PENTECOSTÉS 2015
Por el Ministerio de Comunicación de la Comunidad cristiana Hay paz con Dios
El próximo domingo 24 de mayo, la Comunidad cristiana Hay paz con Dios celebrará con fe y gran gozo la Fiesta de Pentecostés, también conocida en la Biblia como la Fiesta de las Semanas (hebreo: shavuot).
Ya hemos aprendido que la Fiesta de las Semanas (hebreo shebuáh, Strong 7620; griego pentekosté, Strong 4004) es una de las Fiestas del Señor, que celebra la cosecha del trigo, y su fecha caía después del conteo de siete semanas u "omer", en el mes de Siván, exactamente cincuenta (50) días después del segundo día de la celebración de la Pascua (Pesaj/Pesach; Lev. 23:15-16) Y está unida a la Fiesta del jubileo, que cuenta también 49 más un año, o sea, cincuenta (50) años, en la que Dios ordenó hacer descansar la tierra (Lev. 25:8-12).
Algunos consideran la Fiesta de Pentecostés como una Fiesta separada, mientras que otros la consideran la culminación de la Pascua. Personalmente soy de los que opinan que ambas Fiestas se conectan por el conteo de las siete semanas, y entendiendo cómo Dios opera en ciclos de tiempos, considero que la Fiesta de Pentecostés cierra un gran período de siete ciclos, específicamente, siete semanas, que apuntan al tiempo perfecto de plenitud y cumplimiento en el reino de Dios (Dt. 16:9-10). Y he dicho en otras oportunidades, que de una manera gráfica y vívida, a través de Sus Fiestas solemnes, Dios quería enseñarle a Su pueblo cómo Él planifica y toma muy en serio el tiempo, para la preparación y cumplimiento de Sus planes dentro de Su reino; y por lo tanto, Él quiere que Sus hijos también hagamos lo mismo.
Veamos algunos significados que podemos aprender de esta hermosa, gozosa y poderosa Fiesta del Señor...
SIGNIFICADOS DE LA FIESTA DE PENTECOSTÉS
Como toda Fiesta del Señor, Pentecostés (Heb. Shavuot) nos ofrece grandes enseñanzas y principios espirituales que nosotros hacemos bien en conocer, entender y aplicar en nuestras vidas.
1. Conocer y aprender la importancia de contar el tiempo de Dios para cosechar en Su reino (ciclos, fiestas y estaciones), para esperar y encontrarnos con Él, para disfrutar de Su favor y bendición, y para adquirir sabiduría con respecto a la mente, planes y diseños de nuestro Señor y Dios (Sal. 90:12); y para cosechar los resultados o frutos de nuestro servicio a Él y a nuestro prójimo.
2. Temer y honrar al Dios del Pacto, al Dios de nuestros padres de Abraham, Isaac y Jacob. Esa fue la enseñanza y principio que Moisés extrajo de aquella primera experiencia portentosa y gloriosa del pueblo de Israel con el Dios de sus padres (Éx. 20:18-20). Él les dijo:
"No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis".
3. Recibir la revelación y el nuevo Pacto de Dios. En el tercer día, del tercer mes, del primer año del calendario dado por Dios a Su pueblo, Él les entregó una nueva revelación, esta vez escrita en tablas de piedra, e hizo con todos ellos un pacto (Éx. 19:4-8; 20:1-17; 31:18), cuyas señales principales serían la circuncisión (ya dada a Abraham, Isaac y Jacob) y el día de reposo (Gén. 17:1-14; Éx. 31:12-17). En aquel Primer Pentecostés, en el monte Sinaí, Dios entregó también una nueva y más amplia revelación a Su pueblo representada en la Torah, que comúnmente se traduce como "la Ley", pero que en el idioma hebreo significa más bien "enseñanza o instrucción".
4. Recibir la presencia y la llenura del Espíritu Santo de Dios. La Fiesta de Pentecostés significa recibir al Espíritu Santo de Dios. Esperar en Él y ser llenados de Su gloriosa, amorosa, pero también poderosa presencia, para que como los primeros discípulos, podamos proclamar, con palabras y obras, las buenas nuevas de salvación y con señales y prodigios podamos confirmar que el Evangelio es poder de Dios, capaz de sanar, liberar, renovar y transformar la vida de todos aquellos que depositan su fe en la persona y obra de nuestro Señor Jesucristo.
En la Pascua, celebramos que por la sangre de nuestro Señor Jesucristo entramos al Nuevo Pacto; recordamos que en Cristo, por Su muerte y resurrección, somos redimidos y salvados eternamente para nuestro Dios. Pero en Pentecostés, también celebramos que por la presencia poderosa del Espíritu Santo somos hechos testigos del reino de Dios; y recordamos que en Cristo y por el poder de Su Espíritu tenemos una misión que cumplir hasta lo último de la tierra, y hasta que el Señor venga (Lc. 24:49; Hch. 1:8; Mt. 28:18-20). Y así, participamos ya no de una cosecha material, de granos o frutos de la tierra; sino una cosecha espiritual, de almas y personas que depositan su fe en Jesucristo y entran al reino de Dios (Jn. 4:34-41; Ap. 14:14-16).
5. Recibir el poder y la unción profética del Espíritu Santo de Dios. El Señor Jesucristo, nuestro Maestro, a quien debemos seguir en Sus enseñanzas y modelo, nos enseñó claramente que Él enviaría a Su Espíritu sobre nosotros, sus discípulos, para llenarnos e investirnos de poder:
"He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto" (Lc. 24:49).
"Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (Hch. 1:8).
Y esa llenura e impartición de poder aconteció en la Fiesta de Pentecostés del año 33 d.C., para inaugurar un nuevo tiempo en el reino de Dios. Así que, la Fiesta de Pentecostés nos recuerda que el Señor Jesucristo envió a Su Espíritu Santo, para que nosotros, Sus discípulos, su Iglesia, viviéramos en el poder del Espíritu, proclamáramos Su Evangelio en el poder del Espíritu, y fuéramos testigos de Su reino hasta lo último de la tierra por el poder del Espíritu; de manera que seamos la iglesia apostólica y profética que Él desea y que avanza contra toda fuerza de las tinieblas, contra toda mentira y engaño, de manera que ni las puertas de la muerte puedan detenerla.
Por el Ministerio de Comunicación de la Comunidad cristiana Hay paz con Dios
El próximo domingo 24 de mayo, la Comunidad cristiana Hay paz con Dios celebrará con fe y gran gozo la Fiesta de Pentecostés, también conocida en la Biblia como la Fiesta de las Semanas (hebreo: shavuot).
Ya hemos aprendido que la Fiesta de las Semanas (hebreo shebuáh, Strong 7620; griego pentekosté, Strong 4004) es una de las Fiestas del Señor, que celebra la cosecha del trigo, y su fecha caía después del conteo de siete semanas u "omer", en el mes de Siván, exactamente cincuenta (50) días después del segundo día de la celebración de la Pascua (Pesaj/Pesach; Lev. 23:15-16) Y está unida a la Fiesta del jubileo, que cuenta también 49 más un año, o sea, cincuenta (50) años, en la que Dios ordenó hacer descansar la tierra (Lev. 25:8-12).
Algunos consideran la Fiesta de Pentecostés como una Fiesta separada, mientras que otros la consideran la culminación de la Pascua. Personalmente soy de los que opinan que ambas Fiestas se conectan por el conteo de las siete semanas, y entendiendo cómo Dios opera en ciclos de tiempos, considero que la Fiesta de Pentecostés cierra un gran período de siete ciclos, específicamente, siete semanas, que apuntan al tiempo perfecto de plenitud y cumplimiento en el reino de Dios (Dt. 16:9-10). Y he dicho en otras oportunidades, que de una manera gráfica y vívida, a través de Sus Fiestas solemnes, Dios quería enseñarle a Su pueblo cómo Él planifica y toma muy en serio el tiempo, para la preparación y cumplimiento de Sus planes dentro de Su reino; y por lo tanto, Él quiere que Sus hijos también hagamos lo mismo.
Veamos algunos significados que podemos aprender de esta hermosa, gozosa y poderosa Fiesta del Señor...
SIGNIFICADOS DE LA FIESTA DE PENTECOSTÉS
Como toda Fiesta del Señor, Pentecostés (Heb. Shavuot) nos ofrece grandes enseñanzas y principios espirituales que nosotros hacemos bien en conocer, entender y aplicar en nuestras vidas.
1. Conocer y aprender la importancia de contar el tiempo de Dios para cosechar en Su reino (ciclos, fiestas y estaciones), para esperar y encontrarnos con Él, para disfrutar de Su favor y bendición, y para adquirir sabiduría con respecto a la mente, planes y diseños de nuestro Señor y Dios (Sal. 90:12); y para cosechar los resultados o frutos de nuestro servicio a Él y a nuestro prójimo.
2. Temer y honrar al Dios del Pacto, al Dios de nuestros padres de Abraham, Isaac y Jacob. Esa fue la enseñanza y principio que Moisés extrajo de aquella primera experiencia portentosa y gloriosa del pueblo de Israel con el Dios de sus padres (Éx. 20:18-20). Él les dijo:
"No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis".
3. Recibir la revelación y el nuevo Pacto de Dios. En el tercer día, del tercer mes, del primer año del calendario dado por Dios a Su pueblo, Él les entregó una nueva revelación, esta vez escrita en tablas de piedra, e hizo con todos ellos un pacto (Éx. 19:4-8; 20:1-17; 31:18), cuyas señales principales serían la circuncisión (ya dada a Abraham, Isaac y Jacob) y el día de reposo (Gén. 17:1-14; Éx. 31:12-17). En aquel Primer Pentecostés, en el monte Sinaí, Dios entregó también una nueva y más amplia revelación a Su pueblo representada en la Torah, que comúnmente se traduce como "la Ley", pero que en el idioma hebreo significa más bien "enseñanza o instrucción".
4. Recibir la presencia y la llenura del Espíritu Santo de Dios. La Fiesta de Pentecostés significa recibir al Espíritu Santo de Dios. Esperar en Él y ser llenados de Su gloriosa, amorosa, pero también poderosa presencia, para que como los primeros discípulos, podamos proclamar, con palabras y obras, las buenas nuevas de salvación y con señales y prodigios podamos confirmar que el Evangelio es poder de Dios, capaz de sanar, liberar, renovar y transformar la vida de todos aquellos que depositan su fe en la persona y obra de nuestro Señor Jesucristo.
En la Pascua, celebramos que por la sangre de nuestro Señor Jesucristo entramos al Nuevo Pacto; recordamos que en Cristo, por Su muerte y resurrección, somos redimidos y salvados eternamente para nuestro Dios. Pero en Pentecostés, también celebramos que por la presencia poderosa del Espíritu Santo somos hechos testigos del reino de Dios; y recordamos que en Cristo y por el poder de Su Espíritu tenemos una misión que cumplir hasta lo último de la tierra, y hasta que el Señor venga (Lc. 24:49; Hch. 1:8; Mt. 28:18-20). Y así, participamos ya no de una cosecha material, de granos o frutos de la tierra; sino una cosecha espiritual, de almas y personas que depositan su fe en Jesucristo y entran al reino de Dios (Jn. 4:34-41; Ap. 14:14-16).
5. Recibir el poder y la unción profética del Espíritu Santo de Dios. El Señor Jesucristo, nuestro Maestro, a quien debemos seguir en Sus enseñanzas y modelo, nos enseñó claramente que Él enviaría a Su Espíritu sobre nosotros, sus discípulos, para llenarnos e investirnos de poder:
"He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto" (Lc. 24:49).
"Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (Hch. 1:8).
Y esa llenura e impartición de poder aconteció en la Fiesta de Pentecostés del año 33 d.C., para inaugurar un nuevo tiempo en el reino de Dios. Así que, la Fiesta de Pentecostés nos recuerda que el Señor Jesucristo envió a Su Espíritu Santo, para que nosotros, Sus discípulos, su Iglesia, viviéramos en el poder del Espíritu, proclamáramos Su Evangelio en el poder del Espíritu, y fuéramos testigos de Su reino hasta lo último de la tierra por el poder del Espíritu; de manera que seamos la iglesia apostólica y profética que Él desea y que avanza contra toda fuerza de las tinieblas, contra toda mentira y engaño, de manera que ni las puertas de la muerte puedan detenerla.
Como dijimos arriba la Fiesta de Pentecostés está unida a la Cuenta del Omer, que cuenta cuarenta y nueve (49) días más uno, que hace una cuenta total de cincuenta (50) días, y encierra siete (7) ciclos de siete (7) semanas. Veamos también qué podemos aprender de la Cuenta del Omer...
LA CUENTA DEL OMER
La Cuenta del Omer o Gomer (Heb. Sefirat Ha'omer) es un ciclo de tiempo establecido por Dios, que comienza a partir de la segunda noche de la Pascua y termina en la Fiesta de Pentecostés. Este ciclo de tiempo dura exactamente cuarenta y nueve (49 = 7 x 7) días más uno, que suman un total de cincuenta (50) días. Y en este ciclo se toman en cuenta la medida del peso y volumen del Omer y la cuenta del tiempo.
El omer es una antigua unidad de medida (equivalente a cerca de 1300 gramos) usada en la época del Templo de Jerusalén. La palabra omer/gomer es a veces traducida como "gavilla", específicamente una gran cantidad de grano suficiente para agruparse en fardos. Cuando Dios enviaba maná a los israelitas en el desierto, éstos debían recolectar "un omer por cada persona de su tienda" (Éxodo 16:16). Y el ciclo del tiempo incluye o abarca siete (7) ciclos de siete (7) semanas más un día.
Por medio de este ciclo de tiempo, también podemos aprender varias lecciones espirituales valiosas para nuestras vidas:
La Cuenta del Omer o Gomer (Heb. Sefirat Ha'omer) es un ciclo de tiempo establecido por Dios, que comienza a partir de la segunda noche de la Pascua y termina en la Fiesta de Pentecostés. Este ciclo de tiempo dura exactamente cuarenta y nueve (49 = 7 x 7) días más uno, que suman un total de cincuenta (50) días. Y en este ciclo se toman en cuenta la medida del peso y volumen del Omer y la cuenta del tiempo.
El omer es una antigua unidad de medida (equivalente a cerca de 1300 gramos) usada en la época del Templo de Jerusalén. La palabra omer/gomer es a veces traducida como "gavilla", específicamente una gran cantidad de grano suficiente para agruparse en fardos. Cuando Dios enviaba maná a los israelitas en el desierto, éstos debían recolectar "un omer por cada persona de su tienda" (Éxodo 16:16). Y el ciclo del tiempo incluye o abarca siete (7) ciclos de siete (7) semanas más un día.
Por medio de este ciclo de tiempo, también podemos aprender varias lecciones espirituales valiosas para nuestras vidas:
- Dios quiere que aprendamos a contar; pues en los actos de creación, salvación, redención, juicio y liberación de Dios TODO tiene su Tiempo y su Medida.
- Dios quiere que aprendamos y entendamos Su tiempo. Él siempre obra en ciclos de SIETE días, semanas, meses, años y aún eras o milenios. Siete es el número del tiempo de Dios, que representa cumplimiento, plenitud y perfección.
- Dios quiere que aprendamos a contar y así obtener sabiduría, poder entender Su mente, planes y diseños para la creación y para Su reino (Ecl. 3:1-15). Todo tiene su tiempo, pero antes del cumplimiento se debe llenar o completar una "medida"...
- La Cuenta del Omer nos da tres grandes principios espirituales universales dentro del reino de Dios:
- Todo tiene su tiempo y su medida
- Todo lo que siembras eso cosecharás
- Si comienzas bien, te posicionas bien en la voluntad y el tiempo de Dios y cubres Su "medida", Él te bendecirá con una buena "cosecha", "te coronará de favores y misericordias" (Sal. 1:1-3; 103:1-5).
Estas lecciones y principios espirituales se pueden aplicar a diferentes áreas y experiencias de la vida y del reino de Dios; y nos pueden dar un mejor entendimiento de cómo Dios obra y trata a Su pueblo, a Su hijos y a las naciones, en sus actos de salvación, redención y juicio.
"Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora."Eclesiastés 3:1-15
"Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora."Eclesiastés 3:1-15
"Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.
Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor."
Efesios 5:15-17
EL SIGNIFICADO BÍBLICO DEL NÚMERO CINCUENTA
El número cincuenta (50) aparece en varias oportunidades para indicar cumplimiento o consumación.
La primera mención la encontramos en el juicio de Dios sobre las ciudades de Sodoma y Gomorra (Gén. 18:16-33). En el relato podemos observar que los pobladores de estas ciudades habían colmado la medida de sus pecados, iniquidades y rebeliones, y Dios se lo revela a Su siervo y amigo Abraham:
"Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si SI HAN CONSUMADO su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré." (Gn. 18:20-21)
Ya aquí podemos observar varios temas interesantes que rodean el número cincuenta:
1. Hay una medida de clamor ante el pecado, de una persona, de una ciudad o una nación.
2. Hay una medida para el pecado, iniquidad y rebelión de una persona, de una ciudad o una nación.
3. Hay un juicio específico y correspondiente conforme a la medida del pecado, iniquidad y rebelión de una persona, de una ciudad o una nación.
En este caso, esta medida parece ser el número cincuenta (50), pues Abraham, el amigo de Dios, comienza precisamente su "clamor" o intercesión ante Dios, partiendo de la cantidad de cincuenta (50) justos que pudieran haber en la ciudad. Abraham clama ante Dios e intercede para que detenga Su juicio sobre estas ciudades pues pudieran haber una medida de cincuenta (50) justos en ellas. Dios le responde que no lo hará si hay esa medida de justos. Y como ya sabemos, el patriarca comienza a interceder hasta bajar esa medida a diez (10) justos en una ciudad; pues es claro, por el contexto del pasaje, que él tenía en mente a la familia de su sobrino Lot que vivía en Sodoma (Gn. 19:1).
El número cincuenta (50) aparece en la travesía que hizo el pueblo de Israel desde la liberación ocurrida en Egipto después de la Pascua hasta el encuentro con Dios, en el Sinaí, para recibir la Ley (Heb. Torah; Éx. 19-20). Y también en el tiempo que transcurrió desde la muerte de nuestro Señor Jesucristo, durante la Pascua hasta la venida poderosa del Espíritu sobre todos los ciento veinte (120) discípulos reunidos en el aposento alto (Hch. 2).
En el relato anterior podemos ver que el tiempo de cincuenta (50) días, entre Pascua a Pentecostés, nos comunica la consumación o culminación de la preparación y la liberación espiritual del pueblo, para recibir la revelación de Dios dada, en este caso, por medio de la Ley, en el Sinaí; luego siglos más tarde, por medio del Espíritu Santo de Dios, en Jerusalén.
El número cincuenta (50) aparece también para indicar un tiempo completo o consumación para la cosecha, el juicio, la liberación, la renovación y la restauración o restitución.
CONCLUSIÓN
Así que, este año nuevamente nos preparamos para celebrar en grande la presencia poderosa del Espíritu Santo del Señor que nos llena, capacita e impulsa, para que seamos testigos del reino de Dios en nuestra nación y en todas las naciones, hasta lo último de la tierra.
También celebraremos las cosechas que el Señor nos ha dado hasta el momento, Sus favores, bendiciones, cuidados y misericordia con las que Él corona a todos Sus hijos e hijas.
Y nos prepararemos para una nueva temporada de avance, cosecha y abundancia, para que cumplamos todo lo que Él nos ha mostrado y nos ha dicho hacer en los próximos meses y años.
Este año la celebración la realizaremos en el Auditorio del Instituto P. Antonio Leyh, a partir de las 10:30 AM. Y contaremos con la predicación y ministración del profeta Rafael Rodríguez y tendremos un suculento almuerzo comunitario y mesas alusivas para la ocasión.
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Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor."
Efesios 5:15-17
EL SIGNIFICADO BÍBLICO DEL NÚMERO CINCUENTA
El número cincuenta (50) aparece en varias oportunidades para indicar cumplimiento o consumación.
La primera mención la encontramos en el juicio de Dios sobre las ciudades de Sodoma y Gomorra (Gén. 18:16-33). En el relato podemos observar que los pobladores de estas ciudades habían colmado la medida de sus pecados, iniquidades y rebeliones, y Dios se lo revela a Su siervo y amigo Abraham:
"Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si SI HAN CONSUMADO su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré." (Gn. 18:20-21)
Ya aquí podemos observar varios temas interesantes que rodean el número cincuenta:
1. Hay una medida de clamor ante el pecado, de una persona, de una ciudad o una nación.
2. Hay una medida para el pecado, iniquidad y rebelión de una persona, de una ciudad o una nación.
3. Hay un juicio específico y correspondiente conforme a la medida del pecado, iniquidad y rebelión de una persona, de una ciudad o una nación.
En este caso, esta medida parece ser el número cincuenta (50), pues Abraham, el amigo de Dios, comienza precisamente su "clamor" o intercesión ante Dios, partiendo de la cantidad de cincuenta (50) justos que pudieran haber en la ciudad. Abraham clama ante Dios e intercede para que detenga Su juicio sobre estas ciudades pues pudieran haber una medida de cincuenta (50) justos en ellas. Dios le responde que no lo hará si hay esa medida de justos. Y como ya sabemos, el patriarca comienza a interceder hasta bajar esa medida a diez (10) justos en una ciudad; pues es claro, por el contexto del pasaje, que él tenía en mente a la familia de su sobrino Lot que vivía en Sodoma (Gn. 19:1).
El número cincuenta (50) aparece en la travesía que hizo el pueblo de Israel desde la liberación ocurrida en Egipto después de la Pascua hasta el encuentro con Dios, en el Sinaí, para recibir la Ley (Heb. Torah; Éx. 19-20). Y también en el tiempo que transcurrió desde la muerte de nuestro Señor Jesucristo, durante la Pascua hasta la venida poderosa del Espíritu sobre todos los ciento veinte (120) discípulos reunidos en el aposento alto (Hch. 2).
En el relato anterior podemos ver que el tiempo de cincuenta (50) días, entre Pascua a Pentecostés, nos comunica la consumación o culminación de la preparación y la liberación espiritual del pueblo, para recibir la revelación de Dios dada, en este caso, por medio de la Ley, en el Sinaí; luego siglos más tarde, por medio del Espíritu Santo de Dios, en Jerusalén.
El número cincuenta (50) aparece también para indicar un tiempo completo o consumación para la cosecha, el juicio, la liberación, la renovación y la restauración o restitución.
- Cincuenta (50) días después de la Fiesta de las Primicias de la cosecha de la cebada, se celebra la cosecha del trigo y se entregan también las primicias de esa cosecha (Lev. 23:15-16).
- Cincuenta (50) años es el período para la celebración de la Fiesta de Jubileo o la liberación o restauración de la tierra y la liberación de toda deuda (Lev. 25:8-13). De hecho, este período también enmarca o incluye siete (7) ciclos de siete (7) años más uno, parecido a la Fiesta de Pentecostés; así que, podemos afirmar que el Jubileo es un Pentecostés más grande.
- Cincuenta (50) comunica un orden perfecto o completo de gracia, pues es el resultado de multiplicar cinco (5: gracia) por diez (10: orden, ordenamiento).
- Cincuenta (50) fueron los profetas que testificaron la transición espiritual y ministerial profética entre Elías y su discípulo Eliseo (2Rey. 2:13-17).
- Cincuenta (50) también puede significar llenura o plenitud o completo. Los sacerdotes eran jubilados a la edad de 50 años (Nm. 4:23, 35, 39, 43, 47; 8:25); un hombre debía pagar 50 piezas de plata a los padres si se acostaba con su hija virgen sin antes casarse (Dt. 22:29); David le dio a Arauna 50 piezas de plata para comprarle la tierra donde él pudo edificar un altar a Dios (2Sam. 24:21-25); Absalón ordenó que 50 jinetes corrieran ante él durante su sublevación al trono de su padre David y así también lo hizo Adonías en su rebelión contra el rey David (2Sam. 15:1-6; 1Rey. 1:5-8); el producto óptimo o completo de 50 cántaros de vino era lo que se esperaba de una buena cosecha (Hageo 2:16).
CONCLUSIÓN
Así que, este año nuevamente nos preparamos para celebrar en grande la presencia poderosa del Espíritu Santo del Señor que nos llena, capacita e impulsa, para que seamos testigos del reino de Dios en nuestra nación y en todas las naciones, hasta lo último de la tierra.
También celebraremos las cosechas que el Señor nos ha dado hasta el momento, Sus favores, bendiciones, cuidados y misericordia con las que Él corona a todos Sus hijos e hijas.
Y nos prepararemos para una nueva temporada de avance, cosecha y abundancia, para que cumplamos todo lo que Él nos ha mostrado y nos ha dicho hacer en los próximos meses y años.
Este año la celebración la realizaremos en el Auditorio del Instituto P. Antonio Leyh, a partir de las 10:30 AM. Y contaremos con la predicación y ministración del profeta Rafael Rodríguez y tendremos un suculento almuerzo comunitario y mesas alusivas para la ocasión.
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