IGLESIA CASERA Parte VI
Un cambio de Paradigma en la Fundación de Iglesias I
Por apóstol Dr. Daniel Guerrero
INTRODUCCION
Estamos a principios del Tercer milenio. Han pasado más de 2,000 años desde que el Señor Jesucristo entregó la Gran Comisión a Sus discípulos y a estas alturas nos encontramos con aproximadamente el 50% de la población mundial sin ser evangelizada, entre más de 3,500 grupos humanos (etnias) no alcanzados, que se encuentran principalmente en lo que recientemente se ha denominado la región de la Ventana 10/40 que cubre países del Lejano Oriente, Sur y Centro de Asia, Medio Oriente, Norte de África y Sur de Europa. Estamos hablando de más de 3 mil millones y medio de personas.
Paralelo a este enorme desafío, en el Mundo Cristiano nos encontramos con serios problemas: Primero, en los países del Atlántico Norte, que en tiempos pasados fueron Cristianos, actualmente viven un proceso que algunos sociólogos llaman de Post-Cristianismo; disminución acelerada de la membrecía de las iglesias Cristianas en todas sus manifestaciones; la degradación moral; aumento del consumo de la droga y de la pornografía; el surgimiento de sectas filosófica-religiosas y el aumento de la población Islámica. Segundo, en los países del Sur o llamados en “Vías de desarrollo” si bien es cierto están experimentando un rápido crecimiento en su membrecía Cristiana, no es menos cierto que paralelo a este crecimiento no se observan: 1) la tan anhelada transformación social de sus sociedades; 2) el desarrollo socio-cultural de sus pueblos; 3) y una sana reflexión y práctica bíblica en sus congregaciones.
Todo lo contrario, en América Latina por ejemplo, observamos que, el consumo y tráfico de drogas sigue en aumento; las iglesias evangélicas siguen siendo plagadas de cuánta falsa doctrina y movimientos son elaborados en los países del Hemisferio norte; el surgimiento de más sectas en su medio de corte mágico-religioso y orientales; además de que sus índices de pobreza y desarrollo, lejos de mejorar, empeoran. En África, el flagelo del Sida sigue rampante en su trayectoria de muerte y dolor; algunos Cristianos aún participan en las masacres étnicas y en las interminables guerras civiles que agobian a muchas de estas naciones; y sus países persisten en reflejar los más dramáticos cuadros de pobreza y miseria humana. Por último en Asia, igualmente el consumo y tráfico de drogas aumenta; crece alarmantemente el negocio de la prostitución y tráfico de niñas; y el deseo de lucro o prosperidad en sus iglesias Cristianas no toma en cuenta los desesperados cuadros de pobreza y miseria de sus millones de pobladores.
Con todo, también es cierto, que en medio de toda esta tragedia la predicación del Evangelio del reino y el establecimiento de la iglesia de Jesucristo continúa indetenible. Y que en relación a la fuerza para la cosecha, la ecuación no ha variado y seguimos teniendo pocos obreros ante una mies que es mucha. Pero considero que como líderes responsables debemos reflexionar seriamente a la luz de la Palabra de Dios y humildemente ante la guía del Espíritu Santo, de manera que podamos revertir los escenarios anteriores, descritos brevemente. Es necesario que nos hagamos preguntas críticas: ¿Por qué en ciertos escenarios socio-culturales hemos sido tan lentos e ineficientes? ¿Hasta qué punto nuestra práctica misionera ha sido un estorbo en sí misma? ¿Por qué el crecimiento de la iglesia no es acompañado por la transformación social de las naciones? ¿Hasta qué punto nuestras estrategias nos impiden un mejor proceso de discipulado y una más rápida siembra de iglesias?
El objetivo de este artículo es ayudarnos en ese proceso de reflexión y que consideremos nuevas alternativas ministeriales, para lograr la tarea de la Gran Comisión acompañada de procesos de transformación social, en el contexto de comunidades Cristianas sanas, dinámicas y reproducibles en cualquier contexto social, cultural, económico y religioso.
TRASFONDO
La presente reflexión bíblica y misiológica surgió desde la práctica de la obra misionera en un país Asiático. Durante el desarrollo de un proyecto que perseguía el establecimiento de la Iglesia de Jesucristo entre un grupo humano Musulmán no alcanzado. Y se nutre de la obra de David Garrison, “Movimientos de plantación de iglesias” (Church planting movements, 1999) y de “Una guía para plantar iglesias” (Church planting guide), del Dr. George Patterson.
En el 2000, mientras hacía un entrenamiento de plantación de iglesias en contextos transculturales, fui expuesto a los conceptos de MPI de Garrison y a los retos de cómo alcanzar a los musulmanes con el Evangelio de Jesucristo, de una manera relevante y efectiva, en el contexto socio-cultural del país donde laborábamos. Estas experiencias nos llevaron como equipo a reflexionar en la Palabra de Dios, y a vez tras vez buscar dirección de Dios, en una labor que no deja de ser lenta y exigente. Pero siempre nos escuchábamos preguntar en alta voz: -¿Qué podemos hacer para establecer efectivamente la iglesia de Jesucristo entre los Musulmanes de este país? ¿Qué puede decirnos la Biblia con respecto a cómo evangelizar, discipular y entrenar a los nuevos creyentes? ¿Qué podemos hacer para ver una rápida multiplicación de iglesias entre los Musulmanes?
El presente artículo pretende reflejar parte de este proceso de reflexión y dar respuesta a estas y otras muchas preguntas. Es nuestra profunda oración que podamos ayudarle en su propio proceso de reflexión y juntos podamos trabajar para la gloria de Dios y la salvación de muchos entre las naciones.
UNA RESPUESTA
Durante el entrenamiento en el 2000, mientras escuchaba la declaración que a los Musulmanes les cuesta aceptar la divinidad de Jesucristo, como el Hijo de Dios, vino a mi mente la idea que lo mismo pasa con los Judíos; y seguidamente vinieron dos historias de dos Judíos con Jesús. La primera historia fue la entrevista de Nicodemo, un maestro judío y miembro del Sanedrín, con el Maestro Galileo. Allí Jesús enseña claramente que, para poder entrar en el reino de Dios, entender y recibir la idea del “nuevo nacimiento” y la obra redentora del Hijo de Dios, sólo puede ser por revelación de Dios (Juan 3:5-18). La segunda historia nos da un ejemplo contundente de lo anterior y vemos a Pedro, uno de los discípulos del Maestro, declarar que Jesús era “el Cristo, el Hijo del Dios viviente”; a lo que Jesús inmediatamente responde que, tal declaración fue posible por la revelación de Dios en su vida (Mateo 16:16-17).
Estas dos historias me llevaron a comparar a los Judíos y a los Musulmanes ante el mensaje el Evangelio y extraje las siguientes conclusiones:
- Ambos grupos aceptan a Jesús solamente como un profeta.
- Ambos grupos no creen en la divinidad de Jesús.
- Ambos grupos no creen en el sacrificio redentor de Jesús.
- Ambos grupos no creen que la resurrección de Jesús ocurrió.
- Ambos grupos basan su religión en el seguimiento estricto de una ley.
- Ambos grupos creen que la salvación es por obras.
- Ambos grupos creen en un solo Dios y no aceptan la Trinidad.
Ante esta breve reflexión comencé a preguntarme si la experiencia de Jesús con sus discípulos Judíos podría ayudarnos en nuestros intentos por alcanzar a nuestros vecinos Musulmanes.
- ¿Cómo Jesús les presentó el Evangelio?
- ¿Cómo y cuando los discípulos creyeron en Jesús?
- ¿Cómo Jesús discipuló a los doce?
- ¿Cómo los entrenó?
- ¿Era el grupo de los doce un modelo prescriptivo para la iglesia naciente?
Si desea continuar con la Segunda parte de este artículo, haga click aquí.
ARTÍCULOS RELACIONADOS:
Por favor, incluya la siguiente declaración en las copias distribuidas: Por [Nombre del autor] © [Fecha] Comunidad cristiana Hay paz con Dios. Sitio web: http://haypazcondios.blogspot.com/
¡DÍGALE NO AL PLAGIO!
0 comentarios:
Publicar un comentario
Apreciamos y agradecemos muchos tus comentarios o sugerencias, por favor déjalos aquí: