SIGNIFICADO DE LA FIESTA DEL PERDÓN
Por Pra. Cory Guerrero y Ap. Daniel Guerrero
Por Pra. Cory Guerrero y Ap. Daniel Guerrero
La Fiesta del Perdón, es una de las "Fiestas solemnes de Jehová" que encontramos en Levítico 23:2,26-32 y que se celebra en el mes de Tishri (septiembre-octubre). En hebreo es conocida como "Yom Kippur" o Día de la expiación; también se le conoce como el "Día del arrepentimiento".
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¡DÍGALE NO AL PLAGIO!
Era la Fiesta más solemne e importante en el calendario festivo religioso, pues representaba el Día del juicio, cuando el Sumo sacerdote y el pueblo recibían el perdón de Dios por los pecados cometidos en el año, que recién culminaba.
La Fiesta del Perdón era parte de los "Días del temor reverente" (Yamim Noraim), que comenzaba con la Fiesta de las trompetas (Yom Teruah), con la cual Dios, a través del sonido de las trompetas (shofar), llamaba a Su pueblo al arrepentimiento y a volverse a Él, para ser juzgados y recibir el perdón. El pueblo durante diez (10) días, después de la Fiesta de las trompetas se dedicaba a la oración, al ayuno y al arrepentimiento, con miras a ser perdonado por Dios por todos sus errores y pecados.
El Día del perdón era el clímax de ese proceso de aflicción y arrepentimiento. En ese día, los israelitas practicaban un ayuno absoluto (sin comida, sin bebida, sin trabajo ni aún relaciones sexuales), para afligir sus almas ante Dios y manifestar su genuino arrepentimiento.
Era el único día en todo el año cuando el Sumo sacerdote podía entrar al Lugar Santísimo, para ofrecer ofrenda de perdón (expiación) por sus pecados y por el pecado de todo el pueblo. Y para ello debía cumplir con todo un proceso de purificación y preparación, para que la ofrenda por el pecado (expiación), fuera aceptada por Dios y surtiera efecto el perdón prometido, según la Ley dada a Moisés (Lev. 16:1-34).
El Sumo sacerdote debía bañarse, usar sus vestidos sacerdotales especiales y cumplir con los respectivos ritos de purificación.
Ese día se hacían tres sacrificios, dos machos cabríos para la expiación y un carnero o becerro para el holocausto. Sobre los dos machos cabríos se echaba suerte, pues uno era destinado para ser ofrecido como holocausto para la expiación (sustitución) y el otro era para ser ofrecido como ofrenda por todo el pecado del pueblo y luego liberado en el desierto.
Pero en el Nuevo Testamento (el Nuevo Pacto), se nos enseña claramente que nuestro Señor Jesucristo ofreció un mejor y más completo sacrificio, no en un tabernáculo hecho de manos de hombre, sino en el cielo mismo. Y por lo tanto se hizo mediador de un mejor Pacto (Hebreos 9:23-28; 8:1-6).
El sacrificio perfecto de Jesucristo en la cruz, proveyó la solución total y definitiva al problema del pecado, tanto del pueblo de Israel como de toda la humanidad (Heb. 9:11-12; 24-25). Como lo dice el autor de Hebreos "Cristo habiendo ofrecido una vez y para siempre un solo sacrificio por los pecados se ha sentado a la diestra de Dios... porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados" (10:12-14).
Jesús, siendo sin pecado y sin defecto, tomó nuestro lugar, tomó nuestros pecados, maldiciones y enfermedades sobre sí y murió en nuestro lugar. En ese acto de supremo amor por la humanidad, en la cruz del Calvario, Él fue la ofrenda para la expiación y el sacerdote (mediador) ante Dios (Isaías 53:3-12; 1Pedro 2:22-24; Hebreos 9:13-15).
Como bien lo dice el autor de Hebreos, Jesús nos dio un mejor sacrificio, un mejor pacto y un mejor sacerdocio.
En este Nuevo Pacto, nosotros vivimos la realidad de las cosas espirituales que le fueron mostradas a Moisés y que quedaron establecidas en la Ley y las ordenanzas. Pero era necesario que de las sombras pasáramos a la realidad.
Jesucristo fue constituido por Dios como Sumo sacerdote, según la orden de Melquisedec (Heb. 7:17-22); pues Él siendo descendiente de la tribu de Judá (hijo de David) no podía participar del sacerdocio ni de los sacrificios, que les fueron asignados a los descendientes de la tribu de Leví (a los levitas).
Pero en las Sagradas Escrituras había la promesa que vendría uno, que sería constituido sacerdote, según la orden de Melquisedec, rey-sacerdote de Salem a quien Abraham entregó los diezmos (Gén. 14:17-20; Sal. 110:1-4). Este es un nuevo sacerdocio que es eterno e inmutable, que no depende del orden de descendencia levítica; sino por "el poder de una vida indestructible" y por el juramento dado por Dios mismo (Heb. 7:15-22).
Jesús como Sumo sacerdote es mejor, pues es "santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores y hecho más sublime que los cielos, que no tiene necesidad de cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez y para siempre, ofreciéndose a sí mismo" (Heb. 7:26-27). Pero también se dice que fue tentado en todo; que fue obediente en todo; que fue constituido por Dios mismo; y obediente hasta el final.
Así que, Jesucristo logró un mejor sacrificio, un mejor sacerdocio y un mejor pacto, por medio del cual podemos acercarnos a Dios, nuestro Padre, con absoluta confianza y seguridad, pues nuestro Señor y Salvador ha logrado una eterna y completa salvación, para todos aquellos que creen en Él y viven para glorificarle en todo (Heb. 10:11-22). A través de Jesús, su sacrificio, su sangre y sacerdocio, tenemos pleno acceso, ya no a un tabernáculo hecho por hombres, sino a la misma presencia de Dios, al cielo mismo; y no una sola vez, sino cada día y en cualquier momento y en cualquier lugar donde nos dispongamos a buscar Su rostro.
CONCLUSIÓN
Así que, ya conociendo el significado de la Fiesta del perdón (o de la expiación) y la victoria que Jesucristo logró mediante Su sacrificio en la cruz ¿por qué y para qué celebramos esta fiesta, sabiendo que es "sombra" de una realidad superior?
1. Porque es una de las Fiestas solemnes de Jehová establecida en el Primer Pacto por Moisés y que logró su pleno cumplimiento en el Segundo Pacto establecido por nuestro Señor Jesucristo. Si no conocemos con claridad lo establecido por Dios en el Antiguo Pacto, no podremos conocer ni entender con profundidad lo que Él estableció y logró en el Nuevo Pacto.
2. Es una Fiesta, una celebración, una esfera de tiempo, en la que el Señor nos puede revelar aún más Su Palabra, Su propósito para el pleno cumplimiento de esta Fiesta y Su voluntad para nuestras vidas.
3. Es una gloriosa oportunidad para entender, valorar y celebrar la victoria que Jesucristo logró mediante Su sacrificio en la cruz del Calvario a favor de cada uno de nosotros. ¡Fuimos perdonados! Lo que nosotros no podíamos lograr, nuestro Señor Jesús lo logró por nosotros. Con la ofrenda de Su vida y mediante Su ministerio sacerdotal, Él logró eterna salvación y el perdón de nuestros pecados de una vez y para siempre.
4. Es una Fiesta que nos une como Pueblo de Dios, pues celebramos en comunión y unidad, la herencia y las bendiciones que el Señor nos ha dado como Sus reyes y sacerdotes, para la alabanza de Su gloria.
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