La Palabra de Dios permanece Parte III: Cristo vino para confirmarla
Por John Piper | Escritura: Romanos 15:5–13 |
Por John Piper | Escritura: Romanos 15:5–13 |
Tópico: Historia de la Redención
Serie: Romanos: La Carta más Grandiosa Jamás Escrita
"Y que el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener el mismo sentir los unos para con los otros conforme a Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, aceptaos los unos a los otros, como también Cristo nos aceptó para gloria de Dios. Pues os digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia; como está escrito: Por tanto, te confesaré entre los gentiles, y a tu nombre cantaré. Y vuelve a decir: Regocijaos, gentiles, con su pueblo. Y de nuevo: Alabad al Señor todos los gentiles, y alábenle todos los pueblos. Y a su vez, Isaías dice: Retoñará la raíz de Isaí, el que se levanta a regir a los gentiles; los gentiles pondrán en El su esperanza. Y el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo" (Romanos 15:5-13).
La relación entre este mensaje de Romanos 15, y los mensajes anteriores sobre Romanos 9, es el enlace entre Romanos 9:6 y Romanos 15:8. Ambos versículos afirman que la Palabra de Dios no ha fallado, sino que permanece invencible. Romanos 9:6 dice: "no es que la palabra de Dios haya fallado” y Romanos 15:8 dice: "Cristo se hizo servidor de la circuncisión para [...] confirmar las promesas dadas a los padres". Las palabras de Dios -las promesas de Dios- no han fallado, permanecen confirmadas.
La diferencia entre estos dos textos es que el fundamento para la palabra infalible de Dios, en Romanos 9, es la verdad de la elección incondicional, y el fundamento para la palabra infalible de Dios, en Romanos 15, es la verdad de la obra redentora de Cristo como el servidor de Israel.
En Romanos 9:6, Pablo dice: "no es que la palabra de Dios haya fallado. Porque no todos los descendientes de Israel son Israel”. En otras palabras, dentro de Israel, hay un Israel electo, y estos serán salvos y la Palabra de Dios, la palabra de la promesa, permanecerá y nunca fallará en aquellos a quienes Él, soberanamente, planea salvar. Por otro lado, en Romanos 15:8, Pablo dice: "Pues os digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión [es decir, nació como Mesías judío para servir a Su pueblo] para demostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres". En otras palabras, la palabra de Dios permanece porque Cristo vino al mundo e hizo la obra que tenía que hacerse para salvar a los elegidos.
La elección y la obra salvadora de Jesucristo
Así que aquí hay un estandarte absolutamente crucial que necesita ser ondeado sobre la enseñanza de Romanos 9. Es el anuncio de la Navidad y el Viernes Santo y la Pascua. A saber: La doctrina de la elección incondicional de Dios nunca debe ser separada de la obra salvadora de Jesucristo. Subraye estas palabras cruciales de Efesios 1:4: "[Dios] nos escogió en El [en Jesucristo] antes de la fundación del mundo”. O subraye estas palabras en 2da a Timoteo 1:9: "[Dios] nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad”. O Efesios 3:11: "[Dios actuó] conforme al propósito eterno que llevó a cabo en Cristo Jesús nuestro Señor”.
Por tanto, desde antes de la fundación del mundo, Dios elige a Su pueblo en Cristo, en relación con Cristo y Su obra salvadora. Desde antes de los tiempos, Dios los destina para la gracia en Cristo. En Cristo, Él consuma su propósito selectivo eterno. Nunca debemos pensar en la preciosa y gloriosa verdad de la elección incondicional separada de Jesucristo y de su obra salvadora sobre la cruz. Dios eligió al pueblo para que fuera salvado por Cristo. La obra salvadora de Jesucristo no fue una idea tardía. La Navidad, el Viernes Santo, la Pascua, estaban en la mente de Dios al elegirnos en Él desde antes de la fundación del mundo.
Por tanto, las promesas de Dios permanecen invencibles, no solo porque Él es libre y soberano en su elección de a quién salvar (como enseña Romanos 9), también porque Él se encarga de salvarles realmente en la historia, mediante la llegada y muerte y resurrección de Su Hijo, Jesucristo (como enseña Romanos 15).
Por tanto hoy, como es el domingo anterior a la Navidad, enfoquémonos en Romanos 15:8-9, y preguntemos, ¿por qué es una buena noticia que Cristo haya venido a favor de la verdad de Dios? Leamos nuevamente estos tres versículos: "Pues os digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia".
Ahora, leámoslo más cuidadosamente y notemos la estructura de esta oración.
"Pues os digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión..." Esto significa que Él se convirtió en un judío para servir al pueblo judío. Recuerde lo que dijo en Marcos 10:45: "El Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos", ése es el servicio en perspectiva, el servicio para morir en rescate por muchos.
Entonces Pablo hace la principal declaración sobre por qué Él vino. "Pues os digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios..." Esa es la declaración principal: Cristo vino para servir (para dar Su vida como rescate) de manera que la verdad de Dios fuera establecida. Entonces vienen dos propósitos para esta obra de Cristo de vindicar a Dios:
Primero: "...para confirmar las promesas dadas a los padres".
Segundo (versículo 9a): "...y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia".
Así que la declaración principal para explicar por qué Cristo se hizo un ser humano encarnado como judío, es que Él vino para servir a los hombres y para vindicar a Dios: Versículo 8: "Cristo se hizo servidor. . . para demostrar la verdad de Dios". O para ser más exactos: Cristo vino para servir al hombre mediante la vindicación de la verdad de Dios. No es como si Su servicio fuera una cosa, y Su demostración de la verdad de Dios fuera otra. Su vindicación de la verdad de Dios fue la forma en que Él sirvió al hombre.
¿Cómo es que la Navidad es una buena noticia?
Así que aquí hay una pregunta que quiero tratar de responder partiendo de este texto: ¿Por qué somos bien servidos por la vindicación de la verdad de Dios mediante Cristo? ¿Por qué nos hace bien que Cristo valide la verdad de Dios? O para hacer que el mensaje se sienta más de acuerdo a esta temporada, debiéramos preguntar: ¿Cómo es que la navidad es buena noticia si significa que Cristo vino a demostrar la verdad de Dios?
Veo cuatro razones por las cuáles es bueno para nosotros que Cristo viniera para demostrar la verdad de Dios:
1. Es bueno para nosotros que Cristo viniera a demostrar la verdad de Dios porque la venida de Cristo muestra que Dios es ante todo para sí mismo.
Es notable que Pablo hiciera una distinción en el versículo 8, entre la confirmación de "la verdad de Dios" por Cristo, y el resultado y propósito de ella, es decir "para confirmar las promesas". Lea nuevamente el versículo 8: "Pues os digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres". Pudiera decirse, supongo, que estos son dos modos de decir lo mismo: Confirmar la verdad de Dios, y confirmar las promesas que Él hizo.
Pero hay algo más profundo en la verdad que en la confirmación de Sus promesas. Dios es verdadero antes de hacer cualquier promesa. Dios es un Dios de verdad antes de hablar con el hombre. Es importante que pensemos en esto. De otra forma tenderíamos a pensar de Dios, solo en relación a nosotros como si Sus atributos no tuvieran significado o importancia fuera de nosotros. Esto nos engrandece demasiado. Y se corre el riesgo de quitarle significado a la autosuficiencia de Dios, a la verdad de que Él es un Dios glorioso y absoluto más allá de nosotros y sin depender de nosotros.
La importancia de esto para la verdad de Dios es que nos recuerda que Dios mismo es la definición de verdad. Él es verdad. Jesús dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida" (Juan 14:6). Y pudo decirlo porque Él es el Hijo de Dios. No hay un modelo de verdad fuera de Dios con el que pueda medirse a Dios. Dios nunca comprueba o mide sus pensamientos o declaraciones o acciones con un modelo fuera de Sí mismo, de modo que pueda declararlos verdaderos porque estuvieron a la altura de ése modelo. Dios es el modelo. Dios es verdad. Dios es la medida de todas las cosas. Todas las cosas son verdad según se ajusten a lo que Dios es y dice.
Por tanto, el primer y más importante atributo de Dios en relación a esto, no es que Él es verdadero a Sus promesas, sino que Él es verdadero a Sí mismo. Así es como Pablo lo explica en 2da a Timoteo 2:12-13: "si le negamos, El también nos negará; si somos infieles, El permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo”. Ahora, ésa es una verdad muy fundamental sobre Dios. Él no puede negarse a Sí mismo. Su fidelidad fundamental no es primeramente hacia nosotros, sino a Sí mismo. Cuando Él completa el significado de la fidelidad o la verdad, toma en cuenta, en primer lugar, al modelo más elevado, es decir, Él mismo, y permanece verdadero o fiel a ése modelo.
Así que Pablo está diciendo, en Romanos 15:8: "Cristo se hizo servidor... para demostrar la verdad de Dios", es decir, Cristo nos sirvió, Cristo nos hizo bien, al confirmar la "veracidad" más profunda de Dios, Su fidelidad más profunda, es decir, Su fidelidad a Sí. Cristo nos sirvió al vindicar el compromiso de Dios consigo mismo. Él nos sirvió al establecer y demostrar que Dios es verdadero, Él es verdadero a Dios.
Para nosotros es bueno que lo haya hecho. Porque si Dios no fuera verdadero para Dios, si la estima más profunda y fundamental de Dios, y Su fidelidad, fueran dadas a algo o alguien diferente que Aquel que es más digno de autoestima y fidelidad, entonces Él sería falso, y no sería Dios. Y toda nuestra esperanza de gozo eterno se desvanecería. Y ello no sería un servicio para nosotros. Cristo nos sirve al venir para demostrar la verdad de Dios.
2. Es bueno para nosotros que Cristo viniera a demostrar la verdad de Dios porque ésto confirma, realmente, las promesas de Dios.
Las promesas de Dios no son Su causa fundamental para la lealtad. Dios mismo es Su causa fundamental para la lealtad. Pero entonces, basada en esa lealtad, viene la siguiente: Su Palabra, Sus promesas. Lo vemos claramente en el versículo 8: "Pues os digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres".
Todas las promesas que Dios hiciera alguna vez son verdaderas, primero, porque Dios es verdadero, y segundo, porque Cristo vino y las confirmó como verdaderas. Él las compró. La otra declaración más clara en este sentido (además de Romanos 15:8), es 2da a los Corintios 1:20: "Pues tantas como sean las promesas de Dios, en Él todas son sí [en Cristo]. Es por eso que mediante Él pronunciamos nuestro amén a Dios para Su gloria".
¿Cuál es la buena noticia de navidad?
Esta es la esencia de la buena noticia de navidad. ¿Por qué tuvo que venir Cristo para morir y resucitar a fin de que todas las promesas de Dios fueran sí en Él, para que todas las promesas de Dios fueran confirmadas y aseguradas en Él? La respuesta es que usted y yo no merecemos el cumplimiento de una sola promesa de bien hacia nosotros. Lo que merecemos, en nuestro pecado, es castigo, no promesas. Y lo que recibimos, solo por fe, son promesas cumplidas, no castigos cumplidos. ¿Cómo puede ser esto justo? "Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Marcos 10:45). Él nos compró. Él nos redimió. Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho maldición por nosotros (Gálatas 3:13). O como dice el versículo de batalla de esta semana: "El mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz" (1ra de Pedro 2:24). ¿Para qué? Para que todas las promesas pudieran volverse verdad para nosotros, incluso a pesar de que somos pecadores que no las merecemos.
Así que todas las promesas de Dios son compradas y confirmadas por nosotros mediante la sangre de Jesús sobre la cruz. Es por eso que reclamamos las promesas de Dios en oración y terminamos cada oración diciendo: "En el nombre de Jesús, amén". Nunca se avergüence de ello. Hijos, escuchen este simple detalle: cuando ustedes terminan sus oraciones diciendo, "En el nombre de Jesús, amén", debieran querer decir, "no merezco la respuesta a mi oración, pero Jesús sí. Y por eso pido en Su nombre, no en el mío. Porque Él es perfectamente digno, y yo no".
Así que es bueno para nosotros que Cristo viniera a demostrar la verdad de Dios, porque ella confirma las promesas de Dios al adquirirlas para pecadores como nosotros.
3. Es bueno para nosotros que Cristo viniera a demostrar las verdad de Dios, porque las promesas que confirma y adquiere son promesas de misericordia.
Usted puede verlo cuando la bendición de la venida de Cristo se derrama sobre los bancos de Israel y alcanza a los gentiles (a las naciones) según la Gran Comisión de Jesús. Leamos nuevamente el versículo 8 y la primera parte del versículo 9: "Pues os digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia".
Cuando se confirman y adquieren las promesas mediante la llegada de Cristo, las bendiciones se derraman sobre los bancos de Israel y alcanzan a las naciones. Y lo que las promesas derraman es misericordia. ¡Oh cuánto aman, los santos del Antiguo y el Nuevo Testamento, gloriarse en la misericordia de Dios! Solo esta semana leí Miqueas 7:18, donde el profeta se gloría de esta forma: "¿Qué Dios hay como tú, que perdona la iniquidad y pasa por alto la rebeldía del remanente de su heredad? No persistirá en su ira para siempre, porque se complace en la misericordia".
Esta es la verdad que quiebra nuestro orgullo, y sana la parálisis de desesperanza, y nos da valor para amar en los momentos difíciles y mueve nuestros corazones a cantar una nueva canción. Así Samuel Davies convirtió en un himno a ese texto de Miqueas:
"¡Gran Dios de maravillas! Todos tus caminos son incomparables, celestiales y divinos; pero la justa gloria de tu gracia resplandece más divina y sin rival, resplandece más divina y sin rival.
¿Quién es un Dios perdonador como Tú y quién tiene una gracia tan abundante y gratuita? ¿Y quién tiene una gracia tan abundante y gratuita?"
Así que es bueno para nosotros que Cristo viniera a demostrar la verdad de Dios porque las promesas que confirma son promesas de misericordia, perdón, y son el don de justicia.
4. Es bueno para nosotros que Cristo viniera a demostrar la verdad de Dios porque la esencia de la misericordia que prometió es Él mismo, y no Sus dones.
Los dones de Dios son preciosos más allá de toda descripción, y eternamente cantaremos de ellos. Pero los más preciosos en que usted pueda pensar no son un fin en sí mismos. Todos apuntan hacia Dios. Tome el perdón, por ejemplo. Cuando Cristo se convirtió en nuestro siervo como rescate, quitó la maldición de la ley y la amenaza del castigo, para todos los que creen. Pero, ¿para qué? ¿Para que pudiéramos disfrutar impunemente del pecado? No, ¡sino para que pudiéramos disfrutar a Dios por la eternidad! El perdón es precioso porque nos trae de vuelta a Dios.
¿Por qué quiere alguien ser perdonado? Si la respuesta es solo para el alivio psicológico, o solo para escapar del infierno a fin de tener más placeres físicos, entonces Dios no es honrado. Pero Romanos 15:9 dice que el propósito de que Cristo nos sirviera es que los gentiles "glorifiquen a Dios" por Su misericordia. Pero si explotamos la misericordia de Dios, como boletos para disfrutar el pecado, Dios no recibe gloria de ello. Dios recibe gloria al mostrar misericordia cuando Su misericordia nos libera para verle como la Persona más agradable del universo.
Así que es bueno que Cristo viniera a demostrar la verdad de Dios porque la esencia de la misericordia que prometió, era Él mismo. Es bueno para nosotros que Cristo viniera a demostrar la verdad de Dios porque llegada en esta forma muestra que Dios es, ante todo, para Sí mismo; confirma las promesas de Dios; confirma que las promesas son promesas de misericordia: y muestra que la esencia de la misericordia que Él prometió es Él mismo.
Ese es el significado de su venida. Ese es el significado de la Navidad. ¡Oh que Dios despierte nuestros corazones a nuestra profunda necesidad de misericordia como pecadores! Y entonces embelese nuestros corazones con un gran Salvador: Jesucristo. Y entonces libere nuestra lengua a la alabanza a Él y nuestras manos para hacer que Su misericordia resplandezca en la nuestra.
Si desea leer la Primera parte de este mensaje, haga click aquí.
Serie: Romanos: La Carta más Grandiosa Jamás Escrita
"Y que el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener el mismo sentir los unos para con los otros conforme a Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, aceptaos los unos a los otros, como también Cristo nos aceptó para gloria de Dios. Pues os digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia; como está escrito: Por tanto, te confesaré entre los gentiles, y a tu nombre cantaré. Y vuelve a decir: Regocijaos, gentiles, con su pueblo. Y de nuevo: Alabad al Señor todos los gentiles, y alábenle todos los pueblos. Y a su vez, Isaías dice: Retoñará la raíz de Isaí, el que se levanta a regir a los gentiles; los gentiles pondrán en El su esperanza. Y el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo" (Romanos 15:5-13).
La relación entre este mensaje de Romanos 15, y los mensajes anteriores sobre Romanos 9, es el enlace entre Romanos 9:6 y Romanos 15:8. Ambos versículos afirman que la Palabra de Dios no ha fallado, sino que permanece invencible. Romanos 9:6 dice: "no es que la palabra de Dios haya fallado” y Romanos 15:8 dice: "Cristo se hizo servidor de la circuncisión para [...] confirmar las promesas dadas a los padres". Las palabras de Dios -las promesas de Dios- no han fallado, permanecen confirmadas.
La diferencia entre estos dos textos es que el fundamento para la palabra infalible de Dios, en Romanos 9, es la verdad de la elección incondicional, y el fundamento para la palabra infalible de Dios, en Romanos 15, es la verdad de la obra redentora de Cristo como el servidor de Israel.
En Romanos 9:6, Pablo dice: "no es que la palabra de Dios haya fallado. Porque no todos los descendientes de Israel son Israel”. En otras palabras, dentro de Israel, hay un Israel electo, y estos serán salvos y la Palabra de Dios, la palabra de la promesa, permanecerá y nunca fallará en aquellos a quienes Él, soberanamente, planea salvar. Por otro lado, en Romanos 15:8, Pablo dice: "Pues os digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión [es decir, nació como Mesías judío para servir a Su pueblo] para demostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres". En otras palabras, la palabra de Dios permanece porque Cristo vino al mundo e hizo la obra que tenía que hacerse para salvar a los elegidos.
La elección y la obra salvadora de Jesucristo
Así que aquí hay un estandarte absolutamente crucial que necesita ser ondeado sobre la enseñanza de Romanos 9. Es el anuncio de la Navidad y el Viernes Santo y la Pascua. A saber: La doctrina de la elección incondicional de Dios nunca debe ser separada de la obra salvadora de Jesucristo. Subraye estas palabras cruciales de Efesios 1:4: "[Dios] nos escogió en El [en Jesucristo] antes de la fundación del mundo”. O subraye estas palabras en 2da a Timoteo 1:9: "[Dios] nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad”. O Efesios 3:11: "[Dios actuó] conforme al propósito eterno que llevó a cabo en Cristo Jesús nuestro Señor”.
Por tanto, desde antes de la fundación del mundo, Dios elige a Su pueblo en Cristo, en relación con Cristo y Su obra salvadora. Desde antes de los tiempos, Dios los destina para la gracia en Cristo. En Cristo, Él consuma su propósito selectivo eterno. Nunca debemos pensar en la preciosa y gloriosa verdad de la elección incondicional separada de Jesucristo y de su obra salvadora sobre la cruz. Dios eligió al pueblo para que fuera salvado por Cristo. La obra salvadora de Jesucristo no fue una idea tardía. La Navidad, el Viernes Santo, la Pascua, estaban en la mente de Dios al elegirnos en Él desde antes de la fundación del mundo.
Por tanto, las promesas de Dios permanecen invencibles, no solo porque Él es libre y soberano en su elección de a quién salvar (como enseña Romanos 9), también porque Él se encarga de salvarles realmente en la historia, mediante la llegada y muerte y resurrección de Su Hijo, Jesucristo (como enseña Romanos 15).
Por tanto hoy, como es el domingo anterior a la Navidad, enfoquémonos en Romanos 15:8-9, y preguntemos, ¿por qué es una buena noticia que Cristo haya venido a favor de la verdad de Dios? Leamos nuevamente estos tres versículos: "Pues os digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia".
Ahora, leámoslo más cuidadosamente y notemos la estructura de esta oración.
"Pues os digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión..." Esto significa que Él se convirtió en un judío para servir al pueblo judío. Recuerde lo que dijo en Marcos 10:45: "El Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos", ése es el servicio en perspectiva, el servicio para morir en rescate por muchos.
Entonces Pablo hace la principal declaración sobre por qué Él vino. "Pues os digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios..." Esa es la declaración principal: Cristo vino para servir (para dar Su vida como rescate) de manera que la verdad de Dios fuera establecida. Entonces vienen dos propósitos para esta obra de Cristo de vindicar a Dios:
Primero: "...para confirmar las promesas dadas a los padres".
Segundo (versículo 9a): "...y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia".
Así que la declaración principal para explicar por qué Cristo se hizo un ser humano encarnado como judío, es que Él vino para servir a los hombres y para vindicar a Dios: Versículo 8: "Cristo se hizo servidor. . . para demostrar la verdad de Dios". O para ser más exactos: Cristo vino para servir al hombre mediante la vindicación de la verdad de Dios. No es como si Su servicio fuera una cosa, y Su demostración de la verdad de Dios fuera otra. Su vindicación de la verdad de Dios fue la forma en que Él sirvió al hombre.
¿Cómo es que la Navidad es una buena noticia?
Así que aquí hay una pregunta que quiero tratar de responder partiendo de este texto: ¿Por qué somos bien servidos por la vindicación de la verdad de Dios mediante Cristo? ¿Por qué nos hace bien que Cristo valide la verdad de Dios? O para hacer que el mensaje se sienta más de acuerdo a esta temporada, debiéramos preguntar: ¿Cómo es que la navidad es buena noticia si significa que Cristo vino a demostrar la verdad de Dios?
Veo cuatro razones por las cuáles es bueno para nosotros que Cristo viniera para demostrar la verdad de Dios:
1. Es bueno para nosotros que Cristo viniera a demostrar la verdad de Dios porque la venida de Cristo muestra que Dios es ante todo para sí mismo.
Es notable que Pablo hiciera una distinción en el versículo 8, entre la confirmación de "la verdad de Dios" por Cristo, y el resultado y propósito de ella, es decir "para confirmar las promesas". Lea nuevamente el versículo 8: "Pues os digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres". Pudiera decirse, supongo, que estos son dos modos de decir lo mismo: Confirmar la verdad de Dios, y confirmar las promesas que Él hizo.
Pero hay algo más profundo en la verdad que en la confirmación de Sus promesas. Dios es verdadero antes de hacer cualquier promesa. Dios es un Dios de verdad antes de hablar con el hombre. Es importante que pensemos en esto. De otra forma tenderíamos a pensar de Dios, solo en relación a nosotros como si Sus atributos no tuvieran significado o importancia fuera de nosotros. Esto nos engrandece demasiado. Y se corre el riesgo de quitarle significado a la autosuficiencia de Dios, a la verdad de que Él es un Dios glorioso y absoluto más allá de nosotros y sin depender de nosotros.
La importancia de esto para la verdad de Dios es que nos recuerda que Dios mismo es la definición de verdad. Él es verdad. Jesús dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida" (Juan 14:6). Y pudo decirlo porque Él es el Hijo de Dios. No hay un modelo de verdad fuera de Dios con el que pueda medirse a Dios. Dios nunca comprueba o mide sus pensamientos o declaraciones o acciones con un modelo fuera de Sí mismo, de modo que pueda declararlos verdaderos porque estuvieron a la altura de ése modelo. Dios es el modelo. Dios es verdad. Dios es la medida de todas las cosas. Todas las cosas son verdad según se ajusten a lo que Dios es y dice.
Por tanto, el primer y más importante atributo de Dios en relación a esto, no es que Él es verdadero a Sus promesas, sino que Él es verdadero a Sí mismo. Así es como Pablo lo explica en 2da a Timoteo 2:12-13: "si le negamos, El también nos negará; si somos infieles, El permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo”. Ahora, ésa es una verdad muy fundamental sobre Dios. Él no puede negarse a Sí mismo. Su fidelidad fundamental no es primeramente hacia nosotros, sino a Sí mismo. Cuando Él completa el significado de la fidelidad o la verdad, toma en cuenta, en primer lugar, al modelo más elevado, es decir, Él mismo, y permanece verdadero o fiel a ése modelo.
Así que Pablo está diciendo, en Romanos 15:8: "Cristo se hizo servidor... para demostrar la verdad de Dios", es decir, Cristo nos sirvió, Cristo nos hizo bien, al confirmar la "veracidad" más profunda de Dios, Su fidelidad más profunda, es decir, Su fidelidad a Sí. Cristo nos sirvió al vindicar el compromiso de Dios consigo mismo. Él nos sirvió al establecer y demostrar que Dios es verdadero, Él es verdadero a Dios.
Para nosotros es bueno que lo haya hecho. Porque si Dios no fuera verdadero para Dios, si la estima más profunda y fundamental de Dios, y Su fidelidad, fueran dadas a algo o alguien diferente que Aquel que es más digno de autoestima y fidelidad, entonces Él sería falso, y no sería Dios. Y toda nuestra esperanza de gozo eterno se desvanecería. Y ello no sería un servicio para nosotros. Cristo nos sirve al venir para demostrar la verdad de Dios.
2. Es bueno para nosotros que Cristo viniera a demostrar la verdad de Dios porque ésto confirma, realmente, las promesas de Dios.
Las promesas de Dios no son Su causa fundamental para la lealtad. Dios mismo es Su causa fundamental para la lealtad. Pero entonces, basada en esa lealtad, viene la siguiente: Su Palabra, Sus promesas. Lo vemos claramente en el versículo 8: "Pues os digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres".
Todas las promesas que Dios hiciera alguna vez son verdaderas, primero, porque Dios es verdadero, y segundo, porque Cristo vino y las confirmó como verdaderas. Él las compró. La otra declaración más clara en este sentido (además de Romanos 15:8), es 2da a los Corintios 1:20: "Pues tantas como sean las promesas de Dios, en Él todas son sí [en Cristo]. Es por eso que mediante Él pronunciamos nuestro amén a Dios para Su gloria".
¿Cuál es la buena noticia de navidad?
Esta es la esencia de la buena noticia de navidad. ¿Por qué tuvo que venir Cristo para morir y resucitar a fin de que todas las promesas de Dios fueran sí en Él, para que todas las promesas de Dios fueran confirmadas y aseguradas en Él? La respuesta es que usted y yo no merecemos el cumplimiento de una sola promesa de bien hacia nosotros. Lo que merecemos, en nuestro pecado, es castigo, no promesas. Y lo que recibimos, solo por fe, son promesas cumplidas, no castigos cumplidos. ¿Cómo puede ser esto justo? "Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Marcos 10:45). Él nos compró. Él nos redimió. Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho maldición por nosotros (Gálatas 3:13). O como dice el versículo de batalla de esta semana: "El mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz" (1ra de Pedro 2:24). ¿Para qué? Para que todas las promesas pudieran volverse verdad para nosotros, incluso a pesar de que somos pecadores que no las merecemos.
Así que todas las promesas de Dios son compradas y confirmadas por nosotros mediante la sangre de Jesús sobre la cruz. Es por eso que reclamamos las promesas de Dios en oración y terminamos cada oración diciendo: "En el nombre de Jesús, amén". Nunca se avergüence de ello. Hijos, escuchen este simple detalle: cuando ustedes terminan sus oraciones diciendo, "En el nombre de Jesús, amén", debieran querer decir, "no merezco la respuesta a mi oración, pero Jesús sí. Y por eso pido en Su nombre, no en el mío. Porque Él es perfectamente digno, y yo no".
Así que es bueno para nosotros que Cristo viniera a demostrar la verdad de Dios, porque ella confirma las promesas de Dios al adquirirlas para pecadores como nosotros.
3. Es bueno para nosotros que Cristo viniera a demostrar las verdad de Dios, porque las promesas que confirma y adquiere son promesas de misericordia.
Usted puede verlo cuando la bendición de la venida de Cristo se derrama sobre los bancos de Israel y alcanza a los gentiles (a las naciones) según la Gran Comisión de Jesús. Leamos nuevamente el versículo 8 y la primera parte del versículo 9: "Pues os digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia".
Cuando se confirman y adquieren las promesas mediante la llegada de Cristo, las bendiciones se derraman sobre los bancos de Israel y alcanzan a las naciones. Y lo que las promesas derraman es misericordia. ¡Oh cuánto aman, los santos del Antiguo y el Nuevo Testamento, gloriarse en la misericordia de Dios! Solo esta semana leí Miqueas 7:18, donde el profeta se gloría de esta forma: "¿Qué Dios hay como tú, que perdona la iniquidad y pasa por alto la rebeldía del remanente de su heredad? No persistirá en su ira para siempre, porque se complace en la misericordia".
Esta es la verdad que quiebra nuestro orgullo, y sana la parálisis de desesperanza, y nos da valor para amar en los momentos difíciles y mueve nuestros corazones a cantar una nueva canción. Así Samuel Davies convirtió en un himno a ese texto de Miqueas:
"¡Gran Dios de maravillas! Todos tus caminos son incomparables, celestiales y divinos; pero la justa gloria de tu gracia resplandece más divina y sin rival, resplandece más divina y sin rival.
¿Quién es un Dios perdonador como Tú y quién tiene una gracia tan abundante y gratuita? ¿Y quién tiene una gracia tan abundante y gratuita?"
Así que es bueno para nosotros que Cristo viniera a demostrar la verdad de Dios porque las promesas que confirma son promesas de misericordia, perdón, y son el don de justicia.
4. Es bueno para nosotros que Cristo viniera a demostrar la verdad de Dios porque la esencia de la misericordia que prometió es Él mismo, y no Sus dones.
Los dones de Dios son preciosos más allá de toda descripción, y eternamente cantaremos de ellos. Pero los más preciosos en que usted pueda pensar no son un fin en sí mismos. Todos apuntan hacia Dios. Tome el perdón, por ejemplo. Cuando Cristo se convirtió en nuestro siervo como rescate, quitó la maldición de la ley y la amenaza del castigo, para todos los que creen. Pero, ¿para qué? ¿Para que pudiéramos disfrutar impunemente del pecado? No, ¡sino para que pudiéramos disfrutar a Dios por la eternidad! El perdón es precioso porque nos trae de vuelta a Dios.
¿Por qué quiere alguien ser perdonado? Si la respuesta es solo para el alivio psicológico, o solo para escapar del infierno a fin de tener más placeres físicos, entonces Dios no es honrado. Pero Romanos 15:9 dice que el propósito de que Cristo nos sirviera es que los gentiles "glorifiquen a Dios" por Su misericordia. Pero si explotamos la misericordia de Dios, como boletos para disfrutar el pecado, Dios no recibe gloria de ello. Dios recibe gloria al mostrar misericordia cuando Su misericordia nos libera para verle como la Persona más agradable del universo.
Así que es bueno que Cristo viniera a demostrar la verdad de Dios porque la esencia de la misericordia que prometió, era Él mismo. Es bueno para nosotros que Cristo viniera a demostrar la verdad de Dios porque llegada en esta forma muestra que Dios es, ante todo, para Sí mismo; confirma las promesas de Dios; confirma que las promesas son promesas de misericordia: y muestra que la esencia de la misericordia que Él prometió es Él mismo.
Ese es el significado de su venida. Ese es el significado de la Navidad. ¡Oh que Dios despierte nuestros corazones a nuestra profunda necesidad de misericordia como pecadores! Y entonces embelese nuestros corazones con un gran Salvador: Jesucristo. Y entonces libere nuestra lengua a la alabanza a Él y nuestras manos para hacer que Su misericordia resplandezca en la nuestra.
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1 comentarios:
Gracias hermana Noemí!
Dios le siga bendiciendo y usando grandemente en la proclamación del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
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