LA MAYORDOMÍA
Aprendiendo a usar todo lo que tenemos para Su obra y Su gloria!!!Por el Ministerio de Comunicación de la Comunidad Cristiana Hay paz con Dios
“Honra a Jehová de tu sustancia y de las primicias de todos los frutos; y serán llenas tu trojes con abundancia, y tus lagares rebosaran de mosto” Prov. 3: 9,10
La mayordomía es el término usado para describir la actividad de un mayordomo. Un mayordomo es quien controla las posesiones de su amo. Su papel es muy importante y es vital que sea una persona de carácter honesto. La posibilidad para robar o malgastar las posesiones de su amo es grande.
La mayordomía ante Dios, significa que todo lo que tenemos es de Él, por esa razón no somos obligados a devolver una porción a Él, sino que debemos usar todo lo que tenemos para Su obra y Su gloria. La verdadera mayordomía involucra como manejamos los recursos que Dios nos ha dado esto incluye nuestro dinero, tiempo, posesiones, cuerpos, familias, ministerio.
El asunto de la fidelidad:
La mayordomía es ser responsable con lo que Dios nos ha dado. Desde el primer día del hombre en la tierra hemos sido mayordomos de Dios. El hombre fue creado para tener dominio sobre la creación (Gen 1:28). El Señor puso Adán en el jardín para cuidarlo para él (Gen 2:15). Aunque el hombre normalmente no comprende que él es simplemente un mayordomo de la creación del Señor, las escrituras claramente declaran que la tierra y todo dentro de ella le pertenecen a Dios (1 Cor. 10:26).Cualquier cosa que poseemos nos fue dado por Dios para usarla para Su gloria. Él está observando nuestra fidelidad, y nos recompensara conforme hayamos administrado sus bienes.
El asunto de valores:
La manera en la cual la gente se relaciona refleja cómo está su relación con Dios. Como dijo Jesús “donde este su tesoro, allí estará también su corazón”. En otras palabras, puede aprender mucho acerca del corazón de alguien viendo como maneja su dinero o posesiones importantes.
Nuestros valores son los ideales o las cosas que consideramos importantes en esta vida. Algunas personas valoran las posesiones o la comodidad, otros valoran a la familia o el servicio a la comunidad. Nosotros literalmente invertimos nuestras vidas en las cosas que nos parecen ser esenciales y vitales a nosotros personalmente.
Nuestro valor más importante concierne una relación con Dios:
Debemos servir a Dios, amar y relacionarnos con Dios es nuestro valor más importante. Ya que es natural para nosotros pasar tiempo con los que amamos, cada creyente debe pasar tiempo estudiando la palabra de Dios y orando. Cuando perdemos la intimidad personal con el Señor, perdemos la bendición de Dios y nos falta el poder en el ministerio.
Servir a Dios con toda nuestra habilidad no es una emoción del momento, sino una decisión diaria que abarca todos nuestros recursos. Entre más eficazmente el creyente utiliza su tiempo, posesiones, etc., más efectivo será en servir al Señor. Un tiempo personal con el Señor es algo que se tiene que planear en su horario tan ocupado, sino no sucederá. Una relación sana con Dios es requisito antes de servir a otros.
Nuestro otro valor concierne relaciones con otros:
Hablando horizontalmente, debemos servir a otros. La relación de amor que tenemos con Dios debe rebosar en amor para con otros. Otros incluyen a nuestras familias, compañeros de trabajo, miembros de la iglesia, y los perdidos con los cuales compartimos a Cristo. Como mayordomos, debemos manejar los recursos para que las necesidades de otros, los que Dios ha puesto bajo nuestro cuidado, sean alcanzadas.
Los sembradores de iglesias son algunas de las personas más ocupadas en la comunidad. El manejar eficazmente el tiempo, dinero y otros recursos les ayudara a ser mejores siervos, permitiéndoles llevar a cabo un ministerio con propósito en vez de permitir que las circunstancias controlen el progreso. Si somos persona que amamos a Dios con todo nuestro corazón y a otros como así mismos, tu mayordomía dará evidencia de lo mismo.
Algunos Mayordomos en la Biblia:
José un ejemplo de mayordomía:
José quizás sea el mejor ejemplo de un buen mayordomo. Primero, el manejaba la casa de Potifar, un oficial de Faraón que le había comprado (Gen.39). Aunque Potifar no era un creyente, el vio que Dios estaba con José y prosperó todo lo que hizo. Por eso, Potifar puso todo lo que tenía en las manos de José, menos a su esposa (Gen.39:9).
Como el mayordomo de Potifar, José podía alimentarse y vestirse de los bienes de su amo. Vivía en la casa de Potifar y dirigía todo. Pero la historia de su tentación por la esposa de Potifar claramente muestra que José nunca olvido que todo realmente pertenecía a su amo, y que había límites a lo que él podía hacer. Podía disfrutar de los frutos de su labor siempre y cuando su amo estaba contento con su mayordomía, y mientras no peco contra Potifar.
Luego, nuevamente José fue hecho mayordomo, primero del carcelero y después de Faraón mismo. Como mayordomo del Faraón, él era el hombre más rico de Egipto después del Faraón. Sin embargo, su posición dependía de su fidelidad al administrar los asuntos de Faraón de la manera que le agradó a Faraón.
La mayordomía en las parábolas:
Puesto que el mayordomo era tan común en tiempos bíblicos, Jesús usó parábolas acerca de ellos para relatar verdades con respecto a la relación entre el creyente y Dios. ¿Cuál es la verdad que Jesús quiere comunicarnos por medio de la imagen de un mayordomo?
1. El buen mayordomo es fiel
En Lucas 12:45-48 Jesús enseña que un mayordomo tiene que ser fiel aun cuando su amo no está presente. Si su amo regresa y le encuentra ocupado en su negocio, entonces será recompensado. Pero si no está preparado para el regreso de su amo, será castigado. Esto es semejante a la situación del creyente. Nuestro Señor no está, pero regresará repentinamente. Necesitamos ser fieles en Su ausencia.
2. El mayordomo astuto usa su posición para prepararse para el futuro.
Jesús contó otra parábola acerca de la mayordomía en Lucas 16:1-12. Esta parábola es algo sorprendente, ya que se alaba al mayordomo que engaña a su amo. Esta parábola no promueve la deshonestidad, sino que enseña un mensaje muy claro acerca de la sabiduría de usar las cosas en nuestra posesión ahora, para preparar para el futuro. El mayordomo infiel se da cuenta que su posición es temporal. Así como nuestro tiempo en la tierra. Él decide emplear cada cosa en su posesión para preparar una buena reputación de sí mismo para cuando su trabajo se acabe. Jesús dijo que actuó más sabiamente que nosotros. Debemos emplear todo lo que tenemos en la tierra para tener más en el cielo.
3. Los mayordomos serán evaluados según su habilidad.
La parábola de los talentos en Mateo 25:14-30 es muy conocida. A cada siervo le encomienda dinero mientras el amo está afuera. Son, por eso, mayordomos de estos talentos. Sin embargo, no se da la misma cantidad a cada uno, sino se les da según su habilidad. Cuando el amo regresa, él recompensa a cada uno por su fidelidad. Al que fueron dados 2 talentos recibe la misma recompensa del que recibió 2. Solamente el que derrochó su talento fue juzgado. El asunto clave fue la fidelidad del mayordomo y no cuánto le fue dado.
4. La responsabilidad del mayordomo.
El Apóstol Pablo también enseñó que somos mayordomos de Cristo. Los sembradores de iglesias y líderes son especialmente responsables de ministrar los misterios de Dios (1Cor 4:1,2; Ef. 3:2; Tit. 1:7). También enseñó que nuestro amo (el Señor) regresará repentinamente, cuando menos se espera (1Tes 5:2). Cuando Jesús vuelva por Su iglesia, juzgará si hemos sido fieles en nuestro servicio a Él (Rom. 14:4-1; 2Cor 5:10). Cada uno de estos pasajes está dirigido a los creyentes. El hecho de que Cristo juzgará a los creyentes también es claro en 1Cor 3:10-15. En este pasaje, Pablo describe cómo nuestras obras se probarán por fuego, y recibiremos recompensa o sufriremos pérdida, dependiendo cómo hemos servido. Esto obviamente se refiere a los creyentes, ya que aún la persona que no tiene nada digno de recompensa será salva (v. 15)
Nuestra Mayordomía:
A. Nuestro dinero
La mayoría de los creyentes saben que deben dar una porción de su dinero al Señor. Sin embargo, un entendimiento verdadero de la mayordomía resulta en una actitud diferente. No solamente debemos dar, sino no debemos malgastar nuestro dinero ni gastarlo en cosas que no agranda a Dios. Es Su dinero. No tenemos dinero. Solamente tenemos el dinero de Dios que nos fue confiado. Al darlo a la iglesia o invertirlo en cosas que le agradan, estamos en escencia, devolviéndolo a Dios.
B. Nuestro tiempo
La parábola de los talentos en Mateo 25:14-30 es muy conocida. A cada siervo le encomienda dinero mientras el amo está afuera. Son, por eso, mayordomos de estos talentos. Sin embargo, no se da la misma cantidad a cada uno, sino se les da según su habilidad. Cuando el amo regresa, él recompensa a cada uno por su fidelidad. Al que fueron dados 2 talentos recibe la misma recompensa del que recibió 2. Solamente el que derrochó su talento fue juzgado. El asunto clave fue la fidelidad del mayordomo y no cuánto le fue dado.
4. La responsabilidad del mayordomo.
El Apóstol Pablo también enseñó que somos mayordomos de Cristo. Los sembradores de iglesias y líderes son especialmente responsables de ministrar los misterios de Dios (1Cor 4:1,2; Ef. 3:2; Tit. 1:7). También enseñó que nuestro amo (el Señor) regresará repentinamente, cuando menos se espera (1Tes 5:2). Cuando Jesús vuelva por Su iglesia, juzgará si hemos sido fieles en nuestro servicio a Él (Rom. 14:4-1; 2Cor 5:10). Cada uno de estos pasajes está dirigido a los creyentes. El hecho de que Cristo juzgará a los creyentes también es claro en 1Cor 3:10-15. En este pasaje, Pablo describe cómo nuestras obras se probarán por fuego, y recibiremos recompensa o sufriremos pérdida, dependiendo cómo hemos servido. Esto obviamente se refiere a los creyentes, ya que aún la persona que no tiene nada digno de recompensa será salva (v. 15)
A. Nuestro dinero
La mayoría de los creyentes saben que deben dar una porción de su dinero al Señor. Sin embargo, un entendimiento verdadero de la mayordomía resulta en una actitud diferente. No solamente debemos dar, sino no debemos malgastar nuestro dinero ni gastarlo en cosas que no agranda a Dios. Es Su dinero. No tenemos dinero. Solamente tenemos el dinero de Dios que nos fue confiado. Al darlo a la iglesia o invertirlo en cosas que le agradan, estamos en escencia, devolviéndolo a Dios.
B. Nuestro tiempo
Nuestro tiempo es quizá nuestra posesión más preciosa porque no hay manera para aumentarlo. Todos tenemos una cierta cantidad de días que Dios nos cede (Sal 139:16). El espera que lo usemos para Su gloria. Cuando Jesús fue llevado al cielo, los ángeles amonestaron a los discípulos por estar parados mirando hacia el cielo (Hech 1:11). Debían ocuparse en mantener Su mandato de esperar al Espíritu Santo y
luego llevar el Evangelio a todas las naciones. Pablo nos recuerda ser
diligentes, viviendo vidas santas, mientras el día de salvación se acerca
(Rom. 13:11-14). También nos dice que
aprovechemos cada oportunidad en estos días malos (Ef. 5:15-17). Dios nos ha asignado tareas y nos
ha dado un tiempo limitado para hacerlas (Ef.
2:10). Debemos evaluar cuidadosamente cómo pasamos nuestro tiempo para
asegurar que hacernos todo lo que Él desea que hagamos.
A. Nuestras posesiones
Aun un creyente sincero puede descuidar esta área. Puede pensar que
Dios quiere una porción de su dinero, nada más. Si sus ingresos son nominales,
pueden sentir que no necesita dar. En realidad, la Biblia nunca limita el dar
nuestro dinero. El diezmo del antiguo testamento normalmente fue dado con
ganado o la cosecha. También en el Nuevo Testamento, mucho de lo dado no fue
dinero en efectivo. Dios desea que demos una porción de cualquier cosa que
recibimos. Puedes ser un salario, papas del jardín, leche de la vaca u otro tipo
de ingresos. Dios es la fuente que nos ha permitido recibir todo lo que
tenemos, y Él espera que recordemos eso y le honremos a Él con estos recursos.
¿Está dispuesto a usar las posesiones que Dios le ha confiado para
agradarlo a Él y ministrar a otros? Los miembros de la iglesia en Jerusalén
vendieron cosas que poseían para poder ayudar a los necesitados (Hech 2:44). Bernabé nos es presentado por primera
vez en la Biblia cuando él vende su terreno y da el dinero a la iglesia
(Hech 4:36-37). Dios le bendijo
ricamente y le escogió para ser el compañero de Pablo.
B. Nuestros cuerpos.
Pocos creyentes piensan acerca de esta responsabilidad, pero es
importante. Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo (1Cor. 6:19). Y es para la gloria de Dios. Aunque la
biblia no prohíbe el beber alcohol, fumar ni tomar drogas, estas cosas pueden
dañar el templo y estorbar nuestra habilidad de servir al Señor. La mayordomía
de este templo requiere que evitemos cosas dañinas a nuestra salud. Esto
también incluiría la falta de ejercicio o sueño, nuestra dieta o cualquier otra
cosa que nos puede afectar.
C. Nuestras familias
Nuestras familias son los regalos más grandes de Dios. Si no podemos
manejarlas bien entonces no somos calificados para manejar la iglesia
(1Tim 3:4-5). Nuestras familias no
interfieren con nuestros ministerios. Son partes de los ministerios, y nuestra
vida familiar debe prepararnos para ministrar eficazmente. Mientras crecemos en
nuestra habilidad de cuidar por nuestras familias e instruirlas de una manera
amorosa, aprendemos a cuidar e instruir a nuestros hermanos en Cristo.
1 Pedro 4:10 nos dice que todos los creyentes deben ser mayordomos fieles de la gracia de Dios usando sus dones espirituales para ministrar a otros. Una perspectiva correcta de ministerio le quitará una carga de muchos líderes de iglesias. El ministerio es de Dios. Es su trabajo y no el nuestro. Somos meramente Sus siervos, usando Sus recuerdos para completar la tarea. Si nos faltan recursos, Él los proveerá. Si somos fieles, lograremos todo lo que Dios desea. No debemos desesperarnos si las cosas son difíciles, sino debemos esperar en el Señor para Su dirección y fuerza.
Es imperativo que pasemos tiempo con Dios cada día. Cuando somos sensibles a la dirección del Espíritu Santo, haremos mejores decisiones y el ministerio será más eficaz. Aun Jesús sentía la necesidad de comunicarse con el Padre. Esto es especialmente evidente cuando tenía que tomar una decisión importante (Luc. 4:42-44; 6:12-16), Nosotros necesitamos la misma sabiduría. Si nunca olvidamos que simplemente somos siervos haciendo la voluntad de Dios, escuchamos a El frecuentemente.
La buena mayordomía es extremadamente importante. Tendrá que usar bien todos sus dones, posesiones, tiempo y dinero para hacer lo que Dios espera que el haga. También necesitara comprender su responsabilidad de cuidar su cuerpo y familia mientras las balancea con el ministerio. Tiene que aplicar principios de mayordomía a sí mismo y ensañárselos a otros.El creyente es un mayordomo aun si no lo sabe, todo lo que tenemos es del Señor y debemos usarlo para Su gloria, este principio se aplica a todos lo creyentes. A quien mucho es dado, mucho se requiere!
Fuente:
Manual cuatro curso omega
Entrenamiento práctico para sembradores de iglesias.
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