EL PERDÓN EN EL MATRIMONIO
Por Jesús Rosales Valladares
Por Jesús Rosales Valladares
Consejero familiar e investigador social
I Pedro 3:9 dice: ”No devolváis mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados a heredar bendición.” Puede que tú me digas: Pastor, pero yo ya le perdoné; ¡lo que pasa es que no quiero ni verlo(a) más! Tienes que tomar la decisión de renunciar a tu actitud pecaminosa.
Que tal que Dios te dijera a ti: ok, te perdono tus pecados, pero no quiero que te vuelvas a acercar a mi! ¿Como te sentirías? Nosotros no hicimos nada para merecernos el perdón de Dios, ¡pero algunos si exigen que su pareja se gane su perdón de él o ella! Dios no nos pone condiciones para darnos su perdón, ni nos exige una garantía de que no volveremos a pecar en el futuro.
En cambio nos dice que: "Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad." 1 Juan 1:9.
Si tu pareja se arrepiente y te pide perdón, debes recordar el amor y la misericordia de Dios de perdonarte a ti, y tratar a tu pareja de la misma manera:
“Antes sed bondadosos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. Efesios 4:32. Usted probablemente ha sido una veces ofensor(a) y otras veces víctima. La mayoría piensa siempre que han sido mas veces víctima que ofensores. Pero a pesar de que es una percepción muy subjetiva, la realidad es que no importa cuantas veces ha sido ofensor o víctima, lo importante es reconocer que también hemos ofendido y lastimado a nuestro cónyuge y necesitamos pedir perdón y perdonar con humildad y mansedumbre.
Aunque no existen matrimonios perfectos, exentos de padecer dificultades y situaciones de estrés, es válido y posible que las parejas aspiren a relaciones en donde los problemas que enfrentan, se puedan atender con prontitud y se resuelvan mediante acuerdos satisfactorios y saludables.
No será tarea fácil, pero con disposición, buena voluntad y perseverancia de la pareja, los eventuales conflictos y dificultades podrán ser solventados. Será igualmente necesario conformar un ambiente familiar en donde prevalezcan la comunicación, el entendimiento y los acuerdos, donde se dejen atrás las indisposiciones y resentimientos y se adopte, como un estandarte de la vida conyugal, el perdón recíproco.
En el matrimonio, las diferencias y los conflictos que surjan, no pueden colocar a cada uno en posiciones de confrontación y batalla. Las diferencias de opinión, temperamento, costumbres y aspiraciones, son inevitables y hasta naturales. Pero la forma de abordarlas y resolverlas, como pareja, determinará la diferencia entre una resolución positiva y saludable de la dificultad, de otra que no lo es.
Pero aún logrando, en general, establecer relaciones donde prevalezca el diálogo respetuoso y armonioso, aún cuando exista un adecuado y efectivo entendimiento en la vida conyugal, aún cuando las dificultades se tiendan a resolver mediante acuerdos satisfactorios para ambos, aún así, podrían surgir en el caminar del matrimonio, muchos momentos que hagan que alguno de los cónyuges, o ambos, se sientan lastimados, ofendidos, molestos, o simplemente afectados por algo que dijo o hizo su pareja.
Cuando esto ocurra, el perdón es una herramienta muy apropiada para evitar que los conflictos crezcan y perduren, así como para dar inicio al proceso de «sanar» las heridas que eventualmente fueron causadas por la inadecuada actitud, decisión o palabra del cónyuge.
Existen acciones o actitudes entre la pareja que pueden afectar a uno, a otro o a ambos. Permanecer enojados, alejados o confrontados por causa del problema, no solo no lo resuelve, sino que lo puede hacer más grande, difícil e inmanejable. Por otro lado, cuando se decide perdonar, se activa un proceso, consciente e inconsciente, que posibilita soltar lo que incomoda, distancia y afecta, y se experimenta una mayor libertad y tranquilidad consigo mismo y con la pareja.
Sea un problema ligero o de mayor dimensión, el perdón es un proceso que se inicia a partir de una decisión. La persona que se siente afectada por la acción de su pareja, decide perdonar -independientemente de que su cónyuge pida o no perdón-, porque sabe que su perdón no es un favor a la otra persona, sino que le produce un enorme beneficio a sí mismo. Con el perdón se logra soltar una serie de sentimientos negativos que producen daño y afectación directa a la persona que los siente: resentimiento. Ira, enojo, rencor, dolor, incomodidad, desasosiego, etc.
La persona que perdona, no lo debe hacer tanto por beneficiar a su pareja, ni pensar que está eximiendo de su falta a la persona que le dañó, sobre todo si ésta no ha reconocido su error y solicitado el perdón. Lo debe hacer por ella misma, porque es la mejor forma de liberarse de los sentimientos que la afectan y de volver a sentir paz y tranquilidad.
Ahora bien, lo óptimo es que la parte que ha cometido la falta reconozca su error y pida perdón, porque esta actitud facilitaría aún más el proceso de perdón en ambas direcciones, así como la posibilidad de activar de mayor forma el proceso de «sanidad» de las heridas provocadas por la falta.
En este mismo sentido, la persona que cometió un error y desea pedir perdón a su pareja, debería mostrar al menos tres aspectos importantes. En primer lugar, tener conciencia plena del error que cometió, así como de la dimensión de éste y del daño producido a su pareja y su entorno. Muchas personas que cometen una falta -menor o grave- tienden a justificarse, a buscar explicaciones, a trasladar a otros su responsabilidad para atenuar su falta y eventual culpa. Pero esta actitud, lejos de facilitar el proceso de perdón y la superación del problema derivado, termina afectando y lesionando mucho más la relación.
En segundo lugar, debe sentir y expresar un arrepentimiento genuino por la falta cometida. No se trata de cumplir con un requisito para hacer sentir mejor a su pareja. Debe sentir en lo hondo de su corazón, el daño producido a la persona que ama y que está a su lado. Debe ser capaz de conmoverse por el sufrimiento provocado y arrepentirse sinceramente por ello. El arrepentimiento debe ser un acto consciente que posibilita a quien ha cometido un error soltar su falta pidiendo perdón.
En tercer lugar, debe haber voluntad para corregir la falta, es decir, el deseo de trabajar intensamente para enmendar el error cometido, realizando acciones, emitiendo señales, mostrando expresamente su deseo de ayudar a la persona afectada a que «sane» sus heridas y a que vuelva a confiar en ella. Se trata, ante todo, de un proceso que implica no volver a fallar, tener paciencia y trabajar para recuperar la relación resquebrajada por su falta.
De parte del cónyuge afectado, para perdonar, se debe empezar por decidir perdonar, independientemente de lo que haga su pareja. Debe, asimismo, soltar el pasado -que no significa para nada dejar de sentir súbitamente el dolor-, pero sí iniciar el proceso de «cicatrización» de las heridas ocasionadas por las faltas de su pareja. Aún así, podría suceder que la persona afectada por una falta seria y dolorosa, decida perdonar, pero mantener la distancia con la persona que la afectó. Hay situaciones especiales donde los daños producidos por una de las partes hace que la otra no desee continuar con la relación. El vínculo conyugal es posible a partir de la voluntad y el compromiso expreso de ambos. Hay daños tan profundos que, aún con el otorgamiento de perdón, la relación no se logra recuperar, y la distancia respetuosa es, para algunos, una opción saludable.
El vínculo matrimonial debe estar unido por el amor. Cuando hay amor, la pareja se esfuerza por agradarse el uno al otro, procura establecer una comunicación positiva y abundante, mantener las manifestaciones y expresiones afectivas y la cercanía íntima necesaria. Pero aún así, los cónyuges pueden cometer errores, y es cuando el perdón se constituye en un ingrediente indispensable para que el matrimonio continúe robusto y saludable en el transcurrir de los años.
Fuente:
https://www.enfoquealafamilia.com/el-perdon-en-el-vinculo-conyugal/
Enlaces Relacionados:
Comunicación en el Matrimonio
Comunicación en el Matrimonio II
Comunicación en el Matrimonio III
La Importancia del Perdón
I Pedro 3:9 dice: ”No devolváis mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados a heredar bendición.” Puede que tú me digas: Pastor, pero yo ya le perdoné; ¡lo que pasa es que no quiero ni verlo(a) más! Tienes que tomar la decisión de renunciar a tu actitud pecaminosa.
Que tal que Dios te dijera a ti: ok, te perdono tus pecados, pero no quiero que te vuelvas a acercar a mi! ¿Como te sentirías? Nosotros no hicimos nada para merecernos el perdón de Dios, ¡pero algunos si exigen que su pareja se gane su perdón de él o ella! Dios no nos pone condiciones para darnos su perdón, ni nos exige una garantía de que no volveremos a pecar en el futuro.
En cambio nos dice que: "Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad." 1 Juan 1:9.
Si tu pareja se arrepiente y te pide perdón, debes recordar el amor y la misericordia de Dios de perdonarte a ti, y tratar a tu pareja de la misma manera:
“Antes sed bondadosos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. Efesios 4:32. Usted probablemente ha sido una veces ofensor(a) y otras veces víctima. La mayoría piensa siempre que han sido mas veces víctima que ofensores. Pero a pesar de que es una percepción muy subjetiva, la realidad es que no importa cuantas veces ha sido ofensor o víctima, lo importante es reconocer que también hemos ofendido y lastimado a nuestro cónyuge y necesitamos pedir perdón y perdonar con humildad y mansedumbre.
Aunque no existen matrimonios perfectos, exentos de padecer dificultades y situaciones de estrés, es válido y posible que las parejas aspiren a relaciones en donde los problemas que enfrentan, se puedan atender con prontitud y se resuelvan mediante acuerdos satisfactorios y saludables.
No será tarea fácil, pero con disposición, buena voluntad y perseverancia de la pareja, los eventuales conflictos y dificultades podrán ser solventados. Será igualmente necesario conformar un ambiente familiar en donde prevalezcan la comunicación, el entendimiento y los acuerdos, donde se dejen atrás las indisposiciones y resentimientos y se adopte, como un estandarte de la vida conyugal, el perdón recíproco.
En el matrimonio, las diferencias y los conflictos que surjan, no pueden colocar a cada uno en posiciones de confrontación y batalla. Las diferencias de opinión, temperamento, costumbres y aspiraciones, son inevitables y hasta naturales. Pero la forma de abordarlas y resolverlas, como pareja, determinará la diferencia entre una resolución positiva y saludable de la dificultad, de otra que no lo es.
Pero aún logrando, en general, establecer relaciones donde prevalezca el diálogo respetuoso y armonioso, aún cuando exista un adecuado y efectivo entendimiento en la vida conyugal, aún cuando las dificultades se tiendan a resolver mediante acuerdos satisfactorios para ambos, aún así, podrían surgir en el caminar del matrimonio, muchos momentos que hagan que alguno de los cónyuges, o ambos, se sientan lastimados, ofendidos, molestos, o simplemente afectados por algo que dijo o hizo su pareja.
Cuando esto ocurra, el perdón es una herramienta muy apropiada para evitar que los conflictos crezcan y perduren, así como para dar inicio al proceso de «sanar» las heridas que eventualmente fueron causadas por la inadecuada actitud, decisión o palabra del cónyuge.
Existen acciones o actitudes entre la pareja que pueden afectar a uno, a otro o a ambos. Permanecer enojados, alejados o confrontados por causa del problema, no solo no lo resuelve, sino que lo puede hacer más grande, difícil e inmanejable. Por otro lado, cuando se decide perdonar, se activa un proceso, consciente e inconsciente, que posibilita soltar lo que incomoda, distancia y afecta, y se experimenta una mayor libertad y tranquilidad consigo mismo y con la pareja.
Sea un problema ligero o de mayor dimensión, el perdón es un proceso que se inicia a partir de una decisión. La persona que se siente afectada por la acción de su pareja, decide perdonar -independientemente de que su cónyuge pida o no perdón-, porque sabe que su perdón no es un favor a la otra persona, sino que le produce un enorme beneficio a sí mismo. Con el perdón se logra soltar una serie de sentimientos negativos que producen daño y afectación directa a la persona que los siente: resentimiento. Ira, enojo, rencor, dolor, incomodidad, desasosiego, etc.
La persona que perdona, no lo debe hacer tanto por beneficiar a su pareja, ni pensar que está eximiendo de su falta a la persona que le dañó, sobre todo si ésta no ha reconocido su error y solicitado el perdón. Lo debe hacer por ella misma, porque es la mejor forma de liberarse de los sentimientos que la afectan y de volver a sentir paz y tranquilidad.
Ahora bien, lo óptimo es que la parte que ha cometido la falta reconozca su error y pida perdón, porque esta actitud facilitaría aún más el proceso de perdón en ambas direcciones, así como la posibilidad de activar de mayor forma el proceso de «sanidad» de las heridas provocadas por la falta.
En este mismo sentido, la persona que cometió un error y desea pedir perdón a su pareja, debería mostrar al menos tres aspectos importantes. En primer lugar, tener conciencia plena del error que cometió, así como de la dimensión de éste y del daño producido a su pareja y su entorno. Muchas personas que cometen una falta -menor o grave- tienden a justificarse, a buscar explicaciones, a trasladar a otros su responsabilidad para atenuar su falta y eventual culpa. Pero esta actitud, lejos de facilitar el proceso de perdón y la superación del problema derivado, termina afectando y lesionando mucho más la relación.
En segundo lugar, debe sentir y expresar un arrepentimiento genuino por la falta cometida. No se trata de cumplir con un requisito para hacer sentir mejor a su pareja. Debe sentir en lo hondo de su corazón, el daño producido a la persona que ama y que está a su lado. Debe ser capaz de conmoverse por el sufrimiento provocado y arrepentirse sinceramente por ello. El arrepentimiento debe ser un acto consciente que posibilita a quien ha cometido un error soltar su falta pidiendo perdón.
En tercer lugar, debe haber voluntad para corregir la falta, es decir, el deseo de trabajar intensamente para enmendar el error cometido, realizando acciones, emitiendo señales, mostrando expresamente su deseo de ayudar a la persona afectada a que «sane» sus heridas y a que vuelva a confiar en ella. Se trata, ante todo, de un proceso que implica no volver a fallar, tener paciencia y trabajar para recuperar la relación resquebrajada por su falta.
De parte del cónyuge afectado, para perdonar, se debe empezar por decidir perdonar, independientemente de lo que haga su pareja. Debe, asimismo, soltar el pasado -que no significa para nada dejar de sentir súbitamente el dolor-, pero sí iniciar el proceso de «cicatrización» de las heridas ocasionadas por las faltas de su pareja. Aún así, podría suceder que la persona afectada por una falta seria y dolorosa, decida perdonar, pero mantener la distancia con la persona que la afectó. Hay situaciones especiales donde los daños producidos por una de las partes hace que la otra no desee continuar con la relación. El vínculo conyugal es posible a partir de la voluntad y el compromiso expreso de ambos. Hay daños tan profundos que, aún con el otorgamiento de perdón, la relación no se logra recuperar, y la distancia respetuosa es, para algunos, una opción saludable.
El vínculo matrimonial debe estar unido por el amor. Cuando hay amor, la pareja se esfuerza por agradarse el uno al otro, procura establecer una comunicación positiva y abundante, mantener las manifestaciones y expresiones afectivas y la cercanía íntima necesaria. Pero aún así, los cónyuges pueden cometer errores, y es cuando el perdón se constituye en un ingrediente indispensable para que el matrimonio continúe robusto y saludable en el transcurrir de los años.
Fuente:
https://www.enfoquealafamilia.com/el-perdon-en-el-vinculo-conyugal/
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La Importancia del Perdón
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