Mostrando entradas con la etiqueta Vida en el Espíritu. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Vida en el Espíritu. Mostrar todas las entradas

CLAVES PARA UNA VIDA CRISTIANA VICTORIOSA

CLAVES PARA UNA VIDA CRISTIANA VICTORIOSA
Por Pastor José Arturo Estévez

¿Sabes que tú puedes vivir una vida en victoria? ¿Es posible vivir una vida victoriosa en el Señor?

1era Corintios 15:57 “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”.

Dios nos creó para vivir una vida en Victoria, no para vivir fracasados. Él permite las pruebas en nuestras vidas, para que vayamos de gloria en gloria, Él nunca perderá nuestras batallas, nunca ha estado en el Corazón de Dios que conozcamos una derrota.

¿A quién damos las gracias por nuestras victorias?
Mientras más capacitados, más autosuficientes, nos creemos, olvidamos que todo lo que tenemos lo tenemos por Dios.

Cuando reconocen las personas nuestros triunfos, ¿A quién entregamos la victoria sino a Dios?.

Dios no nos hizo para que vivamos amargados, derrotados y sin esperanzas.

Los desiertos no son lugares permanentes, Dios nunca introduce a alguien en el desierto para dejarlo ahí, en Cristo somos más que vencedores no hay razón para pensar que no lo vamos a lograr, sí Dios te lo dio, estuyo poséelo. Dios está usando el desierto como algo temporal.

Hay dos palabras que me han cambiado la vida que me han hecho ver a Dios en otro ángulo, en otro aspecto, y me hicieron aprender que Dios tiene su tiempo. Antes lo decía pero ahora lo vivo.  Las dos palabras son: "Aún no", no estoy diciendo que Dios dijo: “que no”; dijo : “aún no”. Nosotros rechazamos el tiempo de Dios.

Dios tiene tres formas de respondernos:
- Sí
- No
- Y cuando aparentemente, no nos responde, Él calla, y cuando calla Él dice: "Aún no".  Esta tercera forma equivale a decir: “espera estad quieto y conoce que yo soy Dios” Salmo 46:10 y esa es la parte más dura y difícil de un cristiano.

Creemos que Dios actúa de manera rápida, tal vez muchos de nosotros estamos viviendo el "aún no" de Dios.

CLAVE 1 PARA TENER UNA VIDA VICTORIOSA

Aprender a ver a Dios aún en los momentos más difíciles, ese Dios que actúa en los momentos en que no tesientes victorioso.

En Hechos 2:25 “Porque David dice de él: Veía al Señor siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido“, Dios nos habla, que al decir David que no seria conmovido, él está expresando un fuerte sentido de seguridad, la que sólo experimentan los creyentes.

Cuando todo se oscurece y de repente parece que te quedaste solo o sola este es el momento de creerle a Dios, ese es el momento de declarar que estamos próximos a estar victoriosos.

Cuando parece que estás solo que los demás se fueron de tu lado, en ese momento es que estás más próximo a esta victoria.

Qué rico es saber que Cristo está a nuestra diestra, y al estar a nuestra diestra en los momentos de prueba, no seremos conmovidos; puede ser que nos doblemos, pero no permitirá que nos quebremos.

Si alguien te predicó: “ven a los pies del Señor para que se acaben los problemas” te mintió porque ahí es donde comienzan.  Los creyentes y no creyentes experimentan de igual forma el dolor, los problemas y los fracasos.

Porque cuando estamos muertos en delitos y pecados, Satanás ni se preocupa por nosotros, ¿y para qué, si estamos de su lado?.

Le echamos la culpa a Dios de nuestros problemas, Dios no necesariamente envía la enfermedad, pero la puede permitir.

Lo que marca la diferencia entre nosotros y el mundo es cómo enfrentamos los problemas, el mundo los enfrenta con el suicidio, las drogas y el alcohol.  Nosotros le damos el frente, no la espalda, ni el lado, y esto es porque Cristo va delante y nosotros vamos escondidos detrás de El.

CLAVE 2: APRENDER A VIVIR CONTENTOS CON LO QUE TENEMOS

Tenemos que aprender a vivir contentos con lo que tenemos, dice 1era Timoteo 6:6 "Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento."

Si tú estás como el Señor quiere que estés, estás en la perfecta voluntad de Dios, para los que aman al Señor todas las cosas obran para bien.

Existe una gran diferencia entre felicidad y gozo:

  • La felicidad es externa depende de: las circunstancias, mis pertenecías, logros, cuentas de banco, empleos,vehículos, propiedades, etc., con eso nos sentimos felices, pero de repente cuando todas esas cosas desaparecen se va la felicidad.
  • El gozo no depende de como estamos exteriormente, depende de mi relación con Dios. Podemos estar pasando por la prueba más dura y sin embargo estar gozosos.

La Biblia dice: “estad siempre gozosos”, no dice a veces, dice siempre. Estar contento es tener gozo.  1eraTimoteo 6:7 “Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar”.  Tenemos que aprender a vivir con lo que tenemos, porque nada nos llevaremos de este mundo.

Hay muchas personas que viven bien, y sin embargo viven llorando porque quieren más, nunca se conforman, muchas personas que no pueden disfrutar de lo que tienen porque están amargados por lo que no tienen. Venimos gritándole al Señor que nos de más y más. Hay que saber diferenciar la necesidad de los deseos, debemos aprender a vivir con lo que tenemos.  Dios está dispuesto a satisfacer nuestras necesidades, pero no está obligado a satisfacer nuestros deseos.

Hebreos 13:5 “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré.”  En lo que nosotros tenemos hoy, Dios está.

El antídoto para el amor al dinero es confiar en Dios. El problema no es ganar más, es saber gastar, y aprender a vivir con lo que tienes.

CLAVE 3: HAY QUE SEGUIR TENIENDO METAS

No conformarnos hasta donde llegamos o bien hasta lo que tenemos.  ¡Hay que seguir teniendo metas!  Hay que avanzar, perseverar y proseguir.

Filipenses 2:13-14 "Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.  Haced todo sin murmuraciones y contiendas,"

Dios nos lleva de gloria en gloria. Hay que estar gozosos con lo que tenemos mientras Dios nos da lo demás.

Romanos 12:2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

La vida es una constante de retos, todos los días hay metas para ser alcanzadas con la ayuda de Dios.  El problema radica cuando tú y yo ponemos las metas, es diferente cuando Dios las pone. Hay carreras de diversos metros y obstáculos; pero Dios a veces nos pone carreras de 42 Km., llegamos cansados pero llegamos.

No nos estanquemos en nuestro pasado.  Es tiempo de olvidar y seguir adelante. Hay mucha gente estancada en el pasado, cuando Dios nos dice: “muévete, avanza”, movámonos a una vida de fe y obediencia sin importar lo que haya pasado.

Si Dios te dice: “muévete”, muévete; si dice: “avanza”, pues avanza; aunque no sepas ni siquiera hacia dónde vas; y si dice: “levántate”, levántate y anda.

Proseguir significa preparar algo para seguir adelante, es una carrera de resistencia.  ¡Si quieres tener una vida en victoria, avanza, prosigue!

CLAVE 4: DESPOJARNOS DE TODO AFÁN

Filipenses 4:6 “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”.

Lo que Dios quiere decir es: “Toma tú afán, tráelo a mis pies, colócalo ahí y olvídate del resto”

Nosotros, nos cansamos de oír predicas acerca del afán y la ansiedad. No conocemos lo que dice Mateo 6:25-34 acerca de esto.  ¿Quieres saber si estas afanado o no? ¿duermes?.

Si nosotros podemos abandonar el afán y adentrarnos a esas dimensiones, hermanos, ¡cambiaríamos!.

Filipenses 4:7 dice: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

Hay gente que no puede llegar a ningún lado, porque tiene su mente dividida entre lo que ve y la fe que tiene.  Es tan fácil paralizarnos cuando nos afanamos, porque perdemos las perspectivas de las cosas. ¡Dios está en control de todo!

El enemigo nos engaña, haciéndonos ver el problema más grande de lo que se ve. El enemigo nos suma factores, todos los acontecimientos malos en un día, él los va sumando, a fin de que pierdas tú paz, y el final es un desastre; pero Dios es nuestra paz verdadera.

Creemos que tener paz es estar tranquilo en un remanso, en el silbo apacible, etc.  Pero la paz de Dios te dice: que aunque haya conflicto, y ruja la tormenta, tú eres capaz de dormir porque Él está en control de tu vida.

La paz verdadera se encuentra en saber que Dios controla todo. No se encuentra en pensar positivo, en la ausencia de conflictos o en tener buenos sentimientos, aunque los vientos que los muevan sean de tormenta.

Marcos 6:34 ”Y salió Jesús y vio unagran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas“.

CLAVE 5: PENSAR SIEMPRE EN LO BUENO Y ALEJAR LOS PENSAMIENTOS MALOS

Filipenses 4:8 dice: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro,todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.“

El que tiene una vida de victoria ve las situaciones venir y las ve como oportunidades para presenciar la Gloria de Dios.  Alejemos los pensamientos malos, él que tiene una vida en victoria no piensa en el mal, piensa en el bien.

Los pensamientos negativos son inevitables pero lo que no debes hacer es agrandarlos, permitirle al enemigo entrar en tú mente; recházalos, repréndelos en el Nombre de Jesús. A veces permitimos que vengan pensamientos a nuestra mente porque vemos, oímos o tocamos cosas que no debemos.

Hay que detener los pensamientos para que no se conviertan en experiencias dolorosas.

CLAVE 6: VER EL PRODUCTO DEL PROPÓSITO DE DIOS TERMINADO

Hebreos 12:2 “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.“

Una clave para tener una vida victoriosa, es tener gozo de ver el fruto de lo que sembramos, es nuestro esfuerzo hecho realidad.

Es aprender a que te guste lo que haces.  Jesús, no vio la cruz, sino la voluntad del Padre.  A veces tenemos que pasar por cosas dolorosas, pero el fruto que viene después de eso es nuestro galardón.

CLAVE 7: PONER LA MIRADA EN EL GALARDÓN

Hebreos 11:26  “teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón”.

Nada es más importante en nuestra vida que tener a Jesús.

Moisés, prefirió abandonar la comodidad de la corte y de él mismo para ir a otra Corte y a otro Reino que no era terrenal. La corte egipcia terminaba en la tierra, pero la otra no.

Dejemos todo lo que es de la tierra en la tierra y pongamos la mirada en el cielo. La corte del cielo lo llevó a traspasar la vida, y la muerte, y aparecer como un príncipe al lado de Jesús. Es muy fácil ser engañado por las ventajas temporales de las riquezas.

Conclusión:
La fe nos ayuda a ver más allá, a poner la mirada en el galardón que es Cristo Jesús, autor y consumador de la fe. Tenemos que tener vida de victoria, porque somos el ejemplo a seguir para nuestra familia, amigos, la comunidad.

¿Qué le muestras a las personas que te rodean?

Todo sentimiento de derrota debe irse de tu vida y puedas caminar en fe creyéndole a Dios.  Dios te está llamando a tener una vida de victoria, no llores porque quizás Dios te esta diciendo: ¿por qué clamas a mí? Si te he dicho que marches, marcha; levántate en el Nombre de Jesús, levanta tu rostro, lava tu cara y sal; levanta tu mirada y mira el galardón.  ¡Avanza y prosigue!

Fuente:
Siete Claves para tener una Vida victoriosa
ARTÍCULOS RELACIONADOS:
Libre de la Ansiedad
Libre del Pasado
Todo Ayuda para Bien
El Campo de Batalla de la Mente
El Campo de Batalla de la Mente II
Tu Proyecto de Vida 






EL FRUTO DEL ESPÍRITU III

EL FRUTO DEL ESPÍRITU III
Por José Belaunde M.

Fidelidad, mansedumbre y templanza conforman el último artículo de la serie El fruto del Espíritu Santo. ¿Son estos frutos visibles en su vida? ¿Sabe diferenciarlos? El Espíritu Santo desea producir fruto en nosotros, entonces, ¿para qué esperar más? Empecemos hoy a vivir una vida marcada por el Espíritu.

La fidelidad
Es una lástima que en muchas versiones de la Biblia la palabra griega pistis que figura en Gálatas 5.22, haya sido traducida por «fe» en lugar de «fidelidad», ya que este es el sentido en este pasaje y esta es la virtud cristiana que Pablo quiere destacar. La fidelidad es una cualidad única, preciosa, importantísima, que refleja el carácter de Dios. Es cierto que pistis tiene ambos significados según el diccionario, y que ambos sentidos están estrechamente vinculados y se implican el uno al otro.

La palabra inglesa faithful, que se traduce por «fiel», expresa muy bien la relación mutua entre fidelidad y fe. Esa palabra literalmente quiere decir «lleno de fe». Y efectivamente, el que es fiel está lleno de fe. Es la fe la que lo hace fiel. O dicho de otro modo, el cristiano es fiel porque cree. La medida de su fe es la medida de su fidelidad.

Los conceptos de fe y fidelidad están relacionados con el de adhesión. El hombre que cree en Cristo se adhiere a él firmemente y a las verdades que él encarna y, por tanto, le será fiel en todo. La persona que ha empeñado su palabra o su afecto a otra, se adhiere a ella y le es por consiguiente fiel. La fidelidad implica permanencia, solidez, lazo indestructible.

De hecho, sabemos que en el mundo natural la fidelidad es una cualidad sumamente apreciada, que juega un papel importantísimo en las relaciones humanas. Si es así ¿por qué habría de ser la fidelidad además específicamente parte del fruto del Espíritu? ¿Acaso solo los cristianos son fieles? ¿no lo son también los incrédulos? Precisamente porque la fidelidad juega un papel importantísimo en las relaciones humanas, en la vida social, laboral, empresarial, matrimonial, etc., es conveniente que el Espíritu produzca una forma superior de fidelidad como fruto suyo para que las promesas y los compromisos de los hijos de Dios adquieran una solidez, una permanencia indestructible, como la tienen los de su Padre.

La fidelidad es uno de los rasgos supremos del carácter de Dios, uno de sus atributos que más exalta el Antiguo Testamento. La Escritura dice en muchísimos lugares: «Dios es fiel» (1Co 1.9) y en muchos pasajes alaba su fidelidad: «...de generación en generación es tu fidelidad» (Sal 119.90; 36.6; 117.2, etc.). Lo cantan los salmos, lo afirman las epístolas. Si Dios no fuera fiel, todo el mensaje de las Escrituras no tendría valor. Gracias a su fidelidad su palabra es verdad, su palabra se cumple y lo que promete se realiza.

Toda la relación del hombre con Dios está basada en Su fidelidad. La fidelidad de Dios es la roca sobre la cual se sustenta la vida del hombre como criatura, en primer lugar, porque la fidelidad de Dios es la que lo mantiene en vida y lo alimenta; y como hijo, porque su fidelidad es la garantía de nuestra fe. Porque ¿cómo podríamos creer en Dios si él no fuera fiel, si nuestra fe estuviera plagada de dudas acerca de su fidelidad? ¿Puede alguien creer en otro de quien duda? El pacto de Dios con Israel era firme porque se basaba en la fidelidad de Dios. El Nuevo Pacto, sellado con la sangre de Cristo, lo es también por el mismo motivo.

Es interesante notar que si nosotros podemos tener los frutos del Espíritu, y entre ellos, la fidelidad, es porque, por el nuevo nacimiento, hemos sido hechos partícipes de la naturaleza divina (2 Pe 1.4). La participación en su naturaleza nos permite tener el fruto de su Espíritu. Somos fieles porque participamos de su fidelidad. Su fidelidad es origen y fuente de la nuestra.

Igualmente, el hombre natural puede ser fiel porque lleva en sí, aunque desfigurada, la imagen y semejanza de su Creador que es fiel. Cuando el autor de Hebreos dice que «sin fe es imposible agradar a Dios» (He 11.6), está diciendo también que sin fidelidad es imposible agradarle. La fe que no genera fidelidad es una fe de cobre, no de oro.

Sin fidelidad es imposible desempeñar alguna función o responsabilidad en la iglesia (y de hecho en ninguna parte): «Ahora bien, se requiere de los administradores que cada uno sea hallado fiel» (1 Co 4.2). Sólo la persona fiel es digna de confianza. ¿No es eso lo que todos buscamos, una persona fiel, digna de confianza, para encomendarle nuestros asuntos, nuestras preocupaciones, nuestros hijos, e incluso confiarle nuestro amor y hasta nuestra vida?

La fidelidad es una virtud que Jesús apreciaba mucho. Narró dos parábolas para elogiar e ilustrarla dicha característica, la de los talentos (Mt 25.14–30) y la de las minas (Lc 19.11–27. Véase también Lc 12.41ss). «Porque fuiste fiel en lo poco sobre mucho te pondré.» Si no somos fieles en lo poco ¿quién nos confiará lo mucho? Sería una necedad suicida. Nadie confía un encargo a quien desempeñó mal e irresponsablemente una tarea encomendada.

En el campo espiritual eso es igualmente válido. Dios confía sus obras importantes a quienes han sido fieles en lo poco. Si los hombres buscan personas en quienes confiar, tanto más Dios.
La fidelidad implica honradez, veracidad, cumplimiento, lealtad, diligencia, sentido de responsabilidad, valor. La persona fiel tiene un carácter sólido, maduro, estable. El hombre superficial, alborotado, difícilmente es fiel porque asume sus compromisos a la ligera, sin reflexionar.
El gran valor que la fidelidad tiene para nosotros radica en que, gracias a ella, se puede confiar. ¡Qué terrible es cuando no se puede confiar en nadie!

La primera cualidad del siervo de Dios es la fidelidad, no la elocuencia, no la erudición, no la sabiduría, no la inteligencia, no las dotes de liderazgo, no los dones del Espíritu, etc. Sin fidelidad las otras cualidades, por muchas que sean, valen poco o nada. Pero sin piedad no hay fidelidad.

El predicador debe ser ante todo fiel a la Palabra. Es decir no debe trastornarla, desvirtuarla, cambiarla, sino debe manifestar su fidelidad predicando verazmente «todo el consejo de Dios» (Hch 20.27).
Pero así como el predicador debe ser fiel a «la Palabra», todo creyente debe ser fiel a la suya propia: «Que tu sí sea sí y tu no, no.» (Stg 5.12) ¿Cómo podrían ser algunos hombres «creyentes» si nadie pudiera «creer» en su palabra? Así como la palabra de Dios es digna de ser creída, la palabra de sus hijos debe serlo también. Como dice el refrán: «de tal palo tal astilla».

Que tu palabra sea firme como un contrato. Ser un «hombre o una mujer de palabra» es una de las características de alguien que es digno de aprecio. Cuando se dice: «Me dio su palabra», se está expresando la seguridad de que cumplirá lo prometido.

El libro del Apocalipsis fue escrito para animar a los cristianos que iban a enfrentar pronto una terrible persecución, para permanecer fieles al Dios que los había llamado y escogido, a fin de alcanzar el premio. Por eso la máxima expresión de la fidelidad a la que nos alienta el Señor es serle «fiel hasta la muerte» (Ap 2.10).

La Escritura reserva los mejores elogios para las personas que fueron fieles. La epístola a los Hebreos alaba la fidelidad de Moisés «en toda la casa de Dios» comparándola con la fidelidad de Jesús (He 3.2, 5). Pablo elogió la fidelidad de sus colaboradores Epafras (Col 1.7; 4.12) y Timoteo (1 Co 4.17). Pero es sobre todo el libro del Apocalipsis el cual, queriendo honrar a Jesús en el momento trascendental en que se produce el desenlace cósmico de toda la historia humana, le da el nombre de «Fiel y Verdadero» (Ap 19.11. Véase también 1.5). Porque él es fiel y verdadero todo lo anunciado por él llegará a cumplirse.

La mansedumbre
Hay tres características en la mansedumbre, dice Donald Gee, que la destacan sobre otras virtudes. Primero, es una cualidad muy rara que pocas personas poseen realmente. Segundo, es excepcionalmente preciosa a los ojos de Dios. Tercero, es el aspecto más desafiante de todas las enseñanzas de Cristo, quizá el más difícil de poner en práctica, pues supone un morir radical a sí mismo.

¿Y cómo no sería difícil? Pensemos ¿cómo podemos conjugar la mansedumbre con la afirmación de sí mismo que se requiere para vivir e imponerse en el mundo? ¿Cómo conciliar la mansedumbre de conducta con la defensa necesaria de nuestros derechos frente a la injusticia y el abuso?

Los consejos que muchos libros de autoayuda contienen parecen contradecir abiertamente a la mansedumbre: «Toot your own horn» [Toca tu propia trompeta], aconsejaba un conocido libro norteamericano. Es decir, proclama tus cualidades y tus méritos, no seas modesto al redactar tu hoja de vida; usa tus contactos cuando sea necesario para avanzar, ponte en la primera fila para que te tengan en cuenta (justo lo contrario de lo que enseña Jesús en Lc 14.10).

Nuestro primer ejemplo de mansedumbre es Jesús, que dijo de sí mismo: «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón». A lo que añade: «Y hallaréis descanso para vuestras almas» (Mt 11.28).

Una de las mayores recompensas de la humildad y de la mansedumbre (virtudes que están íntimamente relacionadas) es que nos permite descansar de la competencia feroz, de la encarnizada lucha diaria por conquistar posiciones y riqueza.

El profeta Isaías hace el elogio de la mansedumbre de Jesús cuando dice: «No quebrará la caña cascada». Es decir, la tratará con tanta delicadeza que, por frágil que sea, no se romperá entre sus manos. «...no apagará el pabilo humeante» que al menor soplo se extingue. Al contrario, con su gentileza y cuidado amoroso reanimará la llama vacilante. No obstante, establecerá la justicia en la tierra. La establecerá por modos de obrar y estrategias desconocidas por el mundo (Is 42.3–4).

Es innegable que existe cierta resistencia aun entre los cristianos a darle a la mansedumbre el lugar que se merece, porque se la asocia con debilidad, con blandura de carácter. Y sobre todo, porque cuesta. Pero la mansedumbre no es debilidad sino, todo lo contrario, fortaleza. El caso más destacado en el reino animal lo constituye el buey que, pese a su enorme fuerza, es manso y se deja guiar por el agricultor como si fuera un cachorro. Ciertos animales domésticos, como el caballo o el perro, son mansos porque su fuerza ha sido domada. Esto es un símbolo de la mansedumbre: fuerza sometida al control del Espíritu Santo.
Hay un proverbio que hace el elogio de la mansedumbre (pero también de la longanimidad y del dominio propio): «Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu que el que toma una ciudad» (Pr 16.32).

Moisés es el ejemplo humano más destacado de mansedumbre que contiene la Biblia: «Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra» (Nm 12.3). Sin embargo, él pareciera ser ejemplo de lo contrario. Él no tuvo temor de desafiar al Faraón de Egipto diciéndole las palabras fuertes que Dios ponía en su boca (Ex 8.20–23; 9.1–4, etc.). Reprimió a los israelitas infieles con toda severidad y los obligó a beber el polvo al que había reducido el becerro de oro que habían adorado (Ex 32.19–20); luego ordenó la matanza de los apóstatas (vers. 25–29).

Cuando Coré y su clan se rebelaron contra la autoridad de Moisés él no les respondió con mansedumbre ni inclinó resignado la cabeza ante sus pretensiones, sino los acusó duramente y los exhortó a presentarse delante del Señor para que él juzgara entre ambos. Conocemos el trágico desenlace (Nm 16).

En esas ocasiones, cuando el honor de Dios y la misión que le había sido encomendada estaban de por medio, Moisés reacciona con energía (lo que no le impide interceder por los culpables). Pero cuando es su propia dignidad la que es afectada, como cuando sus hermanos Aarón y Miriam murmuran de él, deja que sea Dios quien lo defienda y, más bien, ora para que sean sanados (Nm 12).

Nuestra mansedumbre, o la falta de ella, se revela en la forma como contestamos a las críticas y a los consejos no solicitados. La persona mansa no rechaza indignada las críticas que se le dirijan ni menosprecia los consejos francos, pensando que él sabe más, sino que los acepta agradecido y toma seriamente las observaciones que se le hacen. Pero ¿cuántos adoptan esta actitud? Lo más frecuente es que los afectados rechacen indignados las críticas, muy seguros de poseer la verdad, o de ser tan perfectos conocedores de la palabra que no necesitan que nadie venga a enseñarles. Y no falta quienes aleguen la autoridad que han recibido para acallar todas las objeciones que puedan hacérseles. Esa no era la actitud de Pablo frente a sus críticos.

Las siguientes palabras del comentarista Franz Delitzsch (1) explican sabiamente en qué consistía la mansedumbre de Moisés: «Nadie igualó a Moisés en mansedumbre porque nadie fue elevado tan alto por Dios como él. Cuanto más alta sea la posición que alguien ocupa entre los hombres, más difícil es para el hombre natural soportar ataques con mansedumbre, especialmente si se dirigen contra su posición oficial y su honor.» Yo añadiría: cuanto más se acerca el hombre a Dios más humilde y manso se vuelve, porque contempla cuán grande es Dios y cuán pequeño es el hombre, y la distancia que los separa. Y sigue Delitzsch: «Moisés no solo se abstuvo de defenderse sino que ni siquiera clamó a Dios que lo vengara… Porque él era el más manso de todos los hombres, podía dejar tranquilamente el ataque que había sufrido en manos del Dios omnisciente y recto.» Ojalá obremos nosotros de manera semejante cuando la ocasión lo requiera.

Los salmos están llenos de elogios y promesas para el manso: «...los mansos heredarán la tierra...» (Sal 37.11), promesa que Jesús retoma transformándola en una bienaventuranza: «Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por herencia.» (Mt 5.5. Véase Salmos 76.9; 25.9). Los mansos a los que el mundo empuja y relega al último lugar heredarán las promesas de Dios en su reino y ocuparán los primeros lugares (Mr 10.31).

Ser manso es todo lo contrario a reaccionar con cólera o con violencia. Jesús nos dejó un modelo de mansedumbre cuando dijo: «Al que te hiera en la mejilla derecha preséntale también la otra... y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.» (Mt 5.39,41). Aquí nuevamente presentar la otra mejilla o caminar un kilómetro adicional no es señal de debilidad sino de fuerza.

La experiencia enseña que la mansedumbre es más eficaz que la fuerza a la hora de resolver los conflictos humanos: «La blanda respuesta quita la ira, mas la palabra áspera hace subir el furor» (Pr 15.1). Los pacificadores, que Jesús llama bienaventurados (Mt 5.9), han de ser mansos y pacíficos para poder pacificar a otros.

Pablo aconseja restaurar al caído con espíritu de mansedumbre (Gá 6.1). Cuando anuncia su retorno a Corinto para corregir los abusos, pregunta si ellos desean que venga con vara o con amor y espíritu de mansedumbre (1 Co 4.21) (2).

¿Por qué dice «espíritu de mansedumbre» y no mansedumbre simplemente? Pudiera ser que tenga que usar de severidad y de esa manera pudiera no parecer manso, como nuestro Señor cuando expulsó a los mercaderes del templo (Mt 21.12–13). Lo que importa no es la apariencia de mansedumbre, sino la realidad. Uno puede parecer manso por debilidad, pero no tener un verdadero espíritu de mansedumbre. El que trata de afectar mansedumbre y cordialidad es un enemigo peligroso, que oculta su juego y disfraza su odio. «Líbreme Dios del agua mansa que de la brava me libro yo», dice un viejo refrán. Detrás de la mansedumbre hipócrita puede recelar una trampa.

Pablo aconseja corregir con mansedumbre a los que se oponen «por si quizá Dios les conceda que se arrepientan» al ver la humildad y gentileza del siervo de Dios, que son más propicias que la severidad para reconducir al bien a los que se apartan.

El evangelio debe presentarse y definirse con mansedumbre, dice Pedro (1 Pe 3.15), para avergonzar a los opositores y a los que calumnian a los santos. La mansedumbre es una condición indispensable para mantener la unidad del cuerpo de Cristo y de la iglesia local (Ef 4.1–3). ¿Cuántos conflictos no surgen en las congregaciones por la soberbia y la ausencia de espíritu de mansedumbre?

Santiago dice que debemos recibir la palabra de Dios con mansedumbre (Stg 1.21). Él vincula la prontitud para escuchar, la lentitud para hablar, y el dominio sobre nuestro temperamento y sobre la ira (v. 19), con la mansedumbre para escuchar la palabra. ¿Qué es recibir la palabra con mansedumbre? Es escucharla como lo que es en verdad, no palabra humana sino divina (1 Ts 2.13), y estar dispuesto a obedecerla. Por eso enseguida nos exhorta a ser «hacedores de la palabra y no tan solamente oidores» (Stg 1.22). En verdad, la mansedumbre está vinculada estrechamente a la obediencia a la voz de Dios. ¿Podríamos imaginar un animal manso que no obedezca? La mansedumbre se traduce en obediencia o no es auténtica sino fingida.

La templanza o dominio propio
La palabra enkráteaia y sus derivados aparecen pocas veces en el Nuevo Testamento (3). Designa una virtud que era muy apreciada por los filósofos antiguos pero, a juzgar por los testimonios de sus vidas, era también muy poco practicada. Sin embargo, a través de los escritos de Pablo, y por inspiración del Espíritu Santo, fue incorporada al arsenal de virtudes que el Señor desea que desarrollemos.

Con la templanza viene la moderación de las manifestaciones del temperamento y de los sentimientos y pasiones. La templanza puede ser una virtud innata, así como puede ser también adquirida por la educación o el entrenamiento. El propio Pablo cuando él se refiere, a modo de comparación, al entrenamiento riguroso al que se sometían los atletas de su tiempo y que consistía posiblemente en un régimen estricto de comida y bebida, así como de ejercicios exigentes para aumentar la agilidad y la fuerza. Estas prácticas acrecientan también inevitablemente la fuerza de la voluntad y el dominio de sí mismo. Él nos da a entender que él mismo se sometía a ciertas disciplinas para dominar los instintos del cuerpo y los impulsos naturales del alma a fin de alcanzar un premio diferente al que recibían los atletas, una corona imperecedera (1 Co 9.24–27).

Pero la gracia infunde en el creyente un dominio propio sobrenatural, cualquiera que sean las tendencias innatas de su temperamento. Ese dominio, aunque provenga de la acción interna del Espíritu Santo, debe ser no obstante concientemente cultivado. Hoy se rechaza toda noción de disciplina corporal, como si ésta no influyera en el alma. La autodisciplina ha caído en desprestigio como si estuviera sólo ligada a una religión de obras y no consistiera en prácticas que fortalecen el espíritu para la oración, la meditación, el discernimiento y el estudio. El hábito mundano de «darse gusto en todo» lo que no sea directamente pecaminoso ha invadido las iglesias y a quienes predican la sobriedad se les tacha de "aguafiestas".

Pablo le predicaba al gobernador Félix en Cesárea (Hch 24.24–25) —que parecía interesado en la doctrina de Cristo— acerca del dominio propio, posiblemente porque él necesitaba más que nadie abstenerse de los deseos de la carne y de la lujuria que combaten contra el Espíritu (Gá 5.16–17). Pero ¿cuántos predican hoy día sobre el dominio propio, siguiendo el ejemplo del apóstol de los gentiles, no solo a los incrédulos sino también a los propios? Por ese motivo el pecado es rampante en muchas congregaciones.

Esta lucha contra la concupiscencia es una realidad de la vida cotidiana y es el primer campo de batalla en el cual el cristiano debe ejercer dominio propio. Nótese que Pablo habla del fruto del Espíritu precisamente en el marco de su exposición acerca del andar en el Espíritu y contrapone las obras de la carne con el fruto (Gá 5.19–23), donde se observa cuán opuestas son ambas naturalezas. Es obvio que no se puede desarrollar lo último si no se lucha contra lo primero.

Éste es el verdadero combate espiritual, —la lucha contra las pasiones— en que debe empeñarse el discípulo de Cristo, porque es en ese campo donde el enemigo de nuestra alma tratará de hacernos caer y, si no nos mantenemos sobrios y vigilantes, puede derrotarnos tristemente, tal como nos advierte el apóstol Pedro (1 Pe 5.8).

¡Cuántos son, en efecto, los creyentes, incluso los predicadores y líderes, que yacen vencidos a la orilla del camino estrecho que conduce a la vida (Mt 7.13–14), porque no quisieron esforzarse en luchar contra los apetitos inocuos pequeños, haciéndose vulnerables a los más grandes y peligrosos!

Si bien de un lado todo lo creado por Dios es bueno y fue hecho para que gozáramos sanamente de ello y con acción de gracias (1 Ti 4.4), Pablo nos advierte que «todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas no me dejaré dominar de ninguna» (1 Co 6.12).

Aquí la palabra clave es «dominar». ¿Qué es lo que domina en mí: los apetitos de la carne —incluso los legítimos— o los deseos del espíritu? Muchas veces la lucha no es entre el pecado y la gracia, sino entre lo permisible y lo que es más útil y conducente al progreso espiritual; esto es, entre lo bueno y lo mejor.
Un campo en el que los cristianos han desarrollado loablemente la templanza es el de la abstención de bebidas alcohólicas. Beberlas en sí no es pecado —Pablo dice «no os embraguéis con vino», no prohíbe beberlo (Ef 5.18)—, sino por el testimonio de sobriedad que se brinda a los que con frecuencia se emborrachan para ruina de sus almas y calvario de sus familias. En ocasiones conviene que nos abstengamos de ciertas cosas no a causa de nuestra conciencia, sino de la conciencia ajena (1 Co 10.27–29) (4).

La lucha contra los pecados de la carne es un combate interminable porque sólo los cadáveres no son tentados. Si bien el cuerpo puede estar como muerto, la imaginación no envejece y se mantiene siempre inquieta y viva. De ahí la importancia de mantenernos siempre ocupados —cualquiera que sea nuestra edad— a fin de no dar lugar al diablo.

Se ha dicho con razón que la condición del cuerpo influye en la del alma: cuerpo ocioso, mente ociosa. El estudio, tan necesario para el conocimiento de las Escrituras, es incompatible con la ociosidad. Éste es un campo en el que el dominio propio debe ejercitarse vigorosamente.

Recuérdese que David fue tentado y cayó cuando ya no iba a la guerra, sino se quedaba para gozar de las comodidades de su palacio. Muchas comodidades del cuerpo se convierten fácilmente en incomodidades para el alma y ocasión de tropiezo. El que pasa horas pasivamente delante de la pantalla de TV ¿cómo podrá mantener no solo su cuerpo, sino sobre todo su espíritu, su mente y su memoria ágiles? El que disfruta demasiado de los placeres del paladar puede volverse débil para enfrentar las tentaciones de la lujuria.

Otro campo en el que debe ejercerse el dominio propio es el del mal genio y la cólera. Muchas personas se convierten en cargas difíciles de soportar para otros a causa de un genio difícil o no controlado («Gotera continua [son] las contiendas de la mujer», dice Proverbios 19.13b, pero los malhumores del hombre pueden ser más duros de soportar para ella y para sus hijos). Ya hemos citado más arriba un proverbio que se aplica también a este campo (16.32). El que no controla sus arrebatos pierde autoridad ante los suyos. Notemos: el que se domina irradia autoridad.

Los excesos de los sentimientos en las personas sensibles deben ser puestos también bajo el control del espíritu, por no hablar de los celos y la envidia que suelen proceder del temor y de la inseguridad.

Pablo dice que no hemos recibido «un espíritu de temor... sino de dominio propio» (2 Ti 1.7). Saber dominar el miedo frente a circunstancias de peligro es un fruto del Espíritu, aquella condición de carácter que nos mantiene serenos ante las amenazas y las agresiones y que nos permite reaccionar con serenidad y espíritu pacífico, con los que muchas veces se conjura más fácilmente el peligro.

Pero es especialmente respecto de la lengua donde debemos ejercer el control. La lengua ha sido comparada a un animal desbocado que no cesa de proferir palabras y que corre sin freno. «En las muchas palabras no falta pecado» dice el sabio (Pr 10.19), porque la lengua suele obedecer a una mecánica propia impía en la que pueden hallar expresión muchos rincones y recovecos ocultos del alma a los que no llegó nunca la escoba del arrepentimiento. ¡Cuántos sentimientos, a veces ignorados, afloran en las conversaciones demasiado prolongadas! ¡Cuántas veces decimos palabras que hubiéramos preferido callar porque dimos rienda suelta a nuestra lengua! «El que no ofende de palabra es varón perfecto, capaz de refrenar todo el cuerpo» escribe Santiago, con lo que se entiende que si alguno puede dominar su lengua ha ganado lo más difícil de la batalla contra los bajos instintos (Stg 3.2). He aquí un campo en el que deben ejercitarse todos los creyentes.

Notas del autor:
  1. Citadas por John Sanderson en The Fruits of the Spirit.
  2. En ambos casos «espíritu» debe entenderse en el sentido de «disposición de ánimo».
  3. Esta palabra proviene de la preposición en y de la palabra kratos, que quiere decir fuerza, poder, gobierno.
  4. En este párrafo, Pablo señala que si bien mi libertad en Cristo no puede ser juzgada por la conciencia ajena, —es decir por las escrúpulos o prejuicios de otro.— debo guardar consideraciones con aquellos cuya conciencia es débil por ignorancia y que pueden ser fácilmente escandalizados. Compárese con 1 Co 8.1–13.
Si desea leer la Primera parte de este estudio, puede hacer click aquí.

Fuente:
El Fruto del Espíritu


ARTÍCULOS RELACIONADOS:
El Fruto del Espíritu I
El Fruto del Espíritu II
El espíritu de religión I
El espíritu de Grecia
El espíritu de Mamón I




EL FRUTO DEL ESPÍRITU II

EL FRUTO DEL ESPÍRITU II
Por José Belaunde M.

Si le preguntaran a su familia, amigos, compañeros de trabajo y hermanos de su congregación sobre usted, ¿sus respuestas expresarían que los frutos del Espíritu Santo son una realidad visible y constante en su vida? En esta segunda parte meditamos sobre la paciencia, la benignidad y la bondad, y la diferencia entre estas.

La paciencia
La paciencia es la cualidad que endulza las relaciones humanas, que nos permite sonreír frente a los desplantes y torpezas ajenas. Es la cualidad que los padres necesitan para cuidar a sus hijos pequeños y para educar a los más grandes. Es esa cualidad indispensable para llevarnos bien con los compañeros de trabajo y con nuestros colegas. Es la cualidad que permite a los maestros soportar a sus alumnos tumultuosos y a estos a su profesor malhumorado. Es la cualidad que nos permite soportar con buen ánimo y sin quejarnos las penurias y las enfermedades. En fin, es una virtud necesaria para todas las etapas de la vida y que se aprende solo ejercitándose en ella, esto es, sufriendo de buena gana las molestias de la vida.

La paciencia es una consecuencia o manifestación del amor, y es apropiado que en la enumeración de los aspectos del fruto del Espíritu, venga después de la paz, pues se ha definido a la paciencia como la ciencia de la paz, la ciencia de mantener la calma en medio de la tempestad.

Es muy singular que la palabra «paciencia» sea casi exclusiva de las epístolas y de Apocalipsis. Solo aparece dos veces en los Evangelios y dos veces en el Antiguo Testamento (en Job y en Proverbios), aunque el concepto sí está presente en las descripciones de Dios como tardo o lento para la ira (Ex 34:6; Nm 14:18, etc.) (Nota 1).

La paciencia en efecto, es una cualidad del carácter de Dios, quien, como dice Pedro, es «paciente con nosotros porque no quiere que ninguno se pierda sino que todos vengan al arrepentimiento» (2 Pe 3.10).

Básicamente son dos las palabras griegas del Nuevo Testamento que se traducen por «paciencia»: makrozumía y hupomoné. La primera es la que usa Pablo en Gálatas 5:22. Viene de makro (largo) y zumía (pasión, ira). El adjetivo makrozumós denota al que demora en airarse. Su significado puede traducirse también por «longanimidad», palabra que ha caído en desuso, pero que expresa bien el sentido de «ánimo largo», que posee la persona tenaz, perseverante.

La segunda palabra, que es la más frecuentemente usada, viene de hupo (debajo) y moné (permanecer), esto es, permanecer debajo. Es la cualidad del que soporta sin moverse, del que no cede ante las circunstancias desfavorables.

En general, makrozumía se refiere a la paciencia que ejercitamos respecto de las personas (por lo que a veces se traduce también como «tolerancia» o «mansedumbre») y hupomoné, la que ejercemos frente a las circunstancias.

Pablo nos exhorta a soportarnos unos a otros con paciencia (Ef 4:2), a sobrellevar los defectos ajenos, así como ellos deben soportar los nuestros, a fin de guardar la unidad del cuerpo de Cristo. En varias ocasiones él se propone a sí mismo como ejemplo de paciencia (2Cor 6:4).

Él escribe que soportar las tribulaciones produce paciencia, y la paciencia, carácter probado, el cual, a su vez, engendra esperanza (Ro 5:5). Santiago, por su lado, nos exhorta a gozarnos en las pruebas que producen paciencia (Stg 1:3–4) y nos pone como ejemplo a los profetas antiguos y al patriarca Job (5:10-–11).

Pero nuestro mejor ejemplo de paciencia es Jesucristo pues nadie soportó de manos humanas un tratamiento tan cruel como el que le fue infligido; que «como cordero fue llevado al matadero y como oveja delante de sus trasquiladores enmudeció y no abrió su boca» (Is 53:7).

Si hemos de entrar en el reino de Dios a través de muchas tribulaciones, como dice Pablo (Hch 14:22), ¡cuán necesaria nos es la virtud de la paciencia para sobrellevarlas! Recordemos que la grandeza del alma se revela más en las adversidades que en los triunfos.

Jesús dijo que el labrador limpia el sarmiento para que dé más fruto. No hay poda que no sea dolorosa. Por eso debemos soportar la disciplina de Dios con la paciencia de la vid que no protesta (Hb 12:7–9).

Hay un pasaje en Colosenses en que las dos palabras griegas mencionadas arriba aparecen juntas y en el que se dice que hemos sido fortalecidos con todo poder «...para tener paciencia y longanimidad». Uno esperaría que la finalidad del fortalecimiento es hacer grandes hazañas. Pero no es así. Se nos fortalece para que seamos pacientes y perseverantes, cualidades que son necesarias para la realización del ministerio cristiano, esto es, para servir a los demás «con gozo». El propósito de este aspecto del fruto del Espíritu, no es imponerse sobre los demás, sino soportar las pruebas y dificultades, lo cual puede ser a veces una hazaña mayor que los hechos notables que el mundo admira. La paciencia es por ello una marca del temperamento cristiano, indispensable para el ministro del Evangelio (2 Ti 4:2; 2Cor 6:4–6) a causa de la oposición del enemigo que deberá afrontar y de la perseverancia que deberá ejercer para predicar a tiempo y a destiempo.

El recordado maestro pentecostal británico, Donald Gee, hace la interesante observación de que las pruebas nos vuelven amargos o tiernos, dependiendo del espíritu con que las encaremos, si con rebeldía o desaliento, o si con resignación o agradecimiento. Agregaría que las adversidades, llevadas con paciencia son nuestras mejores amigas porque templan nuestro carácter y nos preparan para afrontar mayores pruebas y ganar mejores victorias.

La paciencia está ligada a otras virtudes emparentadas y en las que se apoya. Por ejemplo, de Job podemos decir que tuvo no solo paciencia cuando perdió toda su fortuna y a sus hijos, sino que demostró tener una gran ecuanimidad pues no perdió la calma junto con sus bienes. Cuanto más apegados estemos a los bienes de este mundo más sufriremos por su pérdida, pero si les damos su justo valor recordando que son transitorios, no nos desesperaremos si nos despojan de ellos. El desapego es por ello una cualidad necesaria en ciertas circunstancias para ejercer paciencia frente a la adversidad, como lo demostró el mismo Job.

Si la paciencia es una manifestación de madurez, el defecto contrario, la impaciencia, es una manifestación de inmadurez. La impaciencia aborta con frecuencia el fruto de nuestras labores pues no sabemos esperar el resultado y nos desanimamos cuando el fruto demora en mostrarse. Por eso Santiago nos pone como ejemplo al labrador que espera con paciencia que salga y crezca el brote de la semilla mientras aguarda la lluvia temprana y la tardía (Stg 5.7). La paciencia está ligada a la espera, esto es, necesita como apoyo no solo a la fe que la sostenga sino también a la esperanza que la aliente y haga otear en el horizonte la ansiada victoria.

La benignidad y la bondad
¿En qué se diferencian estos dos aspectos del fruto del Espíritu? Pareciera como si el apóstol hubiera yuxtapuesto dos sinónimos para expresar una misma cualidad. Pero no es así. Aunque afines, hay una diferencia entre ambas virtudes. Para decirlo de una manera simple, la benignidad (jrestótes) es una virtud principalmente pasiva, receptiva; la bondad (agazosúne) es activa. La benignidad es la disposición de carácter que acoge a los demás con amabilidad, con cariño, con ternura, con una actitud benevolente, tolerante, y que, por consiguiente, inspira confianza.

La persona benigna sabe escuchar sin impacientarse por la torpeza de la ignorancia ajena, o por la timidez del que se le acerca; trata sin dureza, sin maltratar, perdonando. La benignidad es lo contrario de la severidad, de la aspereza del malhumorado, o de la frialdad del indiferente.

La benignidad es tanto más valiosa y necesaria cuanto más humilde sea la persona que se acerca. Por lo general la gente suele tratar mal a las personas humildes y bien a las poderosas, como si estas lo merecieran y las otras no. Esa conducta quizá se deba al miedo o al respeto que los poderosos les inspiran.

Pero Pablo nos propone una conducta diferente al hablar del cuerpo de Cristo. Dice que las partes más débiles son las que reciben o necesitan mayor honor, mientras que las más apreciadas no lo necesitan tanto.

Él escribe acerca de los miembros del cuerpo refiriéndose figuradamente a las personas: «Los miembros del cuerpo que parecen más débiles son los más necesarios; y aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y a los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro. Porque los que en nosotros son más decorosos no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo dando más abundante honor al que le faltaba.» (1Cor. 12:22–-24).

Las personas más necesitadas deben ser tratadas con más cariño, con más cortesía, con más benevolencia. Los que están en mejor posición material o social no necesitan ser tratados con igual consideración, porque disponen de lo necesario (2).

Pablo ha escrito en varios pasajes acerca del modo cristiano de tratar al prójimo: «Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándonos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo» (Ef 4.32).

En otro lugar relaciona la benignidad con la misericordia, la humildad, la mansedumbre, la paciencia (Col 3.12). Esas son virtudes afines que suelen ir juntas, aspectos diversos del amor que, como una piedra preciosa, presenta diversas facetas de luz.

Pablo también escribe: «Vuestra gentileza sea conocida por todos» (Fil 4.5). De la persona gentil no sale ninguna palabra descortés, que no sea amable, así como de una misma fuente no puede brotar agua dulce y amarga (Stg 3.11).

La buena educación, las buenas maneras, dicho sea de paso, son una cualidad cristiana, una manifestación muy valiosa del amor al prójimo, pues facilitan las relaciones humanas, aunque a veces los paganos la practiquen mejor que los cristianos. Tienen de qué avergonzarnos.

El cristiano maduro trata a las personas que le han sido encomendadas con ternura, como la nodriza cuida a sus propios hijos. (1Ts 2.6).

En la segunda carta a Timoteo el apóstol da a su discípulo algunas pautas acerca de cómo debe comportarse. El siervo de Dios —dice— no debe ser pleitista, sino amable con todos; que corrija con mansedumbre, no con dureza. (2 Ti 2.24–25) Porque ¿cómo podría atraer a nadie a los pies de Cristo si se comporta de una manera opuesta a la de su Maestro que era benigno y misericordioso (2 Co 10.1)? ¿Si trata al inconverso con aspereza, duramente, o si se mofa de sus creencias y devociones? Él debe conducir a los pecadores al arrepentimiento mediante una actitud benigna como Cristo a la samaritana.

El apóstol Santiago escribe que la sabiduría que viene de lo alto es benigna, amable, pacífica, llena de misericordia y de buenos frutos (Stg 3.17). El que es realmente sabio debe comportarse de esa manera; no puede ser altanero, prepotente, intolerante. Así puede obrar la sabiduría del mundo, que es soberbia y se jacta de la vastedad de sus conocimientos y de sus logros. Pero la sabiduría que procede de Dios refleja la benevolencia de su naturaleza.

¿Qué trato damos nosotros a las personas que se nos acercan? ¿Somos toscos, fríos, distantes, hirientes? ¿O somos acogedores, amables, sonrientes? ¿Escuchamos con cariño e interés lo que nos cuentan, o lo hacemos desdeñosamente? La benignidad marca la diferencia.

Pensemos un momento: Las personas con las que nos hemos topado el día de hoy o ayer ¿cómo nos trataron? ¿Benignamente o todo lo contrario? ¿Y cómo nos sentimos? Pues de manera semejante se sienten los demás según cómo los tratamos. Nuestro testimonio cristiano depende mucho de cómo tratemos a la gente, es decir, de que seamos benignos.

De otro lado la bondad (agazosúne) es una virtud activa. Es el amor en acción, que acude de prisa a socorrer donde quiera que haya una necesidad; está siempre dispuesta a hacer el bien y lo hace.

Este es uno de los más sobresalientes rasgos del carácter de Dios —tal como lo describe el Antiguo Testamento— que todo lo hace para el bien de sus criaturas y está siempre supliendo sus necesidades, aunque los hombres no se acuerden de Él.

Dios hace brotar el agua de las fuentes para dar de beber a las bestias del campo; riega la tierra mandando su lluvia para fecundar las cosechas. Él provee de alimento a las aves del cielo y hace brotar la hierba para saciar el hambre del ganado y el trigo para el hombre. (Sal 104:10-–14).

Dios no descansa ni duerme cuidando al hombre, dice el salmista (Sal 121:4); protege a sus hijos en peligro enviando a los ángeles del cielo que obedecen sus órdenes (Sal 91:11-–12).

Pero sobre todo, mandó a su Hijo a salvarnos y está siempre dispuesto a perdonarnos. La bondad de Dios debería impulsarnos a ser semejantes a Él para obrar siempre a favor del prójimo que se encuentra en peligro (Pr 24:11-–12). Jesús fue un ejemplo de bondad, pues pasó su tiempo cuando caminó en la tierra haciendo bienes, resucitando a los muertos y sanando a los enfermos (Hch 10:38). La bondad nunca se cansa de hacer el bien y está siempre buscando oportunidades para ser de beneficio para los otros. Por eso Pablo exhorta a los ricos a ser «ricos en buenas obras», porque les es más útil que ser ricos en dinero (1 Ti 6:18).

Jesús nos ha dejado un gran ejemplo de la bondad que actúa a favor del prójimo en la parábola del Buen Samaritano. Ahí tenemos ejemplificado el cuidado, el propósito benéfico, la generosidad, el sentido de sacrificio y de responsabilidad que debe manifestar el creyente bondadoso con el hermano caído si quiere ser imitador de Dios.

Pero la bondad no siempre es blanda. Tiene que estar dispuesta a suprimir el error y a corregir los abusos con energía cuando sea necesario, como cuando Jesús expulsó a los mercaderes del templo que habían convertido la casa de su Padre en una cueva de ladrones. No que Él no fuera bueno ni que actuara cruelmente, sino que fue el celo por la casa de su Padre lo que lo impulsó a actuar de esa manera (Jn 2:13-–17).

Cuanto más intimidad tengamos con Dios mayor será la acción del Espíritu Santo en nosotros haciendo brotar su fruto. ¿Por qué hay tanta gente que actúa de una manera desconsiderada y cruel? Porque están alejados del conocimiento de Dios. Si lo conocieran no obrarían de esa manera.

La benignidad y la bondad se parecen, pero no son lo mismo. Son dos aspectos complementarios pero diferentes del amor de Dios (3).

Notas del autor:

(1) Podría argumentarse que la importancia que el Nuevo Testamento da a la virtud de la paciencia denota la influencia que tuvo la ética estoica en el pensamiento cristiano. La idea no es del todo descabellada pues son varios los términos del estoicismo que incorporó la doctrina cristiana (Logos, conciencia, virtud, culto racional, etc.) Pablo estaba familiarizado con el pensamiento estoico pues cita a un autor perteneciente a esa corriente. Los puntos de contacto entre el estoicismo y el cristianismo son tantos que en un tiempo circuló la leyenda de que el filósofo Séneca se había convertido al cristianismo, la cual se plasmó en un colección de cartas apócrifas del filósofo al apóstol.

(2) Mi padre solía decir —quizá inspirándose en Pablo— que cuanto más humilde es una persona con más cortesía debe ser tratada. Ese era un principio que él practicaba. Por eso la gente humilde lo quería a él tanto.

(3) Los autores griegos clásicos emplean la palabra jrestótes en contextos diversos aunque afines, pero no es fácil encontrarle una traducción perfecta en los idiomas modernos. Por su lado, agazosúne es una de las palabras con que la religión revelada ha enriquecido al griego tardío. Sólo ocurre en la traducción al griego del Antiguo Testamento (Septuaginta), en el Nuevo Testamento y en los escritos que dependen de este. Agazosúne y jrestótes (sustantivos) figuran en el Nuevo Testamento solo en los escritos de Pablo. Jrestótes es una virtud que penetra toda la personalidad y el carácter, que suaviza lo que es áspero y austero. El vino que ha madurado con el tiempo es jrestós (adjetivo en Lc 5.39) y el yugo de Cristo es jrestós (ídem Mt 11.30). Jesús desplegó su agazosúne cuando expulsó a los mercaderes del templo (Mt 21.13) y cuando profirió palabras severas contra los fariseos (Mt 23), porque su bondad lo movió a hacer prevalecer la verdad y a corregir el error. Pero no se puede decir que esas acciones muestren su jrestótes. Más bien desplegó su jrestótes cuando acogió a mujeres pecadoras (Lc 7.37–50; Jn 8.2–11) y en su trato benévolo con niños (Lc 19.13–14); en su diálogo con la samaritana (Jn 4) y en cómo se dirigió a Zaqueo (Lc 19.1–10). Esta jrestótes se identificó de tal manera con el ministerio de Cristo que Tertuliano (escritor cristiano del siglo II) pudo decir que, en los labios de los paganos romanos, Christus se convirtió en Chrestos, y Christiani, en Chrestiani, aunque con un matiz de desprecio. La mentalidad del mundo no aprecia la benignidad que solo se inclina hacia el prójimo sin pensar en el provecho propio. (Tomo esta información del interesante capítulo que R.C. Trench, dedica a estas dos palabras en su libro Sinónimos del Nuevo Testamento).


Fuente:
El Fruto del Espíritu

Si desea continuar con la Tercera parte de este estudio, haga click aquí.

ARTÍCULOS RELACIONADOS:
El Fruto del Espíritu I
El Fruto del Espíritu III
El espíritu de religión I
El espíritu de Grecia
El espíritu de Mamón I


EL FRUTO DEL ESPÍRITU

EL FRUTO DEL ESPÍRITU
Por José Balaunde M.

Lo primordial que obra el Espíritu en nosotros no es lo que hacemos sino lo que somos. El Espíritu imprime el carácter de Cristo en nuestra alma y ese carácter se revelará al exterior. El siguiente artículo trata los tres primeros frutos del Espíritu citados en el capítulo 5 de Gálatas. ¿Están estos reflejados en su diario vivir?

En el capítulo cinco de la epístola a los Gálatas, a partir del versículo 16, Pablo contrapone el andar en la carne con el andar en el Espíritu, las obras de la carne con el fruto del Espíritu. Dice que ambos son como mundos y maneras de obrar no solo distintas sino opuestas, que combaten y se excluyen entre sí (v. 17). El creyente tiene que tomar una decisión: satisfacer los deseos de la carne —que han sido moderados, es cierto, pero que todavía están vivos en el viejo hombre —, o vivir y caminar en el Espíritu.

Pablo enumera las obras de la carne —aunque la lista no sea completa contiene lo principal, vv. 19 al 21— y luego habla de la múltiple manifestación del fruto del Espíritu —vv. 22 y 23. No escribe «las obras del Espíritu», sino «el fruto», es decir, las cualidades del carácter de Cristo que el Espíritu produce en nosotros.

Lo primordial que obra el Espíritu en nosotros no es lo que hacemos sino lo que somos. Pero nuestros actos son reflejo de nuestro interior. El Espíritu imprime, por así decirlo, el carácter de Cristo en nuestra alma y ese carácter se revelará al exterior en nuestros actos, palabras, y tratos hacia la gente.

El apóstol Juan lo expresa de otra manera: «El que dice que permanece en Él debe andar como el anduvo» (1 Jn 2:6). Jesús dijo: «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí (es decir, unido al tronco de la vid) y yo en él, éste lleva mucho fruto.» (Jn 15:4)

El fruto del Espíritu empieza a brotar en nosotros cuando nos convertimos. Pero brota por sí solo hasta cierto punto. Debe ser cultivado, abonado, mediante nuestra comunión con Cristo, mediante la cual la savia de su vida pasa del tronco al sarmiento. Así como el sarmiento da fruto en la medida en que fluya la savia, de manera semejante nosotros manifestamos los rasgos del carácter de Jesús cuando su vida fluye en nuestro espíritu. Pero nuestro sarmiento deberá también ser podado, limpiado por el divino Jardinero, para que dé más fruto (Jn 15:2).

Las cualidades del carácter de Cristo, su amor, su bondad, su paz, etc., son la luz que Jesús dijo debía brillar delante de los hombres para que, viendo nuestras buenas obras, glorifiquen a su Padre que está en los cielos (Mt 5:16). El fruto del Espíritu no consiste en obras, pero se manifiesta en obras que dan gloria a Dios.

El fruto del Espíritu es como un prisma que descompone la luz que lo atraviesa no en siete (como en el prisma de vidrio) sino en nueve colores distintos que, sumados, hacen un blanco purísimo. Aquí vemos cómo un fenómeno físico es figura de un fenómeno espiritual: la blancura de la pureza del alma unida a Cristo que resulta de la suma de las cualidades de su personalidad humana. Veamos pues cuáles son esos colores de la luz de Cristo.

El amor
La naturaleza está llena de amor, el cual se manifiesta en miles de formas. En la unión del polen con el óvulo de la planta receptora en el cáliz de la flor; en la atracción recíproca de los animales; en el amor de los animales domésticos por el hombre; en la simpatía que une a los amigos; en la atracción física de los sexos, etc.

Pero el amor como fruto no es el amor apasionado de los enamorados o de los amantes, sino es un amor diferente que Dios derrama en nuestros corazones cuando nos da el Espíritu Santo (Ro 5:5). Es un amor que el mundo no conoce. Es la clase de amor que Él tiene por nosotros que «de tal manera amó al mundo que dio a su Hijo...» (Jn 3:16). Es el amor que constituye la esencia de su ser (1Jn 4.8).

La característica principal de este amor es el darse. Por tanto es un amor desinteresado que no espera recibir nada a cambio. Si amamos a Dios nos damos a Él, le damos todo lo que tenemos, nuestro tiempo, fuerzas, dinero. Lo damos sin que nos cueste porque al que ama no le cuesta dar.

Es un amor que se manifiesta más en hechos que en palabras. Si alguno ve a su prójimo padeciendo necesidad y no siente el impulso de satisfacerla con sus bienes, ¿cómo podrá decir que el amor de Dios vive en él? El amor de Dios nos empuja a dar y si no, no es verdadero (1Jn 3:16-–18).

Ese es un amor que trasciende el plano humano, con sus tres dimensiones (largo, ancho y alto) y que tiene una cuarta dimensión desconocida por la carne: la profundidad (Ef 3:18). La dimensión del amor de Dios es diferente por eso está más allá de la mente y de los afectos humanos. Si estamos llenos del amor de Dios, estamos llenos de su plenitud. Dios derrama su amor incluso en personas que no lo conocen o que no quieren rendirse a Él, así como hace brillar su sol sobre malos y buenos (Mt 5.45). Dios no es tacaño con su amor. Lo da y no exige nada a cambio. Cristo entregó su vida por nuestros pecados pero no nos exige que le amemos en recompensa. Ciertamente espera que el pecador se vuelva a Él, pero no murió por nosotros a condición de que todos le amáramos.

El amor de Dios en nosotros se comporta de manera semejante. Ama sin exigir pago. Ama porque necesita amar. El amor no puede dejar de amar, tal como el agua no puede dejar de mojar. El amor verdadero ama sin esperar ser correspondido. Dios por amor nos dio a su Hijo aun sabiendo que iba a ser rechazado.

Ese es el amor que canta Pablo en 1 Corintios 13, que todo lo sufre, que todo lo cree, todo lo soporta, que todo lo perdona. (1Cor 13:7). El amor de Dios es, por así decirlo, un amor necio, que no teme ser engañado; que ama a sabiendas de nuestra ingratitud.

Al hombre le es difícil amar de esa manera. Nadie puede amar así si Dios no ha derramado su amor en él. El amor humano es inevitablemente egoísta ya que ama pero exige ser amado. Si no pagan nuestro amor con amor, o con un gesto de gratitud, nuestro amor se resiente y hasta puede tornarse en odio.

El amor de Dios nunca se resiente cuando es rechazado o porque se le recompensa con ingratitud. Más bien se podría decir que ama más al que lo rechaza, precisamente por ese motivo, e irá a buscarlo como el Buen Pastor a la oveja perdida (Lc 15:4–6). Es como la luz del sol, cuyos rayos no se ensucian al alumbrar el barro o el estiércol. Permanecen siempre puros. ¿No hay madres que aman así a sus hijos? ¿Qué los aman pese a sus defectos? Es Dios quien ha derramado ese amor en sus corazones.

¿Cuántos podemos decir que nuestro amor permanece intacto pese al rechazo? Incluso el amor de los padres a veces se enfría si los hijos les son ingratos. Sólo el amor que Dios inspira permanece intacto. Ese es un amor que abarca a todos los hombres, no solo a los que nos aman, sino también a los que nos odian (Mt 5:43–-45). Es un amor que renuncia incluso a ser amado con tal de poder seguir amando; es el amor que aceptaría ser condenado al infierno si fuera necesario, con tal de salvar a otros (Ro 9.3).

Ese es el amor que manifestó Cristo en la cruz al ofrendar su vida y afrontar el sufrimiento por el gozo de salvarnos (He 12:2). Es un amor que está por encima de la capacidad humana y que solo Dios puede dar; un amor que muere a sí mismo y que prefiere el bien ajeno al propio.

Uno de los síntomas más claros de que estamos llenos de este amor es que no nos entristezcamos porque los méritos y cualidades de otro nos opacan, al contrario, nos alegremos en los méritos y éxitos de otro a quien Dios levanta. Ese es un amor que prefiere ser insultado a insultar; que no envidia sino se goza en la felicidad del otro; que no se jacta sino que destaca los méritos ajenos; que no se irrita ni guarda rencor sino perdona. Es el amor que sufre de buena gana aun por los que lo odian (1Cor 13:4–6).

Es un amor que hace la vida diferente. Es el amor que se manifiesta en la fidelidad de los esposos más allá de sus cuerpos, y en la amistad de los que son verdaderos amigos; en la caridad que sacrifica la propia comodidad o el propio dinero por ayudar al prójimo (Lc 10:25–-37).

La enfermera que ama a sus enfermos goza cuidándolos aunque se fatigue. Si no los ama su trabajo será para ella una carga pesada. Si los ama le será fácil. Cuando existe ese amor en el seno de una familia, sus miembros gozan de una felicidad que el dinero no puede comprar.

En la medida en que nosotros experimentemos el amor de Dios podremos darlo al prójimo. Todo lo que experimentamos lo aprendemos y podemos reproducirlo. Por eso la forma cómo nosotros tratamos al prójimo es un reflejo del grado en que hemos experimentado el amor de Dios.

Nosotros amamos tanto al prójimo cuanto nos sentimos amados por Dios. El que no siente que Dios lo ama difícilmente puede amar al prójimo. De ahí viene que alguna gente pueda ser tan fría con sus semejantes. No conocen el amor de Dios y, por tanto, no pueden darlo a otros.

Al que ama no le cuesta dar, no le cuesta regalar. Dios no escatimó el costo de entregarnos a su Hijo. ¿O estaría Él calculando si valía o no la pena dárnoslo? Dios no escatima sus dones sino que nos los da sin medida porque nos ama, y por eso nos perdona sin límites.

Jesús no calculó el costo de morir en la cruz. Más bien Él ardía de deseos porque su destino se cumpliera . En el momento de la prueba en el huerto Él debe haber tenido delante de sus ojos todo lo que iba a sufrir y debe haber visto hasta qué punto su sufrimiento iba a ser en vano para muchos, cuántos lo rechazarían y se perderían. Él pudo haberse negado a sufrir en vano por tantas personas, pero persistió pese a todo en su propósito con tal de salvar a unos pocos.

Solo ese amor sin límites explica su Pasión. Ese amor se manifiesta en los clavos que traspasaron sus manos y sus pies, y en la lanza que se clavó en su costado. Fue por amor que Él soportó ser herido y traspasado. Es por amor también por lo que Él soporta las heridas que nosotros le infligimos cuando pecamos. Las infidelidades del cristiano son más crueles y más dolorosas que los clavos que horadaron sus manos y sus pies. Es su amor al que herimos cuando pecamos. Por eso debería espantarnos la posibilidad de pecar, porque pecando herimos al amor que se ha dado enteramente a nosotros (Ver Nota abajo).

El gozo
Para alegrarse el hombre necesita con frecuencia de estímulos artificiales, como el alcohol, o la música bulliciosa, los espectáculos y la gritería. Varios anuncios televisivos muestran la superficialidad de esa alegría, de ese «vacilarse», al que muchas veces, cuando el efecto del alcohol y de las drogas se esfuma, sigue la depresión.

Pero el verdadero gozo no es algarabía loca, ni puede confundirse con la alegría que siente el impío cuando hace el mal (Pr 2:14), sino es algo que no depende de lo que hacemos ni de las circunstancias exteriores. Es algo que brota de nuestro interior como consecuencia de nuestra comunión con Dios y que permanece aun frente a las dificultades y las circunstancias adversas.

Es un gozo que viene de reposar en Dios, de saberse amado por Él, así como de amar al prójimo. Es un gozo que Jesús da: «Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.» (Jn 15:11).

Es el gozo que viene a nuestra alma por hacer el bien, como, por ejemplo, por salvar las almas, o por predicar aunque nos cueste mucho hacerlo, o por ayudar al desvalido. Es un gozo que ni los insultos ni las adversidades ni los sufrimientos pueden apagar, sino que, al contrario, más bien estimulan. Pablo habla de ese gozo cuando dice: «Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.» (2Cor 12:10).

Es el gozo que sintieron los apóstoles Pedro y Juan cuando fueron azotados por orden del Sanedrín y salieron «gozosos de haber sido tenidos por dignos de haber sufrido afrenta por causa del Nombre» (Hch 5:41). Es el gozo que produce ser participante de los sufrimientos de Cristo (1Pe 4:13). Jesús exhorta a los suyos a tener ese gozo: «Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan y digan toda clase mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos porque vuestra recompensa es grande en los cielos.» (Mt 5:11-–12)

Es el gozo, sobre todo, de vivir lleno del Espíritu Santo, que es el autor del gozo (Hch 13:52). El gozo del que Pablo exhorta a los creyentes estar llenos, pues Cristo vive en ellos: «Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor." "Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez os digo: Regocijaos» (Fil 3:1; 4:4).

Lo único que puede apagar ese gozo interno es el pecado, como lo experimentó el rey David, pecador penitente: «No quites de mí tu Santo Espíritu; devuélveme el gozo de tu salvación.» (Sal 1:11b–-12a). El pecado alegra al pecador pero deprime al justo porque lo separa de Dios.

Los santos del Antiguo Testamento conocían muy bien ese gozarse en Dios, como lo muestran varios episodios de su historia. Quizá el más conocido o citado sea el que menciona el libro de Nehemías cuando el sacerdote Esdras y sus ayudantes leyeron las Escrituras ante la congregación reunida. Después de que hombres y mujeres hubieran llorado de emoción al volver a oír las Escrituras después de mucho tiempo, Nehemías les dijo: «Id, comed grosuras y bebed vino dulce y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo del Señor es nuestra fuerza...Y el pueblo se fue a comer y a beber, y a obsequiar porciones y a gozar de gran alegría, porque habían entendido las palabras que les habían enseñado." (Nh 8:10-–12). Escuchar la palabra de Dios produce gozo, como bien sabemos también por el Nuevo Testamento (Lc 2_10-–11; 8:13; 1Ts 1:6).

Muchos salmos dan testimonio de ese gozo: «Me alegraré y me regocijaré en ti; cantaré a tu nombre, oh Altísimo.» (Sal 9:2). Y otro: «En tu presencia hay plenitud de gozo.» (Sal 16:11b).

La paz
La paz del mundo es ausencia de hostilidades y rivalidades; es una tregua entre dos potencias rivales, debajo del cual puede ocultarse una «guerra fría», como sabemos por la historia reciente. Es una paz engañosa en la que los enemigos no se atacan solo porque los paraliza el miedo mutuo, mientras se arman constantemente, según el dicho latino: «Si quieres la paz, ármate para la guerra». Así también es la paz mundana entre las personas: un arreglo temporal de conveniencia que puede ser turbado cuando se enfrentan los intereses y que es por ello violado constantemente.

En cambio, la paz que viene de Dios es una paz interna, una paz del corazón; un estado del alma que no depende de las circunstancias. Es una paz que permanece en medio de los hostigamientos y de la guerra que nos hace el enemigo. La paz de Dios que nos dejó Jesús (Jn 14:27), tan diferente a la del mundo, viene de haber sido reconciliados con Él por medio de su sangre, viene de tener paz con Dios al haber sido justificados por la fe, como dice Pablo en Romanos (5:1).

Si no estamos en paz con Dios es imposible tener esa paz. Pero si lo estamos, tendremos esa paz que viene de Él que sobrepasa todo entendimiento, porque no obedece a ninguna lógica humana, y que poseemos cuando ponemos nuestras necesidades y afanes en sus manos: (Fil 4:6–7).

Es una paz que procede de la seguridad de que Jesús está con nosotros (Mt 28:20). Es la paz que nada altera cuando estamos firmemente anclados en Dios; cuando Él gobierna nuestros corazones y estamos llenos de amor y gozo (Col 3:14–-15). Es la paz de la conciencia sin reproche que nos permite dormir sin temor cuando nos acostamos sabiendo que Él guarda a los suyos (Sal 4:8).

Pero es también una paz que influye en nuestro entorno y en nuestras relaciones humanas, como dice Proverbios: «Cuando los caminos del hombre son agradables al Señor, aun a sus enemigos hace estar en paz con él» (16;7).

Es la paz de los pacificadores a los que Jesús llama bienaventurados porque serán llamados hijos de Dios (Mt 5:9).


Nota del autor:
El griego antiguo tenía cuatro palabras para expresar el amor. Storgé es el amor de los padres por sus hijos, o el que une a los esposos, o la simpatía entre amigos. No figura como sustantivo ni como verbo en el Nuevo Testamento, solo en palabras compuestas: filóstorgos (amor ferviente, Ro 12.10) y astorgos (carente de amor natural, Ro 1.31; 1 Ti 3.3). Eros es el amor de los sexos opuestos, la pasión y el deseo de poseer. Tampoco figura en el NT. El específico significado cristiano de la palabra ágape es algo propio del Nuevo Testamento. El sustantivo ágape no figura en la literatura clásica griega y aparece por primera vez en la Septuaginta (LXX) como traducción del hebreo ajaba, aunque el verbo agapao (dar gran valor, tener en gran estima, amar) sí es usado en el griego clásico desde Homero. Filia (sustantivo) y fileo (verbo) constituyen las palabras más usadas para expresar el amor en general y el afecto, no sólo entre las personas sino también el amor a las cosas (1 Ti 6.10).



Fuente:
El Fruto del Espíritu


ARTÍCULOS RELACIONADOS:
El Fruto del Espíritu II
El espíritu de religión I
El espíritu de Grecia
El espíritu de Mamón I
























































Etiquetas

Jesucristo (70) Alimentación y salud (49) Vida cristiana (49) El Evangelio de Jesucristo (48) Reino de Dios (43) salud (43) Alimentación sana (38) Crecimiento espiritual (34) el tiempo de Dios (34) profecía (33) Crecimiento de la iglesia (26) la Biblia y el tiempo (26) Iglesia y Reino (24) Evangelio del reino de Dios (22) Alimentos maravillosos (20) reino y tiempo (20) Discipulado (19) Fiesta de las Trompetas (19) Libertad en Cristo (19) desafíos misioneros (19) iglesia misional (19) Crecimiento (18) Fiesta de los Tabernáculos (18) Iglesia apostólica (18) Modelo de iglesias (18) misiones mundiales (18) Amor de Dios (17) Iglesia de Jesús (17) Movimiento de iglesias caseras (17) iglesia y misiones (17) Calendario hebreo (16) Libertad espiritual (16) Liderazgo (16) alimentación y cáncer (16) Iglesia (15) Liderazgo ministerial (15) Matrimonio (15) Números y el tiempo de Dios (15) Salvación (15) intercesión profética (15) mujer (15) reino de Dios y lucha espiritual (15) Adoración (14) Educación sexual (14) Fiesta de la Pascua (14) iglesia casera (14) iglesia orgánica (14) reforma de la iglesia (14) Espíritu Santo (13) obesidad (13) rol de la mujer (13) Adorar a Dios (12) Lenguaje de Dios (12) Reposo (12) cáncer (12) el Reposo de Dios (12) mujer y reino de Dios (12) Guerra espiritual (11) Iglesias caseras (11) Libertad financiera (11) Pentecostés (11) Soberanía y salvación (11) comunicación matrimonial (11) el amor (11) finanzas y reino (11) Evangelio y sexualidad (10) Familia (10) Sexualidad (10) Soberanía de Dios (10) Visión 2012 (10) iglesia y misión (10) liderazgo de la mujer (10) relaciones matrimoniales (10) Definamos adoración (9) Descansar en Dios (9) Educación sexual para niños (9) Fe (9) Fiesta de las Primicias (9) Fiesta del Perdón (9) Poder del Espíritu Santo (9) comunicación (9) fiesta de pentecostés (9) mujer e iglesia (9) profecías del 2012 (9) Alabanza (8) Alabar a Dios (8) El evangelio hoy (8) Líder de adoración (8) Plato de comida saludable (8) Sexo y Vida cristiana (8) Significado de la Pascua (8) Soberanía y elección (8) USA y la profecía (8) Vida de oración (8) capacitación misionera (8) el problema de la obesidad (8) finanzas (8) iglesias enfermas (8) nacimiento de Jesús (8) reforma (8) reino y cosecha (8) 5774 (7) Amor (7) Ansiedad (7) Desarrollo de liderazgo (7) Enfermedades cardíacas (7) Estaciones de la vida (7) Fe en Cristo (7) Lenguaje (7) Luna nueva (7) Perdón (7) Plato de comida sana (7) conflictos matrimoniales (7) educación familiar (7) homosexualidad (7) madurez (7) relaciones familiares (7) significado de Ayin (7) 2012 (6) 5772 (6) Ayin-Bet (6) Caminar con Dios (6) Congreso Nacional de Misión y desarrollo (6) Crisis económica (6) Día de reposo (6) Economía (6) Economía en crisis (6) Fiesta de las Luces (6) Fiestas del Señor (6) Iglesia sencilla (6) Navidad (6) Niveles de liderazgo (6) Prosperidad (6) Proyecto de vida (6) Red de iglesias caseras (6) Relaciones sanas (6) Salvación de los judíos (6) Soberanía y justicia (6) Sábado (6) Tabernáculos y la profecía (6) Temas de Salud (6) Trompetas (6) cuándo nació Jesús (6) educando a los hijos (6) evangelismo y transformación social (6) la Biblia y la Navidad (6) la restauración del Evangelio (6) la verdadera historia de la Navidad (6) mujer y ministerio (6) primeros frutos (6) 2015 (5) Ayin-Guimel (5) Babilonia (5) Ciclos de tiempo (5) Confianza (5) Corazón (5) Descanso (5) Estados Unidos de América (5) Fiesta de los Panes sin levadura (5) Hipertensión (5) Jesús primogénito (5) Jesús y primicias (5) Luna roja (5) Líder (5) Noviazgo (5) Noviazgo saludable (5) Oración (5) Primicias (5) Profecía de los siete montes (5) Reforma protestante (5) Romanos (5) Sabbat (5) Segunda Reforma (5) Sistema babilónico (5) Tabernáculos y la gloria de Dios (5) Vida (5) batalla del cristiano (5) cristiano y homosexualidad (5) desarrollo comunitario cristiano (5) espíritu de Grecia (5) espíritu de este mundo (5) evangelismo y responsabilidad social (5) hipertensión arterial (5) homosexual (5) jóvenes (5) la Biblia y la homosexualidad (5) la presencia de Dios (5) los números y la profecía (5) lucha contra el cáncer (5) ministerio de jóvenes (5) misiones nacionales (5) misiones y globalización (5) obesidad en niños (5) obesidad infantil (5) revelación (5) salud mental (5) significado de los Tabernáculos (5) transformación social (5) 2014 (4) 2016 (4) 5773 (4) 5775 (4) 5776 (4) 666 (4) Abib (4) Alimentos peligrosos (4) Ayin (4) Definición de adoración (4) Economía familiar (4) Educación y lenguaje (4) Evaluación (4) Guerrero de oración (4) Hanukká (4) Identidad en Cristo (4) JESÚS (4) Jesús el Señor (4) Jóvenes y la Iglesia (4) La Ley (4) La bestia (4) Ley y Gracia (4) Liberación espiritual (4) Libertad y justicia (4) Mamón (4) Mentalidad de Reino (4) Ministerio de adoración (4) Modelo apostólico de Iglesia (4) Números (4) Palabra de Dios (4) Pascua a Pentecostés (4) Planificación (4) Redención (4) Relaciones personales (4) Sanidad interior (4) Shemitá (4) Shofar (4) Siete montes (4) Tabernáculo de David (4) Tabernáculos 2011 (4) Vida en el Espíritu (4) Visión (4) Yom Kippur (4) Zayin (4) abuso sexual infantil (4) chip 666 (4) conducta homosexual (4) conflictos (4) creación (4) crianza de los hijos (4) día del sida (4) el código de barras (4) el sello de USA (4) frutas y verduras (4) iglesias que mueren (4) influencia del espíritu de Grecia (4) involucramiento misionero (4) la Biblia y el 2012 (4) la marca de la bestia (4) labor misionera (4) maltrato infantil (4) misión y desarrollo (4) mujer y reino (4) odres nuevos (4) odres viejos (4) primogénito (4) puertas del reino de Dios (4) resolución de conflictos (4) sida (4) significado de Ayin-Bet (4) significado de pentecostés (4) temas de familia (4) vigilia nacional de oración (4) 2017 (3) 5572 (3) 5777 (3) Adar (3) Alineación (3) Amor y Ley (3) Apocalipsis (3) Apocalípsis y 2012 (3) Apostasía (3) Av (3) Aviv (3) Ayin Dalet (3) Ayin-Hey (3) Ayin-Vav (3) Bendición de Dios (3) Dios (3) El precio del modelo pastoral de iglesia (3) Elaborar presupuesto (3) Jesús en la boda (3) Joven y Ministerio (3) Libertad (3) Libres del pasado (3) MISION 2011 (3) MISIÓN 2013 (3) Ministerio (3) Misión 2011 (3) Nisán (3) Nueva creación (3) Nueva era 2012 (3) Oración y justicia (3) Presupuesto familiar (3) Relevancia (3) Relevancia de la Iglesia (3) Riquezas (3) Romanos 8:28-32 (3) Salvación y elección (3) Shofarim (3) Sida en Venezuela (3) Significado de Vav (3) Solsticio de invierno 2012 (3) Sonidos del shofar (3) Símbolos (3) Símbolos y tipos (3) Tipos (3) Vestidos del Señor Jesús (3) Vida cristiana victoriosa (3) Visión profética (3) alineación del sol 2012 (3) aniversario de la Iglesia (3) año 2015 (3) calendario gregoriano (3) calendario maya (3) calentamiento global (3) capacitación ministerial (3) cáncer de mama (3) cáncer de seno (3) cáncer de útero (3) el Fruto del Espíritu (3) el tiempo (3) espíritu de religión (3) espíritu religioso (3) evangelización mundial (3) hambre (3) iglesia en casa (3) la Fuga (3) la boda de Canaán (3) la boda y el tiempo de Dios (3) la revolución de Elías (3) limpieza del hígado (3) maltrato y abuso sexual infantil (3) mayas (3) misioneros (3) misión integral (3) modelo pastoral de iglesia (3) oración por Venezuela (3) perfil misionero (3) plan biblico vacacional (3) proyectos misioneros (3) puertas espirituales (3) sida y homosexualidad (3) significado de Adar (3) significado de Ayin-Guimel (3) vacaciones (3) verdadera prosperidad (3) 2013 (2) 9 de Av (2) 95 Tesis (2) Adicción sexual (2) Adán (2) Afán (2) Agua y Vino (2) Amistad (2) Aprendizaje (2) Astronomía (2) Beneficios de Omega 3 (2) Beneficios del Perdón (2) Biblia (2) Biblia y los colores (2) Biblia y los símbolos (2) Camino a la Paz (2) Colores (2) Comunión con Dios (2) Congreso de mujeres (2) Constelaciones (2) Cómo vencer a Mamón (2) Dependencia emocional (2) Desde la Eternidad (2) Diabete (2) Diabetes (2) Dieta y Omega 3 (2) Dirección de culto (2) Diseño de Dios (2) El poder de la sangre de Jesús (2) Epidemia (2) Estrellas (2) Eva (2) Evangelio de Jesucristo (2) Expiación (2) Felicidad (2) Frutas (2) Gran tribulación (2) Grecia y la Iglesia (2) Guerrero de alabanza (2) Hanukkah (2) Hanukkáh (2) Hermenéutica (2) Hogar (2) Hígado (2) Ideología de género (2) Iglesia primitiva (2) Interpretación bíblica (2) Intersexual (2) Justificación (2) La economía de los materiales (2) Las cinco leyes espirituales (2) Liderazgo de servicio (2) MISIÓN 2012 (2) Mamóm (2) Martin Lutero (2) Mayordomía financiera (2) Mazarot (2) Mazzaroth (2) Neftalí (2) Nuevo Orden Mundial (2) Omega 3 (2) Omega 6 (2) Orientación para diabéticos (2) Panes sin levadura (2) Pareja (2) Pascua 2012 (2) Paz (2) Paz de Dios (2) Principios de interpretación bíblica (2) Purim (2) Relación de parejas. temas de Matrimonio (2) Rosh Jódesh (2) Salid de Babilonia (2) Santidad (2) Segunda venida (2) Semana profética (2) Servicio (2) Sexualidad y Espiritualidad (2) Signifcado de Ayin-Zayin (2) Significado de Bet (2) Significado de Guimel (2) Significado de la Fiesta de los Panes sin levadura (2) Significado de los colores (2) Significado de los símbolos y tipos (2) Sukkot (2) Temor (2) Terapia de desintoxicación (2) Transexualidad (2) VHI/Sida (2) Vav (2) Venezuela (2) Vestidura espiritual (2) Vida espiritual (2) Virus (2) Virus de Zika (2) ZIKA (2) amor fraternal (2) amor verdadero (2) año 2016 (2) año 5572 (2) año 5573 (2) año de conexión (2) bienestar (2) business as mission (2) consejos para el matrimonio. (2) corre a la batalla (2) cuatro puertas de influencia (2) cuidemos la salud (2) cáncer de mama en Venezuela (2) disciplina (2) disciplina y amor (2) día global de oración (2) el evangelio de Juan (2) elección (2) estadísticas sobre los pastores (2) evangelismo comunitario y de salud (2) fidelidad (2) globalización y misiones (2) gloria de Dios (2) gran comisión (2) gran vigilia de oración (2) hábitos de salud (2) iglesia del futuro (2) iglesia perseguida (2) iglesia venezolana (2) iglesias que abusan (2) la Mente (2) la sangre de Jesús (2) la ventana 10/40 (2) negocios como misión (2) niños (2) perdónense unos a otros (2) persecución (2) plan biblico vacacional 2011 (2) plan vacacional (2) por qué los pastores dejan el ministerio (2) prevención (2) restauración (2) sangre sana (2) significado de Av (2) significado de Ayin-Dalet (2) significado de Zayin (2) temas de matrimonio (2) todos unidos por Venezuela (2) vigilias nacionales en Venezuela (2) 01 de Abib 5771 (1) 12 tribus (1) 19 de Abril 2011 (1) 4 (1) 5573 (1) 5778 (1) 6 (1) 70 semanas de Daniel (1) 8va gran vigilia de oración (1) ACV (1) AH1N1 (1) Abib 5772 (1) Adelgazar (1) Administración del tiempo (1) Adolescencia (1) Adolescencia en peligro (1) Adulterio (1) Adán y Eva (1) Alimentación (1) Amar a Dios (1) Amargura (1) Apoyo en Depresión (1) Ataque Cerebral (1) Ataque cerebro-vascular (1) Autoridad (1) Avívanos 2017 (1) Ayin-Chet (1) Ayin-Dalet (1) Ayin-Jet (1) Ayudar a Depresivo (1) Ayuno (1) Año sabático (1) Batidos adelgazantes (1) Beneficios de caminar (1) Beneficios de la Leche (1) Beneficios de la Moringa (1) Beneficios de la Soya (1) Beneficios de la granada (1) Beneficios de la manzana (1) Beneficios de la siesta (1) Beneficios de los huevos (1) Beneficios del Café (1) Beneficios del berro (1) Berro (1) Blog (1) Boda de Caná (1) Brócoli (1) Buena Administración (1) Bullinger (1) C.C. Hay paz con Dios (1) Café (1) Caminar (1) Cantares (1) Carácter de Dios (1) Cerdo (1) Cerebro (1) Claves para una vida Cristiana Victoriosa (1) Conducta positiva (1) Confía Más Preocúpate Menos (1) Cristiano y creación (1) Culpa (1) Curso básico de LSV (1) Dalet (1) Dan (1) Dando todo por la familia (1) Dedicación del Templo (1) Dengue (1) Depresión (1) Derrota de Satanás (1) Desayuno (1) Desintoxicación (1) Difteria (1) Dinero (1) Dios e Israel (1) Don de lenguas (1) Dudas (1) Efectos de consumo de Moringa (1) El Amor es el Cumplimiento de la Ley (1) El Cuerpo de Cristo (1) El poder del dinero (1) Elul (1) Endorfinas (1) Enojo (1) Escabiosis (1) Escuela bíblica. (1) Escuela para padres (1) Espada (1) Estación de poda (1) Estado depresivo (1) Europa y misiones (1) Examen de los pies (1) Fe. (1) Fiesta de Halloween (1) Fiesta de la Dedicación (1) Fiesta del Perdón 2011 (1) Fiestas paganas (1) Fin del mundo (1) Fornicación (1) Gripe (1) Guillain-Barré (1) H1N1 (1) Hag ha-Matzah (1) Halloween (1) Harvard (1) Hay paz con Dios (1) Hebreo (1) Hechos (1) Hey (1) Hijo pródigo (1) Hiperinflación (1) Hombre fuerte (1) Huevo (1) Huevos (1) ICAM (1) Ictus (1) Iglesia saludable (1) Importancia del Desayuno (1) Inmoralidad sexual (1) Inmunización (1) Ira (1) Isacar (1) Ison (1) Jerusalén (1) Jesús la Luz (1) Jesús la Luz del mundo (1) Jesús la Vid (1) Jesús y la mujer (1) Juan Calvino (1) Juan el bautista (1) Jubileo (1) Jóven y Ministerio (1) La Cruz (1) La Iglesia (1) La Pira (1) La Venezuela que todos queremos ver. (1) Lavamiento de los pies (1) Leche (1) Lengua de señas venezolana (1) Lenguaje espiritual (1) Lenguaje espiritual. Espíritu Santo (1) Lenguajes del amor (1) Lenguas (1) Lenguas espirituales (1) Libertad emocional (1) Libre albedrío (1) Libre de la culpa (1) Licuados adelgazantes (1) Limón (1) Manzana (1) Matzo (1) Mayordomía (1) Mes de Tamuz (1) Metabolismo (1) Microcefalia (1) Miedo (1) Ministerio de sordos (1) Misterio de Dios (1) Moringa (1) Mosquitos (1) Nostradamus 2012 (1) Noé (1) Nuestra Mayordomía (1) Número y el hebreo (1) Ofrenda de Abel (1) Ofrenda de Caín y Abel (1) Ojo (1) Omer (1) Optimismo (1) Pascua (1) Pascua 2011 (1) Pascua 2013 (1) Pascua 2014 (1) Pascua 2015 (1) Paul Washer (1) Pediluvio iónico (1) Pentecostés 2011 (1) Pentecostés 2016 (1) Pentecostés 2017 (1) Perfección (1) Persona Depresiva (1) Pie diabético (1) Pira (1) Pobreza (1) Pornografía (1) Postrer Adán (1) Prevención de Enfermedades (1) Prevención de Enfermedades. (1) Propiedades de la Moringa (1) Propósito en Dios (1) Provisión milagrosa. (1) Puertas de bendición (1) Relación con Dios (1) Relación entre hermanos (1) Rencor (1) Resentimiento (1) Restitución (1) Retorno (1) Rey David (1) Rick Ridings (1) Risas (1) Risoterapia (1) Riñones (1) Rolleston (1) Rosh Ha-shanah (1) Rubén (1) Sacerdocio (1) Sacerdocio de Melquisedec (1) Sangre (1) Sansón (1) Sarna (1) Sarna en humanos (1) Satanás (1) Sevat (1) Shavuot (1) Shevat (1) Shin (1) Shoemaker-Levy (1) Sida y Venezuela 2011 (1) Siesta (1) Significado de Ayin-Chet (1) Significado de Ayin-Zayin (1) Significado de Ayin.Vav (1) Significado de Chet (1) Significado de Hey (1) Significado de Shin (1) Significado de Tishri (1) Significado de la levadura (1) Significado del 25 (1) Significado del 50 (1) Significado del 6 (1) Significado del agua (1) Significado del cuatro (1) Sistema capitalista (1) Soja (1) Sordos (1) Soya (1) Síndrome de Guillain-Barré (1) Tabernáculos 2012 (1) Tamuz (1) Temas de salud. alerta (1) Teruah (1) Teshuvá (1) Tevet (1) Tiroide (1) Tishri (1) Tishá B'Av (1) Todo le pertenece a Dios (1) Todo le pertenece a Dios. (1) Trompetas 2012 (1) Trompetas 2013 (1) Trompetas 2014 (1) Tsade (1) Tsadik (1) Tétrada de lunas rojas (1) VISIÓN 2017 (1) VPH (1) VPH y cáncer (1) Venas y arterias (1) Vestíos del Señor Jesucristo II (1) Vida cristiana. Crecimiento de la Iglesia (1) Virus y Mosquito (1) Visión 2011 (1) Visión 2014 (1) Visión 2015 (1) Visión 2016 (1) XXIV aniversario (1) XXV Aniversario (1) XXVII (1) Zabulón (1) Zancudo (1) agua de avena (1) amor al prójimo. (1) aprendiendo a comer. (1) apóstoles (1) arterias enfermas (1) año de los árboles (1) ballena azul (1) beneficios de la cebada (1) beneficios de la uva (1) beneficios del higo (1) beneficios del limón (1) beneficios del olivo (1) beneficios del trigo (1) bienestar. (1) boda y tiempo de Dios (1) buen estado de animo (1) buscan maestros (1) calendario (1) calendario romano (1) camello (1) cantos (1) carne de cerdo (1) cebada (1) compromiso (1) conservación (1) cosecha (1) creador (1) culto unido (1) cáncer de próstata (1) dieta líquida (1) discpacidad auditiva (1) disposición (1) diversión (1) dátil (1) dátiles (1) día global de oración 2011 (1) ecología (1) ecs (1) educación teológica (1) el Olivo (1) el Rey esté en el campo (1) el cristiano y la homosexualidad (1) el desafío de los no alcanzados (1) el higo (1) enfermedad contagiosa (1) enseñanza (1) espíritu de pobreza (1) familia sana (1) fiesta del Purim (1) hermanos (1) historia de la iglesia (1) historias. (1) humildad (1) iglesias abusadoras (1) iglesias que crecen (1) influenza (1) iniciativa global 4714 (1) juego diabólico (1) juegos (1) la Biblia y el Matrimonio (1) la Biblia y la carne de cerdo (1) la Cuenta del Omer (1) la Granada (1) la avena (1) la poda de Dios (1) la poda divina (1) la puerta estrecha (1) la uva (1) la ventana 40/70 (1) lavarse los pies (1) lechina (1) lemas (1) limpieza de riñones (1) logro y fracaso (1) los niños en Latino-américa (1) los niños en el mundo (1) los no alcanzados (1) maestros (1) mal líder (1) matrimonio maravilloso (1) medio ambiente (1) mejor familia (1) mes de Av. (1) metas (1) ministerial (1) ministerio apostólico (1) ministerio infantil (1) misiones y lucha espiritual (1) métodos de poda (1) numerología bíblica (1) número 21 (1) número 6 (1) número 7 (1) número 8 (1) obediencia (1) orden de hermanos (1) orden en la familia (1) pacto de Lausana (1) padres (1) palabra proféticas (1) parque santos michelena (1) pastor (1) pastor y misiones (1) pastorado (1) pentecsotés (1) perejil (1) planes (1) poda y crecimiento (1) proyectos en españa (1) proyectos en india (1) proyectos en venezuela (1) próstata (1) puertas del enemigo (1) reconciliación (1) refuerzo positivo (1) retos de la globalización (1) siete frutos de Israel (1) significado de Dalet (1) significado de Elul (1) significado de Halloween (1) significado del 12 (1) significado del 13 (1) significado del 24 (1) significado del 3 (1) significado del 40 (1) significado del Día de creación (1) significado del vino (1) significados de Siván (1) suertes (1) sueños (1) temas bíblicos (1) terapia de Pediluvio (1) terapia redentora (1) terapia reparadora (1) tiempo de calidad (1) tribu de Dan (1) tribus de Israel (1) trigo (1) tóxinas (1) unión familiar (1) varicela (1) ventana 4/14 (1) verichip (1) vida en Cristo (1) vida exitosa (1) virus AH1N1 (1) árbol (1)