LA BODA Y EL TIEMPO DE DIOS 4
Hemos dicho anteriormente, en la Tercera parte de este mensaje, que las tinajas representan lo humano, la condición humana, especialmente al sistema religioso humano.
Éste último, debía tener la capacidad de purificar al hombre, pero estaba sin agua, estaba vacío, es decir estaba sin la presencia divina. Necesita la llenura plena del "agua", ser llena de la presencia del Espíritu. Y de ella entonces sale el vino, la sangre de vida que purifica, que vivifica y trae nuevo gozo al hombre.
Es decir, el hombre en su condición vacía, sin vida y sin gozo, necesita ser llenado de la presencia de Dios, por el Espíritu del Señor, para que pueda realmente experimentar la llenura, la vida y el gozo que sólo Dios pueda dar en Cristo.
Jesús lo hizo a la inversa. El siendo Dios, lleno de la plenitud de la vida espiritual de Dios, asume la condición humana (las tinajas); y se vacía, derrama completamente su sangre, su vida; y mediante este acto de sacrificio (como Cordero de Dios) se convierte en una fuente de agua de vida, que realmente purifica, que sacia y trae gozo a todo aquel que bebe de ella, es decir a todo aquel que cree en Él (Jn. 3:5; 4:10-14; 7:37-39; Fil. 2:5-8; 2Cor. 5:21).
Es decir, Jesús por su parte, lleno de la vida y gloria de Dios, decide vaciarse, entregar su vida, su agua y su sangre, para que el hombre pueda ser llenado por la presencia del Espíritu y pueda experimentar el perdón, la vida y el gozo de Dios.
Y por último, ¿Por qué podemos decir que la boda nos impulsa a pensar en "la hora" de Jesús como el momento de su muerte?
Porque al igual que en el primer Génesis hubo una primera boda, la de Adán y Eva, ahora en este segundo Génesis, también tenemos otra boda, la de Jesús y la Iglesia.
Al igual como en la primera pareja, Eva salió del costado de Adán, en la segunda pareja, la Iglesia sale del costado de Jesús. El paralelismo es sencillamente impresionante y el apóstol Pablo así lo reseña, como un misterio, un poderoso misterio (Ef. 5:29-32).
Esta primera señal la hace el Maestro en el contexto de una boda, para apuntar no solamente a "la hora" de su muerte, pero también a "la hora" de su propia boda con Su esposa, la Iglesia. Pero así como pasó con la primera mujer, para que hubiera una segunda esposa, era necesario "operar" el costado del segundo Adán, de quien salió agua y sangre (1Cor. 15:45-49).
CONCLUSIÓN
En el primer capítulo del Evangelio según el apóstol Juan, él se propone por revelación narrarnos lo que sería "un nuevo comienzo", un segundo Génesis. Esto lo podemos observar claramente por el uso que él hace en su primer capítulo de las palabras, figuras, símbolos e historias relacionadas con el "primer génesis" de la creación y del pueblo de Dios.
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¡DÍGALE NO AL PLAGIO!
Por Apóstol Daniel Guerrero
INTRODUCCIÓN
Antes de avanzar en la lectura, le recomiendo al lector que, si no lo ha hecho, lea la Primera parte de este mensaje, que trata sobre el primer capítulo del Evangelio del apóstol Juan, para que pueda entender el acercamiento que estoy haciendo y el contexto de la historia que vamos a analizar a continuación.
Y también por favor lea la Segunda parte de este mensaje, en el que analizamos los primeros versículos del segundo capítulo del Evangelio de Juan, la frase "Al tercer día" y su relación con las Fiestas de los Tabernáculos y de las Primicias. De esa manera, podrá entender el hilo de pensamiento que venimos tramando a través de este estudio.
Y en la Tercera parte de este mensaje analizamos el símbolo y significado del vino, y su relación con las Fiestas de purificación y, en especial, con las de las Trompetas (Shofar/Rosh Ha-Shana), del Perdón (Yom Kippur) y de los Tabernáculos (Sukkot).
Hemos visto, y considero comprobado, que el apóstol evangelista en sus primeros dos capítulos nos introduce a "un nuevo tiempo", a "un nuevo génesis"; por medio de una narración llena de simbolismos y mensajes, en las que desea mostrarnos y demostrarnos que Jesús el Mesías (Yeshúa Ha Mashiaj) vino al mundo (a la creación y al orden creado Jn. 1:11,14) como el Hijo enviado de Dios, para cumplir todo lo que de Él está escrito en la Ley, los Escritos y los Profetas, de acuerdo al tiempo establecido por Dios, expresado en Sus Fiestas solmenes (Jn. 1:18-34, 44-45,49; 2:11; Lev. 23).
Y específicamente, en este estudio he querido mostrar que, en los primeros dos capítulos de su Evangelio, el apóstol Juan quería que sus discípulos, en especial los que conocían los Escritos del Antiguo Testamento, pudieran entender y aceptar que Jesús, cumplió totalmente con el tiempo y el significado de las Fiestas solemnes establecidas por Jehová Dios en la Ley de Moisés. Esta narración de lo que sucedió en la boda de Caná era para Juan la primera señal que indicaba que Jesús de Nazareth era el Mesías esperado por la nación de Israel, en ese momento representada por los judíos de Palestina (Jn. 2:11), y sus primeros discípulos así lo creyeron.
MI HORA
He dicho en reiteradas oportunidades, porque considero que es el marco espiritual o teológico que el apóstol Juan nos da, que la narración de los eventos dados en los primeros dos capítulos de su Evangelio están inmersos en el Tiempo de Dios. Las palabras o lenguaje usado por el apóstol así lo indican: "el principio", "primero", "antes y después", "el siguiente día" (repetida tres veces), "aquel día", "al tercer día", "mi hora", "ahora". Esta observación la he hecho usando la Biblia en su versión Reina-Valera de 1960.
Considero que lo anterior es importante, porque nos permite tratar de entender la mente del escritor, en este caso, la del apóstol Juan, y lo que él nos quiere comunicar, tanto en un lenguaje sencillo (para los pocos conocedores o entendidos), como en un lenguaje simbólico (para los más entendidos en las Sagradas Escrituras del Antiguo Testamento).
Todos los evangelistas registran el uso de la palabra "hora" (He. et; Gr. jóra), tanto dicha por Jesús o por ellos en sus narraciones, en diferentes formas: mi hora (Jn. 2:4); su hora (Jn. 7:30; 8:20; 13:1); la hora (para indicar el momento de su muerte o de su segunda venida; Mt. 24:36; 26:45; Jn. 12:23); hora en general (para indicar diferentes propósitos o acciones, tales como salvación, sanidad, oración, adoración, resurrección, persecución, etc.). Y de los evangelistas, quien más usa esa palabra, es el apóstol Juan (23 veces) y quien le sigue es Mateo (22). Pero quien reseña más el uso de esa palabra en los dichos de Jesús, es el apóstol Juan.
El único lugar donde aparece la expresión "Mi hora" es en el segundo capítulo del evangelio de Juan, en el versículo 4. Y es en respuesta del Maestro a la intervención de su madre, cuando le dijo: -"Ya no tienen vino" (Jn. 2:3). Respuesta que, a mi parecer, luce desproporcionada y como fuera de contexto, si no entendiéramos lo que el evangelista nos viene relatando. O, a menos que el Maestro detectara en su madre otras motivaciones o pensamientos, tales como: -¡Has algo! Ya no tienen vino-. -Es el momento que manifiestes tus habilidades espirituales y quién eres. ¡Has un milagro! Porque ya no tienen vino-. Y doy estas opciones, porque el Maestro luce como tomado por sorpresa, importunado, o molesto ante la intervención de María.
Pero María no luce afectada por la respuesta de Jesús y acto seguido se le acerca a los sirvientes y les instruye que sigan las ordenes que les de su hijo. -"Hagan todo lo que él (Jesús) les diga"-. Una orden sencilla y clara, de alguien que evidencia una resolución y confianza impresionantes, virtudes que sobresalieron en la personalidad de María, en varias oportunidades (Lc. 1:38).
Por otro lado, debemos subrayar aquí el sentido de destino, de propósito, que el Maestro manifiesta aquí, en los comienzos de su vida ministerial. Jesús declara: -"Mi hora no ha llegado"-, y con ello se apropia de su destino, hace suyo un momento de su vida, y evidencia que está consciente y entiende lo que es y representa para Él y para Su Padre, ese tiempo, esa hora.
Tampoco podemos perder de vista el contexto que nos da el apóstol Juan y su intención al compartir su Evangelio. Porque en el primer capítulo él menciona que el profeta Juan el bautista dio testimonio que: 1. él mismo no era el Mesías, que era otro que venía "después" de él, y que al "día siguiente" cuando vio a Jesús, lo señaló como "el Cordero de Dios"(Jn. 1:25-30, 36); 2. que Jesús es el Hijo de Dios sobre el cual el profeta Juan vio descender al Espíritu Santo como paloma (1:32-34). Y también que, por lo menos, dos de sus primeros discípulos reconocieron que Jesús era el profeta esperado (Jn. 1:45; Dt. 18:15), el Hijo de Dios y el Rey de Israel (Jn. 1:49).
LA HORA
Dicho lo anterior, debemos proseguir en averiguar qué Jesús tenía en mente, cuando le dijo a su madre que su "hora" no había llegado. Por el contexto, por lo elementos presentes y el significado espiritual de la "boda" y el "vino", no nos equivocaríamos al señalar que "la hora" a la que Jesús hizo mención era "el momento de su muerte". Y uso aquí la palabra "momento" y no "hora", porque es evidente que cuando el Maestro habla de "hora", no se está refiriendo al significado técnico de un lapso de tiempo de sesenta segundos; sino más bien al significado espiritual o teológico, a un momento kairós, un momento oportuno de Dios.
¿Por qué podemos decir que el contexto nos impulsa a pensar en "la hora" de Jesús como el momento de su muerte? Porque en el mismo contexto, específicamente en el primer capítulo, encontramos por lo menos dos claras referencias a la futura muerte del Maestro: en el Evangelio de Juan capítulo 1 versos 29 y 36. En ambos versículos, el apóstol narra que el profeta Juan presentó a Jesús como "el Cordero de Dios" que quita el pecado del mundo, lo que hace clara referencia al cordero sacrificado en el Día de la Fiesta de la Pascua (Pesaj) o Día de salvación/liberación, y el del Día del Perdón o Expiación (Yom Kippur). Es decir, él pronunció el destino profético de Jesús: él es el Cordero de Dios que fue enviado para ser sacrificado, para morir, por el pecado de su pueblo y de toda la humanidad. La hora iba a venir, cuando él, voluntariamente y por amor, pondría su vida como un sacrificio vivo y derramaría cada gota de su sangre, para quitar "el pecado del mundo" y salvar a todos los que creyeran en él. Esta primera señal apuntaría a esa "hora", a ese día, que se celebraba durante la Fiesta de la Pascua o la Fiesta del Perdón.
¿Qué elementos presentes en esta historia nos podrían hacer pensar que "la hora" de Jesús se trataba del momento de su muerte? Igualmente, hay por lo menos dos, que tienen mucho significado e importancia espiritual o teológica: se tratan del agua y del vino.
Ya mencioné en la Primera parte de este mensaje cómo la vida de santos varones como Moisés, Josué, Elías, Eliseo, y ahora Juan y Jesús, estuvieron relacionados con el agua. Pues el agua, es un símbolo del mundo espiritual, del elemento que nos permite trascender o comunicarnos al mundo espiritual.
El agua, así como la escalera y la puerta, tiene esa carga de significado simbólico, de comunicación entre el mundo material y espiritual. El bautismo por agua del profeta Juan en el río Jordán tiene esa carga; pues es un rito que permitía a sus discípulos pasar de un mundo o estado corrupto de pecado, a uno de santidad y purificación (Jn. 1:26,33), y permitió manifestar al Enviado del cielo a los hijos de la casa de Israel (Jn. 1:31). Y lo mismo hace la referencia que Jesús hace de sí mismo a sus nuevos discípulos, como una escalera, por la cual los ángeles de Dios suben y bajan, indicando claramente un medio de comunicación, de acceso, entre la esfera celestial y la terrenal (Jn. 1:51). Y de sí mismo como la puerta, por donde entran los creyentes (ovejas) que le siguen como Señor y Salvador (Jn. 10:7-9).
Pero el agua también estuvo presente en el principio, al momento de la creación, cuando el Espíritu "se movía sobre la faz de las aguas" y desde allí comienza el proceso de creación de las cosas que están en los cielos, como de las que están en la tierra (Gén. 1:1-2). Esto enfatiza lo que he dicho antes, que el apóstol Juan nos narra en estos primeros capítulos de su Evangelio un nuevo comienzo, un nuevo génesis.
Y el agua también estuvo presente en el momento de la muerte de Jesús. Cuando el soldado romano introdujo su lanza en el costado inerte del Maestro, y salió de él sangre y agua. Otra vez, para indicar lo dos elementos o esferas de existencia presentes en la vida del Maestro: lo terrenal y lo espiritual, lo humano y lo divino.
Por otra parte, el vino, en el Evangelio de Jesucristo, tiene básicamente dos significados y los dos se aplican en esta historia. El vino representa la sangre y el gozo del Espíritu Santo (Lc. 22:20).
Y en este caso, los dos significados del mismo símbolo, se relacionan con las Fiestas y los ritos de purificación. Tanto en la Fiesta de la Pascua como del Perdón es necesario sacrificar un cordero, para luego usar su sangre para purificar lugares, pero también a las personas. Y habiendo participado con fe y obediencia en estas Fiestas y sus ritos, se experimenta el gozo de la salvación, de la esperanza de haber recibido el perdón y la purificación de los pecados.
Este proceso de purificación y gozo, se ve más claramente en la celebración de las últimas tres Fiestas solemnes de Jehová. En la Fiesta de las Trompetas (Yom Teruaj o Rosh Ha Shana) Dios llama la atención de Su pueblo para que comience un período (de nueve días) de auto-examen o evaluación. Luego, al cabo de los nueve días de ayuno, de confesión y arrepentimiento, celebraban la Fiesta del Perdón o Expiación (Yom Kippur), cuando el Sumo sacerdote, una vez al año, sacrificaba un cordero de un año, perfecto, sin mancha ni defectos, y entraba con la sangre de ese cordero en el Lugar Santísimo, para la expiación (perdón) de sus propios pecados como los de todo el pueblo. Y por último, en la Fiesta de los Tabernáculos el pueblo de Dios celebraba el gozo de la salvación, la esperanza y la presencia de Dios, por haber sido perdonados. Jesús cumplió con todos estos significados profetizados por medio de estas Fiestas.
Y como vimos anteriormente, el símbolo del vino, también está presente en el momento cuando el soldado romano clavó su lanza en el costado de Jesús y salió agua y sangre de él.
Y aquí nos encontramos con una situación inversa, si la comparamos con lo que creemos fue el momento que Jesús tenía en mente, cuando mencionó su "hora". Pues lo que realmente Jesús hizo ese día fue un acto profético. Déjenme explicárselo:
Jesús ve seis (6) tinajas de piedra (arcilla, barro) vacías, para ser usadas en el rito de la purificación (lavamiento). Luego ordena llenarlas completamente con agua. Y luego ordena sacar un poco y llevársela al maestresala, para ser probado. En el proceso, el agua se convirtió en vino, de hecho, en un mejor vino.
El agua, así como la escalera y la puerta, tiene esa carga de significado simbólico, de comunicación entre el mundo material y espiritual. El bautismo por agua del profeta Juan en el río Jordán tiene esa carga; pues es un rito que permitía a sus discípulos pasar de un mundo o estado corrupto de pecado, a uno de santidad y purificación (Jn. 1:26,33), y permitió manifestar al Enviado del cielo a los hijos de la casa de Israel (Jn. 1:31). Y lo mismo hace la referencia que Jesús hace de sí mismo a sus nuevos discípulos, como una escalera, por la cual los ángeles de Dios suben y bajan, indicando claramente un medio de comunicación, de acceso, entre la esfera celestial y la terrenal (Jn. 1:51). Y de sí mismo como la puerta, por donde entran los creyentes (ovejas) que le siguen como Señor y Salvador (Jn. 10:7-9).
Pero el agua también estuvo presente en el principio, al momento de la creación, cuando el Espíritu "se movía sobre la faz de las aguas" y desde allí comienza el proceso de creación de las cosas que están en los cielos, como de las que están en la tierra (Gén. 1:1-2). Esto enfatiza lo que he dicho antes, que el apóstol Juan nos narra en estos primeros capítulos de su Evangelio un nuevo comienzo, un nuevo génesis.
Y el agua también estuvo presente en el momento de la muerte de Jesús. Cuando el soldado romano introdujo su lanza en el costado inerte del Maestro, y salió de él sangre y agua. Otra vez, para indicar lo dos elementos o esferas de existencia presentes en la vida del Maestro: lo terrenal y lo espiritual, lo humano y lo divino.
Por otra parte, el vino, en el Evangelio de Jesucristo, tiene básicamente dos significados y los dos se aplican en esta historia. El vino representa la sangre y el gozo del Espíritu Santo (Lc. 22:20).
Y en este caso, los dos significados del mismo símbolo, se relacionan con las Fiestas y los ritos de purificación. Tanto en la Fiesta de la Pascua como del Perdón es necesario sacrificar un cordero, para luego usar su sangre para purificar lugares, pero también a las personas. Y habiendo participado con fe y obediencia en estas Fiestas y sus ritos, se experimenta el gozo de la salvación, de la esperanza de haber recibido el perdón y la purificación de los pecados.
Este proceso de purificación y gozo, se ve más claramente en la celebración de las últimas tres Fiestas solemnes de Jehová. En la Fiesta de las Trompetas (Yom Teruaj o Rosh Ha Shana) Dios llama la atención de Su pueblo para que comience un período (de nueve días) de auto-examen o evaluación. Luego, al cabo de los nueve días de ayuno, de confesión y arrepentimiento, celebraban la Fiesta del Perdón o Expiación (Yom Kippur), cuando el Sumo sacerdote, una vez al año, sacrificaba un cordero de un año, perfecto, sin mancha ni defectos, y entraba con la sangre de ese cordero en el Lugar Santísimo, para la expiación (perdón) de sus propios pecados como los de todo el pueblo. Y por último, en la Fiesta de los Tabernáculos el pueblo de Dios celebraba el gozo de la salvación, la esperanza y la presencia de Dios, por haber sido perdonados. Jesús cumplió con todos estos significados profetizados por medio de estas Fiestas.
Y como vimos anteriormente, el símbolo del vino, también está presente en el momento cuando el soldado romano clavó su lanza en el costado de Jesús y salió agua y sangre de él.
Y aquí nos encontramos con una situación inversa, si la comparamos con lo que creemos fue el momento que Jesús tenía en mente, cuando mencionó su "hora". Pues lo que realmente Jesús hizo ese día fue un acto profético. Déjenme explicárselo:
Jesús ve seis (6) tinajas de piedra (arcilla, barro) vacías, para ser usadas en el rito de la purificación (lavamiento). Luego ordena llenarlas completamente con agua. Y luego ordena sacar un poco y llevársela al maestresala, para ser probado. En el proceso, el agua se convirtió en vino, de hecho, en un mejor vino.
Hemos dicho anteriormente, en la Tercera parte de este mensaje, que las tinajas representan lo humano, la condición humana, especialmente al sistema religioso humano.
Éste último, debía tener la capacidad de purificar al hombre, pero estaba sin agua, estaba vacío, es decir estaba sin la presencia divina. Necesita la llenura plena del "agua", ser llena de la presencia del Espíritu. Y de ella entonces sale el vino, la sangre de vida que purifica, que vivifica y trae nuevo gozo al hombre.
Es decir, el hombre en su condición vacía, sin vida y sin gozo, necesita ser llenado de la presencia de Dios, por el Espíritu del Señor, para que pueda realmente experimentar la llenura, la vida y el gozo que sólo Dios pueda dar en Cristo.
Jesús lo hizo a la inversa. El siendo Dios, lleno de la plenitud de la vida espiritual de Dios, asume la condición humana (las tinajas); y se vacía, derrama completamente su sangre, su vida; y mediante este acto de sacrificio (como Cordero de Dios) se convierte en una fuente de agua de vida, que realmente purifica, que sacia y trae gozo a todo aquel que bebe de ella, es decir a todo aquel que cree en Él (Jn. 3:5; 4:10-14; 7:37-39; Fil. 2:5-8; 2Cor. 5:21).
Es decir, Jesús por su parte, lleno de la vida y gloria de Dios, decide vaciarse, entregar su vida, su agua y su sangre, para que el hombre pueda ser llenado por la presencia del Espíritu y pueda experimentar el perdón, la vida y el gozo de Dios.
Y por último, ¿Por qué podemos decir que la boda nos impulsa a pensar en "la hora" de Jesús como el momento de su muerte?
Porque al igual que en el primer Génesis hubo una primera boda, la de Adán y Eva, ahora en este segundo Génesis, también tenemos otra boda, la de Jesús y la Iglesia.
Al igual como en la primera pareja, Eva salió del costado de Adán, en la segunda pareja, la Iglesia sale del costado de Jesús. El paralelismo es sencillamente impresionante y el apóstol Pablo así lo reseña, como un misterio, un poderoso misterio (Ef. 5:29-32).
Esta primera señal la hace el Maestro en el contexto de una boda, para apuntar no solamente a "la hora" de su muerte, pero también a "la hora" de su propia boda con Su esposa, la Iglesia. Pero así como pasó con la primera mujer, para que hubiera una segunda esposa, era necesario "operar" el costado del segundo Adán, de quien salió agua y sangre (1Cor. 15:45-49).
CONCLUSIÓN
En el primer capítulo del Evangelio según el apóstol Juan, él se propone por revelación narrarnos lo que sería "un nuevo comienzo", un segundo Génesis. Esto lo podemos observar claramente por el uso que él hace en su primer capítulo de las palabras, figuras, símbolos e historias relacionadas con el "primer génesis" de la creación y del pueblo de Dios.
Podemos concluir que la boda se celebró en el contexto de la Fiesta de los Tabernáculos, que a su vez representó las Primicias del ministerio de nuestro Señor; y por lo tanto, también apunta al momento de Su muerte y resurrección, así como con el nacimiento de su Esposa, la Iglesia.
Que esta primera señal denuncia la decadencia e ineficiencia del sistema religioso humano; y proclama a Jesús como el Cordero de Dios que quita (purifica) el pecado del mundo y, por el poder de Sus palabras y del Espíritu Santo que mora en Él, puede dar verdadera vida y gozo espiritual a todos los que de Él beben (creen. Vea: Jn. 4:10, 14-15; 6:54; 7:37-39).
Que esta primera señal denuncia la decadencia e ineficiencia del sistema religioso humano; y proclama a Jesús como el Cordero de Dios que quita (purifica) el pecado del mundo y, por el poder de Sus palabras y del Espíritu Santo que mora en Él, puede dar verdadera vida y gozo espiritual a todos los que de Él beben (creen. Vea: Jn. 4:10, 14-15; 6:54; 7:37-39).
Y por último, esta primera señal que se dio en el contexto de la Séptima Fiesta, la Fiesta de los Tabernáculos, nos indica que la vida y obra de Jesús iba a estar enmarcada dentro del Tiempo de Dios, bajo el Calendario de Dios expresado en Sus Fiestas solemnes:
1. Según estudios bíblicos e históricos, todo parece indicar que Jesús nació en el contexto de la Fiesta de los Tabernáculos (Sukkot)
2. Su ministerio fue precedido por el ministerio profético de Juan el bautista, que como voz de Dios (Shofar), llamaba al pueblo de Dios al arrepentimiento y preparaba el camino para la venida del ministerio redentor del Jesús el Cristo (Yeshúa Ha-Mashiaj).
3. Esta primera señal, el inicio de su manifestación como el Profeta, el Mesías-Rey esperado, se dio en el contexto de la celebración de la Fiesta de los Tabernáculos (Sukkot).
4. Su cuerpo fue preparado como un Pan sin levadura, sin mancha ni contaminación (Hag Ha-Matzah).
5. Su muerte ocurrió durante la celebración de la Pascua (Pesaj). Pero a su vez, como el Cordero de Dios, fue el sacrificio completo y perfecto, mediante el cual todo aquel que cree en Él puede obtener el perdón de sus pecados y acceso al Reino de Dios (Yom Kippur).
6. Su resurrección ocurrió en el tercer día, como Primicias de la resurrección (primeros frutos), en el contexto de la Fiesta de la cosecha de la cebada (Bikkurim).
7. Y por todos conocido, la venida del Espíritu Santo sobre el Cuerpo de Cristo, la Iglesia, ocurrió durante la celebración de la cosecha del trigo o Fiesta de Pentecostés (Savuot).
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