¡SE LIBRE DE LA ADICCIÓN SEXUAL!
Rompa las cadenas de la adicción sexual
Por Ross Gunn
Las adicciones son difíciles de combatir porque las mantienen vivas las mentiras que anidan en nuestros corazones. El camino hacia la libertad requiere sinceridad personal y compromiso inamovible con la verdad de la Palabra.
Testimonio:
Ya todos están durmiendo y ha sido un día bastante ajetreado. Había transcurrido otro domingo típico: salí temprano de casa, di la clase de escuela dominical, almorcé con el equipo de liderazgo, en la tarde mantuve algunas sesiones de consejería, y, en la noche, unas cuantas llamadas importantes. ¿Quién ha dicho que es fácil ser pastor?
Esta semana trabajé como setenta y ocho horas y, aunque siempre estoy rodeado de gente, me siento solo. Nadie podría entender las enormes presiones, responsabilidades y tentaciones que enfrento cada día. Sencillamente creo que nunca podré cumplir con todos los estándares de perfección que la gente espera que satisfaga. ¡Ya no puedo con mi culpabilidad y vergüenza! Se supone que la iglesia es un lugar para demostrar amor incondicional, pero me siento como si viviera en una prueba constante y siempre necesitara demostrar a la gente quien soy.
Es durante las altas horas de la noche que puedo bajar mis defensas para, por fin, suplir mis propias necesidades y sentirme humano de nuevo. Con el pretexto de ministrar a más personas, me conecto a la Internet (al menos eso es lo que me he estado diciendo). Ahí es donde «chateo» con Susana, nuestras conversaciones siempre son emocionantes y satisfactorias. Apenas tiene dieciséis años, pero me ha demostrado un grado de empatía difícil de encontrar en mujeres que le triplican la edad. Sé que no debería abrirme y contarle todo a ella, pero, después de todo, soy pastor. Quizá no deberíamos ser tan descriptivos ni intimar tanto en nuestras conversaciones, pero así es como a ella le gusta y por eso me lo permito. No cabe duda de que mi esposa desaprobaría nuestra amistad, pero Susana y yo poseemos mucho en común, y lo mejor de todo es que me hace sentir como un verdadero hombre, siento que valgo para alguien.
Sin embargo, lo que más me turba de mis conversaciones con Susana es la fantasía sexual que mantengo de ella. Así es como lo manejo, porque sencillamente no podemos vernos y por eso paso horas viendo pornografía después de conversar con ella. Sé que la pornografía es mala pero es lo único que me permite intimar con alguien, aunque ocurra solo por medio de fotografías.
Después de todo, necesito sentirme bien, liberarme de todas las presiones del día.
Por lo menos, no soy como mi abuelo y sus sucias revistas ni tampoco soy como el adúltero de mi padre. Sin embargo, cada vez que realizo mi ritual de chatear, ver pornografía y masturbarme, al final reconozco que algo está muy mal. En ese momento, me siento avergonzado y le pido a Dios que me perdone, pero todo sigue igual. Me siento como un verdadero hipócrita, un mentiroso y la persona más despreciable del mundo.
Desearía tanto cambiar pero no puedo. Más bien pareciera que cada semana quiero más y más. Mis actividades nocturnas ya están dañando a mi familia y mi ministerio. Me siento como si viviera en un ciclo interminable de pecados, confesiones y juramentos de que nunca más lo volveré a practicar. ¡Ojalá mi esposa nunca se entere de eso! Por un momento, siento que lo estoy logrando pero cuando estoy solo empiezo a soñar despierto con Susana y me muero porque sea domingo por la noche para conversar con ella de nuevo.
Esta historia ilustra parte del daño que una adicción sexual provoca en la vida de un pastor, en su matrimonio, familia y ministerio. Desde que empezamos nuestro programa de ayuda en 1998, he identificado un ciclo recurrente en la vida de aquellos que luchan contra alguna adicción sexual.
El Ciclo de Adicción
El ciclo de la adicción sexual podría describirse de la siguiente manera:
Problemas internos: La Biblia afirma que el corazón es como un lugar donde atesoramos cosas (Sal 119.11, Lc 2.51). En él guardamos nuestras creencias más profundas acerca de Dios, de nosotros mismos y de otras personas. Ahí resguardamos nuestros valores, estima, propósito, significado, sentido de seguridad, dolor y recompensas y nuestras ideas más profundas sobre la fe, la esperanza y el amor. Estos «tesoros» pueden ser buenos o malos, beneficiosos o perjudiciales y a menudo los percibimos en términos de blanco o negro. Muchos de nuestros recuerdos de traumas, abusos o abandonos yacen en los rincones más oscuros de nuestro corazón. También es en él donde mora el Espíritu Santo. En fin, el corazón impacta todos nuestros pensamientos, sentimientos, decisiones, conductas y relaciones.
Fuentes de estrés: Todos sufrimos de estrés, pero existe un cierto tipo de estrés que refuerza nuestros problemas internos y nos tienta a experimentar aquello que nos puede perjudicar. Cuando nuestro corazón pierde la «sintonía» con el Espíritu Santo y con la Palabra, tendemos a ver y vivir la vida desde una perspectiva distorsionada. Al perderla, nos volvemos vulnerables ante las fuentes de estrés que pueden inducirnos a pensamientos, decisiones, sentimientos y actos que destruyen nuestra vida. Estas fuentes de estrés intensifican el dolor en nuestro corazón.
Emociones negativas: ¿Alguna vez le ha pasado que escucha una pésima canción y después le resulta imposible sacársela de la cabeza? Pues bien, lo mismo ocurre con los sentimientos negativos atados a nuestro corazón enfermo. Empezamos a deprimirnos, a amargarnos, a sentirnos ansiosos, culpables y temerosos a medida que alimentamos nuestro dolor interno.
El papel de víctima: Al no poder manejar el dolor, nos sentimos víctimas. Las excusas y acusaciones así como ideas torcidas y auto-compasión surgen con la esperanza de encontrar alguna razón que explique todo y así dejar de sentir dolor.
Sentido de necesidad y de derecho: Inmersos en nuestro dolor, creemos que merecemos sentirnos mejor así que negamos cualquier responsabilidad personal, nos sentimos con el «derecho» de suplir nuestras necesidades para acabar con el dolor.
Fantasías: Entonces, la persona, intentando escapar del dolor, empieza a navegar en un mar de fantasías que van más allá de los límites de una conducta normal o aceptable, por ejemplo, salas de chateo, pornografía, encuentros sexuales, masturbación. Las fantasías por lo general son para sentirse mejor, atenuar el dolor y/o sentir cierto poder y control.
Ideas falsas: Las ideas falsas nos impulsan a salir de nuestros límites internos y a formar nuestras fantasías. Generalmente culpamos a otros, justificamos nuestras acciones o bien podemos llegar a negarlo o redefinir nuestra realidad para que calce con nuestra perspectiva torcida.
Ejecución: Una vez que las ideas falsas han liquidado cualquier pensamiento sano, buscamos la manera de concretar nuestras fantasías, y por eso empezamos a cruzar los límites que nos frenaban. Nuestro cerebro libera un «cóctel» de drogas compuesto por dopamina, endorfinas y adrenalina (calificadas como más poderosas que la cocaína), el cual llega a controlar y disfrazar al dolor. Es solo cuestión de tiempo, y, según las oportunidades que se nos presenten, llevaremos a la realidad las fantasías.
Expresión: Las conductas relacionadas con cualquier adicción sexual pueden expresarse de diferentes formas. Sin embargo, le comparto las cuatro etapas que, según mi criterio, son las más comunes. Estas etapas reflejan una necesidad de más y más sexo con el fin de mantener el efecto deseado de la adicción.
Remordimiento: Casi inmediatamente, el dolor regresa. Los sentimientos de culpa y de vergüenza son inevitables y provocan que uno se sienta más miserable que antes. Al no poder cumplir con los estándares de perfección que nos hemos impuesto, el amor condicional nos lleva a sentirnos condenados y avergonzados, y nos negamos a ver la gracia de Dios que está disponible para nosotros. A menos que toquemos fondo y perdamos todo, nunca nos rendiremos ante Dios, ni diremos la verdad ni tampoco buscaremos ayuda.
Confesión protegida: Al confesar nuestros pecados a Dios, a nosotros mismos, y/o a nuestra pareja, tendemos a compartir solamente lo que nos resulta «seguro» revelar. Esta confesión protegida nos permite resguardar la fuente de nuestra adicción y placer, y refuerza la adicción en vez de destruirla.
Normalidad ficticia: Por un tiempo, todo parece normal. Todas las situaciones parecen estar bajo control, al menos hasta que los problemas internos vuelvan a surgir debido a las presiones diarias. La adicción sexual puede expresarse en un sinnúmero de formas, pero el ciclo, por lo general, siempre es el mismo y cada vez empeora cuando la persona lleva a culminación cualquier conducta de las ya comentadas. La adicción sexual es un reflejo del corazón (Mr 7.1423), por eso el nivel de adicción refleja a menudo el grado del daño que sufre en su vida, su corazón y en lo más íntimo de su ser. Cuanto más se sane su corazón, más listo está para disminuir, desmantelar y romper el ciclo de la adicción sexual.
Proceso de sanidad y liberación
A medida que se libere de esta adicción, es importante que usted:
1. Se vuelva a Dios y a su Palabra para encontrar respuestas que lo ayudarán a sanar el dolor y el daño que ha sufrido su corazón. Empiece siendo sincero con DIOS y cuéntele todo sobre su historial sexual, rituales, ciclos y luchas. La confesión es medicina para el alma y corazón y lo ayuda en el proceso de sanidad. Dígale que ha intentado romper con el ciclo de su adicción sin pedirle Su ayuda, que ha tratado de salir con sus propias fuerzas, pero que ha fracasado amargamente. Pídale que lo perdone y busque Su ayuda y fortaleza porque él quiere que usted confíe en él mientras experimenta este proceso de sanidad (Pr 3.56). Empiece a llenar y limpiar su corazón con la Palabra de Dios (Sal 119.11) y descubra lo que Él dice acerca de cómo los problemas íntimos influyen sus pensamientos, sentimientos, decisiones, conductas y relaciones. Por último, debe identificar aquello que sus pecados sexuales han dañado y el impacto global que ha recibido su mundo y vida entera. La sanidad resulta imposible sin la ayuda y fuerza de DIOS.
2. Sea conciente de sus pensamientos, sentimientos, decisiones y conductas. Compárelos con aquello que la Palabra afirma que es verdadero y correcto. Confíe en la Palabra de Dios por encima de lo que piensa y siente. Además, sea conciente de las ideas falsas para tomar decisiones basadas en la Palabra de Dios. Cuide de no leer en la Biblia mensajes que el texto no respalda. Si empieza a espiritualizar las cosas más de lo que debería, a volverse legalista o a demandar absoluta perfección, en lugar de crecer durante su proceso de santificación y de gracia, lo único que sentirá será vergüenza y culpa. Ambas garantizan un fracaso constante en su intento de romper con el ciclo de la adicción sexual.
3. ¡No pelee con sus propias fuerzas! Resulta casi imposible que usted en soledad logre romper con el ciclo de adicción sexual. Por dicha razón, es esencial que luche junto a otras personas que sufren problemas similares, ya que entre todos se apoyarán para mantenerse «sobrios». Muchas iglesias, organizaciones y ministerios ayudan a personas que buscan librarse de las ataduras sexuales para volver su corazón y el de sus familiares a Dios. Es importante unirse a un grupo cristiano que ayude a hombres y que aborde específicamente la adicción sexual. También es muy indispensable que se reúna con un consejero cristiano especializado en este tipo de adicción para que trabaje junto a él cuando salgan a la superficie sus problemas internos.
4. Sea totalmente sincero con su esposa, consejero y grupo de apoyo. La única manera de huir de la oscuridad es saliendo a la luz. Las oraciones y apoyo (no codependencia) de estas personas marcan un cambio provechoso en su vida y matrimonio.
5. Guarde su corazón y computadora. Las Escrituras nos exhortan a cuidar nuestro «corazón, porque de él mana la vida» (Pr 4.23). Es obvio que necesitamos vigilar lo que permitimos que ingrese en nuestro corazón. La computadora, si no somos cuidadosos, es una puerta que el enemigo usa en contra de nosotros. Necesitamos ser sabios y cuidadosos. Aquí le comparto algunos consejos muy prácticos:
Por último, tenga cuidado con los pensamientos «mágicos». La adicción sexual no es algo que se resuelva de la noche a la mañana. El tiempo promedio de recuperación es de cinco años, así que no juegue de ingenuo. No piense que Satanás no va a luchar para evitar que escape de esta esclavitud.
¡La recuperación es DIFÍCIL! Si es sincero, después de cinco años de sobriedad, habrá salido victorioso de esta guerra por su matrimonio y familia. ¡Se habrá convertido en el guerrero que DIOS siempre quiso que fuera! Usted puede superar esta adicción con la ayuda de Dios y de un grupo de apoyo. Entienda también que Dios no está en contra del sexo, Él lo creó y lo dio para que fuera un hermoso regalo de bodas (Gn 2.25), no obstante, Dios sí se opone al orgullo y a aquellos que mal utilizan y pervierten su maravilloso obsequio. En estos tiempos, Dios está buscando un ejército de hombres fuertes que hayan roto las cadenas de la adicción sexual con el fin de batallar en contra de ella y ayudar a los niños y a las futuras generaciones a librarse de esta atadura. Con Su ayuda y la de un fuerte grupo de apoyo, usted puede romper con el ciclo de la adicción sexual y ¡convertirse en uno más de los guerreros que Dios utiliza para ganar esta batalla global!
Fuente:
Rompa las cadenas de la adicción sexual
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Por Ross Gunn
Las adicciones son difíciles de combatir porque las mantienen vivas las mentiras que anidan en nuestros corazones. El camino hacia la libertad requiere sinceridad personal y compromiso inamovible con la verdad de la Palabra.
Testimonio:
Ya todos están durmiendo y ha sido un día bastante ajetreado. Había transcurrido otro domingo típico: salí temprano de casa, di la clase de escuela dominical, almorcé con el equipo de liderazgo, en la tarde mantuve algunas sesiones de consejería, y, en la noche, unas cuantas llamadas importantes. ¿Quién ha dicho que es fácil ser pastor?
Esta semana trabajé como setenta y ocho horas y, aunque siempre estoy rodeado de gente, me siento solo. Nadie podría entender las enormes presiones, responsabilidades y tentaciones que enfrento cada día. Sencillamente creo que nunca podré cumplir con todos los estándares de perfección que la gente espera que satisfaga. ¡Ya no puedo con mi culpabilidad y vergüenza! Se supone que la iglesia es un lugar para demostrar amor incondicional, pero me siento como si viviera en una prueba constante y siempre necesitara demostrar a la gente quien soy.
Es durante las altas horas de la noche que puedo bajar mis defensas para, por fin, suplir mis propias necesidades y sentirme humano de nuevo. Con el pretexto de ministrar a más personas, me conecto a la Internet (al menos eso es lo que me he estado diciendo). Ahí es donde «chateo» con Susana, nuestras conversaciones siempre son emocionantes y satisfactorias. Apenas tiene dieciséis años, pero me ha demostrado un grado de empatía difícil de encontrar en mujeres que le triplican la edad. Sé que no debería abrirme y contarle todo a ella, pero, después de todo, soy pastor. Quizá no deberíamos ser tan descriptivos ni intimar tanto en nuestras conversaciones, pero así es como a ella le gusta y por eso me lo permito. No cabe duda de que mi esposa desaprobaría nuestra amistad, pero Susana y yo poseemos mucho en común, y lo mejor de todo es que me hace sentir como un verdadero hombre, siento que valgo para alguien.
Sin embargo, lo que más me turba de mis conversaciones con Susana es la fantasía sexual que mantengo de ella. Así es como lo manejo, porque sencillamente no podemos vernos y por eso paso horas viendo pornografía después de conversar con ella. Sé que la pornografía es mala pero es lo único que me permite intimar con alguien, aunque ocurra solo por medio de fotografías.
Después de todo, necesito sentirme bien, liberarme de todas las presiones del día.
Por lo menos, no soy como mi abuelo y sus sucias revistas ni tampoco soy como el adúltero de mi padre. Sin embargo, cada vez que realizo mi ritual de chatear, ver pornografía y masturbarme, al final reconozco que algo está muy mal. En ese momento, me siento avergonzado y le pido a Dios que me perdone, pero todo sigue igual. Me siento como un verdadero hipócrita, un mentiroso y la persona más despreciable del mundo.
Desearía tanto cambiar pero no puedo. Más bien pareciera que cada semana quiero más y más. Mis actividades nocturnas ya están dañando a mi familia y mi ministerio. Me siento como si viviera en un ciclo interminable de pecados, confesiones y juramentos de que nunca más lo volveré a practicar. ¡Ojalá mi esposa nunca se entere de eso! Por un momento, siento que lo estoy logrando pero cuando estoy solo empiezo a soñar despierto con Susana y me muero porque sea domingo por la noche para conversar con ella de nuevo.
Esta historia ilustra parte del daño que una adicción sexual provoca en la vida de un pastor, en su matrimonio, familia y ministerio. Desde que empezamos nuestro programa de ayuda en 1998, he identificado un ciclo recurrente en la vida de aquellos que luchan contra alguna adicción sexual.
El Ciclo de Adicción
El ciclo de la adicción sexual podría describirse de la siguiente manera:
Problemas internos: La Biblia afirma que el corazón es como un lugar donde atesoramos cosas (Sal 119.11, Lc 2.51). En él guardamos nuestras creencias más profundas acerca de Dios, de nosotros mismos y de otras personas. Ahí resguardamos nuestros valores, estima, propósito, significado, sentido de seguridad, dolor y recompensas y nuestras ideas más profundas sobre la fe, la esperanza y el amor. Estos «tesoros» pueden ser buenos o malos, beneficiosos o perjudiciales y a menudo los percibimos en términos de blanco o negro. Muchos de nuestros recuerdos de traumas, abusos o abandonos yacen en los rincones más oscuros de nuestro corazón. También es en él donde mora el Espíritu Santo. En fin, el corazón impacta todos nuestros pensamientos, sentimientos, decisiones, conductas y relaciones.
Fuentes de estrés: Todos sufrimos de estrés, pero existe un cierto tipo de estrés que refuerza nuestros problemas internos y nos tienta a experimentar aquello que nos puede perjudicar. Cuando nuestro corazón pierde la «sintonía» con el Espíritu Santo y con la Palabra, tendemos a ver y vivir la vida desde una perspectiva distorsionada. Al perderla, nos volvemos vulnerables ante las fuentes de estrés que pueden inducirnos a pensamientos, decisiones, sentimientos y actos que destruyen nuestra vida. Estas fuentes de estrés intensifican el dolor en nuestro corazón.
Emociones negativas: ¿Alguna vez le ha pasado que escucha una pésima canción y después le resulta imposible sacársela de la cabeza? Pues bien, lo mismo ocurre con los sentimientos negativos atados a nuestro corazón enfermo. Empezamos a deprimirnos, a amargarnos, a sentirnos ansiosos, culpables y temerosos a medida que alimentamos nuestro dolor interno.
El papel de víctima: Al no poder manejar el dolor, nos sentimos víctimas. Las excusas y acusaciones así como ideas torcidas y auto-compasión surgen con la esperanza de encontrar alguna razón que explique todo y así dejar de sentir dolor.
Sentido de necesidad y de derecho: Inmersos en nuestro dolor, creemos que merecemos sentirnos mejor así que negamos cualquier responsabilidad personal, nos sentimos con el «derecho» de suplir nuestras necesidades para acabar con el dolor.
Fantasías: Entonces, la persona, intentando escapar del dolor, empieza a navegar en un mar de fantasías que van más allá de los límites de una conducta normal o aceptable, por ejemplo, salas de chateo, pornografía, encuentros sexuales, masturbación. Las fantasías por lo general son para sentirse mejor, atenuar el dolor y/o sentir cierto poder y control.
Ideas falsas: Las ideas falsas nos impulsan a salir de nuestros límites internos y a formar nuestras fantasías. Generalmente culpamos a otros, justificamos nuestras acciones o bien podemos llegar a negarlo o redefinir nuestra realidad para que calce con nuestra perspectiva torcida.
Ejecución: Una vez que las ideas falsas han liquidado cualquier pensamiento sano, buscamos la manera de concretar nuestras fantasías, y por eso empezamos a cruzar los límites que nos frenaban. Nuestro cerebro libera un «cóctel» de drogas compuesto por dopamina, endorfinas y adrenalina (calificadas como más poderosas que la cocaína), el cual llega a controlar y disfrazar al dolor. Es solo cuestión de tiempo, y, según las oportunidades que se nos presenten, llevaremos a la realidad las fantasías.
Expresión: Las conductas relacionadas con cualquier adicción sexual pueden expresarse de diferentes formas. Sin embargo, le comparto las cuatro etapas que, según mi criterio, son las más comunes. Estas etapas reflejan una necesidad de más y más sexo con el fin de mantener el efecto deseado de la adicción.
- Etapa 1 La persona no sostiene ningún contacto real con alguien de carne y hueso. Ejemplos de algunas conductas sexuales: lujuria obsesiva o compulsiva, masturbación, revistas, fotografías, películas o cualquier fuente en Internet que contenga material pornográfico.
- Etapa 2 Aquí sí hay contacto o comunicación con una persona, por ejemplo: pornografía interactiva por Internet, llamadas a líneas sexuales, salas de chateo, centros nocturnos de bailarinas exóticas, prostitución, adulterio, relaciones sexuales con varias personas al mismo tiempo, etcétera.
- Etapa 3 La persona practica conductas sexuales consideradas como más depravadas.
- Etapa 4 Aquí las conductas sexuales tienden a ser extrañas, ilícitas, homosexuales o con un pago de por medio. También pueden ocurrir violaciones y sexo de alto riesgo con personas que sufren de alguna enfermedad.
Remordimiento: Casi inmediatamente, el dolor regresa. Los sentimientos de culpa y de vergüenza son inevitables y provocan que uno se sienta más miserable que antes. Al no poder cumplir con los estándares de perfección que nos hemos impuesto, el amor condicional nos lleva a sentirnos condenados y avergonzados, y nos negamos a ver la gracia de Dios que está disponible para nosotros. A menos que toquemos fondo y perdamos todo, nunca nos rendiremos ante Dios, ni diremos la verdad ni tampoco buscaremos ayuda.
Confesión protegida: Al confesar nuestros pecados a Dios, a nosotros mismos, y/o a nuestra pareja, tendemos a compartir solamente lo que nos resulta «seguro» revelar. Esta confesión protegida nos permite resguardar la fuente de nuestra adicción y placer, y refuerza la adicción en vez de destruirla.
Normalidad ficticia: Por un tiempo, todo parece normal. Todas las situaciones parecen estar bajo control, al menos hasta que los problemas internos vuelvan a surgir debido a las presiones diarias. La adicción sexual puede expresarse en un sinnúmero de formas, pero el ciclo, por lo general, siempre es el mismo y cada vez empeora cuando la persona lleva a culminación cualquier conducta de las ya comentadas. La adicción sexual es un reflejo del corazón (Mr 7.1423), por eso el nivel de adicción refleja a menudo el grado del daño que sufre en su vida, su corazón y en lo más íntimo de su ser. Cuanto más se sane su corazón, más listo está para disminuir, desmantelar y romper el ciclo de la adicción sexual.
Proceso de sanidad y liberación
A medida que se libere de esta adicción, es importante que usted:
1. Se vuelva a Dios y a su Palabra para encontrar respuestas que lo ayudarán a sanar el dolor y el daño que ha sufrido su corazón. Empiece siendo sincero con DIOS y cuéntele todo sobre su historial sexual, rituales, ciclos y luchas. La confesión es medicina para el alma y corazón y lo ayuda en el proceso de sanidad. Dígale que ha intentado romper con el ciclo de su adicción sin pedirle Su ayuda, que ha tratado de salir con sus propias fuerzas, pero que ha fracasado amargamente. Pídale que lo perdone y busque Su ayuda y fortaleza porque él quiere que usted confíe en él mientras experimenta este proceso de sanidad (Pr 3.56). Empiece a llenar y limpiar su corazón con la Palabra de Dios (Sal 119.11) y descubra lo que Él dice acerca de cómo los problemas íntimos influyen sus pensamientos, sentimientos, decisiones, conductas y relaciones. Por último, debe identificar aquello que sus pecados sexuales han dañado y el impacto global que ha recibido su mundo y vida entera. La sanidad resulta imposible sin la ayuda y fuerza de DIOS.
2. Sea conciente de sus pensamientos, sentimientos, decisiones y conductas. Compárelos con aquello que la Palabra afirma que es verdadero y correcto. Confíe en la Palabra de Dios por encima de lo que piensa y siente. Además, sea conciente de las ideas falsas para tomar decisiones basadas en la Palabra de Dios. Cuide de no leer en la Biblia mensajes que el texto no respalda. Si empieza a espiritualizar las cosas más de lo que debería, a volverse legalista o a demandar absoluta perfección, en lugar de crecer durante su proceso de santificación y de gracia, lo único que sentirá será vergüenza y culpa. Ambas garantizan un fracaso constante en su intento de romper con el ciclo de la adicción sexual.
3. ¡No pelee con sus propias fuerzas! Resulta casi imposible que usted en soledad logre romper con el ciclo de adicción sexual. Por dicha razón, es esencial que luche junto a otras personas que sufren problemas similares, ya que entre todos se apoyarán para mantenerse «sobrios». Muchas iglesias, organizaciones y ministerios ayudan a personas que buscan librarse de las ataduras sexuales para volver su corazón y el de sus familiares a Dios. Es importante unirse a un grupo cristiano que ayude a hombres y que aborde específicamente la adicción sexual. También es muy indispensable que se reúna con un consejero cristiano especializado en este tipo de adicción para que trabaje junto a él cuando salgan a la superficie sus problemas internos.
4. Sea totalmente sincero con su esposa, consejero y grupo de apoyo. La única manera de huir de la oscuridad es saliendo a la luz. Las oraciones y apoyo (no codependencia) de estas personas marcan un cambio provechoso en su vida y matrimonio.
5. Guarde su corazón y computadora. Las Escrituras nos exhortan a cuidar nuestro «corazón, porque de él mana la vida» (Pr 4.23). Es obvio que necesitamos vigilar lo que permitimos que ingrese en nuestro corazón. La computadora, si no somos cuidadosos, es una puerta que el enemigo usa en contra de nosotros. Necesitamos ser sabios y cuidadosos. Aquí le comparto algunos consejos muy prácticos:
- Coloque la computadora en un área donde el monitor esté a la vista de todos.
- Fije una contraseña en su computadora y compártala con su cónyuge para que sepa exactamente lo que está haciendo en la computadora.
- Establezca un horario para utilizar responsablemente la computadora.
- Instale filtros para bloquear páginas electrónicas de contenido inapropiado.
Por último, tenga cuidado con los pensamientos «mágicos». La adicción sexual no es algo que se resuelva de la noche a la mañana. El tiempo promedio de recuperación es de cinco años, así que no juegue de ingenuo. No piense que Satanás no va a luchar para evitar que escape de esta esclavitud.
¡La recuperación es DIFÍCIL! Si es sincero, después de cinco años de sobriedad, habrá salido victorioso de esta guerra por su matrimonio y familia. ¡Se habrá convertido en el guerrero que DIOS siempre quiso que fuera! Usted puede superar esta adicción con la ayuda de Dios y de un grupo de apoyo. Entienda también que Dios no está en contra del sexo, Él lo creó y lo dio para que fuera un hermoso regalo de bodas (Gn 2.25), no obstante, Dios sí se opone al orgullo y a aquellos que mal utilizan y pervierten su maravilloso obsequio. En estos tiempos, Dios está buscando un ejército de hombres fuertes que hayan roto las cadenas de la adicción sexual con el fin de batallar en contra de ella y ayudar a los niños y a las futuras generaciones a librarse de esta atadura. Con Su ayuda y la de un fuerte grupo de apoyo, usted puede romper con el ciclo de la adicción sexual y ¡convertirse en uno más de los guerreros que Dios utiliza para ganar esta batalla global!
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