LIDERAZGO SEGÚN EL REINO DE DIOS IV
¡Líderes cuidado con la perfección!
Por apóstol Dr. Daniel Guerrero
Días atrás estaba orando con Cory, mi esposa, temprano en la mañana; y después de orar nos pusimos a reflexionar juntos sobre por qué acontece que algunos líderes, después de cierto tiempo, se cansan y abandonan la carrera que el Señor pone ante ellos; nos preguntábamos ¿por qué viene la frustración? Y mi esposa, bella, dulce pero asertiva, como ella es... me preguntaba a mi: --¿por qué algunas personas, algunas veces se sentían frustradas conmigo? A lo que yo le respondí que yo era el primero que me frustraba conmigo mismo.
Y mientras conversábamos, sobre los factores que intervienen en nuestros propios procesos de frustración, y cómo y por qué a veces deseamos abandonar la carrera ministerial; me vino a mi mente (y creo que fue del Señor) la historia del joven rico, que también se fue frustrado ante el Señor, por sus exigencias, para poder participar en Su reino. ¡Entonces el cuadro se hizo claro! ¡El joven RICO fue la clave para entender por qué los líderes nos frustramos en nuestra carrera de servir al Señor! Y todo se resume en nuestro orgullo y nuestro concepto de perfección.
Analicemos un poco la historia de este joven líder... (Mateo 19:16-30)
Él se acerca al Maestro, a quien llama BUENO (-agathós, ¡cuídate de alguien que te adula diciéndote que eres "bueno"!). Y le pregunta: -¿qué BIEN (agathós) haré para tener la vida eterna? Jesús rápidamente le replica que el único BUENO (agathós) es Dios. Por favor, preste atención a las palabras en este diálogo. Y le "responde" que si desea entrar al reino de Dios debe guardar los mandamientos. Y el joven le pregunta: -¿cuáles? A lo que el Maestro procede a enumerárselos. Para luego el joven responderle (humildemente): -"todo esto lo he guardado desde mi juventud" y luego hace la pregunta lapidaria: "¿qué más me falta?"...
Y Jesús le da la salida... "Si quieres ser PERFECTO (téleios: completo, alcanzar madurez, maduro, perfecto), anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme". Y entonces le vino la frustración al joven RICO... y se fue triste (porque tenía muchas posesiones).
¿Por qué? ¿Por qué este joven líder se frustró ante las demandas del reino que le hizo el ahora no tan buen Maestro? Por la mismas razones por las que nosotros nos frustramos: por nuestro orgullo y nuestro propio sentido de perfección.
Nuestra propia visión de perfección es la que nos impide avanzar ante las continuas demandas del liderazgo ministerial, de nuestro servicio al Señor en Su reino. Al igual que el joven rico, creemos, en nuestra propia opinión, que somos perfectos, que estamos completos, que lo hemos cumplido todo, que lo hemos hecho todo, y venimos y le preguntamos al Maestro (representado por nuestro líder inmediato de turno) -- ¿qué más me falta? Y la respuesta sigue siendo la misma: --"una cosa te falta", deja todo lo que has logrado ser y lo que hayas logrado hacer atrás, y sigue, avanza, no te quedes en el pasado, en las "glorias" del pasado, ¡sigue!
Ante esta demanda de dejar todo atrás (de vender nuestras posesiones, nuestros logros, lo que hayamos logrado ser o hacer), ante esta situación en la que pensamos que nuestro Maestro, o nuestro pastor, nuestro líder, no valora "debidamente" nuestros logros (el esfuerzo que hemos hecho, lo que hemos alcanzado hasta ese momento), nos frustramos; porque en nuestra mente y corazón creemos que somos perfectos, que estamos completos; y nos molesta y frustra que nuestro líder ¡no se da cuenta de lo bueno y perfectos que nosotros somos! Y nos exige más, nos sigue exigiendo, y pensamos que nunca podremos llenar sus expectativas... entonces, nos vamos tristes...
Es decir, nos frustramos ante las continuas exigencias del reino, por causa de nuestro orgullo y nuestro concepto o visión de perfección que tenemos de nosotros mismos.
Y esa es la gran lección que el apóstol Pablo nos da en Filipenses 3:1-16. Por causa del tiempo y espacio no puedo detenerme en el análisis de este rico pasaje; así que deberé resumir mis pensamientos y resaltar el ejemplo y la enseñanza del apóstol: --"cuantas cosas ERAN para mi ganancia, las he estimado como pérdida por AMOR DE CRISTO. Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia DEL CONOCIMIENTO DE CRISTO JESÚS, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para GANAR A CRISTO, y ser hallado EN ÉL, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de CONOCERLE, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, LLEGANDO A SER SEMEJANTE A ÉL EN SU MUERTE".
¿Lo ves? El asunto es matar nuestro orgullo, es matar nuestro sentido egoísta y orgulloso de logro, que somos buenos, que somos perfectos, para que podamos proseguir en nuestra REAL meta y carrera: CONOCER A CRISTO Y SER COMO ÉL ES.
El pensar que somos perfectos, que somos buenos, es una fantasía. Lo único real es nuestra unión a Cristo y lo que podamos ser y hacer en Él y por medio de Él. Esto no nos hará "perfectos" ante nosotros mismos ni los demás, pero sí nos ayudará a tener la mente y el corazón perfecto ante Él.
Y el apóstol continua hablándole a los líderes "perfectos": "No que lo haya alcanzado (logrado) ya, ni que ya sea perfecto (completo); sino que PROSIGO, por ver si logro asir aquello PARA LO QUE fui también asido por Cristo Jesús". -- Y continua diciendo--"Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado (logrado); pero una cosa hago: OLVIDANDO ciertamente LO QUE QUEDA ATRÁS, y extendiéndome a lo que está adelante, PROSIGO a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos PERFECTOS (maduros), esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios".
Y para conservar el equilibrio debo añadir, que la Biblia sí nos enseña que seamos perfectos, porque nuestro Padre Dios es perfecto (Mt. 5:48; Ef. 4:12-13); pero esa perfección:
Todo lo que SOMOS y LOGREMOS, siempre, siempre, será porque fue la voluntad de Dios y porque Dios así lo dispuso y quiso; así que si vamos a gloriarnos, vamos a gloriarnos EN EL SEÑOR (1Co. 1:30-31; 2Cor. 10:17-18).
CONCLUSIÓN:
La reflexión bíblica anterior me ayudó a clarificar mis pensamientos del por qué líderes, en especial líderes jóvenes, por lo regular faltos de madurez y experiencia, se frustran ante las demandas del ministerio y abandonan la carrera.
Debo confesar que en algunas oportunidades he pensado que en mi mismo hay algo errado (¡lo cual no deja de ser cierto!), que no debería exigir, que debería acomodarme y dejar de exigir excelencia y que demos lo mejor. Pero ahora entiendo, que el mismo Maestro nunca bajó sus demandas, sino que las mantuvo y las dejó bien claras para todos aquellos que deseaban ser Sus discípulos y entrar en las labores de Su reino.
¡Líderes cuidado con la perfección!
Por apóstol Dr. Daniel Guerrero
Días atrás estaba orando con Cory, mi esposa, temprano en la mañana; y después de orar nos pusimos a reflexionar juntos sobre por qué acontece que algunos líderes, después de cierto tiempo, se cansan y abandonan la carrera que el Señor pone ante ellos; nos preguntábamos ¿por qué viene la frustración? Y mi esposa, bella, dulce pero asertiva, como ella es... me preguntaba a mi: --¿por qué algunas personas, algunas veces se sentían frustradas conmigo? A lo que yo le respondí que yo era el primero que me frustraba conmigo mismo.
Y mientras conversábamos, sobre los factores que intervienen en nuestros propios procesos de frustración, y cómo y por qué a veces deseamos abandonar la carrera ministerial; me vino a mi mente (y creo que fue del Señor) la historia del joven rico, que también se fue frustrado ante el Señor, por sus exigencias, para poder participar en Su reino. ¡Entonces el cuadro se hizo claro! ¡El joven RICO fue la clave para entender por qué los líderes nos frustramos en nuestra carrera de servir al Señor! Y todo se resume en nuestro orgullo y nuestro concepto de perfección.
Analicemos un poco la historia de este joven líder... (Mateo 19:16-30)
Él se acerca al Maestro, a quien llama BUENO (-agathós, ¡cuídate de alguien que te adula diciéndote que eres "bueno"!). Y le pregunta: -¿qué BIEN (agathós) haré para tener la vida eterna? Jesús rápidamente le replica que el único BUENO (agathós) es Dios. Por favor, preste atención a las palabras en este diálogo. Y le "responde" que si desea entrar al reino de Dios debe guardar los mandamientos. Y el joven le pregunta: -¿cuáles? A lo que el Maestro procede a enumerárselos. Para luego el joven responderle (humildemente): -"todo esto lo he guardado desde mi juventud" y luego hace la pregunta lapidaria: "¿qué más me falta?"...
Y Jesús le da la salida... "Si quieres ser PERFECTO (téleios: completo, alcanzar madurez, maduro, perfecto), anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme". Y entonces le vino la frustración al joven RICO... y se fue triste (porque tenía muchas posesiones).
¿Por qué? ¿Por qué este joven líder se frustró ante las demandas del reino que le hizo el ahora no tan buen Maestro? Por la mismas razones por las que nosotros nos frustramos: por nuestro orgullo y nuestro propio sentido de perfección.
Nuestra propia visión de perfección es la que nos impide avanzar ante las continuas demandas del liderazgo ministerial, de nuestro servicio al Señor en Su reino. Al igual que el joven rico, creemos, en nuestra propia opinión, que somos perfectos, que estamos completos, que lo hemos cumplido todo, que lo hemos hecho todo, y venimos y le preguntamos al Maestro (representado por nuestro líder inmediato de turno) -- ¿qué más me falta? Y la respuesta sigue siendo la misma: --"una cosa te falta", deja todo lo que has logrado ser y lo que hayas logrado hacer atrás, y sigue, avanza, no te quedes en el pasado, en las "glorias" del pasado, ¡sigue!
Ante esta demanda de dejar todo atrás (de vender nuestras posesiones, nuestros logros, lo que hayamos logrado ser o hacer), ante esta situación en la que pensamos que nuestro Maestro, o nuestro pastor, nuestro líder, no valora "debidamente" nuestros logros (el esfuerzo que hemos hecho, lo que hemos alcanzado hasta ese momento), nos frustramos; porque en nuestra mente y corazón creemos que somos perfectos, que estamos completos; y nos molesta y frustra que nuestro líder ¡no se da cuenta de lo bueno y perfectos que nosotros somos! Y nos exige más, nos sigue exigiendo, y pensamos que nunca podremos llenar sus expectativas... entonces, nos vamos tristes...
Es decir, nos frustramos ante las continuas exigencias del reino, por causa de nuestro orgullo y nuestro concepto o visión de perfección que tenemos de nosotros mismos.
Y esa es la gran lección que el apóstol Pablo nos da en Filipenses 3:1-16. Por causa del tiempo y espacio no puedo detenerme en el análisis de este rico pasaje; así que deberé resumir mis pensamientos y resaltar el ejemplo y la enseñanza del apóstol: --"cuantas cosas ERAN para mi ganancia, las he estimado como pérdida por AMOR DE CRISTO. Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia DEL CONOCIMIENTO DE CRISTO JESÚS, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para GANAR A CRISTO, y ser hallado EN ÉL, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de CONOCERLE, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, LLEGANDO A SER SEMEJANTE A ÉL EN SU MUERTE".
¿Lo ves? El asunto es matar nuestro orgullo, es matar nuestro sentido egoísta y orgulloso de logro, que somos buenos, que somos perfectos, para que podamos proseguir en nuestra REAL meta y carrera: CONOCER A CRISTO Y SER COMO ÉL ES.
El pensar que somos perfectos, que somos buenos, es una fantasía. Lo único real es nuestra unión a Cristo y lo que podamos ser y hacer en Él y por medio de Él. Esto no nos hará "perfectos" ante nosotros mismos ni los demás, pero sí nos ayudará a tener la mente y el corazón perfecto ante Él.
Y el apóstol continua hablándole a los líderes "perfectos": "No que lo haya alcanzado (logrado) ya, ni que ya sea perfecto (completo); sino que PROSIGO, por ver si logro asir aquello PARA LO QUE fui también asido por Cristo Jesús". -- Y continua diciendo--"Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado (logrado); pero una cosa hago: OLVIDANDO ciertamente LO QUE QUEDA ATRÁS, y extendiéndome a lo que está adelante, PROSIGO a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos PERFECTOS (maduros), esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios".
Y para conservar el equilibrio debo añadir, que la Biblia sí nos enseña que seamos perfectos, porque nuestro Padre Dios es perfecto (Mt. 5:48; Ef. 4:12-13); pero esa perfección:
- La logramos por causa de nuestra unión EN CRISTO. ¡Somos perfectos en Él y por Él!
- La logramos en la medida que maduramos; es decir tenemos una correcta visión y pensamiento de nosotros mismos (Ro. 12:1-3). Porque el maduro, sí logra, sí crece, sí avanza; pero no se detiene en "sus" logros, ni se envanece por ellos, ni busca que se lo reconozcan; sino que PROSIGUE hacia su verdadera meta: CONOCER A CRISTO Y SER COMO ÉL ES.
Todo lo que SOMOS y LOGREMOS, siempre, siempre, será porque fue la voluntad de Dios y porque Dios así lo dispuso y quiso; así que si vamos a gloriarnos, vamos a gloriarnos EN EL SEÑOR (1Co. 1:30-31; 2Cor. 10:17-18).
CONCLUSIÓN:
La reflexión bíblica anterior me ayudó a clarificar mis pensamientos del por qué líderes, en especial líderes jóvenes, por lo regular faltos de madurez y experiencia, se frustran ante las demandas del ministerio y abandonan la carrera.
Debo confesar que en algunas oportunidades he pensado que en mi mismo hay algo errado (¡lo cual no deja de ser cierto!), que no debería exigir, que debería acomodarme y dejar de exigir excelencia y que demos lo mejor. Pero ahora entiendo, que el mismo Maestro nunca bajó sus demandas, sino que las mantuvo y las dejó bien claras para todos aquellos que deseaban ser Sus discípulos y entrar en las labores de Su reino.
Lamentablemente, los jóvenes o personas inmaduras, piensan erróneamente que nunca pueden ni podrán satisfacer las expectativas de su líder, nunca es suficiente... y por lo tanto, desertan de las filas del ministerio.
Pero la verdad, es que son heridos en su orgullo y en su falso concepto de perfección; y por eso se frustran, y abandonan el ministerio, y se resienten con sus líderes inmediatos que les exigen proseguir y dar más. Al igual que el joven rico, se van tristes y no siguen al Maestro...
Los líderes debemos estar claros que seguir a Cristo sigue demandando y seguirá demandando la muerte a nuestro orgullo y a todo falso sentido de auto-realización y logro. Debemos tener claro, en nuestra mente y en nuestro corazón, que nuestra meta no es solo hacer y lograr cosas para el Señor, sino CONOCERLO Y SER COMO ÉL ES.
Lo que hacemos para el Señor, es para que en el proceso SEAMOS como nuestro Señor; y para ello, vez tras vez, tendremos que dejar atrás nuestros logros del pasado, para, en nuestro presente y futuro, proseguir con la meta de nuestro supremo llamamiento.
Y también para mantener el equilibrio, sin bajar las demandas y expectativas del discipulado y del ministerio; también hacemos bien en elogiar, premiar y reconocer los logros que nuestro equipo o las personas bajo nuestra autoridad o cuidado hayan alcanzado, porque eso también es bueno y agrada a Dios, que le demos honra al que honra merece.
Termino citando las palabras sabias que el apóstol Pablo le dio a la iglesia en Roma:
"Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno." Romanos 12:3
ARTÍCULOS RELACIONADOS:
Liderazgo según el reino de Dios I
Liderazgo según el reino de Dios II
Pero la verdad, es que son heridos en su orgullo y en su falso concepto de perfección; y por eso se frustran, y abandonan el ministerio, y se resienten con sus líderes inmediatos que les exigen proseguir y dar más. Al igual que el joven rico, se van tristes y no siguen al Maestro...
Los líderes debemos estar claros que seguir a Cristo sigue demandando y seguirá demandando la muerte a nuestro orgullo y a todo falso sentido de auto-realización y logro. Debemos tener claro, en nuestra mente y en nuestro corazón, que nuestra meta no es solo hacer y lograr cosas para el Señor, sino CONOCERLO Y SER COMO ÉL ES.
Lo que hacemos para el Señor, es para que en el proceso SEAMOS como nuestro Señor; y para ello, vez tras vez, tendremos que dejar atrás nuestros logros del pasado, para, en nuestro presente y futuro, proseguir con la meta de nuestro supremo llamamiento.
Y también para mantener el equilibrio, sin bajar las demandas y expectativas del discipulado y del ministerio; también hacemos bien en elogiar, premiar y reconocer los logros que nuestro equipo o las personas bajo nuestra autoridad o cuidado hayan alcanzado, porque eso también es bueno y agrada a Dios, que le demos honra al que honra merece.
Termino citando las palabras sabias que el apóstol Pablo le dio a la iglesia en Roma:
"Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno." Romanos 12:3
ARTÍCULOS RELACIONADOS:
Liderazgo según el reino de Dios I
Liderazgo según el reino de Dios II
Liderazgo según el reino de Dios III
Niveles de Liderazgo
Autoridad según el Reino de Dios
Liderazgo de la mujer I
COPYRIGHT. Permisos: Se le permite y anima a reproducir y distribuir este material en cualquier formato con tal que no alteren el contenido en forma alguna y que no cobren más allá del costo de reproducción. Para publicación web, se prefiere un enlace a este documento en nuestro sitio web. Cualquier excepción a lo anterior debe ser aprobada por nuestro ministerio.
Por favor, incluya la siguiente declaración en las copias distribuidas: Por [Nombre del autor] © [Fecha] Comunidad cristiana Hay paz con Dios. Sitio web: http://haypazcondios.blogspot.com/
¡DÍGALE NO AL PLAGIO!
Niveles de Liderazgo
Autoridad según el Reino de Dios
Liderazgo de la mujer I
COPYRIGHT. Permisos: Se le permite y anima a reproducir y distribuir este material en cualquier formato con tal que no alteren el contenido en forma alguna y que no cobren más allá del costo de reproducción. Para publicación web, se prefiere un enlace a este documento en nuestro sitio web. Cualquier excepción a lo anterior debe ser aprobada por nuestro ministerio.
Por favor, incluya la siguiente declaración en las copias distribuidas: Por [Nombre del autor] © [Fecha] Comunidad cristiana Hay paz con Dios. Sitio web: http://haypazcondios.blogspot.com/
¡DÍGALE NO AL PLAGIO!
0 comentarios:
Publicar un comentario
Apreciamos y agradecemos muchos tus comentarios o sugerencias, por favor déjalos aquí: