HANUKKAH: LA FIESTA DE LAS LUCES Parte III
El Mensaje de Hanukkah
Por apóstol Dr. Daniel Guerrero
Así lo podemos encontrar descrito en Wikipedia: "El milagro de Janucá está descrito en el Talmud. La Guemará, en el Tratado de Shabat, página 21, mientras habla sobre las velas de Shabat se refiere también al tema de las velas de Janucá y dice que después de que las fuerzas de Antíoco IV fueran expulsadas del Templo, los Macabeos descubrieron que casi todo el aceite ritual había sido profanado. Ellos encontraron una sola vasija con el sello del Sumo Sacerdote todavía intacto, con suficiente aceite como para mantener encendida la Menorá en el Templo durante un solo día. Los Macabeos utilizaron este aceite y, milagrosamente, el mismo ardió durante ocho días (el tiempo que tomaba preparar aceite nuevo)".
"Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras" (Ro. 1:1-2).
Si desea continuar con la Cuarta parte donde veremos "Cómo celebrar la Fiesta de las Luces Hoy" en familia o en nuestro hogar, puede hacer click aquí.
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La Fiesta de las Luces I
La Fiesta de las Luces II
La Fiesta de las Luces IV
Los Números y el Tiempo de Dios
Las Estaciones de la vida
El Mensaje de Hanukkah
Por apóstol Dr. Daniel Guerrero
EL MENSAJE DE HANUKKAH
En la Primera parte de este mensaje vimos que, Hanukkah, también conocida como la Fiesta de las Luces o de la Dedicación, según el calendario hebreo se celebra durante ocho días, desde el 25 de kislev hasta el 02 de tevet (diciembre en el calendario romano) y conmemora la re-dedicación del Templo, que fuera profanado bajo ocupación sirio-griega, alrededor del año 164 a.C.
Y en la Segunda parte vimos que, El Señor Jesús observó la celebración de Hanukkah en el Templo durante el invierno del año 29 d.C. (Juan 10:22-39). Y en esa ocasión se presentaría al pueblo judío como el Pastor y el Mesías tan esperado y prometido por los profetas, que sería luz para las naciones (Eze. 34; Is. 42;1-9; 49:1-7).
Ahora en esta Tercera parte quisiera enfocarme en el mensaje y la celebración de esta hermosa Fiesta, pero para el pueblo del Nuevo Pacto, para todos los discípulos de Jesucristo, sean estos judíos o gentiles.
1.1. La Menorah: Los Siete Espíritus de Dios
Hemos dicho en otras oportunidades que el número siete (7) representa el tiempo de Dios, la perfección, la plenitud y el cumplimiento de la voluntad o las obras de Dios, tanto en el cielo como en la tierra.
La menorah, el candelabro de oro o lámpara de siete brazos en el Templo también representa la presencia del Espíritu Santo que guía al sacerdote de Dios en su servicio ante la misma presencia del Altísimo a favor de Su pueblo (Éx. 25:30-32; 26:34-36). Las siete lámparas de la menorah eran de aceite puro y necesitaban ser atendidas diariamente, para que pudieran alumbrar continuamente en el Lugar Santo del Templo (Éx. 27:20-21; 37:16-24; 2Cró. 13:10-12).
El Espíritu Santo de Dios es representado por siete atributos:
1.- Espíritu de YaHWeH (Yehová 3068: existente o eterno; nombre hebreo para Dios; de la raíz jayá 1961; también de javá 1933)
2.- Sabiduría (kjokmá 2451: ciencia, entendimiento, inteligencia y sabiduría),
3.- Inteligencia (biná 998: entendimiento, cordura, inteligencia y prudencia),
4.- Consejo (dáat 1847: conocimiento, docto, entendimiento, inteligencia y consejo; de la raíz yadá 3045),
5.- Poder (gueburá 1369: fuerza; esfuerzo, fortaleza, potencia, valentía y poder; de la raíz guibbor 1368),
6.- Conocimiento (dáat 1847: ciencia, conocimiento, docto, entendimiento; de la raíz yadá 3045) y
7.- De temor de Dios (yirá 3374: temor, reverencia; temeroso, temible, asombroso; de la raíz yaré 3372).
Y el profeta Isaías declara que sobre el Mesías, el descendiente de Isaí (padre de David), se manifestarán estos siete atributos del Espíritu Santo de Dios (Is. 11:1-2). Y el apóstol-profeta Juan también vio al Mesías, representado en un Cordero inmolado que "tenía SIETE cuernos y SIETE ojos, los cuales son los SIETE espíritus de Dios enviados por toda la tierra" (Ap. 5:6), pues previamente se le anunció la presencia del "León de la tribu de Judá, la raíz de David" (Ap. 5:5), pero cuando se volteó a ver, vio fue a un "Cordero como inmolado".
Y esto concuerda con la promesa del Señor que Él enviaría al Espíritu Santo porque: "él os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío y os lo hará saber" (Jn. 16:13-15).
Así que, al recibir a Jesús, "la Luz del mundo", en nuestros corazones, Él nos da a Su Santo Espíritu, para que nosotros recibamos de Su luz, de Su guía y dirección; y a su vez, podamos nosotros también brillar y glorificar al Padre y dar a conocer las buenas nuevas de Jesucristo (Jn. 8:12; 9:35-41; Ef. 1:13-14; Mt. 5:14-15; Hch. 1:8).
1.2. Hanukkah: Los ocho días de Dedicación a Dios
También hemos aprendido que el número ocho (8) representa nuevo comienzo, nuevo ciclo y resurrección; y eso es lo que los sacerdotes judíos quisieron hacer en el año 164 a.C., comenzar un nuevo tiempo para dedicar o consagrar el Templo de Dios que había sido profanado, para lo cual necesitaban ocho (8) días antes de iniciar las actividades regulares de servicios sacerdotales.
En la Primera parte de este mensaje vimos que, Hanukkah, también conocida como la Fiesta de las Luces o de la Dedicación, según el calendario hebreo se celebra durante ocho días, desde el 25 de kislev hasta el 02 de tevet (diciembre en el calendario romano) y conmemora la re-dedicación del Templo, que fuera profanado bajo ocupación sirio-griega, alrededor del año 164 a.C.
Y en la Segunda parte vimos que, El Señor Jesús observó la celebración de Hanukkah en el Templo durante el invierno del año 29 d.C. (Juan 10:22-39). Y en esa ocasión se presentaría al pueblo judío como el Pastor y el Mesías tan esperado y prometido por los profetas, que sería luz para las naciones (Eze. 34; Is. 42;1-9; 49:1-7).
Ahora en esta Tercera parte quisiera enfocarme en el mensaje y la celebración de esta hermosa Fiesta, pero para el pueblo del Nuevo Pacto, para todos los discípulos de Jesucristo, sean estos judíos o gentiles.
1.1. La Menorah: Los Siete Espíritus de Dios
Hemos dicho en otras oportunidades que el número siete (7) representa el tiempo de Dios, la perfección, la plenitud y el cumplimiento de la voluntad o las obras de Dios, tanto en el cielo como en la tierra.
La menorah, el candelabro de oro o lámpara de siete brazos en el Templo también representa la presencia del Espíritu Santo que guía al sacerdote de Dios en su servicio ante la misma presencia del Altísimo a favor de Su pueblo (Éx. 25:30-32; 26:34-36). Las siete lámparas de la menorah eran de aceite puro y necesitaban ser atendidas diariamente, para que pudieran alumbrar continuamente en el Lugar Santo del Templo (Éx. 27:20-21; 37:16-24; 2Cró. 13:10-12).
El Espíritu Santo de Dios es representado por siete atributos:
1.- Espíritu de YaHWeH (Yehová 3068: existente o eterno; nombre hebreo para Dios; de la raíz jayá 1961; también de javá 1933)
2.- Sabiduría (kjokmá 2451: ciencia, entendimiento, inteligencia y sabiduría),
3.- Inteligencia (biná 998: entendimiento, cordura, inteligencia y prudencia),
4.- Consejo (dáat 1847: conocimiento, docto, entendimiento, inteligencia y consejo; de la raíz yadá 3045),
5.- Poder (gueburá 1369: fuerza; esfuerzo, fortaleza, potencia, valentía y poder; de la raíz guibbor 1368),
6.- Conocimiento (dáat 1847: ciencia, conocimiento, docto, entendimiento; de la raíz yadá 3045) y
7.- De temor de Dios (yirá 3374: temor, reverencia; temeroso, temible, asombroso; de la raíz yaré 3372).
Y el profeta Isaías declara que sobre el Mesías, el descendiente de Isaí (padre de David), se manifestarán estos siete atributos del Espíritu Santo de Dios (Is. 11:1-2). Y el apóstol-profeta Juan también vio al Mesías, representado en un Cordero inmolado que "tenía SIETE cuernos y SIETE ojos, los cuales son los SIETE espíritus de Dios enviados por toda la tierra" (Ap. 5:6), pues previamente se le anunció la presencia del "León de la tribu de Judá, la raíz de David" (Ap. 5:5), pero cuando se volteó a ver, vio fue a un "Cordero como inmolado".
Y esto concuerda con la promesa del Señor que Él enviaría al Espíritu Santo porque: "él os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío y os lo hará saber" (Jn. 16:13-15).
Así que, al recibir a Jesús, "la Luz del mundo", en nuestros corazones, Él nos da a Su Santo Espíritu, para que nosotros recibamos de Su luz, de Su guía y dirección; y a su vez, podamos nosotros también brillar y glorificar al Padre y dar a conocer las buenas nuevas de Jesucristo (Jn. 8:12; 9:35-41; Ef. 1:13-14; Mt. 5:14-15; Hch. 1:8).
1.2. Hanukkah: Los ocho días de Dedicación a Dios
También hemos aprendido que el número ocho (8) representa nuevo comienzo, nuevo ciclo y resurrección; y eso es lo que los sacerdotes judíos quisieron hacer en el año 164 a.C., comenzar un nuevo tiempo para dedicar o consagrar el Templo de Dios que había sido profanado, para lo cual necesitaban ocho (8) días antes de iniciar las actividades regulares de servicios sacerdotales.
Así lo podemos encontrar descrito en Wikipedia: "El milagro de Janucá está descrito en el Talmud. La Guemará, en el Tratado de Shabat, página 21, mientras habla sobre las velas de Shabat se refiere también al tema de las velas de Janucá y dice que después de que las fuerzas de Antíoco IV fueran expulsadas del Templo, los Macabeos descubrieron que casi todo el aceite ritual había sido profanado. Ellos encontraron una sola vasija con el sello del Sumo Sacerdote todavía intacto, con suficiente aceite como para mantener encendida la Menorá en el Templo durante un solo día. Los Macabeos utilizaron este aceite y, milagrosamente, el mismo ardió durante ocho días (el tiempo que tomaba preparar aceite nuevo)".
Así la Fiesta de las Luces nos enseña que nosotros el pueblo de Dios en Cristo somos también llamados a vivir en novedad de vida, en santidad, dedicados y consagrados como Templo del Espíritu Santo de Dios (1Cor. 6:19-20; 2Cor. 6:14-18; 1Tes. 5:23). Como bien el apóstol Pablo nos enseña:
"Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios" (2Cor. 7:1).
"Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús que, de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más.
"Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús que, de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más.
Ya sabéis las instrucciones que os dimos por el Señor Jesús. La voluntad de Dios es vuestra santificación: que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor, no en pasión desordenada, como los gentiles que no conocen a Dios; que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano, porque, como ya os hemos dicho y testificado, el Señor es vengador de todo esto. Dios no nos ha llamado a inmundicia, sino a santificación" (1Tes. 4:1-7).
El Señor también nos enseña que para entrar a Su reino necesitamos "nacer de nuevo", es decir experimentar "el nuevo nacimiento", la transformación y regeneración espiritual que sólo el Espíritu Santo puede hacer en nosotros (Jn. 3:3-8); y por lo cual, según el apóstol Pablo, somos "nuevas criaturas en Cristo" (2Cor. 5:17), para que andemos en santidad en una "vida nueva" (Ro. 6:1-4); y, según el apóstol Pedro, somos un real sacerdocio santo para ministrar delante de Dios ya no en un Templo hecho de manos ni en un Lugar Santísimo en la tierra, sino delante la misma presencia del Padre, del Dios Todopoderoso en los cielos (1Pe. 2:4-5, 9-10; Heb. 10:19-22).
Los hijos de Dios, el pueblo del Nuevo Pacto en Cristo Jesús, también somos llamados "hijos de luz", pues nuestro Padre celestial "nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz. Él nos ha librado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su amado Hijo" (Col. 1:12-14); y Él "nos llamó de las tinieblas a su luz admirable" (1Pe. 2:9-10), para que ya no seamos más del reino de las tinieblas sino del reino de luz de nuestro Señor Jesucristo (1Tes. 5:4-6); así que, tenemos que vivir conforme a esa vocación y llamado celestial (Ef. 4:1-6) y desechar las obras de las tinieblas (Ro. 13:11-13).
Esa es la base sólida para una vida santa a la cual todos los hijos de Dios, el pueblo del Nuevo Pacto, somos llamados a vivir; así claramente lo enseña el apóstol Pedro:
"Por eso, dispónganse para actuar con inteligencia; tengan dominio propio; pongan su esperanza completamente en la gracia que se les dará cuando se revele Jesucristo. Como hijos obedientes, no se amolden a los malos deseos que tenían antes, cuando vivían en la ignorancia. Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó; pues está escrito: «Sean santos, porque yo soy santo.»
Ya que invocan como Padre al que juzga con imparcialidad las obras de cada uno, vivan con temor reverente mientras sean peregrinos en este mundo. Como bien saben, ustedes fueron rescatados de la vida absurda que heredaron de sus antepasados. El precio de su rescate no se pagó con cosas perecederas, como el oro o la plata, sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin defecto. Cristo, a quien Dios escogió antes de la creación del mundo, se ha manifestado en estos últimos tiempos en beneficio de ustedes. Por medio de él ustedes creen en Dios, que lo resucitó y glorificó, de modo que su fe y su esperanza están puestas en Dios" (1Pe. 1:13-21 NVI)
1.3. Shammas: la novena rama del Siervo
1.3. Shammas: la novena rama del Siervo
En la celebración de Hanukkah, se utiliza una menorah especial como un símbolo del milagro del aceite. A diferencia de la menorah del Templo que tenía siete ramas o brazos, la menorah de Hanukkah, la chanukkiah, tiene nueve. Ocho ramas que significan los ocho días que el aceite duró encendido en el templo, y el noveno brazo, Shammas, llamado "la rama Siervo", que se encuentra por encima o en el centro, y es la vela con la que se encienden todas las otras ocho velas, cada día.
El número nueve representa el fin de un ciclo de vida, el fin de una era y el fruto, de hecho, el Fruto del Espíritu también tiene nueve virtudes o atributos:
1.- Amor (agápe 26: afecto o benevolencia; amor)
2.- Gozo (jará 5479: alegría, deleite, gozo; de jairo 5463: tener alegría, gozo, gozar)
3.- Paz (eirene 1515: paz, prosperidad)
4.- Paciencia (makrodsumía 3115: longanimidad/que dura, soporte, aguante, paciencia)
5.- Benignidad (jrestótes 5544: útil por su carácter moral, benignidad, bueno, bondad)
6.- Bondad (agadsosúne 19: bondad, virtud o beneficencia; de agadsos 18: bueno, bien, favor)
7.- Fe (pístis 4102: credibilidad moral, convicción, confianza, fe, fidelidad)
8.- Mansedumbre (praótes 4236: gentileza, humildad, mansedumbre)
9.- Templanza (ekráteia 1466: dominio propio, templanza)
Cuando somos renovados, cuando el Espíritu de Dios mora y brilla en nosotros, reflejará un corazón de siervo y nuestro servicio glorificará al Padre. Cuando estamos conectados a Jesucristo la Vid verdadera, cuando Su savia de vida espiritual fluye en nuestro ser, entonces Su vida producirá gradualmente en nosotros el Fruto del Espíritu, lo cual nos capacitará a amar a Dios y a nuestro prójimo que es el fin de la Ley, tal como lo enseña el apóstol Pablo:
"Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu" (Gál. 5;22-25).
"Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu" (Gál. 5;22-25).
Esa relación entre ser Luz, ser hijos de la Luz, la manifestación del Fruto del Espíritu y nuestro ministerio de servicio, se ve claramente en la enseñanza que el apóstol Pablo le da a los cristianos efesios:
"Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz (el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad) y comprueben lo que agrada al Señor. No tengan nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad, sino más bien denúncienlas, porque da vergüenza aun mencionar lo que los desobedientes hacen en secreto. Pero todo lo que la luz pone al descubierto se hace visible" (Efesios 5:7.13, subrayado es mío).
Así también, al vivir en el Espíritu, la vida y el carácter de Cristo se manifestará en nosotros, y ese carácter es uno de siervo, que sirve primeramente a Dios y luego al prójimo (Mr. 12:29-31). Por eso nuestro llamado es a ser líderes siervos, tal como lo modeló Jesús y Sus apóstoles:
"Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos" (Mr. 10:45)."Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz (el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad) y comprueben lo que agrada al Señor. No tengan nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad, sino más bien denúncienlas, porque da vergüenza aun mencionar lo que los desobedientes hacen en secreto. Pero todo lo que la luz pone al descubierto se hace visible" (Efesios 5:7.13, subrayado es mío).
Así también, al vivir en el Espíritu, la vida y el carácter de Cristo se manifestará en nosotros, y ese carácter es uno de siervo, que sirve primeramente a Dios y luego al prójimo (Mr. 12:29-31). Por eso nuestro llamado es a ser líderes siervos, tal como lo modeló Jesús y Sus apóstoles:
"Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras" (Ro. 1:1-2).
Y esa es la exhortación que el apóstol nos da para aquellos que hemos experimentado la Nueva vida en Cristo y somos el pueblo del Nuevo Pacto en Su sangre:
"Hablo como humano, por vuestra humana debilidad: así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la impureza y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.
Cuando erais esclavos del pecado, erais libres con respecto a la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Pero ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación y, como fin, la vida eterna" (Ro. 6:19-22).
"Hablo como humano, por vuestra humana debilidad: así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la impureza y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.
Cuando erais esclavos del pecado, erais libres con respecto a la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Pero ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación y, como fin, la vida eterna" (Ro. 6:19-22).
La vida en el Espíritu, la vida de un siervo de Dios, es una que fluye en dos direcciones y naturalmente sobrenatural. En la medida que nos unimos y permanecemos en comunión con el Señor, Su vida y Su fruto se manifestarán en nosotros y las nueve virtudes del Fruto del Espíritu se manifestarán en nosotros (Jn. 15:4-8); pero a su vez, en la medida que cultivamos un corazón de siervo, y con humildad servimos a Dios y a nuestro prójimo, reflejaremos la vida, la luz y el poder del Espíritu del Señor a través de nuestro servicio. Así lo expresó el Maestro en una oportunidad:
"USTEDES SON LA LUZ DEL MUNDO; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en casa. ASÍ ALUMBRE VUESTRA LUZ DELANTE DE LOS HOMBRES, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt. 5:14-16).
La vida en el Espíritu no es una de "estado", sino una de "acción". No se puede ser LUZ y no BRILLAR como luz. Así tampoco, se puede SER un siervo sin SERVIR; el "estar en el Espíritu" nos capacita para "servir en el Espíritu". No podemos decir que tenemos la "unción del Espíritu" o que "estamos llenos del Espíritu" y no servimos ni a Dios ni a nuestro prójimo; eso sería una total mentira y una contradicción, pues la vida en el Espíritu SIEMPRE nos impulsará a servir en el Espíritu. En este caso, en la celebración de la Fiesta de las Luces, en la chanukkiah, la rama o la vela "siervo" es la que se mueve para hacer alumbrar las otras ocho velas, lo cual ilustra perfectamente lo dicho anteriormente: la vela "siervo" encendida es la que hará que los otros atributos o virtudes del Espíritu brillen y se manifiesten en nuestras vidas, en nuestro hogar, en nuestro trabajo o ministerio. No son las virtudes del Espíritu las que encienden nuestro servicio; es lo opuesto, nuestro servicio encenderá las virtudes del Espíritu presentes en nosotros en Cristo Jesús y los hombres verán nuestras buenas obras y glorificarán a nuestro Padre celestial.
"USTEDES SON LA LUZ DEL MUNDO; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en casa. ASÍ ALUMBRE VUESTRA LUZ DELANTE DE LOS HOMBRES, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt. 5:14-16).
La vida en el Espíritu no es una de "estado", sino una de "acción". No se puede ser LUZ y no BRILLAR como luz. Así tampoco, se puede SER un siervo sin SERVIR; el "estar en el Espíritu" nos capacita para "servir en el Espíritu". No podemos decir que tenemos la "unción del Espíritu" o que "estamos llenos del Espíritu" y no servimos ni a Dios ni a nuestro prójimo; eso sería una total mentira y una contradicción, pues la vida en el Espíritu SIEMPRE nos impulsará a servir en el Espíritu. En este caso, en la celebración de la Fiesta de las Luces, en la chanukkiah, la rama o la vela "siervo" es la que se mueve para hacer alumbrar las otras ocho velas, lo cual ilustra perfectamente lo dicho anteriormente: la vela "siervo" encendida es la que hará que los otros atributos o virtudes del Espíritu brillen y se manifiesten en nuestras vidas, en nuestro hogar, en nuestro trabajo o ministerio. No son las virtudes del Espíritu las que encienden nuestro servicio; es lo opuesto, nuestro servicio encenderá las virtudes del Espíritu presentes en nosotros en Cristo Jesús y los hombres verán nuestras buenas obras y glorificarán a nuestro Padre celestial.
Así que, aquí en estos tres puntos podemos aprender el Proceso para que la Luz de Jesús brille en nosotros y se manifieste a través de nosotros:
1. Necesitamos darle la bienvenida al Espíritu Santo en nuestra vida, al recibir por la fe en nuestro corazón a Jesucristo como nuestro Salvador y el Señor de nuestra vida. Buscarle cada día con devoción y darle la bienvenida al Espíritu Santo, para que nos guíe en las decisiones diarias de nuestras vidas.
2. Necesitamos dejarnos guiar cada día por la luz espiritual del Espíritu Santo, que viene a través de la meditación en la Palabra de Dios, que encontramos en la Biblia.
3. Necesitamos renovar cada día nuestra mente y nuestro corazón con la Palabra de Dios, para que seamos transformados, ungidos y renovados conforme a la voluntad de Dios.
4. Necesitamos consagrar nuestro corazón y nuestra vida cada día como templo del Espíritu de Dios, confesando nuestros pecados y limpiándonos de todo lo malo, para que nuestra vida refleje la luz de la gloria de Dios.
5. Necesitamos consagrarnos cada día como sacerdotes santos al servicio de nuestro Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, para la alabanza de Su gloria, para la salvación de muchos y la edificación de Su Iglesia.
6. Necesitamos cultivar un corazón de siervo, en la medida que seguimos las enseñanzas de Jesús y el modelo de servicio que Él, Sus apóstoles y profetas nos dejaron en las Sagradas Escrituras.
1. Necesitamos darle la bienvenida al Espíritu Santo en nuestra vida, al recibir por la fe en nuestro corazón a Jesucristo como nuestro Salvador y el Señor de nuestra vida. Buscarle cada día con devoción y darle la bienvenida al Espíritu Santo, para que nos guíe en las decisiones diarias de nuestras vidas.
2. Necesitamos dejarnos guiar cada día por la luz espiritual del Espíritu Santo, que viene a través de la meditación en la Palabra de Dios, que encontramos en la Biblia.
3. Necesitamos renovar cada día nuestra mente y nuestro corazón con la Palabra de Dios, para que seamos transformados, ungidos y renovados conforme a la voluntad de Dios.
4. Necesitamos consagrar nuestro corazón y nuestra vida cada día como templo del Espíritu de Dios, confesando nuestros pecados y limpiándonos de todo lo malo, para que nuestra vida refleje la luz de la gloria de Dios.
5. Necesitamos consagrarnos cada día como sacerdotes santos al servicio de nuestro Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, para la alabanza de Su gloria, para la salvación de muchos y la edificación de Su Iglesia.
6. Necesitamos cultivar un corazón de siervo, en la medida que seguimos las enseñanzas de Jesús y el modelo de servicio que Él, Sus apóstoles y profetas nos dejaron en las Sagradas Escrituras.
7. Necesitamos morar en adoración y oración diariamente con Jesús, meditando en Él, en Sus enseñanzas, en Su modelo y ejemplo de servicio al Padre y a la humanidad; entonces la vida de Jesús, el fruto del Espíritu, se manifestará en nuestras vidas y brillaremos como Jesús brilla y cada día seremos más amorosos, gozosos, pacíficos, pacientes, buenos, bondadosos, confiados, mansos, estables y maduros.
¿Cuál es el Mensaje de la Fiesta de las Luces?
Si recibimos la Luz que trae "los siete espíritus de Dios" y andamos en el Espíritu, viviremos en la Vida nueva que el Señor Jesús promete a los que le aman y le sirven; y al tiempo se manifestarán las nueve virtudes del fruto del Espíritu en nuestra vida y en el servicio que damos a Dios y a nuestro prójimo (2Pe. 1:3-11).
¿Cuál es el Mensaje de la Fiesta de las Luces?
Si recibimos la Luz que trae "los siete espíritus de Dios" y andamos en el Espíritu, viviremos en la Vida nueva que el Señor Jesús promete a los que le aman y le sirven; y al tiempo se manifestarán las nueve virtudes del fruto del Espíritu en nuestra vida y en el servicio que damos a Dios y a nuestro prójimo (2Pe. 1:3-11).
Si desea continuar con la Cuarta parte donde veremos "Cómo celebrar la Fiesta de las Luces Hoy" en familia o en nuestro hogar, puede hacer click aquí.
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