los pastores no dominaban con sus enseñanzas este tipo de reuniones. Esto no es para decir que los ancianos no enseñaban en las reuniones, pero es claro de 1 Corintios 14 que los que no eran ancianos también tenían la oportunidad de hacerlo. Es así que el autor de Hebreos hace la declaración general de,
“debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo” (Heb. 5:12). Es evidente, por su saludo (“saludad a todos vuestros líderes,” 13:24), que no tenía a los líderes en mente, revelando que ¡ni siquiera esperaba que fueran los ancianos quienes leyeran la carta! De cualquier forma, solo por el hecho de que exista la oportunidad para que alguien enseñe, no necesariamente quiere decir que deba enseñar. Los ancianos deben recordarle a la iglesia la advertencia hecha por Santiago de que
“no pretendan muchos de ustedes ser maestros, pues, como saben, seremos juzgados con más severidad” (3:1). La advertencia de Santiago tiene sentido a la luz de las íntimas reuniones participativas que caracterizaban a la iglesia primitiva. Esta libertad de que cualquier hermano enseñe, es precisamente cuando los ancianos son más necesarios. Si un hermano trae una enseñanza o aplicación erróneas, los ancianos deben corregir gentilmente el error. A Timoteo, un obrero apostólico estacionado temporalmente en Efeso, se le pidió que “ordenara a algunos supuestos maestros que dejen de enseñar doctrinas falsas” (1 Tim. 1:3). La Escritura también nos dice que uno de los requisitos para un anciano, es que debe
“apegarse a la palabra fiel, según la enseñanza que recibió, de modo que también pueda exhortar a otros con la sana doctrina y refutar a los que se opongan” (Tito 1:9). Similarmente a Tito le fue dicho
“exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie” (Tito 2:15). El anciano apóstol Juan advirtió acerca de un conocido engañador:
“no lo lleves a tu casa” (2 Jn. 1:10). Uno puede fácilmente ver cómo las instrucciones de Juan se podían haber aplicado a las iglesias en casa con reuniones participativas.
Obviamente hay hermanos mucho más calificados para enseñar que otros. Un anciano, hombre de Dios, con el don para enseñar, que ama al Señor y ha estudiado la Biblia y ha servido a las personas toda su vida, va a tener profundas revelaciones para compartir con la iglesia. Especialmente en la presencia de tales hombres, los demás deberíamos estar
“prontos para oír, tardos para hablar” (Stg. 1:19). Se deben dedicar tiempos especiales para permitir a uno de estos hombres la oportunidad de exponer la Palabra de Dios. Sin embargo, estas reuniones de enseñanza deberían ser consideradas reuniones de obreros o reuniones apostólicas o reuniones ministeriales, no reuniones estilo 1 Corintios 14. Hay un tiempo y lugar para ambas. Más que la mucha participación de una persona, una reunión de iglesia del Día del Señor, se debe caracterizar por intervenciones cortas de muchas personas.
Las iglesias carismáticas y pentecostales están muy familiarizadas con las revelaciones, las lenguas y las interpretaciones. Las iglesias que practican tales dones deben asegurarse de seguir de cerca los lineamientos de 1 Corintios 14:26-32. No se deben permitir las lenguas que no tengan interpretación. Hay un límite en el número de aquellos que hablan en lenguas. Solo debe hablar una persona a la vez. Las profecías deben ser juzgadas, y todo aquel que desea profetizar debe saber anticipadamente que sus palabras serán cuidadosamente evaluadas. Es indudable que algunas de las cosas que se dicen ser profecía o lenguas son falsas. Lidiar con esta área puede ser caótico y frustrante, ya que los muy emocionales e inestables frecuentemente se imaginan que tienen tales dones. De pronto, es por eso que se les dijo a los Tesalonicenses que,
“no desprecien las profecías, sométanlo todo a prueba, aférrense a lo bueno, eviten toda clase de mal” (1 Tes. 5:20-22). En medio de todas estas expresiones sobrenaturales, debe haber orden:
“los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz” (1 Cor. 14:32-33a). Los ancianos juegan un papel clave en ayudar a que todo lo que sucede en la reunión sea hecho “de manera apropiada y con orden” (1 Cor. 14:40).
Algunas iglesias creen que los dones carismáticos desaparecieron en el primer siglo, o que en el presente no tienen a alguien tan dotado. Aún así, permanece el principio de las reuniones participativas. Los hermanos deben en todo caso tener la libertad de, espontáneamente, traer enseñanzas, pedidos o presentar canciones, compartir testimonios, ofrecer oraciones, cuestionar a los oradores, etc. A pesar de sus sospechas teológicas, daría un descanso el leer la Escritura que claramente instruye,
“no impidáis el hablar lenguas” (1. Cor. 14:39). Quizás las lenguas han cesado realmente, pero quizás no. ¿Estamos realmente tan seguros de nuestra teología que estamos dispuestos a contradecir directamente un mandato bíblico?
Otra consideración práctica para las reuniones participativas tiene que ver con la idea de un moderador o maestro de ceremonias. Dese cuenta que ninguno se menciona en 1 Corintios 14. Mientras más madura la iglesia en su experiencia de reuniones participativas, la necesidad de que alguien modere disminuirá. Idealmente, un visitante a una iglesia que funciona apropiadamente, ni siquiera sabría quienes son sus líderes, a menos que hubiese un problema que necesite ser corregido.
El inspirado escritor en 1 Corintios 14:38, lanzó un tiro de advertencia. Después de declarar que estas reuniones participativas ordenadas eran un
“mandato del Señor” (1Cor. 14:37), él entonces advierte que cualquiera que no estuviera de acuerdo con lo que estaba escrito fuera ignorado. Aunque no es muy claro lo que esto significa exactamente, había un tipo de penalidad con que se amenazaba. Se pagaría un precio por desestimar el mandato del Señor para las reuniones de iglesia.
Posibles problemas
Los autores de este libro tienen en conjunto, muchos años de experiencia práctica con reuniones participativas. Hemos observado que se pueden esperar algunos problemas típicos. Los detallamos a continuación con la esperanza de que aquellos que apenas están empezando a experimentar con las reuniones participativas puedan evitar algunas de las equivocaciones más comunes.
Creyentes de banca. Muchos creyentes, después de años de asistir a servicios, están condicionados a sentarse en silencio como si estuvieran viendo televisión. Se requiere de motivación y paciencia para superar esto. La participación significativa al principio le parecerá extraña a las personas. Una incitación y motivación continua por parte del liderazgo durante la semana puede ser necesaria hasta que las personas “rompan la barrera del silencio.” Los líderes pueden incitar a la interacción al preguntar “¿Hay algún testimonio que el Señor quiera que compartas? ¿Hay alguna canción que edificaría a la iglesia? ¿Hay algún tema o pasaje de la Escritura sobre el cual enseñar?
Si extendiéramos una cuerda que atravesara la corriente a nivel del agua, muchas cosas se pegarían a ella durante el día, cosas que de otra manera hubieran pasado de largo flotando. Similarmente, pensar durante toda la semana en qué podemos traer a la reunión ayuda mucho. Si nadie trajera comida a la fiesta de amor ágape, no habría mucho de fiesta. Así mismo, si nadie viene a la reunión preparado para contribuir, ¡no habría mucho de reunión! Hombres, ¿pasan sus esposas más tiempo preparándose para la iglesia (al cocinar para la fiesta ágape) que lo que ustedes hacen (considerando algo para compartir en las reuniones)?
Comentarios que no edifican. Algunas veces, después que las personas han empezado a hablar, se vuelven demasiado casuales. Empiezan a hablar de cosas que realmente no edifican a la asamblea. Solo porque es una reunión abierta, no significa que las personas pueden decir cualquier cosa que quieran. Los líderes tienen que recordarle a la iglesia que cualquier cosa que se diga en la reunión debe estar diseñada para edificar el cuerpo y para animar a todos. Las reuniones de iglesia tampoco deben ser sesiones terapéuticas para los heridos, enfocadas únicamente en una persona y sus necesidades. Aunque tales personas requieren de consejería, por lo general debe ser hecho en un momento diferente a la asamblea corporativa.
Falsas enseñanzas. La atracción de una reunión participativa puede ser lo suficientemente fuerte para hacer que vengan aquellos que tienen teologías aberrantes y están buscando un lugar en dónde promover su doctrina única. ¡Seguir los patrones bíblicos de las reuniones participativas no debe convertirse en la ocasión para que florezcan las falsas enseñanzas! La prevención y corrección de los errores es precisamente la razón de por qué se requieren ancianos. Los ancianos deben ser hombres maduros y fundamentados en la fe. Ellos deben detectar y refutar el error cuando lo oyen, no dándole largas. No debe permitirse ninguna enseñanza en la reunión que sea contraria a la ortodoxia histórica cristiana.
Ignorancia colectiva. En vez de estudiar un tema por anticipado para traer una enseñanza, algunas personas vendrán a la reunión totalmente sin preparación y simplemente lanzarán una pregunta frente a la iglesia reunida esperando una respuesta. Esto es lo opuesto a traer una enseñanza. Es algo así como una anti-enseñanza. Los líderes deben desalentar a las personas de hacer tales preguntas a la iglesia producto de su ignorancia. Tales preguntas solo atraen la atención hacia la persona que pregunta y no están diseñadas para edificar la iglesia. Son demasiado orientadas en sí mismo. Se hacen para responder a una necesidad personal. Además, ya que es poco probable que alguien haya estudiado recientemente el tema en cuestión, la ignorancia colectiva abundará más probablemente mientras cada uno ofrece sus opiniones. Simplemente no existe un sustituto para un estudio cuidadoso, sistemático y profundo de la Escritura en privado y antes de la reunión, y no hay excusa para no hacerlo así. Es el trabajo de los ancianos en mantener las reuniones edificantes.
Reuniones sobrecargadas. Aquellos fundamentados en los boletines de iglesia querrán organizar tales cosas como la enseñanza, música y oración por anticipado. ¡Cuídense de apagar el Espíritu! Es claro de 1 Corintios 14 que las reuniones neo-testamentarias de iglesia eran por lo general espontáneas.
Visitantes molestos. Hay muchos tipos de visitantes molestos. Invitados desinformados pueden fácilmente apropiarse de una reunión con comentarios que no edifican. Los egocéntricos tratarán de controlar la reunión. Los mentalmente inestables hablarán fuerte y con frecuencia, para disgusto de la asamblea. Los críticos podrían atacar lo que hace o cree la iglesia en sus reuniones. Los herejes verán la reunión participativa como una oportunidad de promover su teología errada. En tales casos, los líderes necesitan restaurar el orden con sabiduría y paciencia. Los visitantes deben ser instados por anticipado hacia los lineamientos divinos que están en 1 Corintios 14. ¡Más vale prevenir que curar! Puede ser apropiado invitar al crítico a expresar sus opiniones después, una vez acabada la reunión, durante el tiempo de comunión de la Cena del Señor o en privado con los ancianos.
Control de población. Reuniones que son o muy grandes o muy pequeñas, crean su propio grupo de obstáculos de las reuniones participativas. Muy pocas personas, puede parecer aburrido. Demasiadas personas presentes, intimidarán al tímido y trabajarán contra el libre compartir.
Líderes de alabanza. Los músicos están para facilitar el canto y la adoración de la iglesia, no para controlarlo. Cuídese de los líderes de alabanza que quieran controlar la reunión convirtiéndola en un espectáculo.
Puntualidad. Las iglesias basadas en relaciones notoriamente tienen problemas empezando tarde. Si se anunció que una reunión empezará a cierta hora, entonces los líderes tienen que asegurarse que empiece a esa hora. Es un asunto de cortesía y respeto por el valor del tiempo de los demás. Llegar a tiempo también muestra respeto. Llegar siempre tarde a una reunión es usualmente una señal de agresión pasiva. Cómo mínimo es rudo y desconsiderado.
El maestro de ceremonias. Algunos líderes intentarán ser los maestros de ceremonias de las reuniones, como si fueran anfitriones de un programa de televisión. Talvez ese tipo de dirección sea necesaria en los comienzos de una iglesia, pero en su madurez esto ya no será necesario. Además, no hay nada de malo con el silencio ocasional. Confíe en el Espíritu Santo para guiar la reunión. Lo ideal, de una reunión de 1 Corintios 14, es que un visitante no pueda determinar quienes son los ancianos en la iglesia. A menos que haya un problema, ¡los ancianos deben estar mezclados entre todos los demás! Debemos admitir que la falta de participación de parte de los miembros puede ser un problema, así que los ancianos tendrán que dirigir más en tales casos para motivar la participación de otros.
Niños. Tal parece que los patrones neo-testamentarios indican que los niños estaban presentes en la reunión junto con sus padres. Por ejemplo, Pablo pretendía que algunas de sus cartas fueran leídas en voz alta a toda la iglesia (vea Col. 4:16). Basándonos en Efesios 6:1-3, los niños estaban presentes en las reuniones de la iglesia de Efesios, de lo contrario no hubieran estado para escuchar las instrucciones de Pablo para ellos cuando se leyera la carta. (Compare también con Mat. 19:13-15, Luc. 2:41-50, He. 21:5.)
Sin embargo, los niños muy pequeños que empiezan a llorar fuerte en la reunión deben ser sacados por los padres hasta que se tranquilicen. A los otros niños se les debe enseñar a sentarse quietos o jugar silenciosamente en el piso, para así no interrumpir la reunión. Algunos padres no serán conscientes de esta necesidad y en tales casos los líderes deben hablar con ellos en privado para pedirles que cooperen controlando a sus hijos.
Falsas expectativas. Las personas vendrán invariablemente a una reunión de 1 Corintios 14 con ideas preconcebidas de lo que debe ser la reunión. Por ejemplo, querrán algunos un culto movido de adoración, o cantar únicamente los grandes himnos de la fe. Otros asociarán exclusivamente las canciones de alabanza con una adoración profunda, o esperarán que se den sanidades dramáticas, o querrán una poderosa lectura de la Biblia o alguna presentación emocional del evangelio. Cuando sus expectativas no se cumplen, el resultado será la desilusión y el descontento. Los líderes de la iglesia tienen que estar conscientes de esto, y dar los pasos para ayudar a las personas a tener expectativas bíblicas de las reuniones, y tener las mismas metas que tiene nuestro Señor.
Algunas Objeciones
Algunos supervisores expresan vigorosas objeciones acerca de este tipo de reuniones de iglesia. Con buena razón le temen a que el caos y la anarquía puedan surgir. Recuerde, sin embargo, que aunque hay orden en un cementerio, no hay vida allí. ¡Es mucho mejor tener vida y arriesgarse a algo de desorden! Uno de los oficios de los ancianos es mantener el orden. Los ancianos de la iglesia también son responsables de entrenar a los santos, de tal manera que estén equipados para contribuir de manera significativa en las reuniones y juzgar lo que esté errado por sí mismos. Más allá, se debe confiar en el Espíritu Santo para obrar en la vida de una iglesia. Si las Escrituras verdaderamente revelan el deseo de Dios por reuniones participativas, entonces Dios también se encargará de que las reuniones sean exitosas en el largo plazo.
Al comentar sobre el contraste entre las reuniones de la iglesia primitiva y las reuniones de la iglesia moderna, Gordon Fee observa, “Por mucho la historia de la iglesia apunta al hecho, de que en la adoración nosotros no confiamos mucho en la diversidad del cuerpo. La edificación siempre debe ser la regla, y esto lleva consigo orden, de manera que todos puedan aprender y todos sean animados. Pero no hay crédito en la iglesia histórica que al optar por el ‘orden’, también optó por silenciar el ministerio de los muchos.”
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Francamente, algunos pastores se opondrán a la guianza de 1 Corintios 14 precisamente, porque anunciarla dará como resultado una falta de enfoque en el pastor. Tristemente, un pequeño porcentaje de pastores son egocéntricos, o tienen su necesidad por auto afirmación suplida al ser la súper estrella en un servicio. Esto es un punto ciego que debe ser superado.
También puede haber impedimentos a los mandatos de 1 Corintios 14 si los creyentes están tan intoxicados con su recientemente hallada libertad, que ellos esencialmente corren hacia la anarquía. Se vuelven demasiado desconfiados de las agendas. Para ellos, todo aquel que tenga habilidades de liderazgo es de alguna manera obstinado o malvado. Sin embargo, es obvio que Pablo, un líder de Dios, tenía una agenda divina para las iglesias a las cuales ministraba. El balance es la clave a considerar. ¡Necesitamos estar de acuerdo con la agenda del Señor para ayudar a Sus iglesias a entrar en conformidad con todo lo que el Señor ha ordenado!
Muchas personas han leído 1 Corintios 14 y han juzgado que sus iglesias están en completa conformidad, solo porque la congregación participa a través de lecturas de respuesta, arrodillándose, participando de la oblea y del vino en la Cena del Señor, cantando himnos, diezmando y ofrendando, etc. Parte del problema es, que todo esto está cuidadosamente planeado, no es espontáneo, la estructura es la misma cada semana, y todo el orden completo de la adoración está descrito en el boletín. Puede que haya una limitada participación de la audiencia, pero no hay una verdadera libertad. ¿Alguno de los hermanos tiene la libertad de escoger un himno? ¿De traer una enseñanza? ¿De levantar su mano para hacer una pregunta? ¿Hay espontaneidad?
Conclusión: Afirmaciones y Negaciones
¿Qué conclusiones se pueden sacar con respecto a la manera en que Dios desea que sea conducida la reunión semanal del Día del Señor de iglesia? Nosotros negamos que:
1. La iglesia neo-testamentaria llevara a cabo “servicios de adoración”.
2. Las grandes asambleas de cristianos que se reúnen para la adoración semanal sean un patrón neo-testamentario.
3. Las reuniones de iglesia deban ser dirigidas desde el frente por un líder de alabanza.
4. Los boletines sean necesarios o incluso en algo beneficiosos para una reunión de iglesia.
5. Solo una persona pueda enseñar en la reunión.
6. Los maestros deben ser organizados por anticipado.
7. Los rituales y ceremonias hayan sido parte de las reuniones de la iglesia neo-testamentaria.
8. Sean importantes las ayudas especiales de adoración, tales como, incienso, vestimentas, íconos, estatuas, vitrales o edificaciones adornadas tipo catedral.
9. Los shows tipo espectáculo sean un sustituto legítimo para prescripción del Nuevo Testamento de las reuniones participativas.
En el lado positivo, afirmamos que:
1. La reunión semanal regular de iglesia debe ser participativa y espontánea.
2. Todo lo dicho o hecho debe estar diseñado para fortalecer (edificar) a toda la iglesia.
3. Únicamente una persona a la vez puede dirigirse a la asamblea.
4. Todo debe ser hecho decentemente y en orden.
5. Uno de los roles del anciano en tales reuniones, es mantenerla “alineada” y cumpliendo con la directiva primordial, de que todas las cosas deben ser hechas con el propósito de edificar.
6. Este tipo de reunión participativa no es opcional, no es solamente historia interesante, no es solamente información pintoresca. Tales reuniones son el “mandato del Señor” (1 Cor. 14:37).
Fuente:
Reuniones participativas de la Iglesia
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