EL LIDERAZGO DE LA MUJER Segunda Parte
El Lugar de la Mujer en la Iglesia de Cristo
Carta a las Hermanas
Por Frank Viola
¿Qué clase de “silencio” es este?
Pongamos atención al contexto... histórico, social, local y espiritual... es el todo, cuando
queremos interpretar acertadamente un pasaje de la Escritura. Así pues veamos el contexto
local del primer “pasaje limitante”.
1 Corintios 14:29 - 35
"Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. Y si a otro que estuviere sentado, fuere revelado, CALLE el primero. Porque podéis todos profetizar uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados. Y los espíritus de los que profetizaren, son sujetos a los profetas; (porque Dios no es Dios de desorden, sino de paz) como en todas las iglesias de los santos. (Vuestras) mujeres CALLEN en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren APRENDER alguna cosa, pregunten en casa a sus maridos; porque deshonesta cosa es hablar las mujeres en la congregación".
Aquí encontramos varias cosas para ser tomadas en consideración. En primer lugar, Pablo, con anterioridad en su carta, ya había alentado a las mujeres a orar y profetizar (1 Corintios 11:5).
En segundo lugar Pablo, en el capítulo 14, exhorta a toda la iglesia a funcionar diciendo en el verso 31 “Porque podéis todos profetizar uno por uno”, y en el verso 26 "cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación; hágase todo para edificación" (Es ridículo excluir a las mujeres de estas dos exhortaciones. Sería igual a
decir que la iglesia no incluye a las mujeres y el Nuevo Testamento está escrito para los hombres).
Por tanto, para Pablo decir de repente que la mujer no puede hablar, nunca, en la reunión de la iglesia, es equivalente a contradecirse en el corto espacio de unas pocas palabras. Sin embargo, si ponemos atención al contexto, se resuelve esta aparente discrepancia.
Si damos vuelta a 1 Corintios 14, aparece el siguiente cuadro: Las reuniones de la iglesia de Corinto, se llevaban a cabo en un completo caos. Muchos hablaban en diferentes lenguas a la vez sin nadie que interpretara lo que se decía. Otros profetizaban a la vez y lo que decían requería de una cierta evaluación. Desgraciadamente, pocos lo hacían.
Tengan presente que algunos en la iglesia dudaban de la resurrección (1 Corintios 15). Otros pensaban que era aceptable visitar prostitutas y cometer incesto. En sus mentes, como esto lo hacían con sus cuerpos y no con su espíritu, eran actividades inocentes (1 Corintios 5 – 6). Además de todas estas cosas, las mujeres interrumpían haciendo preguntas. Su motivación era aprender. Pero con ello agregaban más distracción a la ya de por sí enredada reunión.
En el mundo antiguo, era muy común interrumpir al que hablaba por el que escuchaba, por medio de preguntas. Pero era considerado de mal gusto si el que preguntaba reflejaba ignorancia. Tenemos que hacer notar que la mujer del siglo primero, tanto judía como gentil, tenían escasa o ninguna educación. Las excepciones eran muy raras.
Las mujeres estaban entrenadas para ser principalmente dueñas de casa. Por tanto, el que una mujer interrogara a un hombre en público era considerado bochornoso en el mundo greco–romano. Puesto que, en esta cultura greco – romana, cuando una mujer interrumpía a un hombre con preguntas, la sociedad sentía que los hombres eran interrogados por personas socialmente inferiores y, en consecuencia, esto era considerado vergonzoso.
En 1 Corintios 14, Pablo trata este tremendo desorden. En primer lugar se enfrenta al abuso y mal uso de las lenguas y da guías para su uso debido (1 Corintios 14:1–28). Luego él cambia su foco de atención al tema de dar y evaluar las palabras proféticas (1 Corintios 14:29–34).
Así pues, comenzando en 1 Corintios 14:29, Pablo cambia su foco de atención hacia los profetas y su trabajo en la iglesia. Les dice que cuando los santos profetizan, estos no deben hacerlo a la vez, sino de dos o tres. Luego deben hacer una pausa para que la iglesia “pase juicio” a lo que fue dicho.
El pasar juicio – discriminar – envuelve la acción de hacer preguntas a los profetas. Traía consigo el inquirir y probarles para aprender lo que querían decir. Y también ver si era válido o no. (Esta era la forma común de aprender, tanto para judíos como para gentiles, en el escenario de enseñanza de la época).
Es dentro de este mismo contexto cuando Pablo cambia el foco hacia las hermanas y les dice que no deben participar en esta manera de intercambio de hacer preguntas. Que si no entienden una palabra profética o tienen preguntas sobre lo que se ha dicho, deben hacer estas preguntas a sus maridos, en casa. Su enseñanza debe ocurrir en la casa, no en la reunión. La reunión no está diseñada para contestar preguntas.
Con esto en mente, leamos de nuevo este pasaje:
"Y si quieren APRENDER alguna cosa, pregunten en casa a sus maridos; porque deshonesta cosa es HABLAR las mujeres en la congregación".
Noten la innegable conexión entre “aprender” y “hablar”. Así pues, la única clase de habla que Pablo restringe en este pasaje, es el de hacer preguntas. Ambas, tanto preguntas de apertura como las basadas en la ignorancia.
Por tanto, la petición de Pablo a las mujeres de guardar silencio no tiene un sentido absoluto. Es una corrección al problema en específico. Esto es lo que extraemos del contexto. En lugar de clamar públicamente por explicaciones, las mujeres deben aprender de sus maridos en la casa. No obstante, cuando se refiere a hablar en la reunión para la edificación de la iglesia, les pide a todos que hablen con libertad (1 Corintios 11:5; 14:26, 31).
Además de esto, Pablo siente que los hermanos son los que deben conducir el asunto de cuestionar las palabras de profecía y las enseñanzas. Al hacer esto se evita que, dadas las costumbres sociales de la época, las hermanas se encuentren en la incómoda posición de corregir a un hombre en la reunión. Pablo les recuerda que hasta la ley de Dios les exime de ejercitar este tipo de autoridad (v. 34).
Además Pablo continúa diciendo que esta costumbre no es única en Corinto, sino que es una práctica común en las iglesias. Luego pasa a comentar con ironía para reprenderlas por su inclinación a apartarse de la tradición apostólica y arrogantemente pavimentar su propia forma o camino para todas sus cosas (v. 36).
Para reforzar el caso, la palabra griega por “silencio” es “sigao”. Significa el detenerse por un momento. La palabra tiene el sentido de quedarse callado mientras uno escucha lo que el otro tiene que decir. Pablo utiliza la misma palabra en dos otras ocasiones en el capítulo 14. Dice primero que la persona que habla en lengua debe mantenerse en silencio (sigao) si no hay intérprete (v.28). ¿Acaso esto quiere decir que la persona que habla en lenguas debe permanecer siempre en silencio? Por supuesto que no.
Pablo utiliza la misma palabra, de nuevo, cuando una persona interrumpe a alguien que está profetizando; la primera persona debe mantenerse el silencio (sigao) cuando la otra quiere introducir su palabra (v. 30). ¿Quiere decir esto que la persona que profetiza no debe seguir hablando después que es interrumpido? ¡Desde luego que no!
De igual manera, cuando una hermana tiene una pregunta en la reunión, debe mantenerse callada (sigao). Es decir debe contenerse (v. 29 – 34). ¿Quiere esto decir que las hermanas no deben nunca hablar en la reunión? ¡Por supuesto que no!
Una vez más, el silencio sobre el que se habla en 1 Corintios 14 no indica que la mujer no pueda hablar en la reunión. Tal idea refleja simplemente un problema cultural al mal-leer a Pablo. Y de igual manera le sitúa en una franca contradicción consigo mismo (11:5; 14:26,31).
No, el “silencio” aquí tiene un significado limitado. Aplica a esos momentos en que la hermana quiere preguntar pues, por su corta educación, se siente confundida por algo que se ha dicho; o cuando abiertamente quiere enfrentarse a una palabra profética. En estas circunstancias, la hermana debe mantenerse callada y dejar proseguir a los hermanos. Luego, una vez en su casa, deberá hacer las debidas preguntas a su esposo. Para Pablo, esto cumpliría el doble propósito de paz y orden en el caótico sistema de reuniones que había en Corinto (v. 33).
Aunque no soy muy dado al parafraseo bíblico, creo que la traducción de Eugene Peterson refleja el espíritu debajo de lo que Pablo tenía en su corazón cuando escribió 1 Corintios 14:34-35:
"Las esposas no deben interrumpir la reunión, hablando cuando deberían estar calladas,
haciendo preguntas que sería más apropiado fueran hechas a sus maridos en la casa. El Libro
de la Ley muestra nuestras reglas de comportamiento en estos casos. Las esposas no tienen
licencia para utilizar el tiempo de oración para un hablar innecesario" (El Mensaje).
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FUENTE:
Odres nuevos
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Pongamos atención al contexto... histórico, social, local y espiritual... es el todo, cuando
queremos interpretar acertadamente un pasaje de la Escritura. Así pues veamos el contexto
local del primer “pasaje limitante”.
1 Corintios 14:29 - 35
"Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. Y si a otro que estuviere sentado, fuere revelado, CALLE el primero. Porque podéis todos profetizar uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados. Y los espíritus de los que profetizaren, son sujetos a los profetas; (porque Dios no es Dios de desorden, sino de paz) como en todas las iglesias de los santos. (Vuestras) mujeres CALLEN en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren APRENDER alguna cosa, pregunten en casa a sus maridos; porque deshonesta cosa es hablar las mujeres en la congregación".
Aquí encontramos varias cosas para ser tomadas en consideración. En primer lugar, Pablo, con anterioridad en su carta, ya había alentado a las mujeres a orar y profetizar (1 Corintios 11:5).
En segundo lugar Pablo, en el capítulo 14, exhorta a toda la iglesia a funcionar diciendo en el verso 31 “Porque podéis todos profetizar uno por uno”, y en el verso 26 "cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación; hágase todo para edificación" (Es ridículo excluir a las mujeres de estas dos exhortaciones. Sería igual a
decir que la iglesia no incluye a las mujeres y el Nuevo Testamento está escrito para los hombres).
Por tanto, para Pablo decir de repente que la mujer no puede hablar, nunca, en la reunión de la iglesia, es equivalente a contradecirse en el corto espacio de unas pocas palabras. Sin embargo, si ponemos atención al contexto, se resuelve esta aparente discrepancia.
Si damos vuelta a 1 Corintios 14, aparece el siguiente cuadro: Las reuniones de la iglesia de Corinto, se llevaban a cabo en un completo caos. Muchos hablaban en diferentes lenguas a la vez sin nadie que interpretara lo que se decía. Otros profetizaban a la vez y lo que decían requería de una cierta evaluación. Desgraciadamente, pocos lo hacían.
Tengan presente que algunos en la iglesia dudaban de la resurrección (1 Corintios 15). Otros pensaban que era aceptable visitar prostitutas y cometer incesto. En sus mentes, como esto lo hacían con sus cuerpos y no con su espíritu, eran actividades inocentes (1 Corintios 5 – 6). Además de todas estas cosas, las mujeres interrumpían haciendo preguntas. Su motivación era aprender. Pero con ello agregaban más distracción a la ya de por sí enredada reunión.
En el mundo antiguo, era muy común interrumpir al que hablaba por el que escuchaba, por medio de preguntas. Pero era considerado de mal gusto si el que preguntaba reflejaba ignorancia. Tenemos que hacer notar que la mujer del siglo primero, tanto judía como gentil, tenían escasa o ninguna educación. Las excepciones eran muy raras.
Las mujeres estaban entrenadas para ser principalmente dueñas de casa. Por tanto, el que una mujer interrogara a un hombre en público era considerado bochornoso en el mundo greco–romano. Puesto que, en esta cultura greco – romana, cuando una mujer interrumpía a un hombre con preguntas, la sociedad sentía que los hombres eran interrogados por personas socialmente inferiores y, en consecuencia, esto era considerado vergonzoso.
En 1 Corintios 14, Pablo trata este tremendo desorden. En primer lugar se enfrenta al abuso y mal uso de las lenguas y da guías para su uso debido (1 Corintios 14:1–28). Luego él cambia su foco de atención al tema de dar y evaluar las palabras proféticas (1 Corintios 14:29–34).
Así pues, comenzando en 1 Corintios 14:29, Pablo cambia su foco de atención hacia los profetas y su trabajo en la iglesia. Les dice que cuando los santos profetizan, estos no deben hacerlo a la vez, sino de dos o tres. Luego deben hacer una pausa para que la iglesia “pase juicio” a lo que fue dicho.
El pasar juicio – discriminar – envuelve la acción de hacer preguntas a los profetas. Traía consigo el inquirir y probarles para aprender lo que querían decir. Y también ver si era válido o no. (Esta era la forma común de aprender, tanto para judíos como para gentiles, en el escenario de enseñanza de la época).
Es dentro de este mismo contexto cuando Pablo cambia el foco hacia las hermanas y les dice que no deben participar en esta manera de intercambio de hacer preguntas. Que si no entienden una palabra profética o tienen preguntas sobre lo que se ha dicho, deben hacer estas preguntas a sus maridos, en casa. Su enseñanza debe ocurrir en la casa, no en la reunión. La reunión no está diseñada para contestar preguntas.
Con esto en mente, leamos de nuevo este pasaje:
"Y si quieren APRENDER alguna cosa, pregunten en casa a sus maridos; porque deshonesta cosa es HABLAR las mujeres en la congregación".
Noten la innegable conexión entre “aprender” y “hablar”. Así pues, la única clase de habla que Pablo restringe en este pasaje, es el de hacer preguntas. Ambas, tanto preguntas de apertura como las basadas en la ignorancia.
Por tanto, la petición de Pablo a las mujeres de guardar silencio no tiene un sentido absoluto. Es una corrección al problema en específico. Esto es lo que extraemos del contexto. En lugar de clamar públicamente por explicaciones, las mujeres deben aprender de sus maridos en la casa. No obstante, cuando se refiere a hablar en la reunión para la edificación de la iglesia, les pide a todos que hablen con libertad (1 Corintios 11:5; 14:26, 31).
Además de esto, Pablo siente que los hermanos son los que deben conducir el asunto de cuestionar las palabras de profecía y las enseñanzas. Al hacer esto se evita que, dadas las costumbres sociales de la época, las hermanas se encuentren en la incómoda posición de corregir a un hombre en la reunión. Pablo les recuerda que hasta la ley de Dios les exime de ejercitar este tipo de autoridad (v. 34).
Además Pablo continúa diciendo que esta costumbre no es única en Corinto, sino que es una práctica común en las iglesias. Luego pasa a comentar con ironía para reprenderlas por su inclinación a apartarse de la tradición apostólica y arrogantemente pavimentar su propia forma o camino para todas sus cosas (v. 36).
Para reforzar el caso, la palabra griega por “silencio” es “sigao”. Significa el detenerse por un momento. La palabra tiene el sentido de quedarse callado mientras uno escucha lo que el otro tiene que decir. Pablo utiliza la misma palabra en dos otras ocasiones en el capítulo 14. Dice primero que la persona que habla en lengua debe mantenerse en silencio (sigao) si no hay intérprete (v.28). ¿Acaso esto quiere decir que la persona que habla en lenguas debe permanecer siempre en silencio? Por supuesto que no.
Pablo utiliza la misma palabra, de nuevo, cuando una persona interrumpe a alguien que está profetizando; la primera persona debe mantenerse el silencio (sigao) cuando la otra quiere introducir su palabra (v. 30). ¿Quiere decir esto que la persona que profetiza no debe seguir hablando después que es interrumpido? ¡Desde luego que no!
De igual manera, cuando una hermana tiene una pregunta en la reunión, debe mantenerse callada (sigao). Es decir debe contenerse (v. 29 – 34). ¿Quiere esto decir que las hermanas no deben nunca hablar en la reunión? ¡Por supuesto que no!
Una vez más, el silencio sobre el que se habla en 1 Corintios 14 no indica que la mujer no pueda hablar en la reunión. Tal idea refleja simplemente un problema cultural al mal-leer a Pablo. Y de igual manera le sitúa en una franca contradicción consigo mismo (11:5; 14:26,31).
No, el “silencio” aquí tiene un significado limitado. Aplica a esos momentos en que la hermana quiere preguntar pues, por su corta educación, se siente confundida por algo que se ha dicho; o cuando abiertamente quiere enfrentarse a una palabra profética. En estas circunstancias, la hermana debe mantenerse callada y dejar proseguir a los hermanos. Luego, una vez en su casa, deberá hacer las debidas preguntas a su esposo. Para Pablo, esto cumpliría el doble propósito de paz y orden en el caótico sistema de reuniones que había en Corinto (v. 33).
Aunque no soy muy dado al parafraseo bíblico, creo que la traducción de Eugene Peterson refleja el espíritu debajo de lo que Pablo tenía en su corazón cuando escribió 1 Corintios 14:34-35:
"Las esposas no deben interrumpir la reunión, hablando cuando deberían estar calladas,
haciendo preguntas que sería más apropiado fueran hechas a sus maridos en la casa. El Libro
de la Ley muestra nuestras reglas de comportamiento en estos casos. Las esposas no tienen
licencia para utilizar el tiempo de oración para un hablar innecesario" (El Mensaje).
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