Despertando un espíritu misional potente en la Iglesia del siglo XXI
Por Alan Hirsch*
Traducido por apóstol Daniel Guerrero
Introducción
En Occidente, la iglesia cristiana ha presenciado una marcada y rápida disminución de sus miembros y de su vitalidad. Para restablecer el diálogo con el poder transformador del Espíritu, los cristianos de Occidente tendrán que hacer algunos cambios fundamentales en su Cristología, Eclesiología y prácticas eclesiales. Estos cambios, sin embargo, no implican la implementación de nuevas y avanzadas técnicas o estructuras, sino más bien, que nos obligan a volver a los caminos olvidados de nuestro más profundo legado apostólico. Recuperar a Jesús como nuestro centro es lo más importante en este reajuste. Pero la realineación también incluye la recuperación del discipulado como nuestra tarea central; el desarrollo de un "ethos" (carácter) en el movimiento y estructura apostólica; y recuperar el impulso de la misión encarnacional. Estos cuatro fenómenos inherentes a un "ethos" de movimiento recae en el corazón de todos los movimientos que crecen exponencialmente, como ocurrió a principios de la Iglesia y, en nuestros días, en China, India y Cuba, así como en Occidente con los movimientos de plantación de iglesias. La recuperación y la reactivación de estos fenómenos de movimiento, permitirá que la iglesia occidental pueda prosperar una vez más.
La necesidad de recuperación de los Caminos Olvidados
Permítanme abrir contándoles una historia. La historia viene del libro de Gordon McKenzie "Orbitando la bola de pelo gigante: Una tonta Guía Corporativa para sobrevivir con gracia". Como los niños, McKenzie y su primo le gustaba "Hipnotizar" a los pollos en la granja de su tío. Lo hacían capturando un pollo, que colgaba con su pico hacia abajo hacia una línea de tiza blanca hasta que quedaba "fascinado". Los pollos permanecían congelados, hipnotizados, en esta posición hasta que el tío del niño venía y les daba un puntapié en el trasero para despertarlos de su estupor hipnótico (McKenzie 1998).
Gordon McKenzie cuenta la historia, porque señala que las organizaciones, como la línea blanca de tiza en su historia, pueden tener un "efecto hipnótico" sobre las personas en su órbita. Crean una cultura de la conformidad que requiere la docilidad y la obediencia aburrida de sus miembros. Esto sofoca la apropiada disensión, y pone una tapa en la innovación y en la creatividad. Lamentablemente, las iglesias también tienen el mismo efecto. Algo en nuestras tradiciones, la teología, o la metodología heredada tienden a mantener nuestras 'narices hacia abajo en la línea". Rara vez nosotros liberamos algo realmente innovador, aventurero, o algo así que sólo desafíe el status quo. Nos guste o no, nos comportamos como un grupo de pollos "hipnotizados", y al igual que ellos, a veces necesitamos que Dios nos dé una profética patada en la parte de atrás, para romper la inercia y ponernos de nuevo en marcha.
Me encanta el pueblo de Dios, en todas sus formas, pero también creo que deben ocurrir algunos serios cambios fundamentales en el cristianismo occidental, si queremos detener la hemorragia y el declive de la fe en estas partes del mundo. La lógica de la civilización occidental como ahora la experimentamos significará la creciente marginación de la iglesia tal como la conocemos. El cristianismo en Europa occidental representa la advertencia para nosotros - el hecho es que es difícil encontrar testigos viables para el Evangelio en los lugares desde los cuales hemos recibido el mensaje de la Reforma. Por lo tanto, hoy yo presento esta charla en el contexto de una larga tendencia a la disminución de la cristiandad occidental. Las estadísticas son desalentadoras. En Europa, el descenso es devastador, pero los Estados Unidos está comenzando a sentir el pellizco también...
"Los números no se ven bien. Según el 2003, la cuenta de la asistencia real, de adultos que van a la iglesia, se encuentra en un 18 por ciento a nivel nacional y cayendo. La asistencia Evangélica (de nuevo, cifras reales seguras, no las respuestas telefónicas) representan el 9 por ciento de la población, por debajo del 9,2 por ciento en 1990. En las iglesias históricas, la asistencia es de 3,4 por ciento de la población nacional, por debajo del 3,9 por ciento en la década anterior. Y los católicos han bajado un punto porcentual en el mismo período de diez años: 6,2 por ciento desde el 7,2 por ciento en 1990. De los 3,098 condados en los Estados Unidos, 2303 disminuyeron en la asistencia a la iglesia" (Morgenthaler 2005).
Vivimos en un momento importante, un momento en que las decisiones que tomemos hoy determinarán el curso de los acontecimientos en el futuro. Debido a que nuestras acciones de hoy afectarán directamente a la Iglesia del futuro; los cristianos en el mundo occidental deben volver a calibrar, en el nivel más básico, sus enfoques en la Cristología, la Eclesiología y la Misión.
Estas recalibraciones, sin embargo, no implican la búsqueda de las tendencias de moda o de técnicas innovadoras, sino que requieren la reactivación de los potenciales misionales inactivos de la iglesia que Jesús edificó: los inherentes potenciales que latían, en la Iglesia primitiva, que pasó de tan sólo unos pocos 25.000 seguidores en el año 100 d.C. a tantos como 20.000.000, 200 años más tarde (ver Stark 1996:6-13). Para recuperar la eficacia apostólica, los cristianos sólo tenemos que volver a nuestra más primitiva y potente historia.
Para activar este espíritu dormido, sugiero que necesitamos por lo menos cuatro recalibraciones. Y son:
• La recuperación de la centralidad de Jesús en su propio movimiento,
• La recuperación del discipulado como nuestra tarea central,
• La recuperación de los Indicadores Ethos/Estructura de los Movimientos Apostólicos, y
• La recuperación de un impulso de misión encarnacional.
Ahora consideremos cada una de estas "recalibraciones" por turno.
1.- La recuperación de la centralidad de Jesús en Su propio movimiento
Cuando los cristianos sueñan sobre el crecimiento de la iglesia, podemos llegar a ser altamente entusiasmados por el éxito de los movimientos exponenciales. Sin embargo, una consideración crítica, a menudo descuidada, con estos movimientos es la pregunta, ¿qué estamos multiplicando? William Temple dijo una vez: "Si su concepción de Dios es radicalmente falsa, entonces cuanto más devoto usted sea, peor será para usted. Usted está abriendo su alma a ser moldeado por otra cosa. Sería mejor ser un ateo"(citado en Allen 1995:361). Si tenemos una Cristología equivocada, hagamos lo que hagamos, nuestras más básicas ideas teológicas de la iglesia serán tóxicas. Por lo tanto, una recuperación completa del fenómeno de Jesús (su encarnación, vida y enseñanzas, junto con los acontecimientos salvíficos de la cruz, la resurrección y la Parusía: su Segunda venida), junto con todo lo que representa para el movimiento que reclama Su Nombre, debe estar en el centro de cualquier esfuerzo para renovar la Iglesia y su Misión. Debemos constantemente volver a alinearnos a Él, con el fin de legitimarnos como pueblo. Yo llamo a esto: regreso a nuestro Centro de "refundación", ya que requiere el reconocimiento del papel definitivo del Fundador del movimiento y porque establece la agenda del movimiento. El título de mi libro (con Mike Frost) - "Volver a Jesús" ("reJesus", en inglés)- lo dice todo.
Por lo tanto, en nuestro empeño por ser auténticamente cristianos, tendremos que ser radicales en el verdadero sentido de la palabra. Debemos ir a las raíces (en latín: radix), al origen y fundamento de la fe - debemos radicalizar. Cuando estamos perdidos, cuando la iglesia está experimentando una crisis de identidad, cuando nos encontramos teniendo que renegociar nuestra idea de Iglesia y Misión, tal como la iglesia que Jesús edificó, entonces tenemos que ir de nuevo a Él para ver si estamos "en la Fe". Nuestra legitimidad como la gente de Jesús está en juego en este proceso. Así que, en la medida que nos volvemos a alinear a Jesús, legitimamos nuestro cristianismo; porque es el Fundador quien debe definir todo el movimiento. Tanto la Misión y la Eclesiología fluirán hacia el exterior de una sólida Cristología, no al revés. Debemos, primero ir a las raíces, para que podamos participar en la Misión y ser verdaderamente la Iglesia de Jesucristo. ¿Qué es lo que estamos haciendo si no estamos expandiendo el mismo movimiento que Jesús inició?
Es la Cristología la que nos tiene que definir - y redefinir constantemente -, ya que es lo que está en el corazón de la renovación de la iglesia. Luego, a partir de la Cristología fluirá de manera natural la Misionología, y de la Misionología fluirá la adecuada Eclesiología (el orden de la fórmula es: X > M > E. Nota del traductor: Donde X es Cristología, M es Misiología y E es Eclesiología). La Iglesia occidental de hoy, con mucha frecuencia revierte este orden; por lo tanto, en primer lugar tendrá que ir a las raíces (radicalizarse) para misionalizar de verdad. Además de ser el Centro de la iglesia, y por lo tanto, fundamental para cualquier noción de iglesia misional, Jesús es un gran misionero y proporciona un prototipo maravilloso en cuanto a cómo podemos impactar al mundo en Su Nombre. ¡De hecho, podríamos lograr más con su forma de impactar la cultura!
Pero este proceso es "peligroso" para nuestras actuales formas predominantes, si lo observamos, porque cuidadosamente podemos decir que Jesús y la "religión" simplemente no se mezclan. De hecho, permítanme sugerir esta "fórmula" para hacer el punto al que quiero llegar: Cristianismo menos Cristo es igual a Religión (C - X = R). En la medida en que eliminamos a Jesús de la ecuación de nuestro Cristianismo (por medios sutiles o no tan sutiles) nos encontraremos con algo menos que la Iglesia que Jesús edificó. La historia demuestra ampliamente que sin Cristo, el Cristianismo degenera en una religión opresiva. Y la "religión" como Jesús la enfrentó con los fariseos de su época (y como Barth lo entendió) es un intento de codificar, moderar, mediar y controlar a Dios y, por lo tanto, constituye idolatría e incredulidad. Vista como tal, la religión socava las exigencias del discipulado y el significado del ministerio de Jesús: la remoción de todas las religiones. Ellul, incluso llama una "anti-religión", a lo que Jesús estableció, ya que socava todo intento de controlar y mediar en la experiencia de Dios a través del ritual, el sacerdocio y la institución. Sabemos por la vida de Jesús y Su mensaje, que Él y la religión no se mezclan. De hecho, ¡Él reservó las más duras condenas posibles para la gente religiosa! Y tenemos que admitir que en Norte América tenemos un montón de religión pasando por nuestras iglesias (Nota del traductor: e Ibero-América no se queda atrás).
Tristemente, la historia demuestra cómo nosotros, como pueblo de Dios, podemos muy a menudo domesticar una Cristología radical de nuestra experiencia como iglesia. Es notable cómo Jesús puede ser tan fácilmente expulsado de entre Su pueblo. ¿Alguna vez se ha preguntado por qué en Apocalipsis 3:20 Jesús es visto de pie afuera de Su iglesia, con las prostitutas y otros marginados, llamando a la puerta y pidiendo entrar, mientras lo adoran en el interior? Aunque quizás, primero deberíamos preguntarnos: --¿cómo Él salió de entre Su pueblo?
El actual proceso de eliminar a Cristo de Su Iglesia rara vez ha sido más evidente, si aún no creciente y subversivo. Y en vista a que puede filtrarse encubiertamente, nosotros constantemente debemos realinearnos a Cristo, recordando que nosotros hemos sido creados a Su imagen. Sin embargo, todos tenemos una tendencia a volver a crearlo a nuestra propia imagen. Para probar este punto, Dallas Willard sugiere que la mayoría de los cristianos de clase media piensan que Jesús es un buen tipo, pero que no creen que Él es muy inteligente. La mayoría de nosotros se opondrá a esta declaración. Pero basta con considerar ¿qué pasaría si fuéramos a aplicar el tipo de asesoramiento económico que daba Jesús a los valores de nuestra clase media, o la enseñanza de Jesús sobre el perdón en la esfera política actual? Nos veríamos muy tentados a reducir el tamaño de Jesús para que Su señorío pueda encajar. Debemos recordar que estamos llamados a seguir a Jesús, no sólo a admirarlo. ¡Los cristianos están llamados a creer que Jesús es absolutamente correcto en absolutamente todo!
El antídoto para la "levadura de los fariseos" es poner a Jesús en la ecuación fundamental y ver lo que pasa: el Cristianismo más Cristo será igual a Cristianismo (C + X = C); al grado en que Jesús está presente y actúa como el Centro organizador del Cristianismo; y a tal grado que seamos verdaderamente personas CRISTianas (Nota del traductor: Cristo-céntricas). Tener a Jesús en el Centro mismo de nuestra experiencia es lo fundamental en un CRISTianismo vital.
Si esto es lo primero y más importante, y la realineación se trata de redescubrir el fenómeno de Jesús en la vida de la iglesia, lo siguiente será nuestro compromiso en llegar a ser como Él.
*Alan Hirsch es autor del libro "Los caminos olvidados"
______________
Si desea continuar con la Segunda parte de este mensaje, haga click aquí.
FUENTE:
Missiology: An International Review, Vol. XXXVIII, No. 1, January 2
Reawakening a potent missional ethos in the Twenty first century church
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COPYRIGHT. Permisos: Se le permite y anima a reproducir y distribuir este material en cualquier formato con tal que no alteren el contenido en forma alguna y que no cobren más allá del costo de reproducción. Para publicación web, se prefiere un enlace a este documento en nuestro sitio web. Cualquier excepción a lo anterior debe ser aprobada por nuestro ministerio.
Por favor, incluya la siguiente declaración en las copias distribuidas: Por [Nombre del autor] © [Fecha] Comunidad cristiana Hay paz con Dios. Sitio web: http://haypazcondios.blogspot.com/
¡DÍGALE NO AL PLAGIO!
Por Alan Hirsch*
Traducido por apóstol Daniel Guerrero
Introducción
En Occidente, la iglesia cristiana ha presenciado una marcada y rápida disminución de sus miembros y de su vitalidad. Para restablecer el diálogo con el poder transformador del Espíritu, los cristianos de Occidente tendrán que hacer algunos cambios fundamentales en su Cristología, Eclesiología y prácticas eclesiales. Estos cambios, sin embargo, no implican la implementación de nuevas y avanzadas técnicas o estructuras, sino más bien, que nos obligan a volver a los caminos olvidados de nuestro más profundo legado apostólico. Recuperar a Jesús como nuestro centro es lo más importante en este reajuste. Pero la realineación también incluye la recuperación del discipulado como nuestra tarea central; el desarrollo de un "ethos" (carácter) en el movimiento y estructura apostólica; y recuperar el impulso de la misión encarnacional. Estos cuatro fenómenos inherentes a un "ethos" de movimiento recae en el corazón de todos los movimientos que crecen exponencialmente, como ocurrió a principios de la Iglesia y, en nuestros días, en China, India y Cuba, así como en Occidente con los movimientos de plantación de iglesias. La recuperación y la reactivación de estos fenómenos de movimiento, permitirá que la iglesia occidental pueda prosperar una vez más.
La necesidad de recuperación de los Caminos Olvidados
Permítanme abrir contándoles una historia. La historia viene del libro de Gordon McKenzie "Orbitando la bola de pelo gigante: Una tonta Guía Corporativa para sobrevivir con gracia". Como los niños, McKenzie y su primo le gustaba "Hipnotizar" a los pollos en la granja de su tío. Lo hacían capturando un pollo, que colgaba con su pico hacia abajo hacia una línea de tiza blanca hasta que quedaba "fascinado". Los pollos permanecían congelados, hipnotizados, en esta posición hasta que el tío del niño venía y les daba un puntapié en el trasero para despertarlos de su estupor hipnótico (McKenzie 1998).
Gordon McKenzie cuenta la historia, porque señala que las organizaciones, como la línea blanca de tiza en su historia, pueden tener un "efecto hipnótico" sobre las personas en su órbita. Crean una cultura de la conformidad que requiere la docilidad y la obediencia aburrida de sus miembros. Esto sofoca la apropiada disensión, y pone una tapa en la innovación y en la creatividad. Lamentablemente, las iglesias también tienen el mismo efecto. Algo en nuestras tradiciones, la teología, o la metodología heredada tienden a mantener nuestras 'narices hacia abajo en la línea". Rara vez nosotros liberamos algo realmente innovador, aventurero, o algo así que sólo desafíe el status quo. Nos guste o no, nos comportamos como un grupo de pollos "hipnotizados", y al igual que ellos, a veces necesitamos que Dios nos dé una profética patada en la parte de atrás, para romper la inercia y ponernos de nuevo en marcha.
Me encanta el pueblo de Dios, en todas sus formas, pero también creo que deben ocurrir algunos serios cambios fundamentales en el cristianismo occidental, si queremos detener la hemorragia y el declive de la fe en estas partes del mundo. La lógica de la civilización occidental como ahora la experimentamos significará la creciente marginación de la iglesia tal como la conocemos. El cristianismo en Europa occidental representa la advertencia para nosotros - el hecho es que es difícil encontrar testigos viables para el Evangelio en los lugares desde los cuales hemos recibido el mensaje de la Reforma. Por lo tanto, hoy yo presento esta charla en el contexto de una larga tendencia a la disminución de la cristiandad occidental. Las estadísticas son desalentadoras. En Europa, el descenso es devastador, pero los Estados Unidos está comenzando a sentir el pellizco también...
"Los números no se ven bien. Según el 2003, la cuenta de la asistencia real, de adultos que van a la iglesia, se encuentra en un 18 por ciento a nivel nacional y cayendo. La asistencia Evangélica (de nuevo, cifras reales seguras, no las respuestas telefónicas) representan el 9 por ciento de la población, por debajo del 9,2 por ciento en 1990. En las iglesias históricas, la asistencia es de 3,4 por ciento de la población nacional, por debajo del 3,9 por ciento en la década anterior. Y los católicos han bajado un punto porcentual en el mismo período de diez años: 6,2 por ciento desde el 7,2 por ciento en 1990. De los 3,098 condados en los Estados Unidos, 2303 disminuyeron en la asistencia a la iglesia" (Morgenthaler 2005).
Vivimos en un momento importante, un momento en que las decisiones que tomemos hoy determinarán el curso de los acontecimientos en el futuro. Debido a que nuestras acciones de hoy afectarán directamente a la Iglesia del futuro; los cristianos en el mundo occidental deben volver a calibrar, en el nivel más básico, sus enfoques en la Cristología, la Eclesiología y la Misión.
Estas recalibraciones, sin embargo, no implican la búsqueda de las tendencias de moda o de técnicas innovadoras, sino que requieren la reactivación de los potenciales misionales inactivos de la iglesia que Jesús edificó: los inherentes potenciales que latían, en la Iglesia primitiva, que pasó de tan sólo unos pocos 25.000 seguidores en el año 100 d.C. a tantos como 20.000.000, 200 años más tarde (ver Stark 1996:6-13). Para recuperar la eficacia apostólica, los cristianos sólo tenemos que volver a nuestra más primitiva y potente historia.
Para activar este espíritu dormido, sugiero que necesitamos por lo menos cuatro recalibraciones. Y son:
• La recuperación de la centralidad de Jesús en su propio movimiento,
• La recuperación del discipulado como nuestra tarea central,
• La recuperación de los Indicadores Ethos/Estructura de los Movimientos Apostólicos, y
• La recuperación de un impulso de misión encarnacional.
Ahora consideremos cada una de estas "recalibraciones" por turno.
1.- La recuperación de la centralidad de Jesús en Su propio movimiento
Cuando los cristianos sueñan sobre el crecimiento de la iglesia, podemos llegar a ser altamente entusiasmados por el éxito de los movimientos exponenciales. Sin embargo, una consideración crítica, a menudo descuidada, con estos movimientos es la pregunta, ¿qué estamos multiplicando? William Temple dijo una vez: "Si su concepción de Dios es radicalmente falsa, entonces cuanto más devoto usted sea, peor será para usted. Usted está abriendo su alma a ser moldeado por otra cosa. Sería mejor ser un ateo"(citado en Allen 1995:361). Si tenemos una Cristología equivocada, hagamos lo que hagamos, nuestras más básicas ideas teológicas de la iglesia serán tóxicas. Por lo tanto, una recuperación completa del fenómeno de Jesús (su encarnación, vida y enseñanzas, junto con los acontecimientos salvíficos de la cruz, la resurrección y la Parusía: su Segunda venida), junto con todo lo que representa para el movimiento que reclama Su Nombre, debe estar en el centro de cualquier esfuerzo para renovar la Iglesia y su Misión. Debemos constantemente volver a alinearnos a Él, con el fin de legitimarnos como pueblo. Yo llamo a esto: regreso a nuestro Centro de "refundación", ya que requiere el reconocimiento del papel definitivo del Fundador del movimiento y porque establece la agenda del movimiento. El título de mi libro (con Mike Frost) - "Volver a Jesús" ("reJesus", en inglés)- lo dice todo.
Por lo tanto, en nuestro empeño por ser auténticamente cristianos, tendremos que ser radicales en el verdadero sentido de la palabra. Debemos ir a las raíces (en latín: radix), al origen y fundamento de la fe - debemos radicalizar. Cuando estamos perdidos, cuando la iglesia está experimentando una crisis de identidad, cuando nos encontramos teniendo que renegociar nuestra idea de Iglesia y Misión, tal como la iglesia que Jesús edificó, entonces tenemos que ir de nuevo a Él para ver si estamos "en la Fe". Nuestra legitimidad como la gente de Jesús está en juego en este proceso. Así que, en la medida que nos volvemos a alinear a Jesús, legitimamos nuestro cristianismo; porque es el Fundador quien debe definir todo el movimiento. Tanto la Misión y la Eclesiología fluirán hacia el exterior de una sólida Cristología, no al revés. Debemos, primero ir a las raíces, para que podamos participar en la Misión y ser verdaderamente la Iglesia de Jesucristo. ¿Qué es lo que estamos haciendo si no estamos expandiendo el mismo movimiento que Jesús inició?
Es la Cristología la que nos tiene que definir - y redefinir constantemente -, ya que es lo que está en el corazón de la renovación de la iglesia. Luego, a partir de la Cristología fluirá de manera natural la Misionología, y de la Misionología fluirá la adecuada Eclesiología (el orden de la fórmula es: X > M > E. Nota del traductor: Donde X es Cristología, M es Misiología y E es Eclesiología). La Iglesia occidental de hoy, con mucha frecuencia revierte este orden; por lo tanto, en primer lugar tendrá que ir a las raíces (radicalizarse) para misionalizar de verdad. Además de ser el Centro de la iglesia, y por lo tanto, fundamental para cualquier noción de iglesia misional, Jesús es un gran misionero y proporciona un prototipo maravilloso en cuanto a cómo podemos impactar al mundo en Su Nombre. ¡De hecho, podríamos lograr más con su forma de impactar la cultura!
Pero este proceso es "peligroso" para nuestras actuales formas predominantes, si lo observamos, porque cuidadosamente podemos decir que Jesús y la "religión" simplemente no se mezclan. De hecho, permítanme sugerir esta "fórmula" para hacer el punto al que quiero llegar: Cristianismo menos Cristo es igual a Religión (C - X = R). En la medida en que eliminamos a Jesús de la ecuación de nuestro Cristianismo (por medios sutiles o no tan sutiles) nos encontraremos con algo menos que la Iglesia que Jesús edificó. La historia demuestra ampliamente que sin Cristo, el Cristianismo degenera en una religión opresiva. Y la "religión" como Jesús la enfrentó con los fariseos de su época (y como Barth lo entendió) es un intento de codificar, moderar, mediar y controlar a Dios y, por lo tanto, constituye idolatría e incredulidad. Vista como tal, la religión socava las exigencias del discipulado y el significado del ministerio de Jesús: la remoción de todas las religiones. Ellul, incluso llama una "anti-religión", a lo que Jesús estableció, ya que socava todo intento de controlar y mediar en la experiencia de Dios a través del ritual, el sacerdocio y la institución. Sabemos por la vida de Jesús y Su mensaje, que Él y la religión no se mezclan. De hecho, ¡Él reservó las más duras condenas posibles para la gente religiosa! Y tenemos que admitir que en Norte América tenemos un montón de religión pasando por nuestras iglesias (Nota del traductor: e Ibero-América no se queda atrás).
Tristemente, la historia demuestra cómo nosotros, como pueblo de Dios, podemos muy a menudo domesticar una Cristología radical de nuestra experiencia como iglesia. Es notable cómo Jesús puede ser tan fácilmente expulsado de entre Su pueblo. ¿Alguna vez se ha preguntado por qué en Apocalipsis 3:20 Jesús es visto de pie afuera de Su iglesia, con las prostitutas y otros marginados, llamando a la puerta y pidiendo entrar, mientras lo adoran en el interior? Aunque quizás, primero deberíamos preguntarnos: --¿cómo Él salió de entre Su pueblo?
El actual proceso de eliminar a Cristo de Su Iglesia rara vez ha sido más evidente, si aún no creciente y subversivo. Y en vista a que puede filtrarse encubiertamente, nosotros constantemente debemos realinearnos a Cristo, recordando que nosotros hemos sido creados a Su imagen. Sin embargo, todos tenemos una tendencia a volver a crearlo a nuestra propia imagen. Para probar este punto, Dallas Willard sugiere que la mayoría de los cristianos de clase media piensan que Jesús es un buen tipo, pero que no creen que Él es muy inteligente. La mayoría de nosotros se opondrá a esta declaración. Pero basta con considerar ¿qué pasaría si fuéramos a aplicar el tipo de asesoramiento económico que daba Jesús a los valores de nuestra clase media, o la enseñanza de Jesús sobre el perdón en la esfera política actual? Nos veríamos muy tentados a reducir el tamaño de Jesús para que Su señorío pueda encajar. Debemos recordar que estamos llamados a seguir a Jesús, no sólo a admirarlo. ¡Los cristianos están llamados a creer que Jesús es absolutamente correcto en absolutamente todo!
El antídoto para la "levadura de los fariseos" es poner a Jesús en la ecuación fundamental y ver lo que pasa: el Cristianismo más Cristo será igual a Cristianismo (C + X = C); al grado en que Jesús está presente y actúa como el Centro organizador del Cristianismo; y a tal grado que seamos verdaderamente personas CRISTianas (Nota del traductor: Cristo-céntricas). Tener a Jesús en el Centro mismo de nuestra experiencia es lo fundamental en un CRISTianismo vital.
Si esto es lo primero y más importante, y la realineación se trata de redescubrir el fenómeno de Jesús en la vida de la iglesia, lo siguiente será nuestro compromiso en llegar a ser como Él.
*Alan Hirsch es autor del libro "Los caminos olvidados"
______________
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