MAYORDOMÍA FINANCIERA
¡Comprender la mente de Dios en nuestra finanzas!
Por el Ministerio de Comunicación de la Comunidad Cristiana Hay paz con Dios
Hay un principio espiritual importante que se ve por toda la Biblia que cada cristiano debe aprender. El principio es muy simple. En la economía de Dios la habilidad de dar y recibir no está restringida a la disponibilidad de los recursos. En otras palabras, cada creyente, sin importar que tan pobre sea, debe dar. Como se ve en muchos pasajes bíblicos, la pobreza no es pretexto. Cada persona debe dar a Dios. Es más, cuando la gente de Dios da todo lo que puede en fe, siempre es suficiente. Dios utiliza estos regalos en maneras milagrosas, multiplicándolos varias veces. Estos se ilustra en la historia de la viuda de Sarepta (1Rey. 17:7-16) y en la alimentación de los 5.000 (Mc. 6:30-44). En ambos casos, lo que fue dado no era mucho pero era todo lo que había y eso fue suficiente en las manos de Dios.
Dar a la obra de Dios debe ser una práctica regular en la vida de cada creyente. Mientras muchos cristianos están conscientes de esta responsabilidad, las opiniones varían con respecto a cuanto se debe dar. ¿Todavía se requiere el diezmo en la edad de la iglesia? Si no, ¿Cuánto debemos dar? Muchos creen que el diezmo era un practica prescrita en la ley Mosaica, la cual, como las leyes dietéticas, no fue continuada en el Nuevo Testamento (Rom. 10:4; Gal 3:25). Otros creen que puesto que el diezmo fue establecido antes de la ley Mosaica (Gen. 14:19-20) y que Jesús afirmó la práctica (aunque mostró preocupación en cuanto la motivación (Mat. 23:23), que Dios espera que observemos la práctica hoy día.
Todos los creyentes que han estudiado los pasajes en el Nuevo Testamento acerca del dar probablemente están de acuerdo que el 10% o un diezmo, sería un buen mínimo para nuestro dar al Señor. Parece que si un porcentaje fue requerido en el Antiguo Testamento, el creyente Neotestamentario, con su entendimiento de la salvación, puede desear dar más.
Sin importar el porcentaje de ingreso que un creyente decir dar, es importante entender que el ingreso no solamente consiste en el dinero que se gana como sueldo o salario. Si todo lo que tenemos pertenece al Señor, entonces se debe dar un diezmo sobre otros tipos de ingresos también, como de la cosecha, el ganado, etc. Si una persona recibe poco o nulo dinero como ingreso, no significa que está exento de dar. Él tiene otros medios por los cuales vive, y estos recursos se deben tomar en cuenta cuando lleva sus diezmos y ofrendas al Señor.
Los siguientes principios guían a los creyentes en cuanto al dar:
- Cada creyente deber dar
- Nuestro dar deber ser en proporción a nuestro ingreso, tanto en dinero como en otros ingresos. ¡Imagínese si Dios hiciera su ingreso en proporción a su dar!
- Debemos dar aún en nuestra pobreza
- Debemos dar generosamente y porque deseamos hacerlo, no porque alguien nos obliga hacerlo. El dar debe ser de un corazón dispuesto para agradar a Dios.
- Debemos dar más de lo que podamos (Confiando en Dios)
- Nuestro dar económico debe seguir el darnos a Dios. Dar es una demostración de nuestra devoción al Señor
- Dios nos recompensa en proporción a nuestro dar. Dios promete proveer generosamente para nuestras necesidades si tenemos la fé de dar generosamente a Él.
- En Malaquías, Dios prometió a los Israelitas que Él abriría las ventanas de los cielos y derramaría Su bendición si ellos dieran. Hoy día tenemos el mismo tipo de promesa. La mayordomía significa que todos los recursos que nos han sido encomendados pertenecen a Dios. Si somos fieles a devolvérselo a Él, entonces Él nos bendecirá más allá de nuestra necesidad. Si olvidamos a quien le pertenece y si somos tacaños con Él, perderemos las bendiciones de Dios. No tenemos la garantía que las bendiciones de Dios serán en forma financiera. Dios puede bendecir al dador espiritualmente.
Las ofrendas de voluntad libre para el tabernáculo:
De ninguna manera era el diezmo la única manera para recaudar fondos en el Antiguo Testamento. Durante el tiempo en el desierto. Dios le instruyó a Moisés recoger una ofrenda de voluntad libre para edificar el tabernáculo (Ex. 25:1-8). La gente dio de su ganado, sus cosas personales y aun de corazón. De hecho, ¡dieron mucho más de lo que fue necesario, a tal punto que Moisés tenía que pedirles dejar de dar! (Ex 36:4-7).
El ejemplo de David dando para la construcción del templo:
David comprendía el dar sacrificialmente, a tal punto que rehúso dar a Dios eso que no le costó “nada” (1 Cron. 21:24). El rey David dio sacrificialmente de sus riquezas para que el templo del Señor pudiera ser construido por su hijo Salomón (1 Cron. 29:1-5). El dar de David fue un ejemplo inspirante para otros, y tras él los lideres de Israel dieron (1 Cron. 29:6-9). La siguiente oración de David muestra su actitud hacia el dar (1 Cron. 29:10-20). Aprendimos que David dió con un espíritu de adoración y gratitud hacia Dios. David también indica que las riquezas y todas las cosas pertenecen al Señor (2 Cron. 29-16). El dar simplemente es una oportunidad de devolver a Dios una pequeña porción de lo que El ha dado. David aún se pregunta en voz alta como es posible que Dios le permitiera tal privilegio como el dar (1 Cron. 29:14).
Dando de la pobreza:
Jesús reconoció a la viuda que dio una cantidad diminuta (Luc 21:1-4). Él lo hizo porque sus dos pequeñas monedas se sumaron al cien por ciento de sus riquezas. Este evento ocurrió antes de que la iglesia fuera establecida en Pentecostés. Por esos, aún antes de la edad de la iglesia, cuando no se cuestionaba que Dios requería un diezmo, el Señor estaba agradado cuando los creyentes ofrecieron más que ese monto (10%). También es claro que Él está interesado y está viendo cuanto damos.
Hay otro principio evidente en este pasaje. El templo era un edificio costoso, cubierto de oro (Marcos 13:1; Mt. 23:16). Ciertamente el templo no necesitaba el dinero de la viuda pobre. Pero Jesús fue complacido que ella lo dio porque Él consideró que ella lo dio a Dios, no al templo. No le importaba que los líderes religiosos fueran hipócritas, ni que El sabía que los Romanos destruirían el templo dentro de pocos años. Damos a Dios, no a los hombres. Pero damos a Dios a través de la iglesia.
El financiamiento de los lideres de iglesias en el Nuevo Testamento:
Los líderes espirituales en el Nuevo Testamento fueron apoyados en una variedad de maneras. Jesús y los discípulos fueron apoyados, por lo menos en una parte, por las mujeres que viajaban con ellos (Lc. 8:1-3). Cuando Jesús envió a Sus discípulos para predicar el Evangelio en Galilea, Él les instruyó que esperaran ser sostenidos por los que estaban ministrando (Mt. 10:10; Lc. 10:5-8). Como siervo de Dios, el Apóstol Pablo tenía el derecho de ser sostenido económicamente por los entre los cuales él estaba ministrando así como fueron sostenidos los sacerdotes en el Antiguo Testamento (1 Cor. 9:4-14). Aquí y en otros lugares (1 Tim. 5:18), Pablo anima a las iglesias a sostener a los que ministran. Por sus propias razones, Pablo no siempre empleó su derecho de recibir un sostén económico entre los que él ministraba. Por ejemplo, Pablo no recibió ningún sostén de parte de los Corintios, aunque lo pudo haber pedido (1 Cor. 9:12). Al contrario, Pablo básicamente se sostuvo a sí mismo por medio de hacer tiendas para no ser carga para la iglesia (Hechos 8:2,3; 1 Cor. 4:12)
También aprendemos que los Filipenses dieron al ministerio de Pablo (Fil 4:15-20). Es interesante notar que la frase popular “mi Dios suplirá todo lo que os falta” se encuentra en el contexto de Pablo felicitando a los Filipenses porque ellos habían dado generosamente a su ministerio. En otras palabras, Dios suplirá cuando hayamos dado fielmente.
La colección para los santos en Jerusalén:
Pablo se puso a recoger una ofrenda especial para los santos necesitados en Jerusalén que estaban pasando por un tiempo de hambre. En su primera carta a los creyentes en Corinto, él describió exactamente como la ofrenda se debe recoger (1 Cor. 16:1-2), Él esperaba que cada creyente diera en el primer día de cada semana (Domingo). Ningún porcentaje se menciono, pero Pablo pidió un monto “Según haya prosperado”.
En la segunda carta de Pablo a los Corintios otra vez les enseñó acerca de esta ofrenda. 2 Corintios 8:1-6 y 9:6-11 contienen quizás los principios más retadores sobre el dar en el Nuevo Testamento. Pablo comienza usando el ejemplo de dar de las iglesias en Macedonia (2 Cor. 8:1-6). Ellos dieron generosamente de la pobreza, aún más de lo que humanamente podrían dar (Confiado en Dios). Los de Macedonia fueron motivados por el hecho que primeramente se habían dado a Dios.
Las personas que dan de esta manera disfrutan la promesa maravillosa de Dios que Él les recompensara en proporción a su dar. Ciertamente, Dios proveerá generosamente para nuestras necesidades si tenemos la fe para dar generosamente a Él (2 Cor. 9:6-11; Lc. 6:38).
El plan de Dios es que los individuos y las iglesias se desarrollen en la madurez y la fidelidad ante Él. Quedarse en un estado de dependencia no provee la madurez y la fe necesaria para la misión que Dios nos ha dado. Muchos creyentes encuentran difícil confiar en Dios cuando viene a los asuntos económicos. Pero Dios nos invita a probarle en esta area. Si usted encuentra difícil dar a la obra de Dios entonces llévelo a Èl en oración. El se probará fiel.
Fuente:
https://soundfaith.com/sermons/110549-temafinanza-y-mayordomia-cristiana
Curso Omega Manual 4
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Hay un principio espiritual importante que se ve por toda la Biblia que cada cristiano debe aprender. El principio es muy simple. En la economía de Dios la habilidad de dar y recibir no está restringida a la disponibilidad de los recursos. En otras palabras, cada creyente, sin importar que tan pobre sea, debe dar. Como se ve en muchos pasajes bíblicos, la pobreza no es pretexto. Cada persona debe dar a Dios. Es más, cuando la gente de Dios da todo lo que puede en fe, siempre es suficiente. Dios utiliza estos regalos en maneras milagrosas, multiplicándolos varias veces. Estos se ilustra en la historia de la viuda de Sarepta (1Rey. 17:7-16) y en la alimentación de los 5.000 (Mc. 6:30-44). En ambos casos, lo que fue dado no era mucho pero era todo lo que había y eso fue suficiente en las manos de Dios.
Dar a la obra de Dios debe ser una práctica regular en la vida de cada creyente. Mientras muchos cristianos están conscientes de esta responsabilidad, las opiniones varían con respecto a cuanto se debe dar. ¿Todavía se requiere el diezmo en la edad de la iglesia? Si no, ¿Cuánto debemos dar? Muchos creen que el diezmo era un practica prescrita en la ley Mosaica, la cual, como las leyes dietéticas, no fue continuada en el Nuevo Testamento (Rom. 10:4; Gal 3:25). Otros creen que puesto que el diezmo fue establecido antes de la ley Mosaica (Gen. 14:19-20) y que Jesús afirmó la práctica (aunque mostró preocupación en cuanto la motivación (Mat. 23:23), que Dios espera que observemos la práctica hoy día.
Todos los creyentes que han estudiado los pasajes en el Nuevo Testamento acerca del dar probablemente están de acuerdo que el 10% o un diezmo, sería un buen mínimo para nuestro dar al Señor. Parece que si un porcentaje fue requerido en el Antiguo Testamento, el creyente Neotestamentario, con su entendimiento de la salvación, puede desear dar más.
Sin importar el porcentaje de ingreso que un creyente decir dar, es importante entender que el ingreso no solamente consiste en el dinero que se gana como sueldo o salario. Si todo lo que tenemos pertenece al Señor, entonces se debe dar un diezmo sobre otros tipos de ingresos también, como de la cosecha, el ganado, etc. Si una persona recibe poco o nulo dinero como ingreso, no significa que está exento de dar. Él tiene otros medios por los cuales vive, y estos recursos se deben tomar en cuenta cuando lleva sus diezmos y ofrendas al Señor.
Los siguientes principios guían a los creyentes en cuanto al dar:
- Cada creyente deber dar
- Nuestro dar deber ser en proporción a nuestro ingreso, tanto en dinero como en otros ingresos. ¡Imagínese si Dios hiciera su ingreso en proporción a su dar!
- Debemos dar aún en nuestra pobreza
- Debemos dar generosamente y porque deseamos hacerlo, no porque alguien nos obliga hacerlo. El dar debe ser de un corazón dispuesto para agradar a Dios.
- Debemos dar más de lo que podamos (Confiando en Dios)
- Nuestro dar económico debe seguir el darnos a Dios. Dar es una demostración de nuestra devoción al Señor
- Dios nos recompensa en proporción a nuestro dar. Dios promete proveer generosamente para nuestras necesidades si tenemos la fé de dar generosamente a Él.
- En Malaquías, Dios prometió a los Israelitas que Él abriría las ventanas de los cielos y derramaría Su bendición si ellos dieran. Hoy día tenemos el mismo tipo de promesa. La mayordomía significa que todos los recursos que nos han sido encomendados pertenecen a Dios. Si somos fieles a devolvérselo a Él, entonces Él nos bendecirá más allá de nuestra necesidad. Si olvidamos a quien le pertenece y si somos tacaños con Él, perderemos las bendiciones de Dios. No tenemos la garantía que las bendiciones de Dios serán en forma financiera. Dios puede bendecir al dador espiritualmente.
El Diezmo según la Ley del Antiguo Testamento
Era un requisito para los israelitas dar un diezmo, o el 10% de sus ingresos, al Señor y Su trabajo (Lev. 27:30-32; Num. 18:23-24). Además de estos diezmos, había varias otras ofrendas e “impuestos” que también se nombran diezmos. Un creyente en serio en el Antiguo Testamento que intentaba seguir toda la Ley, probablemente terminaba devolviendo alrededor del 28% de sus ingresos a Dios. Esto consistía principalmente del ganado y de sus productos agrícolas.
Poniendo a un lado los aspectos técnicos de diezmar en el Antiguo Testamento, el diezmo era una disciplina espiritual a la que Dios prometía responder. No diezmar fue considerado por Dios como un robo, ya que le pertenecía a Él. Dios retó a los Israelitas probarle en esta área, prometiendo derramar Su bendición sobre aquello que daban el diezmo entero (Mal. 3:8-12).
Era un requisito para los israelitas dar un diezmo, o el 10% de sus ingresos, al Señor y Su trabajo (Lev. 27:30-32; Num. 18:23-24). Además de estos diezmos, había varias otras ofrendas e “impuestos” que también se nombran diezmos. Un creyente en serio en el Antiguo Testamento que intentaba seguir toda la Ley, probablemente terminaba devolviendo alrededor del 28% de sus ingresos a Dios. Esto consistía principalmente del ganado y de sus productos agrícolas.
Poniendo a un lado los aspectos técnicos de diezmar en el Antiguo Testamento, el diezmo era una disciplina espiritual a la que Dios prometía responder. No diezmar fue considerado por Dios como un robo, ya que le pertenecía a Él. Dios retó a los Israelitas probarle en esta área, prometiendo derramar Su bendición sobre aquello que daban el diezmo entero (Mal. 3:8-12).
Las ofrendas de voluntad libre para el tabernáculo:
De ninguna manera era el diezmo la única manera para recaudar fondos en el Antiguo Testamento. Durante el tiempo en el desierto. Dios le instruyó a Moisés recoger una ofrenda de voluntad libre para edificar el tabernáculo (Ex. 25:1-8). La gente dio de su ganado, sus cosas personales y aun de corazón. De hecho, ¡dieron mucho más de lo que fue necesario, a tal punto que Moisés tenía que pedirles dejar de dar! (Ex 36:4-7).
El ejemplo de David dando para la construcción del templo:
Dando de la pobreza:
Jesús reconoció a la viuda que dio una cantidad diminuta (Luc 21:1-4). Él lo hizo porque sus dos pequeñas monedas se sumaron al cien por ciento de sus riquezas. Este evento ocurrió antes de que la iglesia fuera establecida en Pentecostés. Por esos, aún antes de la edad de la iglesia, cuando no se cuestionaba que Dios requería un diezmo, el Señor estaba agradado cuando los creyentes ofrecieron más que ese monto (10%). También es claro que Él está interesado y está viendo cuanto damos.
Hay otro principio evidente en este pasaje. El templo era un edificio costoso, cubierto de oro (Marcos 13:1; Mt. 23:16). Ciertamente el templo no necesitaba el dinero de la viuda pobre. Pero Jesús fue complacido que ella lo dio porque Él consideró que ella lo dio a Dios, no al templo. No le importaba que los líderes religiosos fueran hipócritas, ni que El sabía que los Romanos destruirían el templo dentro de pocos años. Damos a Dios, no a los hombres. Pero damos a Dios a través de la iglesia.
El financiamiento de los lideres de iglesias en el Nuevo Testamento:
Los líderes espirituales en el Nuevo Testamento fueron apoyados en una variedad de maneras. Jesús y los discípulos fueron apoyados, por lo menos en una parte, por las mujeres que viajaban con ellos (Lc. 8:1-3). Cuando Jesús envió a Sus discípulos para predicar el Evangelio en Galilea, Él les instruyó que esperaran ser sostenidos por los que estaban ministrando (Mt. 10:10; Lc. 10:5-8). Como siervo de Dios, el Apóstol Pablo tenía el derecho de ser sostenido económicamente por los entre los cuales él estaba ministrando así como fueron sostenidos los sacerdotes en el Antiguo Testamento (1 Cor. 9:4-14). Aquí y en otros lugares (1 Tim. 5:18), Pablo anima a las iglesias a sostener a los que ministran. Por sus propias razones, Pablo no siempre empleó su derecho de recibir un sostén económico entre los que él ministraba. Por ejemplo, Pablo no recibió ningún sostén de parte de los Corintios, aunque lo pudo haber pedido (1 Cor. 9:12). Al contrario, Pablo básicamente se sostuvo a sí mismo por medio de hacer tiendas para no ser carga para la iglesia (Hechos 8:2,3; 1 Cor. 4:12)
También aprendemos que los Filipenses dieron al ministerio de Pablo (Fil 4:15-20). Es interesante notar que la frase popular “mi Dios suplirá todo lo que os falta” se encuentra en el contexto de Pablo felicitando a los Filipenses porque ellos habían dado generosamente a su ministerio. En otras palabras, Dios suplirá cuando hayamos dado fielmente.
La colección para los santos en Jerusalén:
Pablo se puso a recoger una ofrenda especial para los santos necesitados en Jerusalén que estaban pasando por un tiempo de hambre. En su primera carta a los creyentes en Corinto, él describió exactamente como la ofrenda se debe recoger (1 Cor. 16:1-2), Él esperaba que cada creyente diera en el primer día de cada semana (Domingo). Ningún porcentaje se menciono, pero Pablo pidió un monto “Según haya prosperado”.
En la segunda carta de Pablo a los Corintios otra vez les enseñó acerca de esta ofrenda. 2 Corintios 8:1-6 y 9:6-11 contienen quizás los principios más retadores sobre el dar en el Nuevo Testamento. Pablo comienza usando el ejemplo de dar de las iglesias en Macedonia (2 Cor. 8:1-6). Ellos dieron generosamente de la pobreza, aún más de lo que humanamente podrían dar (Confiado en Dios). Los de Macedonia fueron motivados por el hecho que primeramente se habían dado a Dios.
Las personas que dan de esta manera disfrutan la promesa maravillosa de Dios que Él les recompensara en proporción a su dar. Ciertamente, Dios proveerá generosamente para nuestras necesidades si tenemos la fe para dar generosamente a Él (2 Cor. 9:6-11; Lc. 6:38).
El plan de Dios es que los individuos y las iglesias se desarrollen en la madurez y la fidelidad ante Él. Quedarse en un estado de dependencia no provee la madurez y la fe necesaria para la misión que Dios nos ha dado. Muchos creyentes encuentran difícil confiar en Dios cuando viene a los asuntos económicos. Pero Dios nos invita a probarle en esta area. Si usted encuentra difícil dar a la obra de Dios entonces llévelo a Èl en oración. El se probará fiel.
Fuente:
https://soundfaith.com/sermons/110549-temafinanza-y-mayordomia-cristiana
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