HAMBRE Y SED DE LIBERTAD
Por Ricardo Gondim
Por Ricardo Gondim
El enigmático regalo de Dios es una parte central de la identidad del ser humano.
«Somos, pues, criaturas nutridas de libertad desde hace mucho tiempo, llamados a cantar, combatir y aun morir por ella». «Ser libre —como señalaría el famoso consejero— es no ser esclavo»; y andar según lo dicta nuestra cabeza y nuestro corazón, aun cuando sea necesario quebrar esa cabeza y ese corazón para encontrar el camino... En fin, ser libre es ser responsable y repudiar la condición de autómata o tele-dirigido. Es proclamar la victoria iluminada del espíritu. (Suponiendo que sea eso). Ser libre es ir más allá y buscar otro espacio y otras dimensiones para ampliar la órbita de la vida. Es no estar acorralado. Es no vivir, por obligación, entre cuatro paredes. Cecilia Meireles
Libertad: palabra apetecible, provocadora, peligrosa. Inquietud de algunos, aspiración absoluta de todos. Es el deseo expresado en la pedagogía del oprimido (1) y en la democracia. Para el negro: reclamar el derecho a ser dueño de sí mismo, no un producto comerciado en una plaza pública. Para la mujer: el derecho a salir del vagón de tercera, para sentarse a la par de quien quiera, en el lugar que se le antoje. Para el periodista: el derecho a comunicar la noticia y a expresar sus pensamientos, sin censura ni reprensión y sin el miedo de ser perseguido.
En la política, la libertad exige que se considere como maligna cualquier expresión de tiranía. En la filosofía, la libertad es esencial en la construcción del ser. En la teología, la libertad define el sentido central de la creación. Pablo de Tarso escribió: «para libertad fue que Cristo nos hizo libres» (2).
En la teología, pensar, sentir, desear y escoger descansan en la primera y más soberana decisión de Dios: crear semejantes. El Génesis relata que él creó al hombre y a la mujer «a su imagen y semejanza». La similitud radica en una vocación más que en un estado. Hacerse libre, como Dios es libre, ha sido la meta que anima la historia entera.
"Lo que originalmente se llama libre albedrío es la capacidad de elaborar las propias elecciones, de escoger, principalmente, en lo que a cuestiones morales se refiere."
C. S. Lewis se preguntó: «¿Por qué Dios, entonces, concedió el libre albedrío?» Su respuesta: «Porque el libre albedrío, a pesar de que posibilita el mal, es también lo único que convierte en valioso todo amor, toda bondad y toda alegría. No valía la pena crear un mundo de autómatas, de criaturas que trabajaran como máquinas. La felicidad que Dios reservó para sus criaturas superiores es la felicidad de que fueran libres y se relacionaran voluntariamente con él y entre sí, en un éxtasis de amor y placer que vuelve insípido el amor más apasionado de este mundo que pueda existir entre un hombre y una mujer. Para que eso suceda, sin embargo, las criaturas deben ser libres».
Solamente existen las relaciones entre los libres.
El Nuevo Testamento realiza tres declaraciones categóricas acerca de Dios. Dios es espíritu (Jn 4.24); Dios es luz (1Jn 1.5); Dios es amor (1Jn 4.8).
Cada afirmación intenta producir un rayo de revelación sobre el misterio de la divinidad. Cuando se afirma que «Dios es espíritu» se comunica una verdad sobre el ser divino. En la metáfora de «Dios es luz» también se comunica una verdad sobre la integridad de su carácter. En la expresión «Dios es amor» se comunica que este ser divino es relacional.
La razón no es suficiente para explicar a Dios. La rendija que abre la última frase —«Dios es amor»— encierra una magnífica belleza. Más allá de la comprensión fría y absoluta, se sabe ahora que Dios no conoce otra forma de entablar relaciones que no sea por amor. Amor genuino, nunca ficticio o con dobles intenciones. Para que cualquier relación se vuelva verdadera es indiscutiblemente necesario que las partes se unan en libertad. El amor, la más espléndida virtud, depende de que las dos partes se sientan con la independencia de involucrarse.
La virtud deja de ser una fuerza instintiva cuando existe imposición. Solo se convierte en virtud cuando ya se rechazó el vicio y se escogió el bien. La ética es hacer de las elecciones las columnas del edificio que acoge el bien. Cualquier decisión fundamental solamente debe ser considerada digna si existe la posibilidad de elegir algo contrario.
Sin la auténtica libertad nadie puede ser responsabilizado por sus elecciones. Quien actúa por instintiva obligación no merece crítica ni elogio. Quien se siente impulsado por una fuerza irresistible no debe ser responsabilizado por sus hechos. El esclavo de un instinto carece de ayuda, nunca de condenación. El mérito y la maldad alcanzan sentido cuando existe la conciencia. Los animales, los dementes y los locos son inimputables.
Lo que originalmente se llama libre albedrío es la capacidad de elaborar las propias elecciones, de escoger, principalmente, en lo que a cuestiones morales se refiere. Y, para Kant (3), esto debe incluir también el deber.
Al hablar de la libertad Winkey Pratney afirmó:
"Hoy, el concepto de la libertad es el gran tema de discusión, no solamente en los campos de la psicología y la sociología, sino también en las ciencias exactas, como la física... La teoría cuántica enuncia que el observador ejerce un papel decisivo en los eventos. Los seres humanos parecen ser capaces de influenciar el universo físico de una manera que hubiera sido impensada en los tiempos de Newton. En un estudio atómico, por ejemplo, la forma en que se decide medir el experimento afecta el comportamiento de los electrones; lo que decidimos mirar afecta si ellos permanecen estacionarios o se mueven. ¡La elección humana parece gobernar el comportamiento de los átomos! El concepto de la elección creativa, con su origen en el propio ser del hombre, sugiere una causa que no es causada, algo que da origen a la existencia, afecta o transforma otro evento que no es, en sí mismo, determinado."
Para reflejar, mínimamente, a Dios, los hombres y las mujeres cargan con la capacidad de crear caminos nuevos. El don más significativo (y más trágico) de la humanidad: ser capaces de transformar genuinamente la historia. Hannah Arendt (4) intuyó que un milagro consiste en «quebrar todo proceso automático»; por esto, los hombres y las mujeres son los únicos con esta capacidad: alterar el futuro y así, producir el milagro.
En el Edén, el primer matrimonio recibió el privilegio de cuidar el jardín. Allí, al ser humano se lo invitó a unirse a Dios en la construcción de la historia. En el principio Dios fue «creator»; las mujeres y los hombres pasaron a ser «homo fabricari». El proceso creativo, de allí en más, pasa por manos humanas.
De esta manera, la miseria es el resultado de tomar malas elecciones. No fue intencionada, ni tampoco formó parte del propósito de Dios. La pobreza que mata y oprime debe ser considerada como una provocación al propósito creativo. La anti-vida es una aberración, un pecado, fuera de cualquier intención eterna. Los desmanes socio-ambientales que arrasan con el equilibrio de la naturaleza no son parte del destino. Todo mal y todo aquello que conspira contra la vida es el fruto del desorden que produce el uso indebido de la libertad.
Las filosofías nihilistas (5) y las teologías fatalistas nacen de una misma premisa: la libertad no es más que una farsa. Al aceptar que no existen medios para alterar lo inexorable, las dos expiran ante el determinismo que niega la libertad.
Los libres son conscientes del don de crearse a sí mismos. Ellos asumen que pueden alterar rutas, interrumpir engranajes, curar maldiciones. En la larga y delicada aventura de hacerse libres, conquistan el trágico privilegio de vivir como colaboradores de Dios. Son artesanos de otro mundo posible —que espera nacer de las entrañas de hombres y mujeres abrazados a las palabras de Jesús: «ustedes conocerán la verdad y la verdad los hará libres».
En la política, la libertad exige que se considere como maligna cualquier expresión de tiranía. En la filosofía, la libertad es esencial en la construcción del ser. En la teología, la libertad define el sentido central de la creación. Pablo de Tarso escribió: «para libertad fue que Cristo nos hizo libres» (2).
En la teología, pensar, sentir, desear y escoger descansan en la primera y más soberana decisión de Dios: crear semejantes. El Génesis relata que él creó al hombre y a la mujer «a su imagen y semejanza». La similitud radica en una vocación más que en un estado. Hacerse libre, como Dios es libre, ha sido la meta que anima la historia entera.
"Lo que originalmente se llama libre albedrío es la capacidad de elaborar las propias elecciones, de escoger, principalmente, en lo que a cuestiones morales se refiere."
C. S. Lewis se preguntó: «¿Por qué Dios, entonces, concedió el libre albedrío?» Su respuesta: «Porque el libre albedrío, a pesar de que posibilita el mal, es también lo único que convierte en valioso todo amor, toda bondad y toda alegría. No valía la pena crear un mundo de autómatas, de criaturas que trabajaran como máquinas. La felicidad que Dios reservó para sus criaturas superiores es la felicidad de que fueran libres y se relacionaran voluntariamente con él y entre sí, en un éxtasis de amor y placer que vuelve insípido el amor más apasionado de este mundo que pueda existir entre un hombre y una mujer. Para que eso suceda, sin embargo, las criaturas deben ser libres».
Solamente existen las relaciones entre los libres.
El Nuevo Testamento realiza tres declaraciones categóricas acerca de Dios. Dios es espíritu (Jn 4.24); Dios es luz (1Jn 1.5); Dios es amor (1Jn 4.8).
Cada afirmación intenta producir un rayo de revelación sobre el misterio de la divinidad. Cuando se afirma que «Dios es espíritu» se comunica una verdad sobre el ser divino. En la metáfora de «Dios es luz» también se comunica una verdad sobre la integridad de su carácter. En la expresión «Dios es amor» se comunica que este ser divino es relacional.
La razón no es suficiente para explicar a Dios. La rendija que abre la última frase —«Dios es amor»— encierra una magnífica belleza. Más allá de la comprensión fría y absoluta, se sabe ahora que Dios no conoce otra forma de entablar relaciones que no sea por amor. Amor genuino, nunca ficticio o con dobles intenciones. Para que cualquier relación se vuelva verdadera es indiscutiblemente necesario que las partes se unan en libertad. El amor, la más espléndida virtud, depende de que las dos partes se sientan con la independencia de involucrarse.
La virtud deja de ser una fuerza instintiva cuando existe imposición. Solo se convierte en virtud cuando ya se rechazó el vicio y se escogió el bien. La ética es hacer de las elecciones las columnas del edificio que acoge el bien. Cualquier decisión fundamental solamente debe ser considerada digna si existe la posibilidad de elegir algo contrario.
Sin la auténtica libertad nadie puede ser responsabilizado por sus elecciones. Quien actúa por instintiva obligación no merece crítica ni elogio. Quien se siente impulsado por una fuerza irresistible no debe ser responsabilizado por sus hechos. El esclavo de un instinto carece de ayuda, nunca de condenación. El mérito y la maldad alcanzan sentido cuando existe la conciencia. Los animales, los dementes y los locos son inimputables.
Lo que originalmente se llama libre albedrío es la capacidad de elaborar las propias elecciones, de escoger, principalmente, en lo que a cuestiones morales se refiere. Y, para Kant (3), esto debe incluir también el deber.
Al hablar de la libertad Winkey Pratney afirmó:
"Hoy, el concepto de la libertad es el gran tema de discusión, no solamente en los campos de la psicología y la sociología, sino también en las ciencias exactas, como la física... La teoría cuántica enuncia que el observador ejerce un papel decisivo en los eventos. Los seres humanos parecen ser capaces de influenciar el universo físico de una manera que hubiera sido impensada en los tiempos de Newton. En un estudio atómico, por ejemplo, la forma en que se decide medir el experimento afecta el comportamiento de los electrones; lo que decidimos mirar afecta si ellos permanecen estacionarios o se mueven. ¡La elección humana parece gobernar el comportamiento de los átomos! El concepto de la elección creativa, con su origen en el propio ser del hombre, sugiere una causa que no es causada, algo que da origen a la existencia, afecta o transforma otro evento que no es, en sí mismo, determinado."
Para reflejar, mínimamente, a Dios, los hombres y las mujeres cargan con la capacidad de crear caminos nuevos. El don más significativo (y más trágico) de la humanidad: ser capaces de transformar genuinamente la historia. Hannah Arendt (4) intuyó que un milagro consiste en «quebrar todo proceso automático»; por esto, los hombres y las mujeres son los únicos con esta capacidad: alterar el futuro y así, producir el milagro.
En el Edén, el primer matrimonio recibió el privilegio de cuidar el jardín. Allí, al ser humano se lo invitó a unirse a Dios en la construcción de la historia. En el principio Dios fue «creator»; las mujeres y los hombres pasaron a ser «homo fabricari». El proceso creativo, de allí en más, pasa por manos humanas.
De esta manera, la miseria es el resultado de tomar malas elecciones. No fue intencionada, ni tampoco formó parte del propósito de Dios. La pobreza que mata y oprime debe ser considerada como una provocación al propósito creativo. La anti-vida es una aberración, un pecado, fuera de cualquier intención eterna. Los desmanes socio-ambientales que arrasan con el equilibrio de la naturaleza no son parte del destino. Todo mal y todo aquello que conspira contra la vida es el fruto del desorden que produce el uso indebido de la libertad.
Las filosofías nihilistas (5) y las teologías fatalistas nacen de una misma premisa: la libertad no es más que una farsa. Al aceptar que no existen medios para alterar lo inexorable, las dos expiran ante el determinismo que niega la libertad.
Los libres son conscientes del don de crearse a sí mismos. Ellos asumen que pueden alterar rutas, interrumpir engranajes, curar maldiciones. En la larga y delicada aventura de hacerse libres, conquistan el trágico privilegio de vivir como colaboradores de Dios. Son artesanos de otro mundo posible —que espera nacer de las entrañas de hombres y mujeres abrazados a las palabras de Jesús: «ustedes conocerán la verdad y la verdad los hará libres».
"Todo mal y todo aquello que conspira contra la vida es el fruto del desorden que produce el uso indebido de la libertad."
Soli Deo Gloria.
[Sola a Dios la gloria]
Notas:
1 Paulo Freire, educador y filósofo brasileño, propone esta pedagogía en su libro Pedagogía del oprimido con una nueva forma de relación entre educador/ educando y entre sujetos sociales.
2 Gálatas 5.1 - Versión: La Biblia de las Américas
3 Es el primero y más importante representante del criticismo y precursor del idealismo alemán. Se le considera uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal.
4 Fue una filósofa política alemana de origen judío, una de las más influyentes del siglo XX. Por la persecución de los judíos en Alemania, emigró a Estados Unidos en 1933. Arendt defendía un concepto de «pluralismo» en el ámbito político. Gracias al pluralismo, se generaría el potencial de una libertad e igualdad políticas entre las personas. Importante es la perspectiva de la inclusión del Otro.
5 Negación de toda creencia.
Soli Deo Gloria.
[Sola a Dios la gloria]
Notas:
1 Paulo Freire, educador y filósofo brasileño, propone esta pedagogía en su libro Pedagogía del oprimido con una nueva forma de relación entre educador/ educando y entre sujetos sociales.
2 Gálatas 5.1 - Versión: La Biblia de las Américas
3 Es el primero y más importante representante del criticismo y precursor del idealismo alemán. Se le considera uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal.
4 Fue una filósofa política alemana de origen judío, una de las más influyentes del siglo XX. Por la persecución de los judíos en Alemania, emigró a Estados Unidos en 1933. Arendt defendía un concepto de «pluralismo» en el ámbito político. Gracias al pluralismo, se generaría el potencial de una libertad e igualdad políticas entre las personas. Importante es la perspectiva de la inclusión del Otro.
5 Negación de toda creencia.
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