TU PROYECTO DE VIDA Segunda parte
Contemplando el futuro hoy
Por Psicólogo Carlos Rosales Marín
“La vida es un conjunto de experiencias que deben ser apreciadas y no sobrevividas”.
Autor desconocido
Es probable que en algún momento, nos hayamos detenido a imaginar cómo será nuestra vida dentro de algunos años. Idealmente soñamos con la superación de las dificultades que nos agobian en el presente; nos visualizamos disfrutando de la conquista de alguna meta y gozando de una feliz realidad. Para que esto llegue a materializarse, si bien depende de muchos factores, es necesario primeramente poder contar con un proyecto de vida, creer en él y defenderlo. Cuando nos referimos al proyecto de vida, hablamos precisamente de ese conjunto de aspiraciones que se persiguen a lo largo de nuestra existencia y a las correspondientes estrategias para alcanzar dichas aspiraciones.
"Las personas que no cuentan con ambición de crecimiento y superación personal, viven desalentadas, con indiferencia y sin un efectivo control sobre su realidad."
El proyecto de vida es importante porque estructura, condiciona y da sentido a las diferentes decisiones que tomamos, es decir, nos motiva a pensar nuestras actuaciones y sus consecuencias no solo bajo la circunstancia inmediata, sino también a mediano y largo plazo.
Vemos entonces que el plan de vida puede llegar a constituirse en una especie de ruta hacia el logro, que nos incentiva a luchar y esforzarnos para conseguir lo que queremos, cuando ha sido planeado de forma adecuada y se actúa en congruencia a él. Por ejemplo, si asumimos un proyecto vital en el que deseamos formar una familia que goce de bienestar, armonía y apoyo mutuo, entonces deberíamos emprender esfuerzos en distintas áreas de nuestra vida que nos ayuden a aproximarnos a esa meta. Estos esfuerzos pueden ir desde asumir el compromiso de crecer académica y económicamente, hasta prepararnos para elegir correctamente a la pareja; también se debería contemplar el aprendizaje o mejoramiento de habilidades que propicien una buena comunicación familiar, un manejo apropiado de conflictos, e inclusive una adecuada crianza de los hijos.
Por otro lado, el proyecto de vida, pese a que tiende a ser estable en el transcurso del tiempo, no es algo que sea completamente estático; por el contrario, constantemente se enriquece y modifica: cerramos etapas, descubrimos nuevos intereses, aprendemos que quizás en ocasiones nos encontramos desorientados, o quizás nos percatamos de nuestro equivocado rumbo. Lo cierto es que sin un plan vital generalmente vivimos por inercia, como a la deriva. Las personas que no cuentan con ambición de crecimiento y superación personal, viven desalentadas, con indiferencia y sin un efectivo control sobre su realidad.
Los caminos que conducen a un proyecto de vida positivo deben cimentarse en fundamentos morales que protejan nuestra dignidad humana. Cuando el afán de prosperidad y éxito no es acompañado por principios básicos y una actitud reflexiva, podemos llegar a precipitarnos fácilmente hacia un proyecto de vida carente de sentido y trascendencia, en el que posiblemente la conquista de un anhelo, no pasará de ser más que una alegría efímera, que con el tiempo dejará una desagradable sensación de vacío.
Es con la práctica de los valores universales –como lo son el respeto, la humildad, la honestidad, la solidaridad, la integridad, entre otros –, que verdaderamente logramos una vivencia del proyecto de vida en plenitud y una eficaz planificación de prioridades.
Cada quien es responsable de hacer todo lo posible por construir, desde ahora, el futuro que le aguardará más adelante. Desde hoy debemos dedicarnos con pasión y energía a perseguir las oportunidades que la vida nos ofrece. Los tropiezos deben ser vistos como desalientos momentáneos, como experiencias de aprendizaje y no como señales de fracaso. Aunque nuestros sueños no lleguen a ser satisfechos en un cien por ciento, la mejor gratificación se encuentra en el proceso de lucha, en el que la determinación y la perseverancia, hacen que desarrollemos potencialidades que desconocemos. Después de todo, el proyecto de vida más provechoso es aquel que nos sirve de guía para llegar a ser mejores personas.
El proyecto de vida es importante porque estructura, condiciona y da sentido a las diferentes decisiones que tomamos, es decir, nos motiva a pensar nuestras actuaciones y sus consecuencias no solo bajo la circunstancia inmediata, sino también a mediano y largo plazo.
Un plan de vida es muy particular y puede ser modificado con el tiempo; sin embargo, para darle forma se deben tomar en cuenta los siguientes aspectos:
1. Sueñe: Cuando se tienen sueños se cuenta con más motivación para seguir adelante aún después de haber fallado en el intento.
2. Establezca metas: Deben ser concretas y realizables para convertirse en un fundamento sólido.
3. Tome decisiones: Sólo la acción le llevará a alcanzar sus propósitos.
4. Divida el plan en etapas: No pretenda lograr todos sus objetivos de una sola vez.
Obstáculos para desarrollar el proyecto de vida
•La autocrítica y la descalificación.
•Responsabilizar a los demás de los fallos personales.
•La comparación.
•Un ambiente no apto para el crecimiento.
•Poca valoración a los recursos y herramientas con que se cuenta.
•Victimizarse ante las circunstancias.
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FUENTE:
Enfoque a la Familia
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"Las personas que no cuentan con ambición de crecimiento y superación personal, viven desalentadas, con indiferencia y sin un efectivo control sobre su realidad."
El proyecto de vida es importante porque estructura, condiciona y da sentido a las diferentes decisiones que tomamos, es decir, nos motiva a pensar nuestras actuaciones y sus consecuencias no solo bajo la circunstancia inmediata, sino también a mediano y largo plazo.
Vemos entonces que el plan de vida puede llegar a constituirse en una especie de ruta hacia el logro, que nos incentiva a luchar y esforzarnos para conseguir lo que queremos, cuando ha sido planeado de forma adecuada y se actúa en congruencia a él. Por ejemplo, si asumimos un proyecto vital en el que deseamos formar una familia que goce de bienestar, armonía y apoyo mutuo, entonces deberíamos emprender esfuerzos en distintas áreas de nuestra vida que nos ayuden a aproximarnos a esa meta. Estos esfuerzos pueden ir desde asumir el compromiso de crecer académica y económicamente, hasta prepararnos para elegir correctamente a la pareja; también se debería contemplar el aprendizaje o mejoramiento de habilidades que propicien una buena comunicación familiar, un manejo apropiado de conflictos, e inclusive una adecuada crianza de los hijos.
Por otro lado, el proyecto de vida, pese a que tiende a ser estable en el transcurso del tiempo, no es algo que sea completamente estático; por el contrario, constantemente se enriquece y modifica: cerramos etapas, descubrimos nuevos intereses, aprendemos que quizás en ocasiones nos encontramos desorientados, o quizás nos percatamos de nuestro equivocado rumbo. Lo cierto es que sin un plan vital generalmente vivimos por inercia, como a la deriva. Las personas que no cuentan con ambición de crecimiento y superación personal, viven desalentadas, con indiferencia y sin un efectivo control sobre su realidad.
Los caminos que conducen a un proyecto de vida positivo deben cimentarse en fundamentos morales que protejan nuestra dignidad humana. Cuando el afán de prosperidad y éxito no es acompañado por principios básicos y una actitud reflexiva, podemos llegar a precipitarnos fácilmente hacia un proyecto de vida carente de sentido y trascendencia, en el que posiblemente la conquista de un anhelo, no pasará de ser más que una alegría efímera, que con el tiempo dejará una desagradable sensación de vacío.
Es con la práctica de los valores universales –como lo son el respeto, la humildad, la honestidad, la solidaridad, la integridad, entre otros –, que verdaderamente logramos una vivencia del proyecto de vida en plenitud y una eficaz planificación de prioridades.
Cada quien es responsable de hacer todo lo posible por construir, desde ahora, el futuro que le aguardará más adelante. Desde hoy debemos dedicarnos con pasión y energía a perseguir las oportunidades que la vida nos ofrece. Los tropiezos deben ser vistos como desalientos momentáneos, como experiencias de aprendizaje y no como señales de fracaso. Aunque nuestros sueños no lleguen a ser satisfechos en un cien por ciento, la mejor gratificación se encuentra en el proceso de lucha, en el que la determinación y la perseverancia, hacen que desarrollemos potencialidades que desconocemos. Después de todo, el proyecto de vida más provechoso es aquel que nos sirve de guía para llegar a ser mejores personas.
El proyecto de vida es importante porque estructura, condiciona y da sentido a las diferentes decisiones que tomamos, es decir, nos motiva a pensar nuestras actuaciones y sus consecuencias no solo bajo la circunstancia inmediata, sino también a mediano y largo plazo.
Un plan de vida es muy particular y puede ser modificado con el tiempo; sin embargo, para darle forma se deben tomar en cuenta los siguientes aspectos:
1. Sueñe: Cuando se tienen sueños se cuenta con más motivación para seguir adelante aún después de haber fallado en el intento.
2. Establezca metas: Deben ser concretas y realizables para convertirse en un fundamento sólido.
3. Tome decisiones: Sólo la acción le llevará a alcanzar sus propósitos.
4. Divida el plan en etapas: No pretenda lograr todos sus objetivos de una sola vez.
Obstáculos para desarrollar el proyecto de vida
•La autocrítica y la descalificación.
•Responsabilizar a los demás de los fallos personales.
•La comparación.
•Un ambiente no apto para el crecimiento.
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FUENTE:
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