Primera Parte
INTRODUCCIÓN
Los primeros capítulos del Evangelio según el apóstol Juan están cargados de lenguaje simbólico y espiritual, mucho más rico de lo que a veces podemos percibir a simple vista desde nuestra mentalidad occidental.
En este breve estudio quiero aventurarme a su lectura e interpretación, mediante el uso de los lentes que las Fiestas de Jehová nos ofrecen, ya que es evidente que la vida y obra de Jesús se apegan a su fiel cumplimiento y a su riqueza de significado.
Esa riqueza de simbolismo y significado es lo que veremos en la narrativa que el apóstol Juan hace de la primera señal que Jesús hizo, en una boda de un pequeño pueblo llamado Caná de Galilea.
EL CONTEXTO
El apóstol Juan impresiona por el fluido uso de la simbología, tipología y teología del Antiguo Testamento en su primer capítulo. Lamentablemente, no tenemos ni el tiempo ni el espacio para adentrarnos en tal fascinante mundo de revelación; pero baste aquí señalar que el apóstol nos introduce en un micro-génesis, en un "nuevo comienzo", en una nueva lectura del génesis y del plan de salvación desde la perspectiva del cumplimiento del reino mesiánico en la vida y obra del Maestro de Galilea, a quien él le da títulos como: la Palabra (Heb. dabár; Gr. lógos), la Luz (Heb. or; Gr. fós), el Mesías (Heb. mashiah; Gr. kristós), el Profeta (Heb. nabí; Gr. profétes); el Cordero (Heb. sei o kebés; Gr. amnós); y el Hijo (Heb. ben; Gr. uiós)). Pongo sus palabras derivadas del hebreo y griego, porque en ambos idiomas (en los que se escribieron la mayoría de los escritos bíblicos) tienen mucho significado y relevancia.
Todos estos títulos apuntan al mensaje central del Evangelio del apóstol Juan, que Jesús es el Hijo de Dios enviado para salvar al pueblo de Dios (Israel) y a las naciones.
Como todo génesis (comienzo) la presencia de la luz, del agua y del Espíritu son muy importantes (Gén. 1:2-5). Pero tampoco vamos a analizarlos en esta oportunidad.
Pero sí podemos afirmar que desde la perspectiva de las Fiestas, es impresionante, por no decir "coincidencial", el ministerio del primo de Jesús, Juan, y su bautismo de arrepentimiento (purificación); ya que esta acción nos conecta con las fiestas de iniciación y purificación: la pascua y los panes sin levadura y las trompetas. De hecho, el profeta bautista fundamenta su
ministerio en Isaías 40:3 y se declara así mismo como "la voz que grita" (trompeta de Dios), es decir, una voz profética.
Dentro de la óptica de la celebración de las Fiestas de Jehová, el bautismo del profeta Juan representaría la "primera" y "segunda" Fiesta, es decir la Pascua (Jn. 1:29, 35-36) y los Panes sin levadura (Jn. 1:23) y por consiguiente el bautismo de Moisés que representó el paso del mar rojo (Jn. 1:28; Éx. 14:21-30; 1Cor. 10:1-2). A su vez el comienzo del Día de Jehová (Mal. 4:5, Mr. 9:11-13; Mt. 17:10-13) y por lo tanto, del ciclo del Tiempo profético de Dios (representado en las Fiestas) que traerá la liberación, purificación, cosecha, restauración, juicio y reposo sobre toda la humanidad y la creación.
Este contexto del ministerio bautismal en las aguas del río Jordán (Jn. 1:28; Jos. 3:1-17; 2Rey. 2:6-15), representa igualmente un "nuevo comienzo", en este caso un comienzo de sucesión ministerial; ya que la primera acción que hizo Josué como sucesor de Moisés fue dividir las aguas del Jordán y pasar en seco por ellas, junto con el pueblo. Así mismo, el primer acto que hizo Eliseo como sucesor del profeta Elías fue dividir las aguas del Jordán. Ahora Jesús, como sucesor del profeta Juan, igualmente en el río Jordán divide la realidad de la esfera terrenal y la esfera celestial (Jn. 1:32-34; 1:51; Lc. 3:21-22).
Y para que veamos el lenguaje simbólico y profético implicado en la vida de Jesús, hago un paréntesis para que observemos que los nombres de ambos profetas se relacionan con la historia de aquellos profetas. El nombre de Jesús proviene del hebreo, y comparte la misma raíz de Yehoshúa (Josué, salvador) y Juan es un nombre hebreo (Yohanán), que según algunos estudios pudiera significar "paloma", ave mansa y dócil, virtudes que mostraba Moisés (Heb. Moshé: "sacado del agua", Nm. 12:3). Pero en su ministerio profético Jesús representó a Eliseo (Heb. Elishá o Elishúa: "Dios de súplica o riquezas) y Juan a Elías (Heb. Eliyá o Eliyáhu: "Dios de Jehová"). Los nombres de Elías y Eliseo comienzan con la letra Alef, cuyo valor numérico es el uno, que significa comienzo. Y los nombres de Juan y Jesús comienzan con la letra Yod, cuyo valor numérico es el diez, que significa nuevo ciclo de administración. Y podemos concluir que al igual que Elías, Juan fue un profeta restaurador; y como Eliseo, Jesús fue un profeta de mayor unción, señales y de resurrección.
Y las vidas de todos estos santos varones de Dios estuvieron relacionadas con el agua y el río Jordán. Es por esa razón que la gente, en especial los líderes religiosos, al ver al profeta desarrollar su ministerio en las aguas del Jordán, querían saber si Juan era el profeta que Moisés prometió, o el retorno prometido del profeta Elías, o el Mesías (Jn. 1:19-22; Dt. 18:15; Mal. 4:5).
También previo a la historia de "la primera señal" de Jesús, podemos observar otro comienzo, el comienzo de los "primeros" discípulos (Jn. 1:35-51) y la estrecha relación espiritual y familiar entre ellos. Y antes de proseguir con la historia de la boda en Caná, el apóstol Juan cita la promesa de Jesús cuando les dijo: "ciertamente les aseguro que ustedes verán abrirse el cielo, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre" (Gén. 28:12-19), lo cual es una clara referencia al patriarca Jacob y su cumplimiento profético, ya que él soñó con una escalera celestial en la ciudad de "Luz" (almendro) que luego él llamó "Bet-el" (casa de Dios), lo cual a su vez apunta a la Fiesta de los Tabernáculos, ya que Natanael estaba "debajo" de una higuera (Jn. 1:48-50); árbol que en el lenguaje profético representa al pueblo de Dios, es decir a la casa o tabernáculo de Dios (Mq. 4:4; Zc. 3:9-10; Jl. 1:6-7; Mt. 24:32).
En la próxima entrega analizaremos e interpretaremos el lenguaje y los hechos que acontecieron en la boda de Caná de Galilea, desde la perspectiva de las Fiestas y el Tiempo de Dios.
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